Por: Yldefonso Finol
Para hablar de Venezuela hay que hablar del mundo, porque para hablar del mundo actual hay que hablar de energía. El capitalismo se mueve con la energía fósil de la que Venezuela es un reservorio mundial. Nada de lo que hagamos como nación le es indiferente al capital transnacional. El mercado internacional nos quiere como proveedor sumiso, la razón histórica nos necesita como productor soberano. El pueblo venezolano requiere repensarse en el proyecto nacional de independencia y socialismo, romper el mito alienante del “rentismo” y atrevernos a convertir el ingreso petrolero en fuente de diversificación productiva, tal como expone la Constitución de 1999.
Mundo
Que un tipo tan impresentable como Donald Trump llegase siquiera a ser nominado a la presidencia de los Estados Unidos, ya hablaba de lo enferma y degradada que está esa sociedad; pero es que lo eligieron, y aunque haya sido bajo artilugios electorales, el patán ganó. Su verborrea racista, xenófoba, misógina, homofóbica, patriotera, nos anuncia una gestión arrogante y belicosa. Esto, sumado al brexit inglés, los crecientes nacionalismos derechistas en Europa y el envalentonamiento de Netanyau, colocan a la humanidad en los laberintos que estuvo hace exactamente un siglo. Recordemos al sabio Lenin: “El imperialismo es, en lo político, una tendencia permanente a la violencia”.
Los gestos lisonjeros de Trump hacia Moscú, en contraste del desdén hacia China, visualizado en una serie de mensajes hostiles y provocaciones diplomáticas, son dos caras de la misma estrategia hegemónica que sin duda representa la asunción de un empresario voraz a la presidencia de Estados Unidos.
La competencia desleal, los sabotajes, el espionaje, la conspiración, son prácticas clásicas del sistema económico gringo, donde la guerra es sólo una forma drástica de conquistar mercados y aumentar las ganancias. Una ligera ojeada al gabinete que gobernará desde Washington a partir del 20 de enero nos indica con nitidez que la política exterior yanqui vuelve a sus óleos y garrotes.
En este escenario, el precio del petróleo se moverá hacia el punto de equilibrio de la economía estadounidense, según le cuadre al capital cercano al Partido Republicano que tendrá un Secretario de Estado hecho a la medida. México será la primera víctima por estar tan cerca de dios. El asesino en serie irá dejando un rastro alquitranado a su paso.
Hacia Oriente Medio seguirá la onda caótica que beneficia a Israel con la complicidad criminal de una dirigencia árabe dividida y colgada en el bazar de las corruptelas siempre en espera del mejor postor. No se vislumbran soluciones, ni bonanzas ni bendiciones en tierras que paren religiones. La geopolítica y el petróleo seguirán imponiendo el látigo del dogma y el opio del dinero.
El plan imperialista de destrozar los Estados que medianamente estructuraban una sociedad política, para imponer la desarticulación nacional a través de pandillas terroristas, amenaza con la irrupción de una nueva configuración territorial signada por el genocidio y la diáspora continuada, desgarrando cualquier tipo de arraigo, noción de derechos y sentido de pertenencia cultural. La barbarie de la que hablaba Rosa Luxemburgo.
El debilitamiento de Egipto, la desaparición de Libia, el ninguneo añejo de Túnez y el colaboracionismo proimperialista de Marruecos, hacen de África una presa fácil de las apetencias de sus antiguos esclavizadores, salvo que desde el sur los movimientos anticolonialistas reagrupen fuerzas y planten resistencia en alianza con los países amigos de la independencia africana.
Vecindario
Colombia. El ministro de la defensa que negoció con Estados Unidos la instalación de siete bases militares y dirigió el bombardeo contra Ecuador, fue el mismo que promovió un acuerdo con la OTAN desde 2009. ¡Santander vive, la traición sigue!
Le dieron su puteado Premio Nobel de la Paz y de ñapa su lampazo para que seque las meadas de los soldados de la OTAN.
Permítanme citar un artículo de 2013: “Santanderismo es la corriente política de Colombia que se caracteriza por traicionar los intereses de nuestros pueblos en pro de subordinarse al imperialismo. Francisco de Paula Santander, fue el político cucuteño que arribó con maña a altos cargos en la Colombia que fundó Bolívar, conspiró en su contra, saboteó el Congreso de Panamá y lo mandó matar. Urdaneta lo quiso fusilar cuando atentaron en Bogotá contra El Libertador, pero Simón lo perdonó: su mayor error.
