El grito de Lares
Casi la mitad de la población puertorriqueña hacia la segunda mitad del siglo XIX estaba dominada por blancos, siguiéndolos en número las personas de raza negra y a continuación los esclavos de todo tipo. Aún así todos por igual debían estar sometidos a una isla carente de libertad, mayoritariamente analfabeta y hundida en la pobreza y el atraso. No había caminos suficientes, industria, puentes, colegios, centros médicos. En definitiva, una estructura donde los puertorriqueños puedan llevar a cabo una vida digna. Para colmo de males, los españoles aún cobraban altísimos tributos a sus colonias, lo cual llevó a todos los insulares a la desesperación. Y si casi todos los dominios del Imperio Español eran independientes, ¿por qué no ellos tenían el derecho de regir sus propios destinos también? El 23 de septiembre de 1868, motivados por la declaratoria de la independencia del pueblo vecino dominicano en 1865, acaece un levantamiento armado que según las fuentes tuvo entre los 400 a los 1000 participantes.
Al parecer el preludio de esto había sido la acción tomada por un tal Dr. Ramón Emeterio Betances y el abogado Segundo Ruiz, quienes fueron los primeros en tomar la iniciativa. Su plan era ir hacia la hermana libre República Dominicana donde se crearían movimientos revolucionarios independentistas en un terreno seguro para luego llevarlas a Puerto Rico y expulsar a los españoles. Ruiz viajó a Chile con el fin de obtener apoyo ofrecido por dicho país pero murió misteriosamente. El presidente dominicano Buenaventura Báez ayudó a Betances dándole una embarcación y un modesto ejército que junto con sus juntas revolucionarias caerían sobre los españoles en Puerto Rico. Para sorpresa de ellos, quien sabe como el gobierno español se enteró de esto y presionó a Báez con quien sabe que otros sobornos para que se evitara a toda costa esta incursión; así se hizo y lo de Betances quedaría en la simple teoría. No obstante, los líderes del levantamiento ya planeado, tales como Manuel Rojas, Mathias Brugman, Mariana Bracetti, Francisco Ramirez Medina y Lola Rodríguez de Tió, aún estaban en Puerto Rico y no se desmoralizaron, decidiendo continuar con los planes sin Betances. Así llegaría el 23 de septiembre de 1868, cuando los revolucionarios que oscilaban entre 400 a 600 (ó 1000 según otras fuentes) se ubicaron en la hacienda de Manuel Rojas en las afueras de Lares. No estaban bien preparados pero se asaltaron ayuntamientos de españoles, así como negocios y propiedades. Todos sus dueños, ibéricos en general fieles a la Corona, fueron hechos prisioneros.
María Bracetti había confeccionado la bandera boricua que terminó siendo izada. Allí mismo se declaró libres a todos los esclavos que apoyasen la causa revolucionaria. Tan sólo a las dos de la madrugada del 24 de septiembre se proclamaba la República de Puerto Rico. Francisco Ramírez Medina asumió el cargo de presidente de la república. Pero así como llegó el éxito también se fue. En efecto, los soldados españoles no cedieron al ataque de Manuel Rojas y los devolvieron desde San Sebastián hasta Lares otra vez. Poco después todo había acabado. Más de 400 rebeldes, todos puertorriqueños fueron encarcelados. Los criollos de este país, así como los esclavos o mestizos que tuvieron la oportunidad de unírseles representaron la primera llama de la libertad, pero que lamentablemente pronto sería opacada por un caprichoso designio del destino, porque desde hacía mucho una nueva potencia imperialista, acaso mucho más poderosa, los había estado observando con ansias de conquista.
