Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez |
La primavera de 2010 ha sido testigo de una avalancha de artículos en los medios de comunicación dominantes estadounidenses acerca de la situación de los derechos humanos en Cuba, sobre todo en torno a tres asuntos: la huelga de hambre (y muerte) de Orlando Zapata Tamayo, la de Guillermo Fariñas (todavía vivo en el momento de redactar estas líneas) y una serie de manifestaciones realizadas por opositoras al Gobierno (y familiares de presos) a las que se conoce como las Damas de Blanco.
En los tres casos, los hechos están claros. Zapata falleció el 23 de febrero tras 85 días de huelga de hambre; el primer cubano fallecido así en casi 40 años. Al día siguiente, Fariñas inició otra huelga semejante en su casa, y lleva hospitalizado desde el 11 de marzo exigiendo la liberación de 26 presos políticos supuestamente enfermos. Las Damas de Blanco son un grupo creado en 2003 para protestar por el encarcelamiento de 75 figuras de la oposición condenadas a penas de cárcel prolongadas. Unos 53 de ellos continúan en prisión. Las mujeres llevan 7 años convocando manifestaciones que recorren todos los domingos la Quinta Avenida del distrito de Miramar de La Habana. Sin embargo, a principios de abril fueron increpadas por grandes manifestaciones progubernamentales y las fuerzas de seguridad las protegieron.
Estos enfrentamientos se sucedieron tres domingos consecutivos, hasta que el cardenal Jaime Ortega negoció con las autoridades, fruto de lo cual se permitió a las Damas de Blanco que se manifestaran por donde quisieran y sin autorización oficial (necesaria de ordinario según la legislación cubana). Lo que se negoció fue el retorno al statu quo inicial vigente antes de la primera semana de diciembre de 2009. El 2 de mayo una docena de Damas de Blanco reanudaron sus manifestaciones tradicionales. 1
El caso de Zapata recibió unas dosis espectaculares de atención de los medios de comunicación, en parte porque era la primera vez en varias décadas que un opositor al Gobierno cubano fallecía durante una huelga de hambre. Fue detenido en el año 2003 bajo la acusación de desacato y alteración del orden público y condenado a 3 años de cárcel. Una vez en prisión, actos de rebeldía posteriores le valieron la imputación de cargos adicionales. Inició su huelga de hambre el 8 de diciembre de 2009 y murió el 23 de febrero de 2010. Se le presentó en todas partes como una persona encarcelada por sus convicciones sobre derechos humanos, sintetizadas en un documento hecho público por el Instituto Republicano Internacional (International Republican Institute) titulado «Democracy’s Hero: Orlando Zapata Tamayo» [«Un héroe de la democracia: Orlando Zapata Tamayo»]. 2
Se aportaron descripciones sensacionalistas de las condiciones de su encarcelamiento y de la condena que se le había impuesto. Tenía la espalda «tatuada de golpes», y cuando se le trasladó al hospital era «huesos y pellejo, donde el estómago sólo era un agujero», apuntó su madre. 3 Perturbada por el suicidio deliberado de su hijo, la madre arremetía contra el trato que había recibido y calificaba su muerte como «un asesinato premeditado» por parte del Gobierno cubano. Las críticas que esgrimía sobre la falta de atención médica recibida aparecieron resaltadas en los reportajes de prensa, cuando estaba claro que lo cierto era lo contrario. De hecho, en un video emitido por la televisión cubana aparece expresando gratitud hacia el personal sanitario que lo atendió. 4
Las sonoras denuncias de la violación de los derechos humanos en Cuba se esparcieron a través de los muchos artículos que se ocupaban del caso Zapata. La expresión «preso de conciencia» se utilizó con laxitud para describir la penosa situación que atravesaba, y se le presentó como un activista político que protestaba por el trato inhumano recibido en prisión. En medio del furor de los medios de comunicación para presentarlo como una persona encarcelada por sus opiniones políticas, se prestó poca atención a su extenso historial de actividades delictivas, entre las que se encontraban la violación de domicilio (1993), tenencia de arma blanca y agresiones, incluida la utilización de un machete para fracturar el cráneo de Leonardo Simón (2000), estafa (2000) y desórdenes públicos (2002). 5 En resumen, el asunto de su encarcelamiento es bastante más turbio de lo que podría parecer a primera vista.
