Por: Juan De la Rosa Municio
Aunque a primera vista resulte una estrategia nueva o sorprendente, la vía electoral tampoco ha sido nunca desechada por los zapatistas como medio para transformar en lo inmediato la realidad existente.
No a pocas personas nos ha sorprendido el contenido del comunicado conjunto que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) hicieron público el pasado 14 de octubre en el marco del encuentro realizado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, con motivo de la celebración del V Congreso Nacional Indígena.
En este comunicado, titulado “Que retiemble en sus centros la tierra”, el CNI y el EZLN acuerdan nombrar un Consejo Indígena de Gobierno, representado por una mujer indígena delegada del CNI, que, en nombre de ambas organizaciones, se presentará como candidata independiente en las elecciones a la presidencia del país en el año 2018.
Desde su aparición pública, el 1 de enero de 1994, el EZLN ha mantenido un posicionamiento abiertamente crítico y en contra del sistema capitalista. Un sistema que, según el discurso zapatista, explota, excluye y aniquila no sólo a los pueblos indígenas, sino a la sociedad en su conjunto. Es el Estado y las instituciones que lo conforman, incluidos los partidos políticos, los encargados de imponer y establecer, a través del poder oficial, el orden político y social que sirva mejor a los postulados e intereses del sistema capitalista: el neoliberalismo.
El EZLN ha reiterado una y otra vez, lo hace también en este último pronunciamiento junto al CNI, que su lucha no es por la toma del poder establecido. EZLN y CNI proponen la construcción y ejercicio de un contrapoder que, a través de la práctica diaria de nuevos modelos de organización social y de ejercicio del poder político desde abajo (el mandar obedeciendo) sirvan para que los pueblos puedan organizarse y gobernarse a sí mismos partiendo de modelos propios en los que se vean representados sus intereses, y particulares concepciones de entender la política y la sociedad. Esto puede ser entendido como un ejercicio de descolonización y desconexión de sus vidas del modelo occidental capitalista.
Las Juntas de Buen Gobierno zapatistas y otras prácticas autonomistas indígenas, llevadas a cabo por distintos pueblos representados en el CNI, representan la práctica cotidiana de este contrapoder que a corto plazo puede servir para resistir y defenderse de los embates del capitalismo, pero que, a largo plazo, edifica y consolida un nuevo orden político y social en el que el poder oficial (el mal gobierno) y las causas que generan opresión y exclusión a los pueblos son eliminadas.
Conscientes que para cambiar la particular situación de opresión y exclusión que el sistema capitalista ejerce sobre los pueblos indígenas de Chiapas hay que combatirlo a nivel global, el EZLN ha favorecido numerosos espacios de encuentro, debate y propuestas de acción (como el propio Congreso Nacional Indígena), pudiendo considerarse al EZLN como uno de los primeros movimientos precursores de conceptos como la antiglobalización y la pluriversalidad.
En estos eventos han participado numerosos movimientos sociales y otros sectores excluidos de la población, provenientes de diversos lugares del planeta, y a los que el EZLN ha apelado para conocer sus particulares luchas y reivindicaciones. Bajo un principio de respeto a la diferencia y a las prioridades que puedan tener cada colectivo (un mundo donde quepan muchos mundos), se han presentado ideas e iniciativas para que cada cual en su país o espacio se organice a su manera y vea cómo mejor hacer frente al capitalismo, siendo la meta final el lograr sustituir el sistema actual por otro(s) más justo(s) e incluyente(s) (Otro mundo es posible).
Aunque a primera vista resulte una estrategia nueva o sorprendente, la vía electoral tampoco ha sido nunca desechada por los zapatistas
En su particular manera de organizarse y de hacer frente al capitalismo, el EZLN, y también el CNI, han optado por una estrategia amplia. Por un lado, como ya hemos visto, han construido un contrapoder que permite el desarrollo e instauración de un modelo político y social alternativo al margen de las instituciones y el poder del Estado (prácticas autonomistas). Por otro, han llevado a cabo una serie de acciones encaminadas a intervenir dentro de la política oficial en aquellos asuntos que afectan a los intereses de los pueblos indígenas y otros grupos excluidos, tratando de dotarles así de mayores derechos y garantías que sirvan para atender a sus necesidades inmediatas y poner freno a los efectos que el capitalismo está ejerciendo sobre ellos en el día a día.
Algunos de los ejemplos de esta vía de lucha más institucional pueden ser: las negociaciones realizadas con el Gobierno mexicano sobre derechos y cultura indígenas (Acuerdos de San Andrés, 1996), la intervención en el año 2001 de delegados/as del EZLN y del CNI en el Congreso de la Unión (dentro del marco de la aprobación de la nueva Ley Indígena), las propuestas de redacción de una nueva Constitución política para el país, recogidas en la II y VI Declaración de la Selva Lacandona (1994 y 2006), etc.
Aunque a primera vista resulte una estrategia nueva o sorprendente, la vía electoral tampoco ha sido nunca desechada por los zapatistas como medio para transformar en lo inmediato la realidad existente. Eso sí, siempre partiendo desde una concepción anticapitalista y sin perder el horizonte de construir desde abajo un nuevo orden social y político.
En este sentido, EZLN y CNI hablan en su último comunicado de que son muchas las agresiones que sufren los pueblos indígenas a causa del capitalismo. Una situación que les puede llevar a desaparecer en un breve espacio de tiempo. Las prácticas autonomistas, aunque han servido para avanzar en la construcción de un modelo político y social alternativo y han mejorado la situación cotidiana de los pueblos, no han sido del todo suficientes para resistir y defender a estos pueblos de las consecuencias negativas que sobre ellos tiene la imposición de un modelo de desarrollo neoliberal capitalista.
Para defenderse y poner freno a esta desesperada situación, EZLN y CNI proponen el marco de las elecciones electorales a la presidencia del país como espacio donde poder desmontar desde abajo el poder que desde arriba se les impone. No se trata de tomar el poder para perpetuar el sistema, sino de forzar y posibilitar que los pueblos indígenas y la sociedad civil en general consigan un espacio desde donde poder visibilizarsey tener la posibilidad de seguir organizándose, fortaleciendo y desarrollando sus propias alternativas antisistémicas de contrapoder.
El cómo desarrollar esta estrategia y el cómo puede servir como medio eficaz para alcanzar los resultados que de ella se esperan son aspectos que todavía no están claros y que a día de hoy se están debatiendo. EZLN y CNI declaran el Congreso en asamblea permanente y pasan a consultar a cada uno de sus pueblos y comunidades la nueva propuesta.
En el caso de que ésta sea aprobada, asistiremos a una nueva etapa de la lucha zapatista e indígena en México, en la que, sin renunciar a sus principios básicos y lucha por la autonomía, se sumará un nuevo escenario y forma de acción colectiva. El tiempo y la praxis indicarán si es una estrategia efectiva para subvertir el poder.
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