Por: América Maceda y Maya Verazín
En América Latina el aborto está despenalizado en Uruguay, Cuba, Guayana, Guayana Francesa y Puerto Rico, cumpliendo las primeras semanas de gestación y según legislación específica. A estos países se sumó Argentina, el pasado 30 de diciembre del 2020.
Esta aprobación, es el resultado de una lucha histórica de las mujeres argentinas, como el caso de Eva Perón y Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, entre otras, por derechos y reivindicaciones desde las mujeres para la sociedad. En 2005 realizaron una campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. La consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir” recaudó más de cien mil firmas que fueron entregadas al Congreso de la Nación.
La despenalización del aborto significa un avance fundamental en la autonomía del cuerpo, y sobre todo es el inicio de la deconstrucción de roles de género y la idea machista de que la mujer debe cumplir el rol social de ser madre. Otra victoria es obligar a nuestras sociedades a entrar en discusiones en relación al tema, preguntarnos ¿por qué se producen embarazos no deseados?, ¿existe el mismo nivel de acceso a la información sobre la salud sexual y reproductiva en el país?, ¿tenemos real acceso a métodos anticonceptivos?
Cuestiones que tienen su origen en el Sistema Patriarcal, porque los casos de embarazos no deseados en su mayoría son producto de relaciones de poder, violencia, violaciones, cosificación de la mujer, donde somos objeto de propiedad, de posesión, muchas veces sin la posibilidad de decidir si usaremos o no un método anticonceptivo. Peor aún para las mujeres en situación de pobreza, desinformación, violencia y discriminación.
Además de la carencia de políticas públicas de salud reproductiva en Bolivia, que posibilite anticonceptivos accesibles económicamente o gratuitos, podemos identificar que, hasta en la salud sexual y reproductiva, la mujer lleva la mayor carga, opresión e incluso penalización.
Para el sistema “la mujer es quién debe cuidarse”, cuando todos sabemos que para reproducirse se necesita de un hombre y una mujer, por eso la responsabilidad sexual y reproductiva debe ser compartida. El enfoque patriarcal y machista de los métodos anticonceptivos está dirigido a mujeres y no a los hombres. Escasos estudios científicos fueron realizados por las grandes empresas farmacéuticas, encaminados a crear anticonceptivos para hombres, por eso no se cuenta con una variedad, como en el caso de las mujeres.
A la fecha solo hay dos métodos aprobados en el país: el anticonceptivo de barrera (condón) y la vasectomía (aunque especialistas afirman que es reversible, la mayoría de los medios informativos y de difusión dicen que es definitiva e irreversible), limitando las posibilidades igualitarias entre mujeres y hombres a decidir y hacerse responsables de su cuerpo, vida, salud sexual y salud reproductiva, entre hombres y mujeres, para tener la misma carga social, o por lo menos equipararla.
La aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina reactivó el debate sobre la autonomía del cuerpo de las mujeres y su rol en la sociedad para los Estados, si bien la conquista de las mujeres argentinas es una victoria para todas las mujeres de los pueblos del Abya Yala, no es la finalidad última, pues todas las opresiones, explotaciones, violencias y discriminaciones son resultado del Sistema Patriarcal, responsable de las opresiones hacia mujeres, hombres y naturaleza.
El eje no debe ser la discusión de estar a favor o en contra del aborto, pues caemos en falsos debates morales, moralistas y religiosos. El eje debe estar en la autonomía del cuerpo de las mujeres, que nuestras sociedades entiendan que nos guste o no el aborto es una realidad y el problema son las condiciones en las que se lo practica, el negociado de los médicos con las clínicas clandestinas y las miles de mujeres que mueren por abortos mal practicados, razón por la que debe ser tratado como un tema de salud pública.
Con la aprobación de la Ley en Argentina se despenalizó la toma de una decisión, pero no se logró aún la real libertad de decisión, que depende de cuánto avancemos como sociedad en la despatriarcalización.
En Bolivia, la lucha por la autonomía del cuerpo de las mujeres es ancestral. Nuestros cuerpos fueron y son sometidos por el patriarcado; como territorio de conquista desde las sociedades precoloniales, durante la Colonia, en la República, hasta en las épocas Modernas y el actual Estado Plurinacional.
En el neoliberalismo, por ejemplo, nuestros cuerpos indígenas fueron violentados por ONG patriarcales, quienes, bajo la “excusa” del “control de natalidad”, esterilizaron a miles de mujeres (sobre todo indígenas) sin su consentimiento.
En el Proceso de Cambio, las mujeres de las organizaciones sociales planteamos la necesidad de elaborar una Ley de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos que contemple la despenalización del aborto y el derecho a decidir; este es todavía un tema pendiente que debemos retomar.
En 2013 se despenalizó el aborto en dos causales: violación y riesgo de vida de la madre, y se simplificó el proceso para acceder al mismo. Antes era necesaria una orden judicial, que generalmente tardaba ¡más de nueve meses! Se planteó así la inconstitucionalidad de la penalización a las decisiones de las mujeres. Este debate profundizó la discusión nacional sobre el tema, sin embargo, no tuvo mayores frutos por algunas posiciones conservadoras.
En 2018, el Código Penal, que ampliaba las causales de despenalización del aborto, fue abrogado por el interés mezquino del sector de salud, el más beneficiado económicamente con la práctica del aborto ilegal y clandestino.
Tenemos mucho camino por recorrer, la sociedad y fundamentalmente las mujeres debemos entablar una discusión seria sobre la autonomía de nuestros cuerpos, para avanzar hacia la construcción de una nueva sociedad donde las mujeres podamos decidir en libertad y con responsabilidad. Para despatriarcalizar al Estado Plurinacional y construir el Vivir Bien de nuestras comunidades.
* Feministas Comunitarias del Abya Yala.
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