Por: Luis Alfonso Mena S.
Colombia necesita memoria para que los 80 asesinatos cometidos por la represión del gobierno de Iván Duque contra manifestantes en el Paro Nacional no queden en la impunidad, nos dijo Sidssy Uribe Vázquez con la imagen de su hermano al fondo.
Memorias de la Barbarie (IV)
Colombia necesita memoria para que los 80 asesinatos cometidos por la represión del gobierno de Iván Duque contra manifestantes en el Paro Nacional no queden en la impunidad, nos dijo Sidssy Uribe Vázquez con la imagen de su hermano al fondo, en un mural que reclama libertad, lleno de vida, de manos y de flores multicolores, pintado en la Facultad de Medicina de la Universidad Tecnológica de Pereira.
“Quiero que sea un recuerdo indeleble en los ciudadanos”, añadió refiriéndose a Lucas, convertido en símbolo de la resistencia contra la barbarie estatal desde el 5 de mayo, cuando paramilitares lo acribillaron a balazos, cobardemente emboscados en la oscuridad de la noche en el Viaducto de Pereira. “Lucas Villa representa a la comunidad universitaria, al pueblo colombiano, un pueblo que canta, que baila, que se ríe de lo bueno y de lo malo. Lucas era esa representación de lo que es Colombia”, nos explicó.
Tras el atentado, en el que recibió ocho impactos de arma de fuego, Lucas siguió resistiendo, con perseverancia, con el esfuerzo que siempre lo caracterizó en la vida, esta vez contra la muerte, pero falleció cinco días después. Sin embargo, su ejemplo de lucha quedó sembrado entre miles y miles de jóvenes que lo acogen hoy como uno de sus referentes éticos contra la desigualdad, la injusticia, la opresión, la segregación y la violencia de las clases dirigentes.
“A los 37 años descubrió que la manera de tocar el alma de las personas era a través del físico, porque el físico es la expresión del alma, del espíritu”, nos dice Sidssy, con admiración por el hermano que partió y que se refleja en su mirada.
“Supe que muy probablemente a él le estaban haciendo un seguimiento debido a que era una persona que no se quedaba callada, que hablaba, que difundía”, recuerda, y luego asegura que la violencia ejercida por el régimen de Duque contra la juventud “es una estrategia de terror que siempre manejan este tipo de gobiernos autoritarios”.
“Se hacen los de los oídos sordos para no acatar los reclamos de la ciudadanía, que está siendo asesinada por la misma mano negra del Gobierno”, subraya con firmeza. “Este es el momento de no olvidar para que podamos cambiar. No podemos seguir permitiendo que sigan abusando de nosotros unas cuantas familias que han permanecido en el poder”. He aquí el testimonio de Sidssy Uribe Vázquez.
“LUCAS ERA UNA PERSONA LIBRE Y PERFECCIONISTA”
–Sidssy: recuérdenos, por favor, cómo era su hermano: ¿cuáles eran sus utopías, sus luchas…?
–Mi hermano era una persona muy extrovertida, muy alegre. Se burlaba de la vida, cualquier acontecimiento lo tomaba muy jocosamente. Dentro de eso también era muy perfeccionista. Era una persona, además de libre, que no se limitaba por el qué dirán. Era muy perfeccionista. En todo lo que hacía buscaba siempre destacarse porque él consideraba que las cosas o se hacían bien o no se hacían, y para ello se tomaba su tiempo.
En la Universidad fue un estudiante destacado. Muchos dicen: ¿por qué estaba tan adulto en la Universidad? Él muere a los 37 años, pero porque él fue un explorador de la vida, él nunca quiso meterse a ciegas a nada, siempre quiso explorar y en el trasegar de su vida él encontró que a través del ejercicio, del esfuerzo físico, uno puede tocar el alma, porque él era un deportista innato, muy buen deportista, en todo lo que hiciera a nivel deportivo se destacaba, era muy bueno, muy hábil, era sensible, rápido, resistente.
