Fuente: La Jornada
El presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió ayer con el mandatario electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, quien se encuentra en México para asistir al IX Encuentro del Grupo Puebla, que congrega a 200 líderes, luchadores sociales, políticos y gobernantes progresistas de 21 naciones, como Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, República Dominicana y Venezuela. En el marco de este evento, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, urgió a la integración, pues resulta imposible seguir pensando en una América Latina desunida; lo que más quieren en el norte del mundo es una América Latina que siga dispersa, respondiendo a intereses distintos
. El ex titular del Ejecutivo colombiano, Ernesto Samper, tocó uno de los asuntos más candentes para la región: el bloqueo homicida que Washington mantiene contra Cuba y Venezuela, al cual calificó de ilegal e inmoral.
La asistencia de Arévalo a la cumbre celebrada en la capital poblana y su diálogo con el presidente López Obrador suponen un fuerte espaldarazo para el líder centroamericano en medio de la embestida político-judicial que trata de impedir su investidura y de eliminar a la plataforma cívica que le permitió triunfar de manera aplastante en las elecciones de agosto pasado.
Debe recordarse que el gobierno ultraderechista de Alejandro Giammattei ha usado a la Fiscalía General, a la Fiscalía Anticorrupción y a jueces afines como arietes contra la disidencia a quienes se inventa los delitos más inverosímiles con el fin de ponerlos tras las rejas u obligarlos a exiliarse, como ha ocurrido con centenares de activistas, periodistas, investigadores y denunciantes de la podredumbre del régimen. Desde el momento en que el Movimiento Semilla de Arévalo sorprendió a la oligarquía guatemalteca con el inesperado apoyo que recibió en la primera vuelta de los comicios, se puso en marcha un operativo de Estado que primero intentó boicotear su presencia en el balotaje, y que posteriormente proscribió a la plataforma cívica y hace todo lo posible para que sus representantes electos no puedan ocupar sus cargos.
En este contexto, el espaldarazo al candidato elegido por una abrumadora mayoría de los ciudadanos guatemaltecos constituye una nueva prueba del liderazgo ejercido por México en la región latinoamericana y de la solidaridad de la Cuarta Transformación con las democracias acosadas por el inveterado golpismo de las clases dominantes. La generosidad y el sentido de urgencia con que se tendió la mano al gobierno boliviano legítimo tras la asonada cívico-militar de noviembre de 2019, la denuncia firme del efímero régimen de facto de Jeanine Áñez; la misión de salvamento de la familia del ilegalmente encarcelado ex presidente de Perú Pedro Castillo, así como el señalamiento del carácter espurio y represor de la usurpadora Dina Boluarte, y la auténtica fraternidad con el pueblo cubano ante la inhumana política estadunidense hacia la isla, son otras tantas muestras del encomiable papel asumido por nuestro país en los últimos cinco años.
Las alarmantes señales de que Giammattei y sus secuaces urden un golpe de Estado que les permita perpetuar el sistema de saqueo y corrupción que ha hundido a Guatemala desde la década de 1950 obliga a la comunidad internacional a redoblar la vigilancia y a manifestarse en todas las instancias multilaterales pertinentes para que en la nación vecina se respete la voluntad popular y se dé paso al proceso de cambio largamente anhelado. Cabe congratularse de que México se encuentre en la primera línea de defensa de la democracia en esta coyuntura histórica.
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