Por: Jaima Jimenez
Al interior de Colombia Humana, el partido que fundó el presidente Gustavo Petro, ha habido un enorme ajetreo a raíz de la Segunda Asamblea Ordinaria de ese partido que se realizó en Bogotá el 17 y 18 de agosto. Con un desenvolvimiento tortuoso desde su convocatoria, pues hubo dos asambleas, la autodenominada “de las bases”, desarrollada en Codema y la oficial, en la cual participaron el Presidente Petro, congresistas, parlamentarios, delegados, invitados, etc., efectuada en Corferias.
Se hará mención a la Asamblea oficial. Acorde a lo que fragmentariamente llegaba por las redes sociales, hubo momentos de absoluto desorden, de rechifla y saboteo a intervenciones de algunos participantes. La elección de la Junta Coordinadora dejó satisfacción a muchos, sin sabores a otros, esperemos que este organismo encuentre los mecanismos idóneos para garantizar la democracia interna y exterminar aquellas costumbres como que desde Bogotá eligen las listas para participar en las elecciones regionales, o, como que se eligen los puestos en el gobierno acorde a si se está en el círculo de amigos de los altos cargos de la administración y no en la trayectoria y compromiso de quienes ocuparían esos puestos, previa consulta a las bases en las regiones.
Sin duda la intervención estelar fue la del compañero Petro y al respecto se referirán las siguientes líneas, pues sus palabras, sus pausas y silencios dan pistas de la concepción de país que tiene el Presidente de la República.
1.-) Petro ciudadano libre vs Petro colaborador y solidario (organizador)
Su discurso tiene una enorme incoherencia filosófica. ¿Se puede ser ciudadano libre y comprometerse con una organización popular? En principio sí, desde el punto de vista de la libertad que acompaña a cada persona de militar o no en la organización que quiera, pero esa libertad está limitada en el sentido de que debe asumir las conclusiones y tareas que salgan de la deliberación popular, las cuales deberían tener efecto vinculante. Entonces, afirmar, que “he sido en política más un hombre libre que un hombre de partido” (minuto 13:00 y 25:34) es dar a entender que el integrante del partido, movimiento, frente, coalición o como se quiera llamar, no está sujeto a sus decisiones, pues “soy un hombre libre”, “un ciudadano libre” que cumple lo que le da la gana, llega a la hora que le da la gana, sabotea lo que le da la gana, y dirá “soy un hombre libre”, como el Presidente Petro.
La colaboración, la solidaridad, el amor, para que sea eficaz, como diría sacerdote Camilo Torres, requiere de una alta dosis de organización, de disciplina, de trabajo; porque de lo que se trata es de construir una nueva sociedad. El Presidente, en múltiples discursos, incluido este (1:02:20), llama a la organización popular, pero cree que ella brota por generación espontánea. El trabajo de masas tarda años, máxime en nuestro país que carga una pesada carga de desunión y de envidias herencia de los españoles y que, además, pende sobre ella la espada de Damocles del terrorismo de la derecha. Desde el Estado deben erigirse los instrumentos para hilvanar ese universo de organizaciones naturales, de tal forma que se convierta en indestructible red. Ello exige de funcionarios encargados exclusivamente para ello, la organización popular construida solamente en los ratos libres de las personas y financiándose de la plata del mercado es débil y vulnerable.
2.-) Petro vanguardista
Fue enfático en recordar la “voluntad de poder” de su organización, el M-19 (13:20), que ellos sí tenían voluntad de poder, que los otros sólo querían participar. Aunque tangencialmente mencionó a los 5000 muertos de la Unión Patriótica, se le olvida que no es sólo el M-19 quien desde la oposición ha tenido voluntad de poder. Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, asesinados en 1987 y 1990 respectivamente, ¿acaso no tenían voluntad de poder? Los miles de muertos que han caído defendiendo una utopía, sea en la insurgencia o en las organizaciones sociales, ¿carecían de voluntad de poder?
Vale la pena examinar la matriz política del M-19. Fue una organización novedosa, con raíces en el Partido Comunista y las FARC, pues parte de sus fundadores militaron allí. Se “nutrieron de pueblo” apoyando a un partido de pensamiento conservador como la Alianza Nacional Popular (ANAPO), dirigido por un militar que fue un genocida en la “época de la Violencia” (1946-1958), a más de mega corrupto, junto con su hija María Eugenia y su esposo Samuel, eficaz organizador de chulavitas durante la “Violencia”[1].