En todo ese mar de conocimientos que fue adquiriendo en su vida, en su juventud, porque él también se fue a mochilear por Suramérica, a conocer culturas en Argentina, Brasil, Bolivia, él exploró. A los 37 años descubrió que la manera de tocar el alma de las personas era a través del físico, porque el físico es la expresión del alma, del espíritu.
Por ejemplo, como instructora de artes marciales, yo puedo conocer un alumno solamente por sus movimientos, puedo conocer la forma en que fue educado, la forma como piensa, y él también lo descubrió en su proceso de formación de vida. Llega el momento en que tiene que formalizarse y entonces entra a la carrera de Ciencias del Deporte y la Educación, a los 33 años.
–¿Cómo era la relación de Lucas con sus hermanos?
–Cundo éramos pequeñas era muy divertido, porque era muy creativo. Él hacía los típicos ‘bunkers’ con almohadas, él era el que nos empezaba a generar esa curiosidad por los espacios. Entonces teníamos un camarote y poníamos sábanas que separaban los cuartos y hacíamos bases y jugábamos con las almohadas a golpearnos, a jugar, a veces enjabonaba el piso y con sábanas nos deslizábamos, debajo del comedor también hacíamos base.
Él nos enseñó a montar bicicleta. Cuando tenía patineta, él nos montaba en ella y nos bajaba por lomas. Siempre buscó esos espacios con los hermanos, él nos compartía mucho esa diversión. Cogía muñecos y hacía títeres, era muy bueno. Nos hacía reír mucho.
A medida que fuimos creciendo empezó a tratar de formarnos, a pulirnos en nuestras debilidades. Por ejemplo, a mi hermano menor, Santiago. Este niñito era muy ‘lengüisopa”, y Lucas le decía “¡Hable bien, hable bien!”, y hoy mi hermano no tiene ese problemita de lenguaje por mi hermano Lucas. Por ejemplo, al comer nos decía que no lo hiciéramos con la boca abierta, era muy perfeccionista con todo, a todos se les dedicaba.
Ya más adultos, todos con sus temperamentos, empieza a ser un poquito más difícil, porque ya desde adolescente uno empieza a formar su propio carácter y había choques entre hermanos, que es lo más normal en la familia, pero lo que había más entre mi hermano y nosotros era que se preocupaba mucho por nosotros.
–¿Y Sidssy heredó entonces el perfeccionismo y el amor por el arte de Lucas?
–Tal vez el perfeccionismo mental. Me hubiera gustado ser tan perfeccionista como él. Yo soy pintora hoy porque yo vi a mi hermano dibujar cuando yo tenía siete años, un dibujo de él me gustó, y yo dije que quería dibujar como mi hermano. Desde entonces empecé a dibujar y en ese sentido soy empírica en el arte. Yo no he recibido clases de ningún tipo para aprender lo que hoy tengo como conocimiento, lo he aprendido en la marcha, pero fue a raíz de ver a mi hermano.
Es tanto así que soy instructora de artes marciales porque mi hermano me llevó una vez al grupo y estaban en el Parque Olaya dando clases de Kung-Fu Shaolin, y desde entonces no he salido, pero mi hermano si ha sido como una mariposita, de flor en flor en cada conocimiento que él recorrió. Pero a nivel espiritual, a nivel de corriente de creencias él se quedó en el taoísmo que se maneja acá en la ciudad, que es el taoísmo laoísmo, porque se trabaja mucho el cuerpo. Hay una cosa en esta corriente religiosa que son las runas, que no son las piedritas celtas, sino que son posturas físicas estáticas muy, muy difíciles de hacer, generan mucho desgaste y a él le gustó porque tocaba la parte espiritual, la conexión con la energía del padre sol, la madre tierra y la naturaleza.
–¿Cómo fueron esos días previos al Paro Nacional, y la vinculación de ustedes? ¿Cómo fueron esos días que antecedieron el día trágico del asesinato de Lucas?
