por Gary Martinez
Barranquilla, 20 de Junio de 2.013
¿Y si fracasan los Diálogos de Paz?
Mi viejo dice que en éste país, al que la “noble” oligarquía criolla ha moldeado a su imagen y semejanza, el cretinismo y la lambonería han encontrado un terreno demasiado fértil, basta mirar lo que se dice en los diversos medios de des-información para darse cuenta que es cierto.
La virtud, el mérito, la reflexión, la crítica, la mesura, la responsabilidad en la emisión de juicios son la excepción a la regla y eso que somos un estado “moderno”, qué tal que no…
¡Porque estamos en el siglo XVIII no en el XXI!
Abruma el prejuicio y la ligereza con la que mandan al diablo a la paz, como si se pudiera prescindir de un derecho tan importante con tanta facilidad, como si la hubiésemos conocido para decir que preferimos la guerra.
He intentado escribir algo sobre los diálogos, en materia de propuestas más bien. Leo lo que publican las partes y me viene la incertidumbre debido a la mezquindad del gobierno que a todo le dice que no,reforma agraria, cese bilateral, constituyente, replanteamiento del modelo económico, participación del pueblo en la mesa, etc etc etc y sobre todo, por el silencio que los llamados sectores avanzados guardan sobre el asunto.
Las propuestas de la delegación de paz de las FARC-EP, no encarnan una transformación radical de la estructura del estado colombiano, son en su mayoría, reformas de corte liberal, que permitirían, ahí si, avanzar hacia la cacareada modernidad.
Digamos que es una descripción superficial de lo que acontece allá en La Habana y punto.
Pero, ¿Es que acá en Colombia la paz es irrelevante, no tiene sentido, da igual si se firma o no?
Uno observa y lo digo con todo el respeto, a fuerzas de izquierda (algunas con autoridad política otras no tanto) sacando cálculos desde ya para las elecciones del 2.014, dizque para no desaparecer, ya hay candidatos a todo, inclusive para las del 2.015.
Insisto de nuevo en el respeto, pero ¿No estamos cansados de tantas elecciones? ¿O es que no le adeudan al país un balance sobre la debacle del POLO, para identificar errores y corregirlos? No, es mejor pasar agachado. No estoy diciendo que no son importantes (aclaro, las elecciones), ni me declaro “abstencionista por principios”, creo que es una vía, importante, pero no la principal y explico por qué.
Estoy firmemente convencido que los Diálogos de Paz son el acontecimiento político más importante de la vida nacional, su suerte determinará en buena medida el acontecer del país por varios años.
Creo que antes que hablar de coaliciones político – electorales (más lo último que lo primero) es necesario profundizar en la identificación del momento político y a mi juicio está signado por un clamor inmenso por la paz. Disputémonos por la forma en que vamos a convocar para alcanzar la paz con justicia social y no la paz romana como lo pretende Santos.
Ahí está la apuesta principal, movilizar la opinión, movilizar al pueblo con contundencia para exigir la paz, para que la mesa de diálogos no sea pateada por Santos si sus cálculos político-militares se lo ordenan, sino que por el contrario, el pueblo esté en pie de lucha para decirle al gobierno y al establecimiento que los acuerdos hay que sellarlos, que la paz es un derecho que no está dispuesto a postergar una vez más, porque es el pueblo el principal afectado por la continuidad de la guerra. Demos el paso para resolver las diferencias sin matarnos a tiros y sobre todo, para que la oligarquía no condene a las próximas generaciones a 50 años más de guerra.
Hay que confiar en el pueblo, a él nos debemos a nadie más.
Si se logran los acuerdos, desde luego que no se transformaría al país como se necesita, pero sí se le daría un viraje indescriptible a la lucha política, representaría una apertura política para todos, incluyendo a los que sólo les gusta hacer política mediante elecciones.
Y si la mesa se rompe una vez más, ¿Quiénes serían los damnificados?
¡Todos! Menos la oligarquía que se abocaría a reprimir con mayor dureza las distintas expresiones de izquierda del país, eso no lo duden, ni porque sean rojos, rosados, amarillos, verdes o el color que tengan encima, la doctrina militar es así, no perdona el disenso, así sea el más mínimo.
No crean que porque se escondan, bajen la cabeza o intenten hacerle guiños al establecimiento los va a perdonar, miren a Petro, político audaz y oportunista, de los llamados “demócratas”, cómo lo han vilipendiado, vapuleado y saboteado por decir lo menos, todo porque ha querido cumplir con su programa de gobierno. No nos confundamos, ganar elecciones no es suficiente, se requiere del abono de un espacio político propicio para la discusión y la confrontación ideológica abierta y con respaldo popular, no solamente electoral.
La paz, es un derecho supremo e inexpugnable que no podemos dejar a la suerte de quienes hoy están en la mesa de diálogos, debe ser el conjunto del pueblo, del país nacional del que hablara Gaitán, el que saldrá a las calles a exigir que su culminación conlleve a un acuerdo para la terminación del conflicto y una paz estable y duradera.
Es más difícil montar el burro antes de ensillarlo, primero la paz, luego lo demás.
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