Mientras se difunde una verdad a medias, por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, se cierne la venganza golpista contra quienes están dispuestos a defenderla a toda costa. Mientras la comisión oficialista reconoce -tardíamente- lo que el mundo entero sabía desde el comienzo, que hubo golpe de estado, le echan la culpa a la víctima y todo el aparato criminal se apresta a dar un golpe artero al más conspicuo de los ministros del Ex Presidente Zelaya, Enrique Flores Lanza.
Al mejor estilo de la Cosa Nosstra, el aparato golpista, intacto en los espacios más importantes de decisión, usa todos los recursos a su disposición para -con lujo de cinismo- perpetrar su venganza y al mismo tiempo privar de sus capacidades a la coordinación política de la resistencia. Como no pudieron hacerlo con Zelaya en razón del costo político y económico que implicaría, entonces quieren saciar su odio de clase contra quien culpan por las propuestas del ex presidente. El ministro de la presidencia de Mel Zelaya ha sido señalado como uno de sus principales asesores durante su gobierno y considerado el cerebro de los cambios impulsados por Zelaya.
Quienes conocemos al Abogado Enrique Flores Lanza sabemos de que se trata este asunto. Quique como le seguimos llamando pese a su investidura, es una persona brillante en su profesión de abogado. Hijo de lúcidos y prominentes abogados ha hecho de su vida un apostolado de sus ideas. Y es que para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad humana, la realidad de pobreza, exclusión, muerte, en un extremo y de privilegios, excesos y riqueza en el otro es hoy en Honduras una bofetada a la dignidad. Flores Lanza ha consagrado su vida a luchar por lo que cree: cambiar este modelo de injusticia basado en los privilegios que un pequeño grupo ostenta para aplastar al resto de la sociedad. Este es realmente el pecado original de Enrique Flores Lanza.
En Honduras las palomas disparan a los fusiles. El cinismo se ha instalado como política de estado y los inocentes son llevados al cadalso por no aceptar la mentira, el engaño y la satrapía que hoy nos gobierna. Los luchadores sociales están bajo amenaza constante. Fausto Milla sacerdote católico, miembro de la Comisión de Verdad y paladín de la justicia por décadas ha tenido que abandonar el país junto a su asistente Denia Mejía por las constantes amenazas y la posibilidad real que estas se ejecutaran. Antes de salir, ha denunciado la terrible conspiración que se ha instaurado en el país y al autor de las amenazas en su contra: Miguel Facussé, quizás el hombre más poderoso del país, ha decidido eliminar cualquier obstáculo a su ambición. Para ello utiliza toda la institucionalidad del estado. Desde la policía y el ejército hasta fiscales, jueces y magistrados. El estado patrimonial se personifica en este prepotente individuo que cree tener el derecho divino de disponer de vidas, almas y bienes a su antojo.
El caso de Flores Lanza se inscribe en la lucha de clases que el golpe de estado destapó. Se trata de ejecutar la venganza, de darle un escarmiento y humillarlo y con esto, a la resistencia, dejándole de paso una amenaza velada: no se puede tocar a Dios con las manos sucias. Es cierto, los poderosos de este país se creen dioses. Por ello están valorando todas las posibilidades a su alcance a fin de evitar cualquier intento de poner fin al orden de cosas por ellos establecido. En ese propósito, no les importará llevarse por delante vidas, familias, y dignidades. En el momento que consideren oportuno ordenarán por igual a sicarios que disparen o a fiscales y jueces para que ejecuten un apresto judicial amañado. El sicariato muestra sus diferentes caras. Como dicen los gringos cuando amenazan un país, todas las opciones están en la mesa.
En este caso, sabemos que no importa en realidad los recursos legales, el debido proceso o los Derechos Humanos. Las órdenes superiores ya se dieron. Esta es una situación de perder – perder. Si paga la fianza, acepta que cometió el crimen de que lo acusan, pero también sería acusado de enriquecimiento ilícito. Como decimos en Honduras si enchuta pierde y si no, también. En este contexto, Enrique Flores Lanza está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias por defender la verdad. No la verdad a medias, no su verdad, sino los hechos tal como ocurrieron.
Algunas personas dicen que debería hacerse una campaña entre la resistencia para reunir la astronómica cifra que le impusieron como fianza para defenderse en libertad. Han hecho cálculos incluso. Uno y medio millones de personas en resistencia a veinte Lempiras cada uno es suficiente, dicen. Otros incluso le han ofrecido sus títulos de propiedad para ponerlo como fianza. Hay quienes piensan que debe huir para no darle gusto a los golpistas. Pero la dignidad de las personas de verdad no se vende ni se compra. No tiene precio. Flores Lanza, fiel a sus principios ha rechazado cualquier cosa que no sea la defensa de la verdad y está dispuesto a todo, incluso a ser encarcelado injustamente por defenderla.
Como siempre, la historia se encargará de juzgar a los criminales y absolver a los inocentes. Los ejemplos son muchos, pero basta mencionar a los gigantes Mandela y Fidel. Aquí en nuestro país, muchos de los que hemos luchado por siempre, desde que tenemos memoria por cambiar la situación de injusticia e impunidad hemos sufrido cárcel, exilio y hasta la muerte. Quienes cayeron lo hicieron conscientes que su sacrificio era para abonar esta tierra. De esa forma preñarla para que un día futuro -ahora cercano-, la semilla de libertad diera los frutos para toda la gente y no para unos pocos. Nuestra lucha es para acabar con la larga noche de la injusticia y la infamia en la que los criminales tienen sumida a nuestra patria.
Este pueblo despertó el día del golpe. Ya no es el mismo. Pese a todo el escarnio, la represión y muerte sigue la senda democrática. Deben estar seguros que cada medida tendiente a cerrarle espacios tendrá el efecto contrario que persiguen los criminales. Si cierran las últimas puertas deben prepararse para recibir toda la furia de este pueblo. No habrá muro, ni ejército ni policía que lo detenga. De la mano con el poeta Sosa decimos que los pobres son muchos, por eso es difícil olvidarlos y menos aún, si llegan a bajar de los cerros.
Termino como empecé. Recordando las palabras finales pronunciadas en su defensa por uno de los más grandes patriotas y humanistas de la historia:
“En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá.”
Pronunciado por Fidel Castro en el juicio del Moncada, el 16 de octubre de 1953
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