–Personalmente yo me encontraba apartada de mi hermano por ese tiempo. Yo trabajo como instructora de artes marciales, entonces tenía que trabajar y en los tiempos que quedaban podía ir a marchar. Por esa época estaba lesionada de un dedo, entonces yo no podía caminar fuertemente, pero la energía estaba muy hostil en la ciudad, sobre todo cuando el alcalde Maya de la ciudad de Pereira, en un comunicado oficial, dice que recomienda o dictamina que tienen que hacerse frentes comunes para defender sus propiedades de los “vándalos”, porque al parecer era insuficiente la fuerza policial. Pero uno como ciudadano viendo eso sabe que era mandar a formar grupos paramilitares en la ciudad, grupos de defensa civil. Y también promovía que los vigilantes privados fueran parte de eso.
Cuando yo vi esa noticia, lo primero que pensé como ciudadana es que iba a haber muchos muertos a raíz de esa decisión y que iban a justificar los muertos como si fueran ciudadanos que estaban defendiendo su propiedad, cuando probablemente fueran estos mismos funcionarios públicos o, de pronto, personas de estos grupos que siempre han existido como las Águilas Negras, disfrazados de personas de civil, asesinando, para justificar y para generar terror. Eso lo sentí en ese instante. A los tres días asesinan a mi hermano.
¿Por qué no muere aquel día? Porque mi hermano era muy fuerte, mi hermano física y mentalmente era muy fuerte y por eso no muere, porque las heridas de bala que recibió cualquier otra persona no las resiste.
“A MI HERMANO LE ESTABAN HACIENDO UN SEGUIMIENTO”
–¿Cómo ocurrió el atentado?, ¿cómo fue su lucha posterior por seguir viviendo?
–El día del atentado a mí me llaman mis hermanos, porque son los primeros que llegan, porque se encontraban cerca del viaducto. Mi hermana Sol fue la primera que llegó porque estaba saliendo de la ciudad, iba hacia su casa y observó un video donde vio a mi hermano. Inmediatamente va hacia el Hospital, llama a mis hermanos, ellos nos comunican por el grupo de WhatsApp que a Lucas le dispararon. Yo les pregunto que en dónde, porque estaban disparando también en el barrio Cuba, en diferentes partes de la ciudad. Entonces, cuando confirman que fue en el viaducto, es un choque. Y después me doy cuenta de un video donde sale mi hermano justamente ese día comunicándole a la gente en un bus cuáles son las injusticias que tenemos como ciudadanos. Supe que muy probablemente a él le estaban haciendo un seguimiento debido a que era una persona que no se quedaba callada, que hablaba, que difundía.
Posteriormente, 30 o 40 minutos después, me llaman y me confirman que tiene muerte cerebral. Esa misma noche me dirijo a la Clínica, me despido de él y él fue extraño porque nos dicen que tiene muerte cerebral, pero no se muere. Cuando yo empiezo a despedirme de él, empiezo a recitar una parte del Libro Tibetano de los Muertos donde le digo que está en un proceso de transición, que tenía que despedirse de mi mamá, y que tenía que ser fuerte, porque había muchas personas que sabían de lo que le había pasado, que había tocado muchos corazones. Él empezó a mover el hombro y volteó los ojos porque quería levantarse.
Cuando llegamos a la Clínica, un familiar de él del lado paterno fue, y le dice a mi hermana que nos estaban recomendando que ya como tenía muerte cerebral, él era muy buen donador de órganos y estábamos en shock. Llamamos al papá, llamamos a mi mamá, el papá dijo que sí, pero mi mamá dijo que no, porque en las creencias de mi hermano él ni siquiera regalaba su ropa, no porque fuera mezquino, sino porque creía que su karma no debía compartirlo, que son cargas que no debía poner a otro a cargarlas, entonces mucho menos sus órganos. Eso permitió que le dieran 12 horas en la UCI y posterior a eso tuviera todos esos días de lucha contra la muerte.
–¿Qué siguió a esa lucha de Lucas durante varios días resistiendo? Porque también él resistió en la clínica.
