Por: Valerio Arcary
Con un panorama incierto y un triple empate técnico, la lucha por São Paulo podría definir el futuro político de la izquierda brasileña.
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Las elecciones municipales de Brasil probablemente confirmen una correlación de fuerzas política nacional desfavorable para la izquierda. Sin embargo, existe una paradoja: las dos corrientes políticas con mayor alcance son el lulismo y el bolsonarismo. Pero en estas elecciones, será el centrão quien emergerá como el campo más fortalecido. El colapso del PSDB, que ocupó la posición de liderazgo ideológico y político de la clase dominante durante 25 años, ha dejado a los capitalistas sin una dirección clara.
El péndulo de la representación política se ha desplazado rápidamente hacia la derecha. Por un lado, emergió una extrema derecha que lidera una facción radicalizada de la burguesía. Por otro, se produjo una fragmentación de la derecha tradicional. El centrão ha ocupado el espacio político y electoral que antes ostentaba el PSDB, con figuras como Arthur Lira en la Cámara de Diputados y Rodrigo Pacheco en el Senado.
Sin embargo, es importante aclarar que el centrão no es un bloque moderado o de centro. Está compuesto por una alianza heterogénea de diez partidos de derecha, entre los que destacan União Brasil, herederos del PFL/DEM y del PSL, el partido con el que Jair Bolsonaro fue elegido en 2018; el PSD de Gilberto Kassab; el Partido Progresista, que tiene raíces en la dictadura militar; los Republicanos, liderados por figuras asociadas a la Iglesia Universal, como Marcos Pereira; el MDB de Baleia Rossi y Ricardo Nunes, y otros como Podemos o la fusión PTB/Patriotas.
Este es el formato actual de la derecha en Brasil, y será el campo que probablemente salga mejor parado en estas elecciones municipales. Aunque no tenga la capacidad de disputar el poder nacional por sí mismo, el bolsonarismo tampoco podría derrotar a Lula en 2026 sin su apoyo.
Hasta ahora, en esta recta final del primer turno de las municipales de 2024, se han manifestado tres tendencias clave: (a) el favoritismo por la reelección de los actuales alcaldes como un fenómeno nacional; (b) una creciente polarización entre la derecha y la extrema derecha, especialmente en el Norte y Centro-Oeste, y en ciudades clave como Río de Janeiro, Belo Horizonte y en gran parte del sur del país; y (c) una expansión de la capilaridad de la extrema derecha a nivel nacional.
En este contexto, la polarización entre el lulismo y el bolsonarismo se intensifica particularmente en el Nordeste y en la capital de São Paulo. Las candidaturas del PSOL y del PT tienen posibilidades de llegar al segundo turno en ciudades como São Paulo, Fortaleza, Porto Alegre, Teresina, Natal y Goiânia, así como en importantes municipios del interior de São Paulo (Araraquara, São Carlos, Campinas) y en ciudades como Contagem y Juiz de Fora en Minas Gerais.
La elección en São Paulo es crucial. Incluso si la izquierda pierde en casi todas las capitales fuera del Nordeste, una victoria en São Paulo podría equilibrar los resultados. La hipótesis más probable es que Guilherme Boulos logre un lugar en el segundo turno, pero el panorama, pocos días antes de la votación, sigue siendo incierto por varias razones:
1. Un triple empate técnico persiste, tras una campaña marcada por una violencia inusitada.
2. La definición del voto de último minuto podría favorecer tanto a Boulos como a Pablo Marçal, ya que sus bases de apoyo están más consolidadas y cuentan con mayor participación en redes sociales y en las calles.
3. Aunque las tasas de rechazo de ambos candidatos son un indicador secundario, no deja de ser un factor a considerar.
4. Ricardo Nunes sigue contando con el apoyo de una parte del electorado lulista.
5. Tabata Amaral muestra una resiliencia en su votación, que se mantiene cerca del 10%.
Aunque el empate técnico es triple, la lucha decisiva parece ser entre Nunes y Marçal, quienes compiten por el mismo electorado. El desenlace es impredecible, ya que depende de tres factores clave:
1.Marçal podría beneficiarse de un voto «silencioso» a la extrema derecha que no se refleja en las encuestas.
2.Nunes, como muchos alcaldes, se beneficia de una evaluación positiva o regular de su mandato, lo que le permite posicionarse como una opción «segura» frente a Boulos y Marçal.
3.Un posible voto útil a favor de Nunes, visto como el candidato con más posibilidades de derrotar a Boulos en un eventual segundo turno.
Aunque Boulos parece tener un pie en el segundo turno, será una victoria ajustada. Tres factores respaldan esta percepción: (a) el espacio antibolsonarista es mayoritario, como lo demostró la victoria de Lula en la capital, lo que podría atraer votantes de Nunes; (b) Boulos se mantiene al frente en las encuestas espontáneas, lo que sugiere una consolidación de su voto; y (c) la militancia impulsada tras el debate en la TV Globo podría generar una ola de voto útil en su favor, debilitando a Tabata Amaral.
El mayor error de la izquierda brasileña desde 2018 ha sido subestimar a la extrema derecha. La campaña de Boulos ha dirigido su lucha contra ambos candidatos bolsonaristas, pero ha centrado más ataques en Nunes. Sin embargo, las encuestas solo ofrecen una foto del pasado. La potencia de la campaña de Marçal es evidente en las calles, en las redes y, más recientemente, incluso en las encuestas. En política, a veces es necesario arriesgar para ganar. Para atraer el voto antibolsonarista mayoritario, Boulos deberá enfrentarse directamente a Marçal.
Acertar la estrategia en el próximo debate será crucial, pero lo más importante será encender la confianza y el entusiasmo en su militancia. Las victorias se logran con mucha lucha.
Valerio Arcary
Historiador, militante del PSOL (Resistencia) y autor de O Martelo da História. Ensaios sobre a urgência da revolução contemporânea (Sundermann, 2016).
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