Los medios de comunicación estadounidenses dominantes reflejaron los hechos con mucho detalle: más de 80 artículos en un periodo de tres meses. Aparecieron entrevistas con disidentes cubanos destacados, políticos exiliados, grupos de oposición al Gobierno cubano en Miami y políticos estadounidenses, todos los cuales elogiaban la valentía y la honestidad de Zapata. Se opinaba que el Gobierno cubano temía que la muerte desembocara en protestas generalizadas y, por tanto, «se informaba del aumento de la presencia policial en las calles de varias ciudades cubanas». 6 En diversos reportajes de prensa se mencionaban manifestaciones importantes de pesar y la consiguiente preocupación del Gobierno por la implantación de medidas de seguridad extremas.
La perspectiva de Obama sobre Cuba también guardaba relación con el caso Zapata, y su ira recaía tanto sobre Cuba como sobre el presidente. La impresión general que se daba es que la administración de Obama había tratado de buscar un enfoque más flexible para Cuba, pero que había topado con la intransigencia y la hostilidad de Cuba. Un editorialista de The Washington Post utilizó el suicidio para condenar la política de Obama… a la que se consideraba demasiado liberal: «¿Funciona la nueva actitud amistosa con Castro? El jueves recibimos una buena respuesta a esa pregunta cuando Orlando Zapata Tamayo, un preso político afrocubano de 42 años, fallecía tras una huelga de hambre de 83 días». 7
Hace poco, el Gobierno estadounidense ha emitido comunicados de condena muy directos acerca del enfoque del Gobierno cubano sobre los derechos humanos, con declaraciones de Philip J. Crowley (Secretario Adjunto del Departamento de Estado) e incluso del propio Barack Obama. El presidente estadounidense condenaba la «represión de las Damas de Blanco y la intensificación del hostigamiento a quienes se atreven a expresar los deseos de sus conciudadanos cubanos», al tiempo que señalaba que «las autoridades cubanas continúan respondiendo a las aspiraciones del pueblo cubano con puño cerrado». 8 Sin embargo, si se pretende encontrar alguna referencia del presidente al puño cerrado del Gobierno hondureño y al atroz expediente en el ámbito de los derechos humanos desde el derrocamiento del presidente Zelaya en junio de 2009… toda búsqueda resulta en vano.
Asimismo , está claro que los medios de comunicación estadounidenses han mostrado un retrato extremadamente favorable de las Damas de Blanco, como se puede apreciar en los títulos de un artículo reciente publicado por The Miami Herald , «United by Pain, Cuba’s Ladies in White Vow to Keep Marching» [«Unidas por el dolor, las Damas de Blanco de Cuba juran seguir manifestándose»], y un editorial de The Wall Street Journal decía «Women Who Brave Mobs» [«Mujeres que plantan cara a multitudes»]. 9 La terminología empleada en este último deja poco margen a la imaginación cuando alude a mujeres «presionadas por los matones de La Habana», «la policía de Castro», «la desesperación del régimen ante el malestar popular» y a Damas de Blanco «caminando ante una multitud cada vez más peligrosa». 10
La atención prestada a las « Damas de Blanco» 11 ha reflejado en muchos aspectos la concedida a los casos de Zapata y, en menor medida, Fariñas. El hecho de que lleven protestando varios años en La Habana sin sufrir represión digna de mención (ni cobertura de los medios de comunicación) indicaría que la reciente cobertura generalizada se debe a un conjunto de circunstancias inusual y coyuntural. En Miami se celebró el pasado 25 de marzo una manifestación a favor de los activistas cubanos pro derechos humanos en la que la cantante cubano-estadounidense Gloria Estefan y su esposo, el productor musical Emilio Estefan, junto con los cantantes exiliados Willy Chirino y Olga Guillot; mientras que al cabo de pocos días el actor cubano exiliado Andy García participaba en otra en Los Ángeles para manifestar su apoyo a las Damas de Blanco.
