Por Angel Ontiveros
La presente reflexión fundamenta sus ideas en diversas experiencias internacionales. Es una contribución para evitar que las tragedias del pasado se repitan en el futuro. No soy ningún optimista, y a riesgo de pecar como utópico, con una pizca de esperanza, propongo mi alternativa para un futuro incierto.
¿Tiene el futuro algun futuro?
Lo único que sabemos del futuro es que él aún no lo es. Es algo inexistente a donde creemos estar en camino. El futuro adquiere una mayor importancia, y muchos luchan por apropiarse de él y controlarlo. Nos encontramos en un periodo de transición. Qué esperanzas proyectamos en el futuro? Tenemos un futuro? O estaremos en una fase en donde el futuro, en la acepción modernista pertenece al pasado? ¿Será qué el futuro, en la era de la globalización esta siendo compensado por una nueva edad media, de un ininterrumpido ahora [1] ?
Lo que el país entero, en particular sus organizaciones, dirigentes, políticos, y empresarios, deben comprender es que, la modernización a escala global, inició un proceso a través del cual la economía se separa de la política, lo privado de lo público así como lo personal de lo colectivo. Ello resulta, si queremos, en paradigmas diferentes o distintos discursos en donde cada uno sigue su propia lógica, que está construida sobre condiciones contradictorias. El mundo dejó de tener su uniformidad, y la actual vida social exige que el ciudadano esté en capacidad de oscilar flexiblemente entre esas esferas diferentes.
Hoy por hoy se afirma que nos encontramos ante la desintegración del Estado nacional. La pregunta es si alguna vez tuvimos en “Estado Nacional?” Bolivia siempre tuvo a una mayoría deshabitada, fuera del sistema, excluidos. En tanto, sólo algunos siempre han podido gozar. Si el colonialismo fundó las bases del Apartheid boliviano, el Estado Nacional lo fue fortaleciendo y profundizando a través de la historia. Podríamos afirmar que lo étnico fue y sigue siendo uno de los mayores obstáculos para un proyecto de modernización en el país. No debemos olvidar que el proceso de formación de una nación nunca ha sido estructurado, pensado, o planteado, ni por la clase política, ni los grupos de poder, ni la izquierda ni la derecha.
Anteriormente al proceso democratizador, lo étnico fue más un ensalmo manipulador de la izquierda y la derecha. Durante el proceso democrático, fueron los propios indígenas que comenzaron a estructurar un nuevo discurso político, acompañado de una resistencia física, a la política económica neoliberal. Esta resistencia llegó a sus mayores picos en los últimos años, hasta culminar con el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Losada, y su posterior desenlace con la renuncia de Carlos Mesa, y la exigencia de una constituyente. Estas son las evidencias concretas de que el indígena inicia su auto liberación. Los excluidos dejan de ser objetos de la historia para ser sujetos de la historia.
El fortalecimiento del movimiento indígena provocó un terremoto en toda la sociedad. Este terremoto mostró con más claridad que nunca, la ausencia, y la mediocridad de la intelectualidad boliviana, ni mencionar a la clase política, o a la dirigencia sindical. Paradójicamente, el movimiento indígena también creó un agujero negro, cuya implosión absorbió a todos, incluido sus direcciones, y de hecho al movimiento indígena y popular.
Grupos en el ámbito local, regional y nacional acabaron en conflicto, esta agudización tiende a convertirse en identificación étnica. Llamados “errores del Estado Nacional” en el pasado y el presente, son argumentos con los que los grupos en conflicto legitiman sus acciones. En el aspecto económico, Bolivia sufre una reorganización en su aparato productivo. La dinámica económica se traslada al Oriente, en partes gracias al reordenamiento productivo en el ámbito internacional, pero también debido al descubrimiento de riquezas no renovables. Surgen enclaves dinámicos conectados a los puertos de exportación. Las materias primas y las plantaciones en los enclaves amarraron (o se hicieron amarrar), íntimos lazos con empresas multinacionales, que no tienen interés en crear efectos de difusión al resto del país. De ahí que la nueva elite económica de Oriente, surge como el mayor opositor al proyecto de una constituyente, porque temen que la constituyente pone en riesgo su flamante poder económico. Como resultado tenemos el “micro nacionalismo” en estos enclaves, con exigencias de aislarse del resto de la nación.
Como ya insinuaba arriba con el agujero negro, es necesario referir que, la nueva dirección indigenista esta cometiendo los mismos errores que la oligarquía, la vieja izquierda y los partidos tradicionales cometieron a lo largo de la historia nacional, la de-formación de la identidad nacional. La falta de una visión nacional, y el poco, por no decir ningún interés, de dialogar, discutir, o reflexionar sobre el problema de la formación de una nación, llevará inevitablemente a un nuevo suicidio nacional. Para decirlo de otra forma, la carencia de una visión nacional tenderá siempre a segregar algún grupo en particular. El movimiento indígena tiene la posibilidad histórica de poder realizar un cambio total de la estructura social del país. Pero, para ello requiere del dialogo abierto con todas las fuerzas sociales del país. En todo caso, la futura constituyente debe considerar eso en sus discusiones. Una de las tareas fundamentales de la política debe ser siempre evitar el surgimiento de toda forma de tiranía. La constituyente tiene que plantear una liberación nacional, y la bolivianización como estrategia para abrir nuevos caminos.
