Estos sistemas de significación y sentido, es decir la cultura los podemos nombrar también como sistemas de identidad, tradicionalmente la pregunta por la identidad ha estado referida al concepto de identidad nacional, modelo de identidad que ha intentado construir un relato histórico de nación centrado en los padres fundadores de la patria y un esfuerzo intenso por encontrar los elementos constitutivos de la identidad Venezolana en las tradiciones y prácticas patrimoniales.
Lo nacional se presenta como una representación colectiva llamada a dotar de sentido las prácticas sociales, surge en la disyuntiva de lo propio y lo ajeno, así, lo propio es lo nacional, lo nuestro, lo válido; lo ajeno, es lo transculturalizado, lo extraño, lo no aceptable socialmente.
Sin embargo las representaciones de lo nacional históricamente ha estado configuradas e impactadas por elementos no propios, diríamos más bien apropiados, un ejemplo significativo de esto es el beisbol, como práctica de agregación social en Venezuela es de factura norteamericana y aparece en la realidad nacional en la década de 1920; hoy está por fuera de lugar discutir si es propio o ajeno, lo real es que fue apropiado y hoy aporta a la construcción de vínculos, construcción de sentidos y disfrute de la vida, es decir aporta a la construcción cultural de lo venezolano.
Lo nacional como matriz cultural también se ha presentado como un espacio neutro en términos de intereses sociales, pareciera que no hay sujetos con intereses sociales contrapuestos, así, somos venezolanos y punto. Pero lo nacional de manera persistente configura diversos sujetos con sistemas de representación y sentido en abierta disputa por el significado, desde las formas de conocimiento válido, las formas estéticas legítimas, hasta los sistemas de valores que configuran las prácticas de estos sujetos.
Hoy es necesario complejizar la mirada sobre la identidad cultural, pensamos que debemos superar la matriz conservadora de la identidad nacional, no renunciamos a la representación colectiva de lo nacional como agregación resistente frente al poder global del capital, sin embargo en la perspectiva de lo cultural debemos reconocer que la noción de identidad se ha pluralizado, y se pluraliza ante la configuración de los nuevos sujetos sociales que con abrumador peso urbano configuran la Venezuela de hoy, las prácticas de estos sujetos, que son nuevas relaciones, expresan nuevas prácticas, mentalidades y nuevos sentidos.
En la dirección de comprender los nuevos sentidos de lo cultural, en la fundación GISXXI hemos comenzado eligiendo la opción metodológica de pensar los gustos sociales y los sentidos aspiracionales de los nuevos sujetos sociales de la Venezuela de hoy, buscamos rastrear la estructura de gustos y leerlos desde la problematización propuesta por el antropólogo Mexicano Bonfil Batalla de lo propio, lo ajeno, lo apropiado y lo impuesto, nuestro objetivo es identificar en qué grado las formas y prácticas sociales expresan culturas autónomas y emancipadas o expresan culturas alienadas.
En la dirección anterior hemos indagado en el último trabajo cualitativo de grupos de discusión sobre cuál es la música que más le gusta a los venezolanos, cual es la música que mejor representa a los venezolanos, de los múltiples hallazgos quisiéramos destacar la distancia que tienen hoy los sujetos y las mentalidades del peso enla representación de la simbología cultural de la nación venezolana de la música tradicional venezolana o de la música entendida como protesta o crítica,
Esta música se ve desde una admiración distante, se trata con condescendencia, sin embargo su penetración en lo material-concreto es muy escasa, se llega a identificar con el tipo de música utilizada para el final de las fiestas,
Llama la atención sin embargo que lo alternativo para las mentalidades de los social en la Venezuela de hoy no está puesta tampoco en la música posicionada por el mercado del consumo cultural, no es el reagueton, ni la música en inglés la que ocupa el espacio central, por el contrario es la salsa y específicamente la salsa brava el ámbito central del gusto musical expresado en la población venezolana.
La salsa es un elemento fundamentalmente apropiado, sin embargo expresa un sentido de amplia agregación social, diaríamos de identidad, de validación y legitimación social, es un elemento de lo nuestro, pero de un nuestro resignificado desde el enfoque no de la identidad nacional sino desde el enfoque de las identidades culturales, enfoque que nos permite aproximarnos al tipo de producción de de sentidos plurales que hoy inunda el universo simbólico de la venezolanidad.
Desde la lógica del modelo señalado anteriormente podemos concluir como hipótesis que Venezuela se desenvuelve hacia la configuración de un modelo de cultura autónoma, que si bien interactúa complejamente con formas culturales alienadas, priva la lógica de lo propio y lo apropiado por encima de lo impuesto.
También reseñemos finalmente que es necesario entender que la nueva configuración cultural de los sujetos sociales se da alrededor de formas estéticas más distantes de lo que tradicionalmente se comprendió como lo propio, esto debe invitarnos a problematizar los modelos desde los que hemos leído la cultura y los procesos sociales.
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