–Él no llegó al quirófano. Nos dijeron que había que hacerle cirugías, pero, él hacía siete años había tenido un accidente en bicicleta donde se fracturó las primeras tres vértebras cervicales y le tuvieron que poner una platina. Cuando le disparan, la bala choca contra esa platina y no le toca médula, se le inflamó, pero no le tocó la médula. A él le dispararon en el oído también, pero no entró a la cabeza, no hubo ninguna bala que entrara en su cerebro.
El día 9 los internistas nos comunican que Lucas tenía un movimiento perezoso de la pupila, que había mordido dos veces el tubo y que había una posibilidad de que se le hiciera una traqueotomía y alimentarlo por el hígado, y que podría quedar con paraplejia o cuadriplejia, era una probabilidad pequeñita, pero la había, debido a esas reacciones que estaba teniendo. Entonces hubo como un espacio de esperanza en la familia al saber que estaba luchando, que estaba resistiendo y que seguía vivo a pesar de las heridas.
Pero al día siguiente llega un internista que se estaba esperando desde Cúcuta que no había podido llegar antes porque los bloqueos acá no le habían permitido movilizarse desde el primer día hacia la ciudad. Nosotros como familia no entendíamos porqué si había buenos internistas en la ciudad, estaban esperando a este ciudadano. El día que llega nos da un dictamen completamente diferente. Nos dice que no ha movido las pupilas, que siempre han estado dilatadas y nunca tuvo modificación sanguínea desde que llegó a la clínica. Eso nos ha dejado muchas dudas a nosotros como familia, mucha desazón, porque además de todo no nos dieron tiempo para que hubiera una segunda opinión médica para constatar.
“FUE UNA ESTRATEGIA DE TERROR”
–¿Cómo fue el atentado contra Lucas?, ¿lo perfilaron con algún elemento óptico?, ¿qué dijeron las autoridades de este ataque de civiles armados en la oscuridad?
–Aún es materia de investigación. La Fiscalía con el caso de mi hermano está siendo muy juiciosa. Llevan un avance bueno, han hecho una investigación bastante juiciosa, pero en este momento esa información es confidencial. Pero, digamos que basándonos en los videos de la ciudadanía, lo que ha salido a la opinión pública es un ataque sicarial que va de la mano también con el posterior asesinato de un vigilante a los dos días. Como ciudadanos consideramos que es una estrategia de terror que siempre manejan este tipo de gobiernos autoritarios. Cuando vino la Comisión de la Verdad, comenzó una hora después de la hora pactada. Las víctimas hablamos y no había llegado el alcalde de Pereira. Cuando nos fuimos las víctimas, el alcalde llega media hora después. Hasta ahora el alcalde no le ha dado la cara a las víctimas por las decisiones que él determinó y que propiciaron la muerte de mi hermano Lucas Villa y de Héctor Fabio Morales.
–¿Y Héctor Fabio también participaba en la protesta?
–Sí, él era marchante como todos. Él iba a marchar, si tenía la posibilidad de ayudar a alguien lo hacía. Justamente por eso lo confundieron con los enfermeros, porque era un muchacho que participaba y era muy acomedido.
–La Fiscalía investiga, pero los dolientes también lo hacen. ¿Qué han podido detectar ustedes en relación con quiénes están detrás de este crimen, que ocurre en una coyuntura de aparición sujetos civiles armados, muchos de los cuales han estado respaldados por la Policía, como se vio en Cali, por ejemplo?
–Se sabe que hay conversaciones entre empresarios de la ciudad de Pereira donde también se recibe un apoyo por parte de la Policía con esta decisión que toma el alcalde. El día de los hechos no llega el CTI. El día de los hechos, con más o menos cinco CAI entre 150 y 200 metros de distancia (hay uno abajo del viaducto al que tú llegas en tres minutos en una moto, y, además, siendo Policía, te abren paso) nadie llegó.
Había una ambulancia en la zona, y no fue la ambulancia la que recogió a mi hermano, fue un carro particular. Normalmente hay un CAI móvil allí y ese día no estaba, no había acompañamiento policial.
