Por: OtrAmérica
En el escenario regional de América del Sur, históricamente se han mantenido posiciones que distancian a los países vecinos. En ese contexto, Uruguay irrumpe con una propuesta de integración que ofrece la salida al mar a los únicos dos países de la región que no la tienen: Bolivia y Paraguay. La oferta viene aparejada de otras iniciativas que podrían levantar controversia.
Cierto revuelo ha generado la convicción manifestada por el presidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, de ofrecer salida al mar a los países de América del Sur que no cuentan con ella. En 2010, a poco de asumir el poder, había declarado que Uruguay ofrecería esa alternativa, este año lo ha reafirmado.
Según se informó, la licitación para la ejecución del proyecto no pasaría de 2014 y la construcción debería iniciarse antes de que Mujica deje el poder en marzo de 2015, luego de que Dilma Ruseff señalara que Brasil está dispuesto a co-financiar los cerca de mil millones de dólares que se supone podría costar implementarlo.
La propuesta de Mujica de la construcción del Puerto de Aguas Profundas en Rocha -cercano a la frontera con Brasil-, está aparejada con la voluntad de generar procesos de integración entre los países latinoamericanos y fortalecer el Mercosur, lo cual pasa por facilitar a aquellos que se mantienen sin salida al mar, como Bolivia y Paraguay, con un puerto que facilite la exportación e importación vía marítima. Ese es el lado positivo.
Pero por otro lado, la implementación sería parte de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA – http://www.iirsa.org/), que ha despertado la oposición de diversas organizaciones ambientalistas y pueblos originarios, dado que contempla la creación de carreteras que arrasarían con parte de la Amazonía, y la zona del Tipnis en Bolivia.
El periodista uruguayo Raúl Zibechi, se ha referido al tema en una entrevista con OtrAmérica (http://otramerica.com/personajes/raul-zibechi-la-mirada-provocadora-la-mirada-desde-abajo/2626), en la cual manifestó que este “es un periodo de expansión capitalista interno en Brasil, muy potente, que tiene a la Amazonía como uno de sus ejes”. Y se contempla la construcción de carreteras, hidrovías, varias decenas de represas en ríos caudalosos, lo cual afecta a los llamados pueblos originarios. “Es parte de ese proceso de avasallamiento de los pueblos tradicionales por parte de este neodesarrollismo brasileño que no es solo hacia afuera, sino sobre todo hacia adentro, porque la Amazonía es una frontera a conquistar”, señala el periodista.
La oferta de Mujica llega en un año en el cual Bolivia decidió acudir a la Corte Internacional de La Haya para demandar al Estado de Chile para lograr la salida al mar que perdió en la Guerra del Pacífico en 1879, y cuando Perú hizo lo propio por un diferendo marítimo con el país austral, cuyo resultado se debe conocer muy pronto.
El ministro de Transporte y Obras Públicas del Uruguay, Enrique Pintado, se entrevistó hace unos días con su homólogo paraguayo, Ramón Jiménez, y lo mismo haría con representantes del Gobierno de Evo Morales, para concretar la participación de ambos países en la utilización del futuro gran puerto, en el cual también tendrían participación Argentina y Brasil.
Según ha expresado el mandatario del Uruguay, el proyecto pasa por que haya voluntad de ayuda recíproca entre los países sudamericanos y promover así la integración en el campo económico, y avanzar en la cultura de integración que requiere la Región para enfrentar el escenario mundial que se viene en los próximos años, ante un mundo que actúa en alianzas. Mucho se ha dicho de la necesidad de que los vecinos se fortalezcan para potenciar la economía y el bienestar al interior de las naciones.
Pero esa lógica que en apariencia se opone a los poderosos en el terreno global, en el fondo se somete a la agenda de crecimiento que imponen el desarrollismo y el crecimiento económico con los mismos indicadores. Se contrapone esa oposición ante los países “desarrollados”, con la política que se aplica hacia el interior de los países a la hora de pensar en la aplicación de los mega proyectos.
Mujica declaró sobre el proyecto que “integrar significa construir infraestructura que nos integre, ofrecerle con generosidad a la región la existencia de algún puerto que hasta pudiera ser en el mejor de los casos propiedad de los gobiernos regionales”, en su programa de radio hace unos meses, en un gesto que además señaló como una manera de fortalecer a los miembros del Mercado Común del Sur (Mercosur), que integran Argentina, Brasil, Paraguay , Uruguay y Venezuela, y que tiene como países asociados a Chile, Colombia, Perú, Ecuador, y Bolivia, y como países observadores a Nueva Zelanda y México.
El mandatario uruguayo agregó que facilitar la salida al mar de Paraguay “con su madera, sus minerales, su soja -monocultivo en el ojo de las críticas desde hace años en la Región- hacia el (Océano) Atlántico desde nuestro país, y que lo propio pueda hacer Bolivia, significa desarrollo para la región y un trabajo logístico de mano de obra para Uruguay“. El gesto no se ha interpretado como mera solidaridad, sino como una visión para avanzar en fortalecer a la región de manera competitiva, también, en el mediano plazo, potenciando la economía que cada vez es menos centrada en las fronteras de cada país.
Concretar con acciones como la de la salida mediante el puerto de la integración del bloque del Mercosur le servirá a los uruguayos para obtener energía. Mujica habría llegado a un acuerdo con Evo Morales para importar gas.
“Integración significa tener vías de aporte energético cuando las papas queman, de un lado hacia otro(…) Significa encontrar caminos para compartir el gas de la región de forma razonable, luchar para que los puertos no vivan en guerra sino que se complementen en todo lo posible”, dijo Mujica.
En materia energética, el mandatario puso el dedo en la llaga, dado que permitiría enfrentar las situaciones de déficit que sufren varias naciones en la Región. Como es el caso chileno, cuyas demandas de energía han puesto en una encrucijada las propuestas para su generación versus el impacto ambiental que generan termoeléctricas e hidroeléctricas en sus territorios.
Pero aún está por verse la manera en que se va a resolver el tema de la infraestructura que requeriría un puerto como el de Rocha, y de qué forma los gobiernos de la Región acatarán acuerdos internacionales de respeto a las comunidades directamente afectadas, como es el caso del 169 de la OIT, que obliga a una consulta previa con los pueblos originarios antes de realizar megaproyectos en sus territorios.
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