Por diversas razones, parecería que los grupos de oposición al Gobierno cubano decidieron intensificar sus actividades en la primavera de 2010; y los medios de comunicación se subieron al carro y los acompañaron. También está claro que, cuando el Gobierno cubano respondía, los medios estadounidenses se volvían mucho más críticos a la hora de exponer la situación de los derechos humanos. Propio de esa reacción fue un afilado editorial publicado por The Miami Herald : «En una democracia la gente puede discrepar. Pueden manifestarse para protestar contra el gobierno, pueden reprobar en foros públicos a las autoridades elegidas, pueden recorrer las calles llevando pancartas para dar a conocer su opinión […] En Cuba, no. En Cuba, nunca». 12
Jamás se ha visto antes una campaña mediática tan generalizada como ésta contra las manifestaciones celebradas durante unas cuantas semanas por un grupo de oposición (algunos de cuyos miembros han reconocido haber cobrado de las autoridades del Gobierno estadounidense). Es preciso subrayar de nuevo que estas manifestaciones semanales llevan desarrollándose siete años, y sin haber sufrido ninguna hostilidad relevante por parte de las autoridades de la isla. Los medios de comunicación ignoran casi por completo este detalle. 13 Lo que también oculta el análisis de los medios de comunicación estadounidenses es que Washington ha aprobado hace poco una partida de 20 millones de dólares para fomentar la desestabilización política en Cuba, cuyos fondos están destinados a «ofrecer ayuda humanitaria a los presos de conciencia y sus familias. Los fondos también se podrán utilizar para financiar programas de gobierno democrático que promuevan los derechos humanos en Cuba, los defiendan y protesten contra las violaciones». Otros fondos se destinan a «prestar ayuda humanitaria a las familias de presos políticos cubanos». En total, se van a liberar 20 millones de dólares. 14 Como es natural, esta actitud se deriva de cinco décadas de hostilidad del Gobierno estadounidense desde que Washington rompiera relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961, tras las que mantiene vigente la Ley de Comercio con el Enemigo (Trading with the Enema Act) y en las que ha apoyado diversos tipos de actos hostiles contra Cuba (incluido el terrorismo).
En resumen, en la primavera de 2010 el asunto de la huelga de hambre de Orlando Zapata (que se tradujo en suicidio) y las hostilidades que sufrieron las Damas de Blanco durante un periodo de tres semanas supusieron un aluvión sin precedentes de cobertura mediática. La campaña de los medios fue feroz y estaba orientada con claridad. Tal vez la reacción más considerada hacia la misma procediera de una fuente inesperada, el cardenal Jaime Ortega de La Habana, que criticó la «violencia mediática» y la «guerra verbal de los medios de comunicación de Estados Unidos, España y otros». 15 Si se comparan estos hechos con los acontecimientos sucedidos en Honduras aproximadamente en la misma época, y si se analiza la naturaleza de la cobertura mediática de esos sucesos, aflora una imagen muy distinta.
Casi todos estos acontecimientos guardan relación con las circunstancias que rodean al golpe de Estado del 28 de junio de 2009, cuando fue derrocado el presidente elegido democráticamente, Manuel Zelaya. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos confirmó que las fuerzas armadas y la policía practicaron centenares de detenciones y propinaron palizas arbitrarias a partidarios del Gobierno derrocado de Zelaya. La lista de abusos era larga y detallada: «muertes, declaración arbitraria del estado de excepción, represión de manifestaciones públicas a través del uso desproporcionado de la fuerza, criminalización de la protesta social, detenciones arbitrarias de miles de personas, tratos crueles, inhumanos y degradantes y malas condiciones de detención, militarización del territorio, aumento de las situaciones de discriminación racial, violaciones a los derechos de las mujeres, serias restricciones arbitrarias al derecho a la libertad de expresión y graves vulneraciones de los derechos políticos».16
En los cien primeros días posteriores al golpe, el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) documentó 4.234 violaciones por parte del Gobierno de facto, incluidos 21 asesinatos extrajudiciales, 3.033 detenciones ilegales y 818 casos de violencia. 17 Está claro que el número de víctimas era realmente muy superior, pero que muchos no habían denunciado el trato recibido a manos de las fuerzas de seguridad por miedo a represalias. Desde junio de 2009 hasta febrero de 2010, el COFADEH documentó 43 asesinatos por motivos políticos. Resulta particularmente escalofriante el hecho de que en la primavera de 2010 fueran asesinados 7 periodistas. 18 Amnistía Internacional y Human Rights Watch han condenado los abusos generalizados haciéndose eco de las conclusiones de la Organización de Estados Americanos.
