Eran apenas las 8:30 de la mañana del domingo 9 de mayo cuando las ráfagas y las metrallas interrumpieron el desayuno de los habitantes de la vereda El Pajarito, ubicada en el resguardo indígena de Huellas – Caloto, al norte del departamento del Cauca.
“La gente salió como pudo de sus casas y llegamos hasta la escuela para concentrarnos. Algunas personas llegaron con ropa de dormir y apenas hasta el otro día logramos traer ropa para que se cambiaran” afirmó Germán Mestizo, profesor de esta comunidad.
Para subir al resguardo indígena de Tacueyo hay que cruzar varias comunidades indígenas y campesinas. Es por esta vía que transitan las personas para llegar a Caloto, Corinto, Florida y Santander de Quilichao, lugares a los que acude la gente para comercializar sus productos. La gente teme transitar por esta vía porque está ocupada por fuerza pública y guerrilla y en repetidas ocasiones los habitantes han quedado atrapados entre el fuego cruzado.
“Tenemos miedo de volver a nuestras casas y así queramos ir a la finca no podemos porque no sabemos a que hora una pipa de gas o una ráfaga nos quite el sombrero” son las palabras de un comunero.
Son ya tres semanas que los habitantes han soportado con mayor intensidad el sonido de las metrallas, el eco de las explosiones y el ruido de los helicópteros. En los cafetales la cosecha de café se cae, lo que conlleva a pérdidas cuantiosas de recursos económicos. El miedo que acompaña a numerosas madres de familia no han dejado que sus hijos vuelvan a recibir clases en las escuelas y a los animales que hacen parte de su pequeña economía los matan las bombas.
Bombas que le arrebataron la vida al niño Juan Pablo Chicangana en Caldono y a Patricia Noscue y Luz Edit Taquinaz, comuneras del resguardo indígena de Tacueyo. Las mismas que dejaron varios heridos graves, y muchas familias en condición de desplazamiento. Pero pareciera que la vida no importara para los señores de la guerra, es la disputa por el territorio lo que les interesa. Según la guerrilla y el ejército gana esta guerra quien mas bajas produzca.
“La guerrilla mata la gente, porque ellos mataron a mi tía Bety y ahora no la puedo volver a ver más” fueron las palabras de un niño de apenas cuatro años del resguardo indígena de Tacueyo.
“Bety”, era una joven habitante de Tacueyo con apenas 16 años de edad que se encontraba cursando séptimo de bachillerato, pero hace seis meses la guerra le truncó su vida. Desde ese entonces su familia busca respuesta a su muerte, pero el argumento de los victimarios fue que la asesinaron porque ella pertenecía a la red de informantes.
Situaciones como estas son las que deben afrontar muchas familias que son víctimas de este conflicto que vive Colombia. Aunque en varias ocasiones las comunidades indígenas han dicho que no las involucren en esta guerra, su voz no ha sido escuchada pues los actores armados involucran a los niños utilizándolos como informantes y mandaderos. También hacen campañas ideológicas para convencer y reclutar a los menores.
Son estos los territorios convertidos en campos de batalla, pero asimismo son sitios estratégicos para el desarrollo del país. El norte del Cauca representa gran interés para los grupos armados en conflicto y para el narcotráfico por ser una zona de comunicación fácil entre el interior del país, la región de los llanos y el puerto sobre la costa pacífica.
De la misma manera es un lugar donde nacen grandes fuentes hídricas que riegan la producción de caña para el agrocombustible que exporta el país. Además se encuentran grandes reservas naturales vírgenes, yacimientos de oro y grandiosas minas de mármol y de calizas. Por todo esto el norte del Cauca es una zona de gran interés para el desarrollo de la gran empresa y la agroindustria regional.
Hace un año el gobierno nacional entregó la pavimentación de la vía El Palo – Toribio. Estos proyectos que suenan bondadosos para el pueblo, resultan siendo estrategias que el gobierno entrega en concesión al capital transnacional para abrir carreteras en el país, saquear los recursos naturales y obligar al pueblo a pagar su financiación a través de los peajes. Este proyecto vial corresponde a la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana -IIRSA.
El IIRSA surge de una propuesta del Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el FONPLATA.Estos organismos fueron los que años atrás defendieron con más fuerza el ALCA. Tratados comerciales que lo único que buscan es entregar las riquezas del país a manos extranjeras.
y campesinos que durante años construyen día tras día sus proyectos de vida. Con su ejemplo de organización y dignidad han liderado diversas acciones importantes en el país como la “consulta popular frente al Tratado de Libre Comercio”, la “cumbre itinerante de los pueblos”, la “visita por el país que queremos”, la “minga social y comunitaria” y diferentes movilizaciones con sectores populares en donde se ha rechazado las políticas neoliberales que atentan contra la vida y el territorio.
Para los indígenas la tierra hace parte de su existencia, por eso la defienden hasta con su propia vida. El pasado 7 de mayo la comunidad del resguardo de Tacueyo decidió enfrentar a los grupos armados que azotaban con sus combates a toda la población. Subieron a la parte alta de la montaña donde estaba ubicada la guerrilla disparando y le quitaron los cañones que permitían lanzar los tatucos y el material bélico que tenían en su poder. Del mismo modo al siguiente día, mujeres, niños, mayores, guardias indígenas y jóvenes cogieron sus azadones y sus palas para rellenar de tierra los huecos que servían de trincheras al ejército. Estas murallas estaban ubicadas a 15 metros de las casas de los habitantes de la vereda Buenavista del mismo resguardo y junto al acueducto que abastece a tres veredas.
“Nos vamos a tomar los sitios de recreación que nos han invadido los actores armados, ellos dicen que son fuertes porque luchan con armas, pero nosotros estamos armados de valor y con nuestro pensamiento defenderemos lo que es de nosotros, el territorio” dijo un comunero del resguardo de Toribio.
Su organización y su lucha por la autonomía estorban cada vez más a este sistema que quiere exterminar los procesos de resistencia. Por eso es importante fortalecer los espacios de organización ciudadana como las asambleas y los encuentros comunitarios para generar propuestas que respondan a los intereses de los pueblos.
Si una comunidad aislada y olvidada es capaz por sus propios medios de sacar a los violentos que invaden sus territorios, de decirle al mundo que no quieren tratados de libre comercio y de proponer al país una nueva forma de apropiarse de sus derechos constitucionales, entonces todos podemos hacerlo. Lo que hace falta entonces es aprender a escuchar las voces de quienes están resistiendo para compartir y construir el camino juntos. Aprender a sentir y compartir los dolores de todos para comenzar a edificar el país que se origine desde y para todos los pueblos.
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