Por: Pablo Jefré Leal
En una estrategia destinada a adelantarse a la pretensión boliviana de emplazar a Chile, en la Corte Internacional de Justicia de La Haya – CIJH – por las denominadas Aguas del Silala, el gobierno chileno, decidió ser el primero en dar un golpe jurídico y demandó a Bolivia.
Así, el gobierno de Michelle Bachelet, gana el quien vive al gobierno de Evo Morales, quien ya, el pasado mes de marzo, había anunciado que volvería a llevar a Chile a los tribunales internacionales. La mandataria chilena, en la mañana del lunes 6 de junio, declaró que su gobierno solicitaría a la CIJH, que se defina la naturaleza de las aguas del Silala, consideradas por Chile como un Rio de curso Internacional y por Bolivia como un Manantial. Recordemos que ambos países ya se enfrentan en la CIJH, tras la presentación de Bolivia el año 2013, para exigir a Chile que se siente a negociar con buena voluntad y seriamente una salida soberana al Pacífico para la nación boliviana, perdida en la guerra que enfrentó a ambos pueblos entre los años 1879-1881.
TU DEMANDA Y OTRA MÁS
La mandataria chilena señaló que “Nuestro canciller informará al país que hemos decidido demandar a Bolivia ya que ellos insisten que el Silala son aguas de un manantial. Nosotros sostenemos que es un río de internacional. La demanda es para pedir que la Corte se pronuncie sobre si es un río internacional como decimos nosotros. Hemos decidido tomar la iniciativa ya que creemos que en este sentido han existido muchas acusaciones”. El informe del canciller chileno, Heraldo Muñoz vino a los pocos minutos de terminada la entrevista de la presidenta Bachelet “Chile no puede permanecer pasivo frente a la conducta del gobierno de Bolivia. Por instrucción de la Presidenta de la república a esta misma hora en La Haya, la Directora de la Dirección de Fronteras y Límites de la cancillería, Ximena Fuentes, ha hecho entrega al Secretario de la Corte la solicitud de la demanda chilena, para que se determine si el Río Silala es un Río Internacional” afirmó el canciller chileno.
La demanda chilena, según expresó Heraldo Muñoz se fundamenta en cinco puntos: “solicitamos a la CIJH que decida si el Río Silala es un curso de agua internacional, cuyo uso se encuentra regido por el derecho internacional. Segundo, nuestro país tiene derecho a un uso equitativo y razonable de las aguas del Río Silala conforme al derecho internacional. Tercero, bajo el estándar de uso equitativo y razonable, Chile tiene derecho al uso que actualmente hace de las aguas del Río Silala. Cuarto, Bolivia tiene la obligación de tomar todas las medidas adecuadas, para prevenir y controlar la contaminación y otras formas de daño a Chile, resultante de sus actividades en las cercanías del Río Silala y quinto, Bolivia tiene la obligación de cooperar con Chile y notificarle, oportunamente, de medidas que haya planificado y que puedan tener un efecto adverso en los recursos hídricos compartidos, de intercambiar ante decentes e información y de conducir, cuando sea apropiado un estudio de impacto ambiental, para permitir a Chile, evaluar los posibles efectos de estas medidas”. Como en el juego del Póquer, Chile le ha dicho a Bolivia, tu demanda y otra más.
El pasado 26 de marzo el presidente boliviano, en una visita efectuada al Cantón Quetena, en el marco de la inauguración de un conjunto habitacional, anunció que su gobierno presentaría una demanda contra Chile por “el uso abusivo de las aguas del Silala” . Como respuesta a esa declaración, el canciller Chileno, Heraldo Muñoz, señaló que “no importa cuántas demandas interponga Bolivia en tribunales internacionales, Chile no cederá territorio soberano. Que se entienda bien, vamos a defender nuestros intereses nacionales con todo. Si se materializa una demanda respecto al uso de las aguas del río Silala, en cualquier momento Chile va a contrademandar a Bolivia”. El gobierno chileno no esperó la acción bolivina y decidió cambiar su crónico comportamiento reactivo. Exigido en ello por la necesidad de nuclear un apoyo político transversal a un gobierno alicaído, golpeado por hechos de corrupción y el descrédito de la política a los niveles más bajos de su historia.