“LA CIUDADANÍA ES ASESINADA POR LA MANO NEGRA DEL GOBIERNO”
–Y había penumbras…
–¿Y quién había ordenado apagar las luces en el viaducto? Y luego, posterior al atentado, vuelven las luces. Justamente en todo el frente donde ocurrieron los hechos hay una cámara que no funcionó esa noche. Una de más o menos cinco que hay a la redonda, porque de los lugares privados también, pero esa que es pública no tenía energía porque el viaducto no tenía. Hubo innumerables videos de seguimiento a mi hermano ese día. Una cosa es que salga uno, pero ese día hubo muchos. Nosotros pensamos que eso hace parte también de un seguimiento que se le hizo a mi hermano, una estrategia para mostrarle a la ciudadanía que esta persona que es tan alegre, que es tan pacífica, también muere. Por eso, días después la gente no salió con la misma intensidad.
–Se cumplió un objetivo de los represores contra el Paro que era generar terror…
–En vista de esos pocos factores que hubo, uno dice, bueno, no estaba la Policía, no estaban las autoridades, permitieron que todo ocurriera, permitieron que las pruebas se perdieran, ¿entonces uno qué piensa?
–¿Y el alcalde jamás se ha referido a este caso?
–Sí, pero se ha referido más como tirando hacia lo que siempre dicen de investigar, de encontrar los culpables del hecho, pero que haya buscado acercarse a la familia por lo menos con nosotros, no. Él dice que se acercó a la familia, pero es que mi hermano tiene un núcleo familiar y una familia con la que nunca ha estado, con la que nunca vivió la mayor parte de su vida, con ellos si se comunicó el alcalde, pero con la familia de él, con la familia que vivió, con la familia que creció, con la que tuvo que aprender, con nosotros, no.
–¿Qué les dijo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?
–Solo escucharon, que es lo más importante, porque ni siquiera las autoridades locales se acercaron a escucharlo a uno. Llegan ciudadanos extranjeros con miras a entender qué pasa adentro y a hacer la labor que debía hacer el Gobierno Nacional de escuchar a las víctimas, de escuchar las quejas, los reclamos. Y, como todos sabemos, es que ellos, en vista de lo que recogieron, saben que la protesta es legítima, que ha habido abusos de la Policía, hacen recomendaciones al Ministerio de Defensa para que suelte a la Policía y el Gobierno se la pase al Ministerio del Interior para que la Policía no tenga vistas de enemigos internos sino de defensa ciudadana y el Gobierno lo niega todo, no acata las recomendaciones y se hacen los de los oídos sordos para no acatar los reclamos de la ciudadanía, que está siendo asesinada por la misma mano negra del Gobierno.
–¿Cómo se vivió la lucha de resistencia de los jóvenes después del asesinato de Lucas? Ha habido muchos detenidos, muchos torturados. Coméntenos sobre eso, que también hace parte de la barbarie ejercida por el régimen de Duque contra el Paro.
–Para nadie es un secreto que el gobierno que nos rige es un gobierno criminal, narcotraficante, eso es una realidad, no podemos taparlo con un dedo. En este momento, debido a que las marchas siguieron a pesar de la represión, empezaron a echar mano de las bandas de microtráfico para hacer presión a la ciudadanía, y como estas bandas y estas personas no tienen responsabilidad ante ninguna institución, también generan ese terror en la ciudadanía para que dejen de expresarse, para que dejen de luchar por sus derechos.
Acá en Pereira se está viviendo algo muy parecido a lo de Cali. La gran diferencia es que Pereira tiene el complejo de doña Florinda, eso lo tiene Pereira. Es un montón de gente con necesidades, con dificultades económicas, pero que tienden a las clases más privilegiadas. Así sepan y sean conscientes, no les importa que están siendo abusados en sus derechos. Entonces ese tipo de pensamiento en Pereira tan arraigado ha dificultado que sea más fuerte la protesta y, sin embargo, es increíble lo que se está viviendo acá, porque sabemos que Cali es más cosmopolita. Bogotá es una ciudad adonde llegan demasiadas personas con diferentes pensamientos, entonces hay una protesta más legítima, más llevada desde adentro. Que empiecen a nacer en esta región ciudadanos que también tienen ese pensamiento, esa lucha y esa resistencia es algo histórico para la región.