Organización osada que sobresalió por encima de las otras guerrillas, se propuso proyectos en lo político y en lo militar que se quedaron a mitad de camino. Veamos sus acciones más significativas. El robo de las armas del Cantón Norte en Bogotá (Operación Ballena Azul), un operativo de película ocurrido a finales de 1978 y comienzos de 1979, 7200 armas en poder de la guerrilla, una bofetada a los militares: un gran lote de armas fue recuperado porque el cerebro de la operación desobedeció la orden de abandonar la ciudad y una vez detenido y torturado señaló la caleta principal[2].
La toma de la embajada de República Dominicana en febrero de 1980, espectacular acción en la que se tomaron 16 embajadores como rehenes a cambio de la libertad de un grueso número de presos políticos. No salió un solo prisionero, a cambio tuvieron una enorme publicidad, una gruesa suma de dinero y el traslado de los participantes del operativo a Cuba.
Luego, en 1981, un nutrido grupo de guerrilleros que vino de Cuba quiso incursionar en Colombia. Olvidando la máxima guevarista de que “una guerrilla sin el apoyo de las masas es el preludio de un desastre inevitable”, quisieron llegar al eje cafetero por el Chocó y fueron aniquilados; similar ocurrió por Nariño y el frente del Caquetá se fue diluyendo.
Un proceso de paz en 1984, que fue incumplido por las élites políticas y militares, quiso ser reconducido a partir de la Toma del Palacio de Justicia en Bogotá, en noviembre de 1985. Que las altas cortes juzgaran al presidente Belisario Betancur, teniendo sus magistrados la presencia de las armas en sus tribunales, violaba lo más sagrado de un juez: su independencia. Además, que el presidente de la Corte Suprema no era el embajador de Estados Unidos, es decir, en el máximo recinto de la justicia colombiana no se iba a repetir lo ocurrido en la embajada dominicana cinco años antes. El holocausto del Palacio de Justicia significó un punto de quiebre en el conflicto colombiano, las élites fueron conscientes de su vulnerabilidad y decidieron que había que quitarle el agua al pez como fórmula efectiva para aniquilar la insurgencia en Colombia: se dio paso al Terrorismo de Estado.
Luego de la tragedia del Palacio de Justicia el M-19 lideró una gran iniciativa internacionalista: el Batallón América. Compuesto por militantes de diferentes organizaciones nacionales y extranjeras, 420 combatientes se congregaron desde diciembre de 1985 y desarrollaron una campaña admirable en el Cauca, varios pueblos escucharon sus arengas y sus fusiles, llegaron incluso al barrio Pance de Cali. Pero las bajas fueron ostensibles, la logística para tan enorme fuerza no era sencilla, el Batallón América se fue desvaneciendo[3].
Después vino la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), que tuvo como antesala la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG). En una cumbre de comandantes de la CNG realizada en La Habana a fines de 1986, Carlos Pizarro propone una ambiciosa propuesta de negociación al gobierno de Barco, pero el resto de organizaciones no estuvieron de acuerdo, planteó Pizarro que ellos se irían solos a liderar esa iniciativa: el espíritu unitario quedó lesionado. Tiempo después se funda la CGSB en 1987, durante la I y II Cumbres efectuadas se aprueba seguir un libreto similar en torno a propuestas estratégicas, incluso algunos operativos militares se reivindicaban a nombre de la CGSB, pero a dos meses de haber concluido la II Cumbre, el M-19 secuestra a Álvaro Gómez Hurtado en Bogotá el 29 de mayo de 1988. Gómez fue el intermediario perfecto para una propuesta de paz del el M-19, que incluyó la receta de la élite: concentración, desmovilización y desarme del grupo rebelde[4].
El M-19 tiene en su haber una dosis de osadía y creatividad que ninguna guerrilla ha tenido en Colombia y también una porción de superficialidad e irresponsabilidad con los actos del Palacio de Justicia, pues desencadenaron una respuesta que posteriormente había que encarar con más osadía, creatividad, valor y apoyándose en el resto de organizaciones guerrilleras. No lo hicieron así. Se pudieron fusionar a la FARC o al ELN, pero no, prefirieron arrancar de primeros a una negociación: no podían más, desde 1986 sabían que estaban derrotados.