De esta forma, la histórica pretensión chilena, respecto a que no existen diferendos con nuestros vecinos cae por su propio peso. Así se visualiza, que las fuertes presiones que sufre el gobierno de Michelle Bachelet, con una administración que transita por una de las peores crisis política e institucional desde el retorno de la democracia en Chile el año 1990. Desde Bolivia, en una vuelta de mano esperada, se analiza esta decisión del gobierno de la Nueva Mayoría de acudir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, como reflejo de la idea de tener válvulas de escape de un mandato de gobierno que no remonta en sus índices de apoyo.
Adelantándome a la crítica de este argumento, por aquellos comentaristas dotados de mayores niveles de chauvinismo surgen las interrogantes ¿No es así como suele entender la diplomacia y los políticos chilenos los argumentos de Bolivia referidos a nuestro país? ¿El asignar a las dificultades internas las demandas y reivindicaciones ante organismos internacionales? Chile ha puesto en marcha una operación diplomática destinada: primero, presentar su demanda antes que Bolivia ante la CIJH. Segundo, poner así en el tapete de la discusión jurídica internacional, el tema del uso y disfrute de las aguas del Silala y su definición. Conceptualización necesaria, porque dependiendo de la manera del cómo se le considere: un manantial, agua de bofedales o un Río de curso internacional, se signará la valoración que se tiene de ese curso de agua, con implicancias históricas, jurídicas, con derechos y obligaciones amparadas por las leyes internacionales.
El gobierno boliviano señala que el Silala, es un manantial surgido de 94 ojos de agua, que no forma ningún flujo o curso que discurra a algún sitio determinado. Situadas en el cantón Quetena, entre los puntos de límite del Tratado de Paz firmado entre Bolivia y Chile a 5 kilómetros de la frontera con Chile. Consiste en un afloramiento de aguas subterráneas, que forman vertientes con un caudal promedio de 7 litros de agua por segundo y que tiene un sistema de canalización construido hace más de un siglo por la compañía Inglesa The Antofagasta and Bolivian Railway Company – hoy llamada Ferrocarril Antofagasta Chile – propiedad de la multimillonaria Familia chilena de origen croata: Los Luksic.
Familia que se encuentra entra las 100 más ricas del mundo y cuyas raíces también se hunden en Bolivia, nada menos que con Eduardo Abaroa Hidalgo, considerado el principal héroe boliviano en la lucha para detener la invasión chilena del litoral perdido en la Guerra que los enfrentó en la segunda mitad del siglo XIX. Familia Luksic que además fue dueña, hasta el año 2015 de Aguas Antofagasta, lo que implicó redes de alianza tejidas con los gobiernos chilenos, ya sea en materias de privatización de las sanitarias y al mismo tiempo garantizar la defensa del suministro de agua desde los manantiales del Silala, utilizado también para sus inversiones mineras.
La mencionada empresa The Antofagasta and Bolivian Railway Company se adjudicó el uso y aprovechamiento de las aguas el año 1908. Principalmente para abastecimiento de poblaciones del sector, riego, suministro de agua a las locomotoras de vapor, como también para abastecer a las faenas mineras. Según consigna la historiografía boliviana, la Prefectura de Potosí autorizó a la empresa anglo chilena la construcción de canales para el suministro de las aguas de los manantiales pero cuando la empresa cambió la maquinaria por motores diesel, transfirió, unilateralmente el uso de las aguas a Chile. En junio del año 1997, el gobierno boliviano, bajo Gonzalo Sánchez de Losada revocó la concesión al considerar que las aguas del Silala no eran usadas para los fines originalmente establecidos.
EL AGUA COMO FUENTE DE CONFLICTO
Las aguas del Silala, en la actualidad, son recolectadas en un estanque ubicado a 20 metros de la frontera en territorio chileno, donde es concentrada y tratada. 8 kilómetros más abajo existe una represa donde se almacenan las aguas y llevada mediante cañerías para surtir del preciado elemento a las ciudades y pueblos chilenos de Calama, Chuquicamata, Antofagasta, Mejillones y Tocopilla. Para el gobierno boliviano, el Silala nace y discurre en territorio boliviano, por tanto se debe pagar por ese disfrute. Como parte de una política de cambiar esa percepción y práctica de debilidad, el gobierno boliviano comenzó una lenta campaña destinada a mejorar las condiciones de habitabilidad y uso de las aguas del Silala. Instalando, por ejemplo, en el año 2013 una empresa de cultivos de truchas, al mismo tiempo que un puesto militar avanzado en la zona.
