Por: Itxaco Arias
Hoy más que nunca, es necesario prepararse para el fragor de la batalla electoral que viene, analizando las formas en las que se puede seguir dando sentido y contenido político a la lucha por la igualdad, así como estando atentas a los nuevos liderazgos de mujeres y los mensajes que nos envían, en la actual coyuntura política que vivimos en el país.
Como es sabido el feminismo es una teoría política, un movimiento social y una forma de vida. Pero, también es, fundamentalmente, una herramienta transformadora y revolucionaria contra TODAS las formas de opresión. El sistema de opresión es complejo y sus estructuras se entrecruzan y retroalimentan. La opresión de género, la lucha de clases, el racismo…, no tienen sus propios sujetos perfectamente definidos y delimitados, ni son tan fácilmente identificables.
Por todo ello, es necesario que estemos atentas a los mensajes que nos envían, más aún en una coyuntura como la actual, ya que, si las soluciones a los problemas de desigualdad para todas y todos, pasan por un cambio ESTRUCTURAL, entonces, veamos qué nos proponen desde esta óptica y desconfiemos de mensajes sesgados, que, como veremos pueden intentar manipular el voto de las mujeres.
Comencemos analizando el caso, en el marco del liderazgo político, a los mensajes que nos envían mujeres que alcanzan cotas importantes de poder.
¿Qué hay más feminista que una mujer emprendedora, triunfadora, exitosa? ¿Acaso no es buena noticia que haya mujeres astronautas, políticas, artistas, deportistas de élite…? ¿Esto beneficia al feminismo? ¿Esto beneficia a las mujeres en general? Pues depende.
No vamos a negar que está muy bien que las mujeres ocupen espacios de poder, pero las preguntas que debemos hacernos son: ¿El que hayan accedido a esos espacios es únicamente fruto de su esfuerzo individual? ¿Por qué muchas de estas mujeres reniegan del feminismo? ¿Por qué muchas de estas mujeres una vez que alcanzan esas cotas de poder no hacen nada, absolutamente nada, en la lucha por la igualdad?
Analicemos el caso de la actual presidenta y candidata Janine Añez, una mujer intrascendente en la vida política del país hasta noviembre del año pasado. Esta mujer, llegó al gobierno por la confabulación de cuatro hombres (Tuto Quiroga, Fernando Camacho, Carlos Mesa y Waldo Albarracín), y según ella “por la gracia de Dios” que quiso que estuviera en ese espacio de poder. Como vemos el sistema patriarcal se nos muestra, en esta situación, en todo en su esplendor.
Se ensalza y aplaude a la presidenta Añez que, en realidad, se ha beneficiado, también, de los derechos conseguidos por la lucha COLECTIVA feminista (y también de sus privilegios de clase), porque antes que ella hubo mujeres que lucharon para conquistar su derecho a leer, escribir, votar, estudiar… Estas mujeres que lucharon, que se arriesgaron, recibieron su castigo por hacer tambalear el sistema… En cambio, a esta mujer, le dejan decir y hacer (incluso reprimir y justificar la violencia, cuestión altamente perversa si viene, además, de la mano de una mujer) porque no es molesta, porque no supone, en realidad, ningún peligro para el sistema que se alimenta de las desigualdades, ella es por encima de todo funcional a él.
Pero, en Bolivia, si nos vamos a otros espacios políticos (no tan elitistas) en los que ha aumentado la presencia de mujeres en el país, nos encontramos con el polo opuesto, ya que la mayor representación de las mujeres en los cargos es una intensificación de las consecuencias no deseadas, entre ellas, lo que se denomina la violencia política que enfrentan las mujeres cuando quieren ejercer su derecho de representación política. Entonces, en este contexto, tenemos mujeres que son perseguidas, violentadas, amedrentadas e incluso asesinadas, y, por otro lado, tenemos a una mujer que justifica la violencia, la represión y la persecución y que, en definitiva, está a años luz de vislumbrar una idea cercana a la lucha por la igualdad.
Sabemos bien que la presencia de mujeres en espacios de poder, y en la política en general, no nos asegura un cambio de rumbo (feminista) de un proyecto político determinado. En este sentido, desde hace años se debate el tema, del sentido de lo político, desde la propuesta de la necesaria “feminización de la política” y la forma en la que podemos entender esto.
