A la opresión política, social y económica le correspondió una opresión cultural, a veces más sutil pero no por eso menos efectiva. Walter Mignolo incorpora una nueva dimensión de la dominación: la colonialidad del ser, es decir del género, de la sexualidad, del sentir, de la subjetividad. Según este autor para avanzar en un proceso decolonial resulta necesario construir una epistemología del Sur que cuestione los cimientos mismos de la modernidad. Al respecto, sostiene Sousa Santos: “Entiendo por epistemología del Sur la búsqueda de conocimiento y de criterios de validez del conocimiento que otorguen visibilidad y credibilidad a las prácticas cognitivas de las clases, de los pueblos y de los grupos sociales que han sido históricamente victimizados, explotados y oprimidos, por el colonialismo y el capitalismo global” (Souza Santos, 2009: 12). La construcción de un pensamiento decolonial implica, entonces, un posicionamiento antiimperialista y anticapitalista; ya que será imposible alcanzar “justicia social global sin justicia cognitiva global”.
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