Flor Goche
Una investigación de la Secretaría de Gobernación confirma que las muertes violentas de mujeres repuntaron durante el sexenio pasado. Para 2010, la tasa de homicidios dolosos de mujeres superó el promedio global para los países del continente e implicó un retroceso de 14 años para México. A pesar de lo alarmante de estas cifras, el Estado no cuenta con un registro confiable respecto de los asesinatos de mujeres por razones de género: el 25% de las entidades aún no tipifican el feminicidio, y los mecanismos institucionales encargados de la protección de las mujeres presentan obstáculos prácticos.
En el marco de la supuesta “guerra” contra el narcotráfico, 5 mil 904 mujeres fueron asesinadas entre 2008 y 2010. Las cifras provienen del Estudio nacional sobre las fuentes, orígenes y factores que producen y reproducen la violencia contra las mujeres, elaborado por la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), dependiente de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Del documento se desprende que los más de 5 mil 900 asesinatos representan el 39.38 por ciento de las muertes por homicidio de mujeres registradas entre 2001 y 2010; en total, 14 mil 991 decesos de este tipo.
El análisis de las tasas de mortalidad femenina durante este periodo refuerza lo anterior. De 2001 a 2010, éstas crecieron casi al doble: pasaron de 2.6 a 4.5 por cada 100 mil mujeres, como consta en el documento de la Conavim.
Cabe resaltar que la tasa de homicidios dolosos de mujeres para 2010 superó, incluso, el promedio global reportado para el Continente Americano, que fue de 4. Además, implicó un retroceso de 14 años para México, puesto que desde 1996 no se observaban tasas similares.
“Por el clima de inseguridad que afecta a buena parte de la República han repuntado los asesinatos de mujeres”, concluyó la Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento Puntal y Exhaustivo a las Acciones que han Emprendido las Autoridades Competentes en Relación a los Feminicidios Registrados en México, de la Cámara de Diputados, en 2011.
A través del estudio Feminicidio en México. Aproximación, tendencias y cambios 1985-2009, la Comisión reveló que durante los 3 primeros años del gobierno de Felipe Calderón, de 2007 a 2009, 4 mil 379 mujeres fueron asesinadas de manera violenta.
Dicha cifra superaba los crímenes cometidos durante las gestiones de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox en igual periodo (Contralínea 275).
En entrevista con este semanario, Dilcya Samantha García Espinoza de los Monteros, titular de la Conavim, señala que existe una relación entre el incremento de la violencia social y la violencia contra la mujer, que en su expresión extrema culmina en feminicidio.
Aunque el Estudio nacional sobre las fuentes, orígenes y factores que producen y reproducen la violencia contra las mujeres recoge, a través de encuestas realizadas a la población, al menos tres hipótesis al respecto (que son los miembros de la delincuencia organizada los responsables de estos crímenes; que la estrategia de seguridad del gobierno federal falló en el sentido de que lejos de detener la violencia, la recrudeció; que las mujeres son asesinadas como consecuencia de su participación en grupos delincuenciales), la titular de la Conavim menciona que esta instancia no tiene elementos para inclinarse por alguna de éstas. Se trata, en todos los casos, de referencias provenientes de “informantes”, quienes emiten “juicios de valor” sin fundamento científico, aclara.
Para García Espinoza de los Monteros, la respuesta está en un plano más básico: que los contextos de violencia en los que se forman los niños y las niñas en el ámbito privado, y que se reproducen “a través de un aprendizaje transgeneracional” repercuten en el espacio público.
Y viceversa: “Toda la violencia que las personas chupan del espacio público la van a vomitar al privado. Hay que olvidarnos de la delincuencia organizada y de la política de seguridad. Vayamos a lo básico, a la forma en que vamos transformando o conservando los patrones de conducta violentos desde la niñez, y desde que nosotros, como adultos y adultas, vamos criando a los niños y las niñas”, explica la representante de la Segob.
—¿Cuál es el principal hallazgo del estudio de la Conavim en materia de feminicidios o asesinatos violentos de mujeres?
—Lo más importante es que este estudio genera una luz importantísima para el tema de la prevención.
Y es que, a partir de los resultados de esta investigación, el Estado tiene hasta 1 año para trabajar y no “complicar” más la cifra, refiere Dilcya García. “Aquí no nada más definimos las noticias científicas relativas a la violencia contra las mujeres, sino que decimos: ‘Tenemos 1 año para que esto no se ponga peor’”.
El estudio también revela en qué entidades federativas se han incrementado los asesinatos violentos de mujeres. En este sentido, el documento refiere que es la zona Noreste, integrada por Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango y Zacatecas, la que encabeza la lista. Le sigue la región Noroeste, que agrupa a Sonora, Baja California, Baja California Sur y Sinaloa. En la primera, la tasa de mortalidad calculada por cada 100 mil mujeres aumentó en 514 por ciento (de 2.2 a 11.3), en un periodo de 10 años; en la segunda, en 283 por ciento (de 2.3 a 6.5). En ambas regiones del país se observó además un repunte de los asesinatos de mujeres perpetrados en la vía pública.
Un tercer aporte del Estudio nacional sobre las fuentes, orígenes y factores que producen y reproducen la violencia contra las mujeres –elaborado en coordinación con el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México– tiene que ver con el “efecto contagio”, documentado por Marcos Valdivia.
El investigador universitario concluye que la existencia de homicidios de mujeres en un municipio determinado eleva la probabilidad de que la misma problemática se presente en los municipios contiguos.
A decir del estudio de la Conavim, para el periodo 2001-2010, 10 entidades federativas concentraron el 80 por ciento de los hot-spots (grupos de municipios contiguos geográficamente que registran una tasa de crecimiento de homicidios): Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Michoacán, Distrito Federal, Oaxaca, Chiapas, Sinaloa, Durango y Sonora.
De éstos, destacan el Estado de México y Guerrero, que en conjunto acumularon el 45 por ciento de los asesinatos.
“Vamos a trabajar muy fuerte los tres órdenes de gobierno en materia de políticas públicas de prevención, para que esto no llegue a una situación peor, o para que los municipios que se encuentran alrededor de las comunidades que tienen situaciones muy adversas de violencia contra las mujeres no se contagien”, asegura Dilcya García.
Para Lorenia Iveth Valles Sampedro, integrante de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados, la violencia contra la mujer, que puede culminar en feminicidio, debe combatirse desde dos frentes: atender las necesidades básicas (como alimentación, empleo y educación), situación que en caso de ser desfavorable las coloca en un contexto de vulnerabilidad; y brindar una adecuada y oportuna atención en materia de procuración de justicia. “Es ahí donde se podrían evitar muchos feminicidios porque la violencia no empieza matando a una mujer, empieza con golpes, con abusos de todo tipo”.
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