Por: Arthur Gonzáles
A pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas acordado entre Estados Unidos y Cuba, las acciones para derrumbar el sistema socialista en la Isla se mantienen intactas; ni una sola ha sido revocada.
En la conferencia de prensa ofrecida el viernes 09/09/2016 por Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, para presentar el nuevo informe de Cuba sobre la resolución 70/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, a discutirse el 26/10/2016, reiteró que “el criminal bloqueo está en pie y continúa causando profundas afectaciones a la economía cubana y limitando el derecho al desarrollo del pueblo de Cuba”.
El gobierno de Estados Unidos perseguía con el restablecimiento de relaciones diplomáticas recuperar su protagonismo en América Latina, algo que dejó bien esclarecido el presidente Barack Obama cuando habló ante el Congreso, pidiéndole que levantaran el “embargo”, reiterado por la candidata presidencial Hillary Clinton, durante un discurso en Miami el 31/07/2015, cuando dijo:
[…] “pude comprender que nuestra política de aislar a Cuba estaba fortaleciendo las garras de Castro en el poder en vez de debilitarlas, lo cual perjudicaba nuestros esfuerzos para restablecer el liderazgo de Estados Unidos en todo el hemisferio…”
La Casa Blanca desde el primer momento, fue transparente en sus posiciones al señalar el 17/12/2014:
“…las décadas de aislamiento de Cuba por parte de EE.UU. no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática. En determinados momentos, esta política de larga data de los EE.UU. en relación con Cuba, provocó un aislamiento regional e internacional de nuestro país, restringió nuestra capacidad para influenciar el curso de los acontecimientos en el hemisferio occidental e imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos puede utilizar para promover un cambio positivo en Cuba”.
Sus ambiciones de ver desmontado el socialismo cubano no han cesado, algo que primeramente pasa por la no aceptación de Fidel Castro como líder.
Eso quedó plasmado en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad celebrada el 23 de diciembre de 1958, en la cual el director de la CIA, Allen Dulles, afirmó: […] “debemos evitar la victoria de Fidel Castro…”; siendo respaldado por el presidente Dwight Eisenhower, que añadió:
“tengo la esperanza de lograr una tercera fuerza que crezca en fortaleza e influencia, si se organiza alrededor de un hombre capaz, pertrechado con financiamiento y armamentos”.
No había triunfado la Revolución, menos aún pensaba en decidir un rumbo socialista, y ya los yanquis se oponían a su victoria, lo que prueba cuáles son sus verdaderas intenciones.
Lo que Cuba denomina como bloqueo, es calificado por el gobierno estadounidense y la CIA como una guerra económica, según sus propios documentos desclasificados, y no será eliminado hasta tanto no sea derrotado el sistema socialista.
El 18 de enero de 1962 al aprobar el presidente J.F. Kennedy el Programa Cuba, se decidió:
“…aplicar una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, unida con operaciones psicológicas que acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar le darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.
El 12/12/1963 un extenso memorando de la CIA sobre la situación interna de Cuba, expone:
“El principal objetivo de los programas encubiertos contra Castro es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre…. estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica”.
Otro memorando del 16 de agosto de 1968 elaborado por el sub director para la Coordinación del Buró de Inteligencia e Investigaciones sobre la política nacional hacia Cuba del Departamento de Estado, (páginas 759-761), explica los motivos del por qué tienen que proseguir con el Bloqueo, al asegurar:
[…] “…las dificultades económicas actuales de Cuba y las señales de descontento, indican que las penurias por el aislamiento están teniendo un efecto real y, por tanto, debemos mantener toda presión sobre la política de cuarentena”.
Hay que estudiar la historia de los últimos 60 años para conocer los verdaderos propósitos de Estados Unidos y las razones por las cuales no están dispuestos a cambiar su agresiva política contra Cuba.
En 1960 al aprobar Eisenhower el primer programa de acciones encubiertas de la CIA contra la Revolución, quedó bien establecido el por qué no hay ni habrá arreglos entre ambos países. Basta con leer los objetivos perseguidos:
“El propósito del programa aquí expuesto es provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos…”
De ahí que continúen aprobando leyes y programas encubiertos, pues mientras esté presidiendo el gobierno algún Castro y el sistema socialista sea el que rija en el país, todo seguirá igual.
Así lo hizo constar la mafia terrorista anticubana en la llamada Ley de la Libertad, de 1996, conocida como Helms-Burton, aprobada por el presidente William Clinton, que define en su sección 204:
[…] “Cuando el Presidente de los Estados Unidos determine, de conformidad con el párrafo 1) del inciso c) de la sección 203, que se encuentra en el poder un gobierno cubano de transición, y notifique esa determinación ante los comités pertinentes del Congreso, tras celebrar consultas con el Congreso, quedará autorizado a tomar medidas destinadas a suspender el embargo económico de Cuba…”
En su sección 205 se establece como uno de los requisitos de que hay un gobierno de transición en Cuba:
“Que no incluya a Fidel Castro ni a Raúl Castro…”
Cuba volverá este año a denunciar las acciones de Estados Unidos, algo muy beneficioso para que su pueblo no se confunda con espejismos de que todo cambió a partir del restablecimiento de las embajadas, y a la vez darle a conocer al mundo la verdad que tanto tergiversa la prensa sufragada por la CIA.
La guerra económica, comercial y financiera si daña y mucho al pueblo cubano, por eso es inamovible y busca sembrar el resentimiento de la gente contra el sistema socialista.
El apoyo sistemático e incrementado a la contrarrevolución subsiste, como la Radio y la TV Martí, la persecución a los bancos que permiten transacciones bancarias con Cuba y el intento de emplear las nuevas tecnologías de las comunicaciones para subvertir a la juventud y el orden interno.
La Ley de Ajuste cubano no aceptan eliminarla, como tampoco admiten discutir el tema de la ilegal base naval en Guantánamo.
Cuba es acusada de no permitir la libertad religiosa y continua en la lista de países observados por el tráfico de personas, según el Departamento de Estado porque “no cumple completamente con los estándares mínimos” para la eliminación del tráfico de personas.
Por esas razones Cuba tiene que continuar denunciando las políticas imperiales, que para nada resultan respetuosas y mucho menos profesionales, a pesar de que el clima en las conversaciones bilaterales se desarrolle dentro de parámetros diplomáticos, pero en las que Estados Unidos reitera sin dobleces que no hay, ni habrá cambios hasta que no logren sus propósitos de desmontar el socialismo.
Ante eso hay que tener presente lo expresado por José Martí cuando dijo:
“…la lucha en que se cobra fama necesita del combate diario…´”
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