Fuente: Iniciativa debate
1. Desde que Gustavo Tovar Arroyo protagonizara una agresión contra el diplomático y ahora canciller venezolano Samuel Moncada, se sabía de antemano que tanto la Reunión de Cancilleres sobre Venezuela, así como la Asamblea General, tomarían la ruta del linchamiento y la agresividad. Y fue así efectivamente: la delegación venezolana fue hostigada por EEUU y sus gobiernos aliados durante los tres días del evento, intentando imponerle condiciones y una resolución que vulneraba su soberanía. Si quiere profundizar en las datos claves de la Asamblea General de la OEA, puede leer a continuación nuestro Dato a Dato sobre el evento.
2. La resolución promovida por EEUU, Perú y el país anfitrión que exigía “reconsiderar” la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), luego de enormes presiones y acciones divisivas en el bloque caribeño, no logró ser impuesta. El magno evento de la OEA, oportunidad dorada para agudizar el ciclo de cerco y asfixia internacional contra Venezuela, concluyó sin una victoria política para el creador y regente del organismo.
3. Un dato político importante que emite el cierre de la Asamblea General es que la imposibilidad de que EEUU pueda imponer una resolución agresiva contra Venezuela en su propio organismo internacional, a su vez es un reconocimiento a la influencia geopolítica de Venezuela y el escepticismo de más de la mitad de los miembros de la OEA respecto a tomar medidas confrontativas y no dialogantes. Los comunicados que lamentaban no haber logrado la prometida resolución, sólo agrupaba a los mismos 14 países que presionaban por su aprobación.
4. Otro dato político ineludible: los países del Caribe no sólo siguen siendo una piedra de tranca para la agenda de intervención regional, sino que durante los tres días del magno evento de la OEA marcó las fronteras discursivas sobre Venezuela, a tal punto de que en extremis los promotores de la resolución tuvieron que llamar al diálogo y encontrar una “solución política” para intentar sumar al bloque caribeño como aliados. En síntesis: el tono agresivo y conflictivo utilizado para referirse a Venezuela, más que aglutinar, aleja e inhibe el apoyo de un importante número de países miembros de la OEA.
5. La OEA ha sido utilizada como una plataforma de respaldo internacional para la violencia armada dirigida por la oposición venezolana contra la población, como mecanismo para la toma del poder por vías extrainstitucionales. El llamado de la oposición venezolana a activar el artículo 350 de la Constitución nacional (desobediencia civil), para agudizar el cuadro de asedio político y económico, refleja que tenían plena seguridad en que esa resolución sería aprobada a modo de respaldo diplomático. Al no ocurrir la resolución, y más importante, al no tener una OEA unificada en una sola política de apoyo al golpe de Estado contra Venezuela, su intención de escalar la violencia pierde uno de sus principales alicientes.
6. En tal sentido, la efectividad de la OEA como plataforma internacional del golpe de Estado no sólo depende de la aprobación de una resolución, sino de su capacidad de influir en el pulso político que va tomando el conflicto. Con la ANC en puertas como mecanismo político-electoral, las exigencias realizadas por algunos países miembros (“calendario electoral”, etc.) de la OEA van perdiendo efectividad y sentido de momento, dejando a la oposición entrampada entre replegarse al ostracismo político-institucional para contentar a sus fanatizados seguidores, o en la aceptación de enormes costos políticos y legales por seguir azuzando la violencia armada y la confrontación callejera. Cualquiera de las dos decisiones son costosas en términos políticos.
7. Ante el fiasco de la OEA, influyentes políticos y diplomáticos de EEUU se mueven rápidamente intentando desplazar hacia otras instancias el eje de agresión internacional contra Venezuela, aceptando por la vía de los hechos que la OEA no puede hacer más de lo que ya ha hecho para detener la ANC y para promover el nuevo ciclo de violencia anunciado por la oposición venezolana.