Después del Grito de Lares y antes de la llegada estadounidense
Tras el llamado Grito de Lares y con el fin de complacer y no torturar más a la población, los ibéricos deciden acceder a algunas reformas a sus escasas colonias, aunque sus resultados fueron bastante contradictorios. Entre las reformas destacamos la abolición de la esclavitud el 4 de junio de 1870 como libertad de vientres, es decir que todos los nacidos después 17 de septiembre de 1868 y los mayores de 60 años quedaban totalmente exentos de servir. No sería hasta el 22 de marzo de 1873 cuando España, convertida en república echa abajo totalmente la esclavitud. Pero, para sorpresa e indignación, en Puerto Rico y Cuba, esta norma no entró en funcionamiento inmediato. Como sea, la isla siguió adelante y después del Grito de Lares la población creyó que se hallaba preparada para regir sus propios destinos, y así se empezaron a formar las primeras facciones políticas hacia la década de los 70. Estaban los del partido liberal conservador fieles a España y a mantenerse sujetos a su administración, mientras que del otro lado estaban los del Partido Laboral Reformista, que buscaba una inmediata separación con España. Los nombres de ambos serían cambiados a Partido Autonomista Puertorriqueño y Partido Español Incondicional respectivamente, pero no sería hasta el 25 de noviembre de 1897 cuando el gobierno español crea la Carta Autonómica, otorgando independencia política y administrativa a la isla, tras casi cuatro siglos de dominio español. Pero, dicha libertad no fue otorgada al 100% pues un gobernador español supervisaba los movimientos legislativos y daba la última palabra. El 9 de febrero del año siguiente dio inicio el nuevo gobierno, empezando Puerto Rico su etapa de protectorado. Sin embargo, nadie imaginaría que dicho período sería jamás tan corto. En efecto, no mucho después, estalló la guerra hispano-estadounidense.
La guerra hispano-estadounidense, el fin del Imperio Español
En el Caribe de aquella época para nadie era un secreto de que Estados Unidos anhelaba Cuba, perteneciente a España, pues tenía deseos de expandir su poderío imperialista en dicha área. Con el tiempo, se podría dominar, de paso, a Puerto Rico también. Pero Estados Unidos siempre decía ser amante de la paz y estar en contra del imperialismo europeo, por ende se podría decir que perseguía fines contradictorios. Es por ello que, para llevar a cabo sus planes, sólo faltaba un pretexto para caer sobre estas dos islas, sobre todo en Cuba, tan pesimamente administradas por los españoles. Por otro lado el 27 de noviembre de 1897 se publicó el decreto que otorgaba la ya mencionada autonomía a Puerto Rico, además también a Cuba. Una semana después el presidente norteamericano MacKinley en un mensaje afirma su posición de apoderarse de Cuba por la fuerza. Los cubanos y puertorriqueños solo temían un traspaso de poder que arruine sus planes independentistas; los españoles no podían pasar por peor momento, y para los americanos sólo faltaba el pretexto. Y en efecto lo hubo. El destino de España estaba sellado.
El 15 de febrero de 1898 el acorazado norteamericano Maine, fondeado en la bahía de la Habana voló en pedazos causando 260 muertes. No se sabe con certeza la causa aún, pero se estima que el gobierno español tuvo algo que ver. Rápidamente el gobierno americano vio casi concretados sus planes y el Congreso aprobó la declaratoria de guerra a España. El comodoro Jorge Dewey parte desde Hong Kong a atacar la pequeña flota española anclada en las Filipinas, colonia asiática. Con cinco cruceros el comodoro se enfrentó a los españoles en Cavite.
Los ibéricos perdieron 600 hombres y todos sus barcos; los americanos en cambio salieron intactos. El 12 de mayo los americanos bombardeaban San Juan mientras la flota española compuesta por 3 destructores y cuatro cruceros, salía de España rumbo a las Antillas llegando hasta Santiago de Cuba. Como el almirante Sampson bloqueó el puerto con 12 poderosas y modernísimas unidades, los españoles fueron enviados a la muerte y después de un sangriento combate donde murieron 600 de sus marinos, España es derrotada y pide oficialmente la paz. Para esto, a partir del 25 de julio ya se había desembarcado tropas norteamericanas al sur de Puerto Rico, donde había un sentimiento anti hispánico muy marcado y las tropas americanas fueron recibidas en Ponce y Yauco con júbilo, pues los veían unos libertadores del yugo español. Para fines de agosto toda la isla estaba bajo su control. Está de más decir que los autonomistas de la isla apoyaron a los norteamericanos saboteando a los ibéricos cuando pudieron, además de favorecer el desembarco. El 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París en el cual España cedía Puerto Rico, Cuba, Guam y Filipinas. Para disimular la posesión por la fuerza a España se le otorgó 20 millones de dólares. Como primer gobernador de Puerto Rico fue designado John R. Brooke.