Por desgracia, estas violaciones extremadamente palpables de los derechos humanos en Honduras han sido moneda corriente, aun cuando los medios de comunicación estadounidense las han ignorado en buena medida. Resulta revelador un análisis cuantitativo de la atención dispensada por los medios a los tres asuntos: la huelga de hambre de Zapata, el trato recibido por las Damas de Blanco durante tres semanas y los asesinatos y palizas acumulados en Honduras en los últimos meses.
Tabla 1: Cobertura de los medos de comunicación de tres temas relacionados con los derechos humanos
Medio informativo |
Número de noticias acerca de los siete periodistas asesinados y las violaciones de derechos humanos en Honduras (desde el 29 de junio de 2009 hasta el 6 de mayo de 2010)19 |
Número de noticias acerca de la huelga de hambre en Cuba (desde el 10 de febrero de 2010 hasta el 6 de mayo de 2010 )20 |
N úmero de noticias acerca de las Damas de Blanco (desde el 1 de febrero de 2010 hasta el 6 de mayo de 2010) 21 |
CNN |
2 |
7 |
7 |
The New York Times |
1 |
8 |
1 |
The Washington Post |
1 |
13 |
5 |
The Boston Globe |
1 |
4 |
2 |
The Miami Herald |
1 |
55 |
46 |
Total |
6 |
86 |
61 |
Como muestra la tabla anterior, ha habido gran número de artículos sobre el huelguista de hambre y muy pocos sobre los periodistas asesinados, y mucho menos sobre la violación generalizada de los derechos humanos en Honduras desde el derrocamiento del presidente Zelaya. De hecho, en los medios informativos analizados más arriba el número de noticias publicadas sobre el huelguista de hambre de Cuba es más de 14 veces superior al de las relativas al asesinato de periodistas y las violaciones de derechos humanos en Honduras. Como apuntábamos anteriormente, está claro que hay material en abundancia para analizar estos últimos… si los medios estuvieran interesados.
Un análisis cuantitativo también arroja una representación desigual de ambos asuntos. Mientras que en un caso los artículos describen la muerte lenta de Zapata, un hombre acusado de varios delitos federales, y deciden ignorar la asistencia médica recibida, apenas hay explicación de los inmensos y generalizados abusos sufridos por el pueblo hondureño, incluidos docenas de asesinatos y miles de detenciones y palizas arbitrarias.
Sin duda, los medios de comunicación no han retratado con exactitud estas cuestiones. Además, en el caso de Honduras no soóo falta información, por desgracia, sino que a menudo se presenta de forma superficial. Llama la atención, por ejemplo, que tres de los artículos publicados en estos medios de masas fueran idénticos, y que se limitaran a citar a Honduras entre los diversos países, entre ellos México, Colombia, Pakistán y Nigeria, peligrosos para la labor de los periodistas. 22 Los demás afirman con un breve que la UNESCO, Amnistía Internacional y algunas organizaciones de derechos humanos hondureñas están preocupadas por el grado de violencia y violación de los derechos humanos por todo el país, sobre todo entre los opositores al Gobierno. De todos los artículos encontrados, sólo un reportaje de la CNN exponía con cierto detalle el predominio y la brutalidad de la violencia que ha venido padeciendo Honduras desde el golpe de junio de 2009.
En cambio, el Gobierno cubano no ha dejado de ser vilipendiado por «dejar» morir a Zapata, y los artículos resaltaban particularmente las restricciones impuestas por el Gobierno a las Damas de Blanco y la «represión» sufrida por su pueblo. También se cita a menudo que celebridades y figuras políticas, entre las que se encentran el presidente Obama, Gloria y Emilio Estefan, el reverendo Martin Luther King hijo y el senador John Kerry, han denunciado el trato dispensado por el Gobierno cubano a su pueblo. Por el contrario, no se ve que se cite a ninguna celebridad ni figura política condenando las docenas de asesinatos cometidos por las fuerzas de seguridad de Honduras; por desgracia, se trata de un caso de indignación selectiva.