Ante el lanzamiento de la Doctrina Monroe, de “América para los americanos”, Santander dijo que constituía “un gran alivio para la humanidad”, y que Colombia ganaba mucho con un socio tan poderoso. Desde entonces la oligarquía colombiana ha sido absolutamente sumisa y servil al imperialismo yanqui, al punto de dejarse arrebatar Panamá por unos mendrugos; igualmente han avalado los desmanes que Estados Unidos ha cometido contra Corea, Vietnam, Irak y Afganistán, donde enviaron tropas a lamer suela gringa.
También se plegaron a la embestida inglesa –apoyada por EEUU- contra Argentina en Las Malvinas, grotesca afrenta a la dignidad latinoamericana. Esta “filosofía de vida” permitió la entrega de la soberanía al Plan Colombia implementado por el Gobierno estadounidense; y con la instalación de siete bases militares gringas para asediar a Venezuela y Suramérica”.
Colombia se ha prestado desde 1998 -con carácter protagónico- al plan para hacer rendir la Revolución Bolivariana. La resolución octava del Banco de la República de Colombia del año 2000 la dictó el gobierno de Andrés Pastrana para destruir la moneda venezolana y promover el saqueo de nuestro mercado interno. Luego Uribe promovió las leyes que permiten el contrabando de combustibles en los municipios limítrofes de Colombia con Venezuela. Se jactaron de re-exportar gasolina venezolana comprada a céntimos de bolívar y revendida por ellos en dólares. Vaciaron nuestros anaqueles llevándose alimentos y medicinas, y ahora la burla es mayor cuando nos venden sus productos a precios ilegalmente dolarizados.
Pero claro, así como Santander tuvo de su lado a venezolanos traidores y corruptos que se prestaron a sus tropelías antibolivarianas, así este gigantesco fraude monetario, fiscal, aduanero, comercial y energético contra Venezuela tiene sus cómplices internos. Habrá justicia y revolución cuando paguen su crimen.
Vencida la lucha armada y diezmada a plomazos la lucha civil en Colombia, donde ni la paz logró ganar una elección porque la apoyaba la izquierda, no cabe duda que el guerrerismo volcará su interés hacia el vecino. Nunca olvidemos que si a Uribe le faltó tiempo para una acción militar contra Venezuela, a su pacífico ministro de defensa todavía le quedan ganas.
La derecha santanderista ocupa el 90% del espacio político colombiano, con su inmensa fuente de financiamiento en el narcotráfico. Ellos ya cuentan dentro de Venezuela con sus tentáculos paramilitares, y con una parte importante de las facciones de oposición que le rinden cuentas a Uribe, Pastrana y Santos.
La Casa Grande
A pesar del revés electoral en Argentina y el golpe contra Dilma en Brasil, lo que permitió a la derecha boicotear nuestra Presidencia Pro Témpore en MERCOSUR y eventualmente tratar de sacarnos, las fuerzas populares en esos dos países cuentan con reservas para retomar el poder político en un corto plazo, sobretodo como respuesta a las desastrosas gestiones que han arreciado el empobrecimiento de la clase trabajadora.
Por eso el aparato fascista con sus garras en el poder judicial, policial y legislativo, ha emprendido una persecución despiadada contra el liderazgo fundamental de la izquierda gaucha y carioca, para socavar sus bases de credibilidad y popularidad.
Ecuador y Bolivia deben continuar victoriosos a partir de la prudencia y eficacia de su dirigencia, lo mismo que ya vimos en Nicaragua y Cuba; esta última, a pesar del gran golpe por la partida física de Fidel, se muestra vigorosa con fundamento en la solidez de la formación político-ideológica de ese digno pueblo, y en la claridad de los pasos que se ha propuesto dar en aras del desarrollo de las fuerzas productivas.
Pero queda pendiente aquélla tarea sugerida por Chávez de constituir una coordinación internacional revolucionaria que juntase la vanguardia continental para tener una guía y unos planes comunes frente a ese fortísimo e inescrupuloso enemigo imperialista.
Un partido de México a La Patagonia para las confrontaciones que se avecinan, y para la construcción de una nación de igualdad y fraternidad.
En Casa: la despensa
Nuestra situación política seguirá bailando al son de la economía. Que la ciencia económica es la Economía Política, pero hay que estar atentos a quién suena la maraca.
La Política puede determinar la Economía bajo ciertas condiciones, cuando la Política Económica llevada adelante por el Poder Político obedece a las leyes de la Planificación; es decir, cuando el agente económico propietario y –por ende- decisor, es el Estado.