8. La senadora estadounidense Ileana Ros, promotora de sanciones antivenezolanas, comentó que debía ampliarse la lista de sancionados de Venezuela, en una clara agenda de presión para que el Departamento del Tesoro y la Casa Blanca unilateralmente tomen medidas de fuerza (diplomáticas y financieras) contra el país, buscando compensar el respaldo al antichavismo no logrado en la OEA.
Por su parte, Marco Rubio, perteneciente al mismo club de políticos anticubanos y pro-Israel, amenazó a Haití, República Dominicana y El Salvador de que su apoyo a Venezuela afectaría sus relaciones con EEUU.
9. Por su parte, la embajadora de EEUU ante la ONU, la empresaria Nikki Haley, declaró el día de hoy que “el pueblo venezolano está padeciendo hambre mientras su Gobierno pisotea la democracia”. Evidentemente la alta diplomática nombrada por el presidente Donald Trump, ante la incapacidad de la OEA de potenciar el conflicto venezolano a favor de EEUU, intenta (a base de declaraciones agresivas de este tipo) que el “tema Venezuela” sea incluido a la fuerza en la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU. Una maniobra que permitiría, al menos en el juego de apariencias que significa la diplomacia mundial, no sólo presionar por sanciones y embargos multilaterales contra Venezuela, sino acoplar apoyos diplomáticos para un aumento de la violencia.
10. En ese sentido, es importante tener en perspectiva que la OEA fue creada como un organismo regional para que Estados Unidos tuviese un mecanismo institucional que pudiera legitimar sus acciones en “su patio trasero”, sin tener que pasar por organismos internacionales conformados por otras potencias mundiales. El hecho de que Estados Unidos acuda a la ONU para internacionalizar el tema Venezuela demuestra la inefectividad manifiesta del otrora Ministerio de las Colonias, además de ser un signo de debilidad.
11. Sin embargo, en lo inmediato, el rápido movimiento de estos sectores políticos estadounidenses debe entenderse como una reacción a la propuesta venezolana de incluir a cinco países de la región (Nicaragua, Uruguay, El Salvador, República Dominicana y San Vicente y las Granadinas), para relanzar el diálogo nacional entre el Gobierno Bolivariano y la oposición venezolana. Necesario recordar, también, que un nuevo intento de diálogo goza de amplio respaldo regional como un mecanismo de administración del conflicto venezolano.
12. El contexto de la expulsión de Cuba de la OEA sirve bastante para comprender la victoria de la Revolución Bolivariana en esta instancia regional. EEUU, en ese momento de 1962, pudo sin ningún contratiempo expulsar a la isla del organismo por tener un gobierno “adherido al marxismo-leninismo, contrario a las normas del sistema interamericano”, de acuerdo al académico Julio Muriente Pérez. 14 países votaron a favor, cuatro se abstuvieron y dos lo hicieron en contra, sin que se generara ningún episodio que dificultara esta maniobra. Más de 50 años después, el contexto de asedio a Venezuela es similar al de Cuba anclado en una nueva era de intervencionismo. La diferencia reside en que el país se retira por decisión propia del organismo, y en cada reunión en que se lo permite pone en evidencia el vaciamiento político e institucional del organismo para influir en los temas importantes y neurálgicos del continente. No sólo respecto al conflicto interno del país, sino a temas tan cercanos a los latinoamericanos como el muro de Trump en la frontera con México y la masacre de estudiantes en Ayotzinapa, propuestas a modo de resolución por parte de Venezuela. Todos rechazados de plano por miembros de la OEA subordinados a EEUU.
13. La participación de la delegación venezolana a cargo de Delcy Rodríguez fue histórica e inédita, en ningún otro momento del continente Estados Unidos había quedado tan expuesto y descolocado por un país suramericano en un organismo que ha manejado a placer desde su nacimiento. La importancia histórica de lo ocurrido durante estos días quizás no se deje apreciar en todas sus expresiones en lo inmediato, pero para el nuevo ciclo político que afronta Venezuela y la región, marca sin lugar a dudas un precedente clave. Y Venezuela fue protagonista.
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