En una declaración redactada con contundencia para condenar el trato recibido por las Damas de Blanco, y reflexionando sobre el suicidio de Orlando Zapata Tamayo, el presidente Obama hizo un llamamiento a «el fin de la represión» en Cuba. Añadía lo siguiente: «Sigo comprometido con respaldar el simple deseo del pueblo cubano de determinar libremente su futuro y gozar de los derechos y libertades que definen al continente americano». 23 Sin duda, no se refería a la situación de los derechos y libertades en Honduras.
¿Podemos imaginar lo que diría o haría el Gobierno estadounidense si en unos pocos meses hubieran sido asesinados en Cuba 7 periodistas? ¿O si docenas de opositores al Gobierno hubieran sido asesinados por el ejército cubano en idéntico margen de tiempo? A partir de las declaraciones realizadas al respecto por la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, se puede realizar una comparación muy útil de la posición oficial estadounidense sobre las violaciones de derechos humanos en ambos países. Ha condenado al Gobierno cubano en reiteradas ocasiones por el trato dado a Zapata y otros, afirmando que «están dejando morir a los huelguistas de hambre. Tienen 200 presos políticos encarcelados por motivos banales. Y, por tanto, creo que en el mundo hay mucha gente que está empezando a ver lo que ya llevamos viendo mucho tiempo, que es un régimen consolidado muy intransigente que asfixia las oportunidades del pueblo cubano, y confío en que empiece a cambiar y estamos abiertos a cambiar con ellos, pero no sé si sucederá hasta que no pase más tiempo». 24 Por el contrario, inmediatamente después del golpe hondureño de 2009 declinó referirse a la situación política como tal, así como condenar la violencia y la violación flagrante, generalizada y reiterada de los derechos humanos en esa situación. 25 Sin embargo, prefirió añadir después: «creemos que el presidente Lobo y su administración han tomado las medidas necesarias para restablecer la democracia». 26Es lamentable que no haya sido capaz de dejar a un lado sus preferencias políticas para criticar la violencia manifiesta de Honduras.
El 3 de mayo de 2010 (« Día Mundial de la Libertad de Prensa»), la señora Clinton difundió una declaración digna de ser recordada señalando que «allá donde los medios de comunicación independientes están amenazados, el gobierno responsable y la libertad quedan socavados». 27 Defendió con vehemencia a los periodistas que ponían en peligro su vida para ofrecer «información independiente» sobre los abusos gubernamentales y resaltó los esfuerzos de la bloguera cubana Yoani Sánchez, crítica acérrima del Gobierno cubano, indicando que el presidente Obama también había elogiado su labor. Concluyó diciendo que Estados Unidos estaba comprometido con «defender la libertad de expresión y a los periodistas valientes perseguidos por ejercerla». Sin embargo, carece de sentido buscar alguna alusión de autoridades estadounidenses de primera fila a los periodistas hondureños asesinados precisamente por hacer eso. Al parecer, su aportación es menos relevante. No cabe duda de que se aplica un doble rasero; por desgracia, los medios de comunicación estadounidenses dominantes reflejan ese mismo doble rasero.
El 29 de abril, tras la muerte de Orlando Zapata Tamayo, el Sindicato Nacional de Abogados de Estados Unidos (NLG, Nacional Lawyers Guild) difundió una declaración que fue omitida de forma generalizada por los medios de comunicación dominantes. De hecho, en los medios estadounidenses principales no aparece ninguna valoración de su relevancia. Es lamentable, ya que contextualiza el quid de la cuestión: el tratamiento dispensado por los medios de comunicación al suicidio de un individuo en Cuba tras negarse a recibir asistencia médica durante varias semanas, frente al proceso en curso de asesinato y brutalidad en Honduras, un aliado tradicional de Estados Unidos. La Directora Ejecutiva del NLG, Heidi Boghosian, concluye la nota con las siguientes palabras: «El Sindicato Nacional de Abogados se opone a la violación de los derechos humanos en cualquier lugar, pero las autoridades penitenciarias cubanas han actuado correctamente cuando Zapata decidió proseguir en huelga de hambre. Instamos a los medios de comunicación a prestar atención a las violaciones reales de los derechos humanos y a la política exterior funesta en ese país y en otros». 28 Bien dicho.
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