Actualmente muchas mujeres intentan incorporar otras formas de hacer política mediante la puesta en práctica de acciones más participativas, relacionales y horizontales, en clara contraposición con formas más competitivas propias de la práctica masculina. En el caso de las mujeres se alude al mundo relacional en el que viven, sobre todo por la responsabilidad relacionada con los trabajos de cuidado. En el caso de los hombres estas prácticas mencionadas se vinculan con la realización del logro individual y su proyección en el espacio público. Nada nuevo, es la tradicional separación de espacio privado y público. Pero, la feminización de la política no es apelar a una política del “cuidado”, esto sería un reduccionismo contraproducente, y muy alejado también de la vida de muchas mujeres y de muchas agendas feministas.
Es muy contraproducente, desde mi punto de vista, que se intente asemejar la gestión pública con, por ejemplo, los quehaceres de una casa, como en el caso del spot de la candidata Janine Añez. Esto es, a través de la imagen de una mujer que “pone en orden” una casa (país) que encuentra “destrozada”. Este mensaje se dirige a las mujeres del país, buscando que se identifiquen con la actual presidenta del gobierno (supuestamente) de transición, apelando a la figura de la mujer-madre de familia-heroína cotidiana que saca adelante a su familia (país) cueste lo que cueste.
Este spot es claramente manipulador porque en primer lugar el mandato de la presidenta J. Añez no era poner en orden nada, era un gobierno de transición cuya única responsabilidad se centraba en asegurar las condiciones para unas elecciones transparentes en el país lo antes posible.
En segundo lugar, es perverso y manipulador mandar el mensaje de que una mujer, por encima de todo, aborda la tarea de la gestión pública, replicando lógicas patriarcales del espacio privado (familiar), cuando sabemos perfectamente que, en este espacio, en el sistema opresivo patriarcal en el que vivimos, las mujeres están muy lejos de poder sacar adelante sus familias y hogares desde la autonomía y la vida libre de violencia. Pero además de esto, las mujeres tienen que soportar, otro tipo de violencia (estatal) ordenada por la propia candidata. Es vergonzoso y perverso que una mujer que justifica la violencia (desde la lógica machista de poner orden en la casa) se dirija a mujeres que han sufrido la pérdida de un hijo como consecuencia de la represión ordenada por ella misma, que además tendrá que enfrentar un posible juicio de responsabilidades.
En último lugar, lo que plantea este spot, siguiendo de nuevo la lógica machista patriarcal, es que la mujer haga lo que haga, esté en el espacio en el que esté, siempre será lo mismo, una “ama de su casa”, por muy heroína que se la quiera pintar, de autonomía nada.
Entonces, está bastante claro, y, en realidad, es bastante evidente (hasta burdamente evidente podríamos decir), que todo ello es una estrategia del sistema patriarcal que debilita al feminismo, reforzando, esa regla castradora que es “lo femenino”. Politizar lo privado es, en realidad, todo lo contrario, ya que conlleva, entre otras cuestiones, romper con ese estereotipo de mujer funcional al sistema patriarcal. Si ella lo quiere seguir siendo, adelante, pero que no mande el mensaje de que está haciendo otra cosa, sencillamente porque no es cierto.
Por todo ello, las mujeres tenemos que gritar BASTA DE VIOLENCIA, violencia en nuestras casas, violencia en las calles, violencia en el trabajo, violencia ejercida desde el Estado, violencia perversa personificada en una mujer que no tiene vergüenza de ir a El Alto a candidatear, cegada como está en su lógica violenta-machista- patriarcal.
Si una mujer candidata, quiere enviar un mensaje a las mujeres de este país, que lo haga situándolas en el centro de la agenda política, social y cultural. Qué explique cómo va a luchar contra la violencia y contra la desigualdad.
Liberarnos de una visión fragmentada de la vida, donde lo público y lo privado se separan (no para privatizar lo público sino para politizar la privado), así como se separa razón y emoción, cultura y naturaleza, ésa sería una perspectiva digna de ser tomada en cuenta. Reivindicar, en definitiva, la necesaria ampliación del espacio COMÚN A TODAS Y TODOS y la AUTONOMÍA de las mujeres, como un elemento fundamental de JUSTICIA SOCIAL.
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