Si hay algo de particular en este proceso de cambio, es que el presidente de todos los bolivianos, Evo Morales Ayma, es el sujeto de este cambio, es el que practica lo que pregona y tiene la solvencia y la meridiana claridad de poner el dedo en la llaga al momento de ser implacable con las miserias del hombre y de sus propias faltas, a la vez que brota a raudales su humildad y reconocimiento a las virtudes de sus semejantes. Tiene esa sensación de la empatía en su lenguaje sentipensante, como sugiere Galeano, de atreverse a decir y pensar, sintiendo que no todo está perdido en este mundo desatinado que se apresura sobre sus pasos hacía su propio ocaso.
Al inaugurar el Seminario Internacional hacia la construcción del nuevo sistema de justicia penal en Bolivia, realizado en Cochabamba, el presidente Morales a la luz de los hechos, formuló juicios y reflexiones sobre la urgente necesidad de cambiar la desgastada imagen de la justicia boliviana, de un sistema en detrimento que aún subsiste como resabios coloniales de aquel derecho romano y anglosajón construido para otras latitudes.
Al verlo al presidente Evo Morales en la testera frente a un abarrotado auditorio de juristas nacionales como internacionales con aquel perfil humilde pero portentoso, ponía la sal en la herida para recordarnos que el debido proceso penal en Bolivia se había convertido en un centro de extorsión y corrupción, al igual que la mora procesal o dilación de las demandas. Con soltura y solvencia expresaba las frustraciones del pueblo, cuando el abogado del defendido da largas a la demanda para seguir lucrando o en el caso de confesos narcotraficantes y contrabandistas, detenidos en acción censurable, son dilatados en su sentencia con el fin de conseguir réditos económicos, cuando en otros países, estos casos duran días para ser sentenciados y evitar así, la extorsión de jueces y fiscales. “esperamos que este tipo de eventos tenga resultados para acabar con esa mala imagen de la justicia boliviana, donde el que tiene dinero salga libre en corto tiempo y el que no tenga recursos, se pudra en las cárceles”, expresaba Morales.
Este nuevo Estado Plurinacional que emerge de las demandas históricas del pueblo y se le concede el sitial privilegiado al Órgano Judicial, estas atribuciones es como la espada de Damocles que pese a este cambio de estructura, es inminente el peligro, porque el modus operandi no ha cambiado en lo mínimo en el Ministerio público, es más, para el presidente Morales, siendo el más optimista en interpretar a la justicia boliviana, ésta se ha estancado, ya que los mismos juristas como el Fiscal General del Estado, Ramiro Guerrero, reconoce que la justicia está atravesando una de las peores crisis de su historia, “en el camino podremos equivocarnos, pero jamás cometer delitos y conculcar derechos, defendiendo siempre la patria, la integridad y la Constitución Política del Estado, es el mandato que tenemos como Ministerio Público y es eso lo que queremos compartir en este seminario, si antes mirábamos al norte para copiar las experiencias en lo económico, en lo social y jurídico, hoy nuestras miradas se vuelcan al sur, hoy la experiencia es Sur Sur”, formulaba Guerrero.
Esperemos que con estas reflexiones la diosa Temis que lleva la venda en los ojos, recobre sus demás sentidos para que los operadores de justicia y el sistema judicial se mire de frente en el espejo y haga su autocrítica para forjar un perfil de un nuevo fiscal boliviano que recobre la credibilidad del pueblo, que sea transformador a la altura de las exigencia de nuestra ley de leyes. Es una cruzada denodada y difícil, pero no imposible, porque se tiene que trabajar en el cambio de actitud, única manera de recuperar la esperanza que reclama esa reserva moral que habita en los pueblos y nos guía por el sendero de la ecuanimidad.
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