En la zona del barrio Cuba, que es la más alejada del centro de Pereira, han ocurrido situaciones de agresiones de la Policía a los ciudadanos, amenazas de muerte, disparos a los ciudadanos, muertos que no son reportados. Es una situación muy parecida a lo que ocurre en Cali, pero que ha sido muy ocultada porque no se ha visibilizado. Hay enfrentamientos y la ciudadanía no lo sabe. Y, casualmente, por las redes sociales no sé si es un logaritmo que han empezado a mover para que no salgan con frecuencia todas estas denuncias videográficas.
“LUCAS ERA ESA REPRESENTACIÓN DE LO QUE ES COLOMBIA”
–Estuvo usted en Cali en Puerto Resistencia. ¿De esa experiencia qué trajo para Pereira? Entiendo que también acá se va a construir colectivamente un monumento a la resistencia.
–Sí, entre los ciudadanos, los jóvenes, los estudiantes, todos determinaron que debía hacerse en el barrio Cuba, porque es el lugar que ha sido más reprimido, en vista también de imitar este mensaje que manda la ciudadanía de Cali con su monumento a la resistencia.
Cuando estuve en Cali fue muy bonito porque esos muchachos tenían todo un sector tomado. Para llegar a Puerto Resistencia tocaba dar una vuelta gigante. Inicialmente, cuando entré, fue un poquito difícil porque obviamente ellos están muy prevenidos. Uno de ellos ya había recibido un balazo, tenía una herida de bala y me contaban que había una mamá que estaba detrás de un escudo y le dispararon con un fusil y la mataron, una mamá con tres hijos.
Uno detrás de un escudo de metal qué se va a imaginar que le van a disparar con un fusil. Cuando llego allá y conozco a los muchachos, son muchachos que protegen los libros, que se pelean por los libros de manera jocosa, en el sentido de que se quieren leer un libro que otro no se ha terminado de leer. Son ciudadanos que buscan el conocimiento, no son pelados, como dicen, “vándalos”, son muchachos que quieren estudiar. Por ejemplo, hay uno que quiere estudiar filosofía, materias que les exploran la mente, que se la expande y ver que en medio de esa fragilidad y de esa sensibilidad humana está también la resistencia y la fortaleza de luchar. Eso lo pude evidenciar allá.
–Finalmente, ¿qué hacer para que el crimen de su hermano y los 80 asesinatos más que se han cometido en contra de los participantes en el Paro no queden en la impunidad?
–Memoria. Que todos tengamos esto en la memoria. Por eso yo como hermana tomé las banderas de Lucas, porque quiero que sea un recuerdo indeleble en los ciudadanos, no solo Lucas Villa, sino que Lucas Villa representa a la comunidad universitaria, al pueblo colombiano, un pueblo que canta, que baila, que se ríe de lo bueno y de lo malo. Lucas era esa representación de lo que es Colombia. Y saber que, así como es Colombia en la cosmogonía, en las vías del universo, ocurrió lo mismo que hacen con los colombianos: los violentan, los asesinan, los callan.
Permanezcamos recordando a todas estas personas que han caído, porque tuvieron en su mente la clara decisión de cambiar el país, porque esto no es de hoy, esto es algo que han vivido las personas en las zonas rurales por más de cien años. Estas guerras siempre han sucedido. La Guerra de los Mil Días, el Bogotazo, la masacre de Las Bananeras. Es la misma repetición, donde los estamentos, cuando hay una revolución de los ciudadanos que buscan derechos, simplemente los asesinan y se nos olvida y vuelve y pasa, y se nos olvida y vuelve y pasa.
Este es el momento de no olvidar para que podamos cambiar y lograr ese país tan hermoso que sabemos que es Colombia, porque la cultura, la ciudadanía es hermosa. No podemos seguir permitiendo que sigan abusando de nosotros unas cuantas familias que han permanecido en el poder.
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