Desde el primer capitulo, el profesor Estrada Álvarez en un riguroso análisis va desentrañando el desarrollo dinámico y uniendo en categorías superiores y sintéticas los elementos esenciales económicos y políticos impuestos por el Proyecto Dominante durante los últimos treinta años de la historia de la sociedad colombiana. Los siete rasgos que él presenta en las páginas 16 a 20 de su libro, y que desarrollará minuciosamente con datos empíricos a lo largo de su ensayo, sobrepasan en mucho los folletines “teoricistas y filosóficos sobre el Imperio y el Imperialismo”, hasta constituirse en una obra militante y práctica, en un invaluable manifiesto de acción sobre el oscuro futuro de Colombia.
Presenta así su experiencia el Profesor Estrada Álvarez:
“Primero; se presenció la crisis terminal del régimen de acumulación basado en la Industrialización dirigida por el Estado, se inició la transición y, posteriormente se asistió a la consolidación del régimen de acumulación (de capital) flexible y de Financiarización. En la instauración de dicho régimen, las políticas de reforma estructural del llamado consenso de Washington, inspiradas en la teoría e ideología del neoliberalismo, han ocupado un lugar central. El nuevo régimen ha venido produciendo una nueva especialidad capitalista y una trasformación del paisaje social, sustentado en el despliegue de nuevas y múltiples formas de acumulación y en la ACTIVACIÓN INUSITADA de la Violencia capitalista. Su rasgo esencial ha sido la acumulación por desposesión.
Segundo, se han acentuado las formas depredadoras de la reproducción capitalista, afectando en forma creciente las condiciones generales socio-ambientales de la reproducción de la formación socioeconómica. El capitalismo neoliberal ha impuesto su desenfrenado afán de lucro y sus demandas por una mayor rentabilidad capitalista a través de una relación destructiva con la naturaleza y con el conjunto de relaciones sociales constituidas en torno a ella. Estas configuraciones depredadoras se han acentuado durante el último periodo si se consideran las tendencias recientes de la acumulación capitalista en Minería. Hidrocarburos. Agrocombustibles.Megaproyectos infraestructurales y en general, el alistamiento del territorio nacional para este propósito.
Tercero, se concurrió a la crisis del régimen político de “democracia restringida del Frente Nacional” y a una reconducción del Proyecto Hegemónico con base en el diseño institucional a través del proceso constituyente de 1991 de un régimen de “democracia participativa sellado sobre los acuerdos de paz y desmovilización de sectores derrotados de la guerrilla y el exterminio de la oposición política y social, y el tratamiento pendular -entre dialogo y confrontación abierta- al conflicto social armado. Durante la última década se ha asistido a la consolidación de un régimen autoritario en la forma de un Estado Policivo, expresivo de una militarización generalizada e incremental del Proyecto Hegemónico. Todo ello acompañado de la entronización de configuraciones criminales y mafiosas en la estructuración del régimen político
Cuarto, se ha asistido al desarrollo de nuevas de inserción de la formación socioeconómica en el capitalismo transnacional que acentúan la relación de dependencia económica, política, militar y sociocultural frente al imperialismo. Tales formas se sustentan en la imposición, por parte del bloque dominante de poder, de una política de abandono total del principio de soberanía, que propicia y estimula procesos de transnacionalización y desnacionalización por diversas vías y mediante variados mecanismos. La expresión extrema de tal política se encuentra por un lado, en la producción de gradual y no concluida de un régimen jurídicos económico que bien puede definirse como “orden de los derechos del capital transnacional” Y por otro, en la disposición del territorio nacional para la estrategia de control, ingerencia y eventual directa del imperialismo estadounidense en America Latinoamérica mediante la instalación de bases militares estadounidenses.
Quinto, se ha acudido a la imposición de una lógica sociocultural basada en valores genuinamente capitalistas, que se han incorporado en las prácticas cotidianas y en las subjetividades: Egoísmo. Competencia. Productivismo. Meritocracia, .han devenido en principios “éticos” de la nueva ase capitalista, que se unen a las tradicionales del clientelismo y la corrupción y a las nuevas generadas por la “cultura del narcotráfico”, todas ellas reproducidas ahora socialmente. El proyecto hegemónico descansa sobre la pretensión de quebrar toda expresión de cooperación y solidaridad. También sobre el ensanchamiento de una suerte de “fascismo social” expresivo precisamente en de la militarización generalizada de la estrategia política-económica y sociocultural en curso y del desarrollo de nuevas formas de control social.
Sexto, se ha producido un cambio en el balance de poder de clase. El bloque dominante, que también ha sufrido modificaciones en su conformación y en la correlación interna de sus fuerzas ha logrado consolidar y afianzar su proyecto, conjugando el ejercicio de la democracia procedimental y de la legalidad burguesa con el consentimiento y promoción de la “parainstitucionalidad y de la violencia paramilitar” El producto histórico de esa conjugación ha sido la desestructuración de la clase obrera, del movimiento social y popular, así como de las diversas expresiones de organizativas políticas y sociales. Así mismo la fragmentación de la resistencia y la desarticulación en la difícil construcción de alternativas políticas. Pese a que se ha logrado una relativa cohesión en el bloque de poder, la posibilidad de un proyecto hegemónico y de dominación de largo plazo no parece suficiente estable. Sus flancos débiles se encuentran en la persistencia del conflicto social armado, en los reiterados y valientes esfuerzos de reconstrucción de la resistencia y en la alternativa, y en la fragilidad implícita de un proyecto que combina el discurso democrático con la ilegalidad y el crimen.
Séptimo, las transformaciones capitalistas de las últimas décadas han traído como consecuencia un cambio en la naturaleza del conflicto social y armado. Contrario a estudios especializados u opiniones de analistas que concentran sus miradas en una perspectiva meramente militar o en expresiones de deseo y que son concluyentes en la no historicidad y obsolescencia de ese conflicto; puede afirmarse que las dinámicas de la acumulación capitalista, especialmente su lógica territorial, así como las preocupaciones de un proyecto de hegemonía imperialista en América Latina de largo plazo, han determinado –sin proponérselo- modificando y reasignando los alcances de esa expresión de lucha. De una cierta marginalidad en la fase capitalista anterior, la cuestión armada se encuentra en la actualidad en el corazón de las nuevas conflictividades. Trasciende el espacio local y adquiere dimensiones transnacionales.
Todas estas transformaciones, vistas en su conjunto, se han acompañado de la puesta en escena de lo que bien pudiera considerarse como la gran trasformación de las últimas dos décadas: Una profunda reorganización de las relaciones de propiedad. Durante este periodo se desató un nuevo ciclo de concentración y centralización de la riqueza y de la propiedad, se acentuó la naturaleza capitalista privada y transnacional al tiempo que se produjo” la más grande expropiación de nuestra historia. A los trabajadores se les despojó de gran parte de su ingreso, a los campesinos, a los indígenas, y los negros de la tierra del territorio y a la sociedad en su conjunto de bienes públicos y comunales. El capitalismo se exhibido en forma descarnada, violenta, tal y como es, chorreando sangre, depredador y profundamente inhumano…La historia reciente del país se condensa en una santísima trinidad expresiva de un único proceso: “acumulación por desposesión, nueva especialidad capitalista y neoliberalización” (1)
(1) Estrada Álvarez Jairo. Derechos del Capital. Universidad Nacional de Colombia. Sede Bogotá .Junio 2010. Páginas 16 a 20.
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