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LOS HIJOS DE LOS DÍAS – EDUARDO GALEANO – IN MEMORIAM “Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida”. Eduardo Galeano. Eduardo Galeano presentó su libro ” Los hijos de los días” en la 38ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en el año 2012. Este libro intenta sobretodo difundir hechos pocos conocidos o desconocidos para iluminar un poquito mejor la realidad que nos llega enmascarada Los hijos de los días reúne 366 historias, una para cada día del año. En ellas, Galeano capta instantáneas que reflejan la vida de hombres y mujeres célebres o anónimos. Hechos sorprendentes o curiosos, situados en diversas épocas y lugares, que muestran las fragilidades de personajes conocidos y la grandeza de los ignorados. La obra se convierte así en un calendario originalísimo, capaz de revelar todo lo que esconde la sucesión previsible de los días. El ensayista uruguayo conocido por su clásico libro “Las venas abiertas de América Latina”,volvía después de una década a la Feria del Libro de Buenos Aires y esta vez lo hacía para presentar su nuevo libro titulado Los hijos de los días, un conjunto de ensayos dividido en 366 partes, uno por cada día del año. Fue ovacionado tantas veces durante su presentación que daba la impresión que estábamos en un acto meramente político. Aunque en realidad, para el público que colmó el auditorio José Hernández de la Feria del Libro de Buenos Aires, el uruguayo Eduardo Galeano decía verdades completas (y no a medias) sobre nuestra realidad política. Un hombre que vive como escribe y viceversa; que se asoma al escenario y lo primero que hace es dar aplausos a los miles de “fueguitos” que chispean en la sala José Hernández del predio ferial de La Rural. ¿Qué esperan? Algunos, la firma de ejemplares; otros, sacarse una foto o simplemente verlo. Todos, escucharlo; observar cómo abraza el libro, desempolva las palabras y las hace bailar al son de su voz, que no necesita gritar para hacerse oír porque su fuerza se aloja en el inquietante deseo que tiene de decirlas. A medida que avanza la conversación entre el escritor y los relatos que construyó, en la sala y en las inmediaciones del predio donde se proyecta la charla en pantalla gigante, empiezan a brotar pensamientos, reflexiones, recuerdos. Porque sus ganas de contar se unen a las que posee la gente de escuchar lo que él comparte. Y para compartir, hay que estar a la par. Por eso, aunque está sobre el escenario, él no mira hacia abajo para ver al público sino que no quita su mirada del libro. Porque ahí no hay tarima que lo prive del placer de sentirse un fueguito más. Una tras otra las lecturas realizadas comienzan a revolotear por todo el lugar al son de sus cejas, que se mueven cual batutas de orquesta y marcan el compás de una noche en la que un libro engendró un encuentro, entre quien lo pensó, lo construyó y lo leyó y quien lo va a pensar y lo va a volver a construir, porque lo va a leer. El punto final de la charla enciende los aplausos que celebran lo compartido. Porque de cada texto nace una historia; porque las palabras están hechas de tinta pero no terminan de ser hasta que son historias.
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