… sino como producto de su torpeza y su personalismo autócrata; recientemente las declaraciones del próximo alcalde en relación al modelo de gestión de las actuales empresas públicas del distrito generaron una vertiginosa caída del 18% de su valor en bolsa, caída que le significó una pérdida patrimonial de 2 billones de pesos.
Su propuesta de fusionar las compañías de acueducto, energía y telecomunicaciones movilizó las fuerzas del capital, expresadas en las conductas nerviosas y la especulación, pues la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) y la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) son sociedades inscritas en la bolsa.
Tratando de suavizar las tempestuosas aguas, Petro salió a los medios con el torpe argumento de que la caída se debió a un juego especulativo, no a sus declaraciones, él, supuestamente de profesión “¿economista?”, sabe muy bien las reglas que el capital impone a una compañía transada en la bolsa, así como la sutileza con que debe manejarse estos temas, sino se quiere producir la consecuente tormenta sicológica y en consecuencia especulativa en el mercado; tiene razón Petro en señalar que la acción cae por fuerzas especulativas, pero no es responsable en señalar que el las activó con su torpeza.
Pero la postura problemática de fondo, es como hemos llegado a un modelo de gestión empresarial de las empresas públicas que permite su privatización parcial vía transacción de una parte de su valor accionario en la Bolsa. El oleaje neoliberal logró estas porciones de éxito y agazapadamente espera llevarse toda la torta con la privatización de las empresas públicas de telefonía, energía y acueducto.
Sin embargo Petro, quien por años ha esparcido su tufillo de político pragmático y neoliberal, no está habilitado ni moral, ni políticamente para cuestionar que una empresa pública se rija por las reglas del capital, es seguro que ni siquiera lo cuestione, el punto es, que validando de su parte el juego del capital, no sepa regirse por sus reglas de gestión, hecho que en definitiva ha traído el huracán político y financiero para el distrito capital.
La reacción del establecimiento y la derecha económica no se ha hecho esperar, pretendían destrozarlo en su próximo período de gobierno al frente de Bogotá o domesticarlo a favor del capital mucho más de lo que han logrado en los últimos 20 años, pero Petro, enseñado como estuvo en el Polo a patear la mesa, a la bravuconada, a regirse por su personalismo antes que por las reglas que le imponga un particular campo social, ha dado papaya y la derecha económica no la desaprovechó.
Ha surgido muchos argumentos de artillería económica contra la propuesta de fusionar las empresas de servicios públicos de Bogotá, unas cuestionan la complejidad de crear un único modelo de gestión para las tres empresas y de su articulación legal, argumentan el peso de la diversa carga prestacional y laboral que se tendría que homologar. Otros cifran la dificultad de esta fusión en la rigidez de los marcos legales del sector.
Sin embargo el argumento más apetecido por los analistas del capital ha sido el argumento según el cual, la mezcla de empresas de buen desempeño con otras de menor rentabilidad, genera ineficiencia y pérdida de valor; este argumento es falso para las empresas públicas e incluso es falso para empresas articuladas a cadenas productivas del capital ligadas a consorcios o sindicatos, en las cuales un nodo productivo o empresa particular dentro de la cadena, puede cumplir un papel de soporte, así no de ganancia y solo se opere en punto de equilibrio, se busca la rentabilidad como salida del conjunto de la cadena socio-productiva.
En el caso de las empresas públicas el argumento es mucho más embustero, pues en primer lugar se sustrae el elemento central y es la valoración de los servicios públicos como derechos y la existencia de diversos conceptos de rentabilidad; por ejemplo, la rentabilidad financiera o social.
Una empresa de telefonía pública, por ejemplo, puede tener como eje rector y meta de su modelo de gestión la expansión de la telefonía fija hacia localidades de baja densidad, buscando como objetivo la garantía del derecho a la comunicación, el derecho de los excluidos a vincularse al servicio de banda ancha para internet y superar la pobreza digital; sin embargo es sabido que este sector no ofrece la rentabilidad que puede ofrecer el servicio de telefonía móvil; en este caso es perfectamente compatible y viable para una empresa pública de telefonía celular y una de telefonía fija, operar como empresas públicas articuladas desde diversas posibles figuras jurídicas, donde la alta rentabilidad financiera de la telefonía celular, compense la baja rentabilidad de la telefonía fija, pero al final del ejercicio económico de este consorcio de empresas públicas, se obtendrá tanto beneficio económico como social.
El anterior argumento escandaliza a los sanedrines neoliberales, pues su pretensión real, es amansar a la opinión pública y alinear al domesticado Petro en la tarea de privatizar el conjunto de empresas públicas de Bogotá, no se resignan a que ese jugoso negocio se escape de sus manos; Petro por su parte ha dicho que no privatizará, lo dice y tal vez no lo hará pues sabe que es una medida antipopular, sabe que llegó a la alcaldía montado en una ola política más progresista que él mismo, la cual espera preservar el patrimonio de los Bogotanos y no regalárselo a la voracidad del capital.
Pero los neoliberales y la oligarquía están al acecho de su presa, su presa es la privatización de las empresas públicas y la destrucción del sueño personalista de Petro de ganar la presidencia en el 2014 a partir de una gestión bien evaluada en la capital y por el capital, pero por ahora los socios neoliberales de este propósito, con los cuales Petro pretendía terminar de distensionar sus asperezas, han salido a escupirlo.
Petro está atrapado en su propia concepción neoliberal de la economía, la cual no le permitirá colocar el debate ni el acento de su gestión en la confrontación y reversión del manual neoliberal para la gestión de las empresas públicas, para nosotros los Bogotanos es fundamental profundizar en el debate y lograr crear una fuerte movilización social que garantice el patrimonio de estas empresas y su gestión en beneficio de la ciudadanía, no del gran capital.
En una próxima entrega, la parte II de este artículo, analizaremos la falacia planteada por los neoliberales, los cuales en la revista semana han argumentado, “…El asunto es que para hacer política pública con las empresas que están en el mercado hay que tener mucho cuidado. Los gobernantes de izquierda que más éxito han tenido en los últimos años se han caracterizado por el manejo técnico y pragmático de los asuntos económicos. Ha sido mucho más elogiada la política seria de Lula da Silva en Brasil, o la de los gobiernos de la concertación en Chile, que la del ‘todo vale’ de Chávez en Venezuela. Mientras Brasil y Chile están disparados, son centros de atracción para la inversión y han reducido la pobreza, Venezuela es la economía de peor desempeño en el continente. El manejo politizado de Pdvsa, una empresa que por su riqueza deberíafigurar entre las más prósperas del mundo…”
Veremos con datos, como desde Uruguay a Venezuela hay una corriente y nuevo modelo de gestión de los servicios públicos como derechos, a la par que han logrado preservar la alta rentabilidad financiera de estas empresas, igualmente cuestionaremos el supuesto éxito del pragmatismo de las izquierdas, veremos con los datos del Latino Barómetro 2011 y el informe del PNUD sobre desarrollo humano, como Chile y Brazil se mantienen como sociedades altamente desiguales y con altos índices de pobreza, a pesar de su alto desempeño económico, claro, como dijo Eduardo Galeano, no hay ninguna oficina donde distribuyan el Producto Interno Bruto entre los ciudadanos, todo se queda en los bolsillos de los pocos.
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