Por: Gustavo Espinoza M.
Quienes creen que la política norteamericana la deciden los que ejercen la primera magistratura de la Nación, se equivocan. No, no son Joe Biden o Donald Trump, como tampoco lo fueron Billy Clinton o George Bush.
Cada uno de ellos pone lo que podríamos llamar su propio “estilo” de gestión. Unos son agresivos; y otros, serenos; unos, rápidos; y otros pausados; pero todos responden a un mismo cartabón, el que dictan las grandes corporaciones, el denominado Complejo Militar Industrial, que es realmente quien dirige la política de la Casa Blanca.
En otras palabras, las Multinacionales en acción. Ellas personifican el papel del Imperialismo en nuestro tiempo y dictan sus políticas por una simple razón: tienen en sus manos el Poder del Dinero.
Muchos saben, por ejemplo, que la señora Kámala Harris logró reunir, entre que fuera anunciada su postulación presidencial y que resultara confirmada por la Convención del Partido Demócrata, la friolera de dos mil millones de dólares para financiar su campaña electoral.
Esa fabulosa suma ¿cayó del cielo?, ¿Fue un gesto de simpatía de algunos empresarios Made In USA?. Sin duda que no. Fue simplemente una “to make a large investment” -una Gran Inversión- como se conoce en los mercados financieros a los “negocios de altura”.
Lo que ocurre es que los Tagarotes del Pentágono, que suman a unos y otros, están convencidos que ya comenzó la III Guerra Mundial. No se ponen de acuerdo cuando se trata de definir la fecha de su inicio, pero si cuando se requiere eslabonar los principales episodios de su política futura en el plano mundial. Ellos aluden a tres objetivos muy precisos:
El primero, pasa por definir al enemigo principal: China, temible por su capacidad económica, su poderío humano y su perfil ideológico. Aislarla, y debilitar a sus potenciales aliados, es su propósito más inmediato. Ello explica la prolongación insensata del conflicto de Ucrania -la guerra entre la OTAN y Rusia- que busca desangrar económica y militarmente a la antigua Patria de Lenin a la que aplican hoy más de 16 mil “sanciones”.
El segundo círculo, es Europa. Allí requieren “cerrar” el anillo de la Unión Europea, bloqueando cualquier atisbo de disidencia. Por eso miran con desconfianza a Grecia, con pesimismo a Portugal, con reticencia a España, con suspicacia a Turquía y con desconcierto a Francia luego de las recientes elecciones parlamentarias en las que ganara el Nuevo Frente Popular.
Les aterra la posibilidad de que asome por allí algún nivel de disidencia que no sabrían cómo aplastar. El Tercer circulo es más complejo. En todo caso, nos atañe directamente. Se refiere a América Latina.
En el país de las barras y estrellas, son conscientes de una cosa: La Revolución Cubana cambió el rostro de América Latina. Antes de 1959, era el granero de las Grandes Corporaciones. A partir de entonces, es un campo de batalla en el que los pueblos luchan por sus recursos y su soberanía.
Para detener el ascenso de los pueblos en los años 70, coronado por “el triángulo rojo”, integrado por Allende, Velasco y Juan José Torres, los norteamericanos impusieron el fascismo: Pinochet, Videla y Hugo Banzer
Pero eso no duró mucho. Con el nuevo siglo asomó el Proceso Emancipador Bolivariano que pudo ser contenido en un primer momento con las victorias electorales de Macri, Piñera, Uribe, García y algunos otros; pero que ha renacido y se ha recompuesto en nuestro tiempo consolidando procesos imbatibles: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Contra ellos, entonces, fuego graneado.
Por lo pronto, han buscado disgregar a las fuerzas avanzadas del continente presionando por dentro y por fuera a Lula y a Petro, lo que les ha permitido recargar baterías contra Venezuela. Y han logrado, apoyarse en Boric al que le han dado la tarea adicional de limpiar el rostro de Javier Milei y Dina Boluarte, en nombre de “la democracia”. Y ahora renuevan su ofensiva con la idea de “cerrar” América tras la política guerrerista de Washington. Hoy, necesitan “cerrar” el continente al que juzgan su “patio trasero”
Por eso, les urge derribar a Maduro en Venezuela y generar un golpe contra Ortega, en Nicaragua. Pero, sobre todo, y en primer lugar, asfixiar a Cuba porque pese a todo, es el Balón de Oxígeno Moral que tienen los pueblos de nuestro continente. Contra Cuba, usan lo que pueden,
No descartan la agresión exterior, aunque saben que para ejecutarla necesitan un “factor interno” que los aliente. Por eso promueven la sedición generando conatos de “descontento” derivados de la misma política yanqui contra la isla.
Pero la Pieza Maestra -el bloqueo que lleva más de 60 años- es alimentado hoy con la inclusión de Cuba en la lista de los países “Patrocinadores del Terrorismo”. Esto, no es cualquier cosa. Es muy grave. Porque genera contra la isla sanciones adicionales y nuevos daños.
Se orienta a debilitar aún más la economía cubana para impedirle atender los requerimientos de su pueblo. Es una medida dictada con perfidia, inspirada en el odio y diseñada por el cálculo más avieso. Se propone asfixiar a Cuba
Redoblar, en este marco, la solidaridad con Cuba y denunciar esta acción extremadamente perversa, es vital en la circunstancia actual. Por Cuba, y por el mundo.
En cuanto a nosotros se refiere, sigamos la enseñanza de Martí: “Haga cada uno su parte del deber, y nadie podrá vencernos”
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