Katu Arkonada
Con un día de retraso sobre el calendario de trabajo previsto, terminó la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP18) de Doha. Los equipos de los gobiernos miembros de Naciones Unidas habían estado negociando desde el 26 de noviembre tratando de lograr un acuerdo que garantizase la prolongación del Protocolo de Kioto (ratificado por 187 países ONU con las excepciones de Estados Unidos y Canadá) que expiraba a finales de 2012.
No sabemos si fue casualidad o causalidad que la COP18 se realizara en Qatar, el mayor emisor de gases de efecto invernadero per capita del mundo, ni que la próxima COP19 se vaya a realizar en noviembre de 2013 en Polonia, uno de los países más contaminantes de la Unión Europea.
En cualquier caso el principal acuerdo de esta Cumbre de Naciones Unidas ha sido el acuerdo por un segundo periodo del Protocolo de Kioto hasta 2020 en el que no estarán incluidos por supuesto Estados Unidos y Canadá, pero tampoco Rusia o Japón.
Posición de Bolivia
El equipo negociador boliviano, conformado por delegados de la Unidad de la Madre Tierra y Agua de la Canciller boliviana, y con Rene Orellana, delegado presidencial, como jefe negociador, sabiendo que no podía salir ningún buen acuerdo de Doha, ha tenido entre sus principales prioridades el que los países que se habían salido del Protocolo de Kioto o no estaban dispuestos a firmar el segundo periodo de compromisos, no tuvieran acceso a los llamados mecanismos de flexibilidad, que son básicamente transferencias de emisiones y reducciones de emisiones legales reguladas por Kioto con un sistema riguroso, entre los cuales se incluyen los proyectos del llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), es decir, la mitigación del cambio climático ligada a los mercados económicos y financieros internacionales.
Estos MDL basados en los mercados de carbono que promueven la mercantilización de la naturaleza han sido siempre un objetivo de países como Estados Unidos, Canadá, Rusia, Japón o Nueva Zelanda que después del paquete de acuerdos de Doha al no firmarlo tampoco van a poder comprar créditos de carbono quedándose en un fuera de juego que solo les deja dos salidas, o la reducción domestica de emisiones de carbono, o promover un mercado de carbono basada en la compra de créditos bilaterales obviamente ilegal que será denunciada por el Estado Plurinacional de Bolivia junto al resto de países del ALBA.
Los países del Norte capitalista que pudieron industrializarse a costa del saqueo de los pueblos y las riquezas naturales del Sur querían introducir como parte de los mercados de carbono el carry over, es decir, 11 Gigatoneladas de carbono equivalentes a una cuarta parte de las emisiones máximas permitidas para no superar los 2°C de calentamiento global, y es algo que también se ha logrado paralizar en el texto final junto con la apertura de nuevos mercados de carbono que no eran parte del Protocolo de Kioto.
Todo lo anterior no quiere decir que no va a haber nuevos mecanismos de mercado, pero si que al menos se ha podido paralizar su puesta en marcha durante todo el 2013, tregua que permite a los gobiernos aliados, pueblos del mundo, movimientos sociales y organizaciones indígenas un año entero para sentarse y articular una respuesta a la mercantilización de la naturaleza.
En esa misma dirección debemos subrayartambién que se ha conseguido abrir en Doha un programa de trabajo para desarrollar enfoques no basados en el mercado desde donde se empezara a desarrollar el mecanismo conjunto de mitigación y adaptación para el manejo integral y sustentable de bosques. Programa que además va a considerar como se desarrolla este enfoque de no mercado en el capitulo de reducción de emisiones sobre deforestación y degradación forestal, lo cual nos permite afirmar que se ha dado un paso firme para construir un instrumento alternativo a REDD+.
Otra pequeña victoria es que la concepción boliviana de Madre Tierra o el derecho al acceso equitativo al desarrollo han entrado en el documento final en el capitulo de Visión Compartida pese a la feroz oposición de los Estados Unidos que presentaron una interpretación propia a ese párrafo. La Unión Europea permaneció callada debido a que Bolivia contaba con el apoyo del recientemente constituido Grupo de Afinidad, o Like-Minded Group, conformado por países en desarrollo que son actualmente parte del G77+China, países entre los que destacan Argentina, Argelia, China, Cuba, Malasia, Mali, Congo, Dominica, Ecuador, Egipto, El Salvador, India, Irán, Irak, Kuwait, Malasia, Mali, Nicaragua, Pakistán, Filipinas, Arabia Saudita, Sri Lanka, Sudan, Tailandia o Venezuela.
Sombras
Obviamente lo anterior se trata de pequeñas luces de resistencia dentro de una lectura geopolítica internacional, pero hay muchas sombras que no podemos dejar de mencionar.
El principal problema es que la reducción de emisiones que Bolivia pedía fuese de entre el 40 y 50% ha quedado en un difuso por amplio 24% a 40%, reducción para la que además no se asegura el financiamiento del Norte al Sur debido a la crisis global que afecta especialmente a Estados Unidos y la Unión Europea.
El otro gran punto negro de estas negociaciones multilaterales en Cambio Climático es que el Norte sigue impidiendo que el Comité de Tecnología tenga la competencia de remover las barreras que impiden el acceso a tecnología, derechos de propiedad intelectual (IPR por su sigla en ingles, Licencias y Patentes. Mientras no se de una transferencia de tecnología, el Sur seguirá en condiciones muy desiguales para hacer frente al cambio climático.
Oportunidades
La línea de negociación del Estado Plurinacional de Bolivia, que ya fue puesta en marcha en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de Rio+20, es clara. Se trata de ir generando consensos políticos en el ALBA y el G77+China, no censurar todo el documento dejando que de manera significativa sean Estados Unidos y Rusia los que están en contra, e ir introduciendo pequeños avances de cara a ir generando una situación mas favorable en los ámbitos diplomáticos de negociación multilateral.
No podemos considerar una victoria el que se siga permitiendo por parte del Norte el calentamiento del planeta, pero si hay que ver esta estrategia de generar alianzas y coaliciones como un pequeño paso que debe permitirnos expandir esta estrategia a otros escenarios internacionales.
Se ha conseguido un respiro en la lucha contra los mercados de carbono. Ahora, los gobiernos aliados, pueblos y movimiento sociales del mundo debemos aprovechar esta pequeña pausa y ver una ventana de oportunidad en este escenario, debemos sentarnos y comenzar a articular y fortalecer alianzas que permitan hacer frente a la noción mercantilista que tiene el Norte capitalista de la naturaleza. Debemos comenzar la construcción de una agenda política Sur Sur, diseñando nuestros propios instrumentos de cooperación Sur Sur, de manera que la voz de los pueblos y movimientos este presente cada vez con más fuerza en los escenarios de negociación multilateral.
Katu Arkonada. ÁreaPolítica de la Universidad y Fundación de la Cordillera http://www.ucordillera.edu.bo
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