La lucha armada revolucionaria no empezó en 1974, con la fundación del M-19, ni terminó en 1990 cuando se rindieron oficialmente y entregaron las armas. Esta organización dejó de combatir, creyó en la paz, mientras decenas de miles de colombianos eran masacrados de la forma más dantesca, la polarización tan brutal que ellos contribuyeron a desencadenar fue denunciada por ellos en los escenarios legislativos, casi al final de tan macabra época, los autores intelectuales de tales crímenes siguen impunes.
A las FARC les alcanzó el aire por más de 25 años más, el ELN, con todo y sus incongruencias, aún se mantiene: un toque de modestia y respeto por los que han transitado tan difíciles caminos vendría muy bien a la unidad nacional.
3.-) Petro mesiánico: “la izquierda, realmente, nunca me apoyó”
En un enérgico llamado de atención a los militantes que tienen disputas en las regiones, Petro los comparó con caballos que corren en una competencia hípica impulsados por su egolatría, dijo que así no se construía liderazgo y sentenció: “Yo soy una demostración de liderazgo político, no usé partidos políticos, la izquierda realmente nunca me apoyó […] estuve solo con el pueblo y con unos equipos que quedaron de la política…” (39:14 a 39:40). Fatal. O sea que el Pacto Histórico, coalición de partidos, o son de derecha o no lo apoyaron. La Unión Patriótica–Partido Comunista, Polo Democrático Alternativo, Alianza Democrática Amplia, Movimiento Alternativo Indígena y Social, Partido del Trabajo de Colombia, Unida y Todos Somos Colombia, entre otros, deben estar bastante pensativos.
No recuerda nuestro presidente que representó al Polo Democrático Alternativo en las elecciones presidenciales de 2010, obteniendo un millón cuatrocientos mil votos: pero “la izquierda nunca lo apoyó”.
Liderazgo político o popular es una cosa, organizar al pueblo es otra. El M-19 en su trashumancia guerrillera no aprendió a organizar comunidades. El Partido Comunista Colombiano, las FARC, incluso el ELN, saben bastante de eso de organizar al pueblo…
4.-) Petro necesita un intelectual orgánico que diseñe las estrategias del Estado
Desde afuera del gobierno se percibe como que este se gestiona a partir de círculos de amigos, de si se es más o menos amigo del Presidente o de determinado cargo público. Eso tiene dos problemas. Uno, que los amigos tienden a decirle al superior lo que él quiere oír y el otro, que en momentos de crisis la amistad sucumbe al sálvese quien pueda.
“Según Gramsci eran intelectuales todos los que intervenían en el diseño y organización de las políticas públicas del Estado”. Y deben ser orgánicos en la medida que deben estar organizados para que sus aportes lleguen oportunamente al lugar adecuado. El intelectual orgánico debe ser como el espejo, que nunca le miente al que está en frente y como su sombra, que nunca lo abandona.
Un progresismo auténtico tiende inexorablemente a la izquierda, porque si no lo hace así, máxime en Colombia, caerá en manos de los verdugos del pueblo colombiano.
5.-) Petro injerencista le hace juego al Imperio y a la derecha internacional
Si bien el tema de Venezuela no se tocó en su discurso, es algo trascendental. Petro proponiendo un Frente Nacional (alternancia de partidos por un determinado tiempo) y que se repitan elecciones en Venezuela. Se le olvida al Presidente que el Frente Nacional colombiano dio origen al M-19, en la medida que el fraude electoral de 1970 fue uno de los motores que impulso a esta insurgencia. Ahora, sugerir que se repitan elecciones, es desconocer que el vecino país tiene instituciones que saben contar votos y tiene jueces que dirimen las diferencias.
Las anteriores recomendaciones han sido una salida equivocada en política exterior, ha dejado muy maltrecha la excelente imagen que el Presidente tenía a nivel internacional.
[1] Se recomienda el texto de Alberto Donadio y Silvia Galvis: EL JEFE SUPREMO: Rojas Pinilla en la Violencia y el poder.
[2] Se recomienda el trabajo de Hollman Morris: Operación Ballena Azul. Está en Internet en formato pdf.
[3] Villamizar, Darío. Las guerrillas en Colombia. Bogotá: Debate, 2017. Pgs. 517-521
[4] Villamizar, Idem. Pgs. 529, 532-558
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