Bajo el yugo estadounidense
Poco después de asentado el primer gobierno, los puertorriqueños se dieron cuenta de su error, puesto que el gobierno había sido cambiado por un imperialista ibérico a uno anglosajón. Prácticamente ahora estaban sometido a un gobierno militar más severo y fuerte que el anterior. La bandera puertorriqueña fue reemplazada por una de cuarenta y cinco estrellas estadounidenses, la cual flameó hasta 1908. Años antes, para 1900, se decidió implantar un gobierno civil, pero con menos libertades que la Carta Autonómica de años atrás. Ahora bien, políticamente se podría decir que Puerto Rico pertenecía y a la vez no al gobierno estadounidense. ¿Cómo es esto?; pues al parecer ni los mismos americanos lo entendían. Puerto Rico pertenecía pero no era parte decían los políticos de aquella época. Es decir el conglomerado perdía la nacionalidad española pero tampoco tenía la norteamericana. Al país sólo se le reconoció como “Pueblo de Puerto Rico”. Aunque al menos, la isla contaba con algunas libertades políticas; para los que deseaban una total libertad esto no era suficiente, y obviamente el status quo dio origen a algunas nuevas facciones políticas tales como el Partido Unión, institucionalizado en 1904. Este partido merece una atención especial, pues, sin miedo alguno, incluyó entre sus planes de gobierno la total independencia. El mismo mantendría la hegemonía en el escenario político puertorriqueño por dos décadas, hasta que el Partido Socialista se irguió como una nueva opción y el país cayó en una ola de sucesivas coaliciones y alianzas. En 1938 el Partido Popular Democrático se crea gracias al trabajo de algunos descendientes de unionistas. Los americanos por su parte habían dictaminado la ley Foraker en la cual se autorizo la creación de un Consejo Ejecutivo nombrado por el presidente, las funciones legislativas las compartía éste con una Cámara de Delegados. Este fue el panorama político de Puerto Rico en las primeras cuatro décadas.
Pero, ¿qué pasaba en el ámbito social tras la ocupación americana? Pues, resulta que el inglés se oficializó como idioma pero no tuvo resultados fructíferos y aún hoy en día la población anglohablante en la isla no llega a la mitad. No obstante por el lado educativo sí se benefició a la población creando más instituciones. Así, en 1900 se establece la Escuela Normal Insular para que los aspirantes a maestros reciban una educación formal y obtengan un certificado; también destaca la creación de la primera universidad del estado, Universidad de Puerto Rico, fundada el 12 de marzo de 1903 contando con una facultad para profesorado. En 1910 se crea el Departamento de Estudios Hispánicos y tres años después se creaban los colegios de Farmacia y Leyes. En 1911 le siguió la inauguración del Colegio de Agricultura, llamado luego Colegio de Agricultura y Artes mecánicas. En 1912 nació una institución privada, el Instituto Politécnico que en 1921 empezó a dar títulos a nivel universitario. Durante la década del 20 se instaura en Río Piedra el Colegio de Administración y la Escuela de Medicina Tropical. En la década del 30 se crea el colegio Universitario del Sagrado Corazón. La salud, comunicaciones e infraestructura fueron por mucho mejorada. En el aspecto económico se expandieron los cultivos de azúcar, aunque estaban monopolizados por compañía estadounidense, perjudicando a los pequeños empresarios puertorriqueños. El agro, si bien fue mejorado en tecnología, también estaba al servicio del imperio. Todas estas situaciones habían generado ya el sentimiento antiestadounidense, especialmente fomentado por los intelectuales. Además el dólar estadounidense fue reemplazado por el peso puertorriqueño.
En el futuro, los puertorriqueños intentaron independizarse de los estadounidenses totalmente, pero fue totalmente imposible ya que el poderío de Washington no hizo más que asentarse no sólo en la isla sino en todo el mundo. Aún hoy en día es un territorio semi-independiente, no incorporado formalmente a Estados Unidos, pero que cuenta con un auto-gobierno.
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