En Venezuela ciertamente el Estado es propietario de una fracción significativa de los medios de producción, y, sobretodo, es administrador del ingreso petrolero, fuente principal de divisas e impuestos. Pero ya vemos que esto no basta por sí solo para garantizar estabilidad y éxito.
Son muchos los factores externos e internos que intervienen en el fenómeno económico. Insistimos, el político es uno fundamental, pero no bastan buenas intenciones ni voluntarismos cuando de atravesar el pantano se trata.
Hay tres elementos que no deben descuidarse, cada uno de los cuales tiene su propia dinámica: 1) la acción de los contrarios, 2) las leyes elementales de la economía, y 3) los errores y faltas en que podemos incurrir.
Sobre los contrarios poco podemos influir, a no ser que neutralicemos parte de su accionar. Las leyes económicas hay que conocerlas y comprenderlas, incluso hasta para burlarlas. Lo que no se puede es ignorarlas, porque se ensañan contra nosotros facilitando la acción de los contrarios. El peor error, siempre acecha; la falta imperdonable, no corregir los errores.
Un elemento perturbador adicional que está regado por doquier, la corrupción. Algún día estudiaremos en serio su papel en todos nuestros fracasos, y quizá pongamos en práctica una política criminal para disminuir y enfrentar este flagelo social que cercena derechos y corroe las bases espirituales de la nacionalidad.
Que la infraestructura económica determina la superestructura política es ley universal, pero no olvidemos que el socialismo es el único sistema socioeconómico en la historia que nacerá del acto consciente de hombres y mujeres libres dispuestos a inventar y crear una nueva humanidad.
Por tanto, no será siguiendo recetas manoseadas que alcanzaremos la utopía.
En Casa: la familia
Según la doctrina leninista del partido, en tiempos de bonanza se deben cerrar las puertas, para evitar la invasión de los oportunistas, y en tiempos de dificultades, deben abrirse, para que entren los más osados y comprometidos.
Nosotros aquí hicimos lo contrario.
Causa honda preocupación el sectarismo suicida que practica la dirigencia del PSUV en todos los niveles territoriales. Cada vez son menos los voceros que portan la línea partidista. Los espacios de debate fueron eliminados. La programación de VTV sustituyó la creación política. El nivel de la elaboración se ha simplificado mientras la realidad se complejiza aceleradamente.
Las circunstancias difíciles que atraviesa el proyecto bolivariano nos exigen realizar profundas reflexiones para concluir en rectificaciones y proyecciones que conduzcan por nuevas rutas victoriosas.
Estoy convencido que de esta etapa podemos salir fortalecidos si somos capaces de comprender que la diversidad en el campo revolucionario es una cualidad que debemos cultivar y promover, porque de la crítica y la discusión salen las síntesis que unifican las fuerzas para el cambio.
Un error político garrafal que corremos el riesgo de repetir, es pretender imponer la unicidad de raciocinio, la monotonía del discurso y la sumisión jerárquica. Tales prácticas son contrarrevolucionarias, castran la versatilidad de la militancia y facilitan el acomodamiento de los infiltrados arribistas y oportunistas que con sólo corear consignas y adular a los jefes, se conectan al privilegiado mundillo de las prebendas.
La unidad de los destacamentos revolucionarios, con sus variadas visiones de la realidad, con sus diversos aportes, con sus distintos estilos de trabajo, debe consolidarse en el debate y el respeto; las únicas condiciones obligadas son las principistas: lealtad, ética, perseverancia, compromiso, entrega.
El presidente Nicolás Maduro debe ser el líder de todos los partidos y movimientos sociales que asumen el chavismo, convocar semanalmente reuniones del Gran Polo Patriótico, valorar propuestas de gobierno desde los aliados, y esa práctica debe repetirse en los estados y municipios, donde pareciera pulular un neo feudalismo político de parcelas que no rinde cuentas al pueblo ni a la militancia.
Deshacer las roscas que se han formado a la sombra del burocratismo clientelar en el sector cultural, en las comunicaciones, en las empresas públicas, es un paso necesario para ampliar la base de apoyo al gobierno, convocando al talento nacional que abunda y está ansioso de ser escuchado y ponerse al servicio de la Patria. Llegó la hora de abrir los espacios de poder a la gente y liberarlos del yugo de las cofradías anquilosadas que en vez de sumar restan fuerzas a la revolución.
Recomponer una nueva mayoría popular es el reto vital en la coyuntura. No desperdiciemos la historia frente a los espejos.
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