Señalaba en un trabajo anterior, a propósito de la disputa ad eternum entre nuestros países, ya sea por el acceso soberano al Pacífico, la instalación de bases militares o el uso de aguas como el Silala, que este tema ha estado presente permanentemente Incluso existen documentos que avalan los compromisos de acuerdo, como fue el caso del denominado preacuerdo de 2009, cuando el gobierno chileno asumió el compromiso de pagar por el 50% de las aguas del Silala y que Bolivia ha presentado como la base fundamental para sustentar la demanda – a esta altura la defensa – ante la CIJH por lo que considera el uso ilegal del recurso hídrico de los manantiales que fluyen en su territorio.
Para el Ministro de Autonomias de la nación boliviana, Hugo Siles “El acuerdo de 2009 es un reconocimiento tácito, un reconocimiento material de Chile a pagar una deuda por concepto de consumo de usufructo de agua. Ese acuerdo es la base fundamental para poder demostrar que hay un tema irresuelto y pendiente que no ha tenido solución” según señaló este alto funcionario. Fueron los actuales gobernantes Evo Morales, de Bolivia, y Michelle Bachelet, de Chile, quienes al término de sus primeros mandatos, en noviembre de 2009 rubricaron un acuerdo inicial mediante el cual Chile se comprometió al pago del 50% del recurso hídrico hasta la realización de un estudio por el que Bolivia buscaba el pago del 100%. El 50%, según el Gobierno, equivalía al pago de us$ 15.000 diarios. Dirigentes cívicos de Potosí rechazaron el entendimiento tras considerarlo insuficiente y el acuerdo no se llevó a la práctica.
En una conversación sostenida con el ex Ministro de Hidrocarburos bajo el primer mandato del presidente Evo Morales, el periodista y ex diplomatico Andrés Soliz Rada un lustro atrás, este señaló en forma clarificadora, que el tema de la disputa por las aguas del Silala iba a adquirir enorme relevancia entre Chile y Bolivia “porque el problema es tan lesivo para Bolivia que aún si se tratara de un Río internacional, nada explica que Chile use de manera gratuita y excluyente el total de las aguas del Quetena. Aún en la anterior hipótesis, Bolivia tiene el derecho de propiedad del 50 % de esas aguas. Pero, además, esos manantiales están ubicados en una de las regiones más secas del planeta, donde no llueve casi nunca, razón por la que la acepción de Rio no corresponde. Se trata más bien de aguas fósiles, que afloran por cambios de temperatura. Si fuera Río internacional, ¿por qué Chile no canaliza los manantiales en su propio territorio? ¿Por qué realizó obras de mampostería en suelo boliviano para poder trasladarlas y realizar, también en suelo boliviano, permanentes tareas de mantenimiento de los canales artificiales?…La debilidad de Bolivia, sale a relucir al comprobarse que es incapaz de instalar una hidroélectrica, una embotelladora de agua potable o desarrollar cultivos de quinua o cría de camélidos. Mientras Bolivia no utilice en su territorio, por lo menos la mitad de esas aguas, no modificará su debilidad negociadora”
Chile requerirá de más gas y de agua, dos elementos que Bolivia tiene de sobra y que se necesita con urgencia para la sedienta industria minera del norte chileno y lógicamente para su población. No es casual que los analistas políticos internacionales signen el problema del agua como una de las principales fuentes de conflicto en la actualidad, en gran parte de los continentes. Chile necesita urgentemente mantener abastecidas de agua todas sus ciudades, ubicadas en el desierto más árido del mundo, como es el Atacama. La geopolítica chilena tiene focalizada, sin distinción de partidos políticos, su atención hídrica en el uso de las aguas del Silala, por sus características inigualables: ser potable, limpia y no necesitar tratamiento químico o biológico importante, como también porque se inscribe en las nuevas orientaciones que los pensamientos centrados en el geopoder suelen analizar.
Hoy, tras 135 años del término de la Guerra que enfrentó a nuestros pueblos, nada indica que nuestros desencuentros acaben de una vez: acceso soberano al mar, temas fronterizos, uso de aguas sean estas de curso internacional o manantiales. Bases militares, enclaves o puestos de avanzada. Cada uno de eso puntos muestra que nuestras relaciones siguen turbias y que se requiere un cambio efectivo, que supere odiosidades, resquemores, palabras altisonantes, agresivas o descalificatorias. El Occidente boliviano, el norte chileno y el sur peruano se necesitan, como el sediento requiere el agua, sin pensar si es de un Río o de un manantia.
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