El siglo que acabamos de cerrar, demostró con más claridad que en otra época en la historia, a lo que la sobre estimación de la política puede llevar. El comunismo y el fascismo eran movimientos que básicamente usando la política como herramienta, pensaron construir una humanidad y un mundo nuevo. Fueron llevados por un recalentado idealismo que no aceptaba objeciones morales ni críticas intelectuales, y que precisamente por ello, ambos a su manera, emprendieron una de las tiranías más consecuentes y sistemáticas de nuestra historia. Todos, especialmente los sectores radicales tienen que comprender, o acostumbrarse al hecho de que la política es complicada como la vida misma, y que es un proyecto de por vida.
El cristianismo no debería sentirse excluido de las sobreestimaciones que se hicieron en el pasado, en este caso no tanto de parte de sus creyentes, sino, de parte de toda la cúpula cristiana, desde el Vaticano hasta Bolivia. El cristianismo era una ideología política para su tiempo, una idea de cómo una sociedad debería estar estructurada, dónde estaría el poder y ante todo porqué? El cristianismo tenía una opinión clara sobre el buen Estado.
En otras palabras, el cristianismo no cargaba ninguna idea, era la idea! Pero, cuando sus ideas, junto a las últimas dictaduras militares desaparecieron, la Iglesia se encerró en sus templos, limitándose a rezar [2] . También la iglesia tiene que hacer su depuración, su refundación, debe buscar originalidad, o por lo menos ser más boliviana y reconocerse más explícitamente al mensaje radical del Nuevo Testamento, Mateo 5:1-12: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. Entonces, quién más bienaventurado que la mayoría boliviana? Esas oraciones crean un retrato.
El retrato del hombre ideal, un hombre radicalmente diferente y nuevo. No crean que esto es un imposible, hay personas que practican esos pensares (y es de la práctica de este tipo de personas de donde el estoicismo [3] cosmopolita busca su inspiración), si no me creen, pregúntenselo a cualquier orureño, quién es la madre Teresa? ¿Los pobres de espíritu? Es una definición que contiene una concepción de la vida, una filosofía si se quiere, cuyo signo y característica es lo ilimitado. Eso describe lo básico/ la piedra fundamental para una relación al mundo circundante, casi, al otro. La renuncia al yo, a sus particularidades y sus decoraciones. Narciso puede abdicar. Las fronteras son vencidas. Como Levinas [4] lo formula: una relación con el otro , en el cual el otro es absolutamente otro, en el cual no obstante, el otro de alguna manera es yo.
Este “pobre”, “pobre de espíritu” una confesión a la existencia del mundo que nos rodea o al otro. Su objetivo ético es el Otro, aquel que vive al otro lado de la frontera, su praxis es el universalismo, infringir las fronteras. En un lado el campo de batalla, la carnicería. En el otro lado, empieza el otro tipo de hombre, el otro mundo. El Idiota, la madre Teresa (la orureña y la india), Marcelo Quiroga, el Ché junto a las heridas del leproso. Debemos retornar al niño en nosotros, a ese cosmopolita natural, no sin razón Jesús decía: Yo os aseguro: “el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él”. Lo mismo ocurre con los llamados empresarios nacionales, de ninguna manera este grupo tampoco debe escapar a su refundación y su autocrítica necesaria, para no cometer los horrores del pasado. Fuera de la constituyente, una de las necesidades urgentes que hay es, un acercamiento entre la COB, la organización nacional de campesinos e indígenas, el sector privado, y el Estado.
Todos ellos deben sentarse alrededor de la mesa y exponer sus ideas sobre el nuevo país que sueñan, y acordar un nuevo pacto, o contrato social. Así como estos grupos deben comprender y respetar los derechos humanos, quizás estos deberían completar esos derechos con “las responsabilidades humanas”. Ninguna moral- por lo tanto bienestar psíquico- puede solamente basarse en ideas de derechos. Una democracia que merezca su nombre, requiere ciudadanos con responsabilidades. Un pensamiento únicamente sobre los derechos humanos (en principio referido como un imperativo moral para los gobernantes), resulta peligroso en una sociedad saciada. La idea de los DDHH que carece de su antitesis, nos convierte en descontentos, en eternos exigentes egoístas. Aquí es donde todos tenemos que cambiar, ya que en realidad, la idea de conciencia del deber, debería ser inculcado desde las bayetas, y no así desde la punta de las bayonetas. No hay democracia sin demócratas! ¿Y qué de la clase media? Si interactividad es estar activo junto a otros, la interpasividad (mi propia expresión), es estar unánimemente pasivo. Está en su propia naturaleza que la pasividad es mucho más difícil comprender que la actividad. La pasividad (léase clase media), es la ausencia de algo. La pregunta es, cómo interpretar ese silencio? Existen claros indicadores de que el ideal ciudadano de la democracia- racionalidad, obediencia de la ley, solidaridad, participación activa- esta siendo sustituido por el silencio. Sin embargo, también el silencio puede constituir un mensaje.
El callar, la pasividad, la aparente no-acción puede ser una elección conciente, una estrategia de poder. O serán sólo espectadores de la democracia? La estrategia del esquivar, puede que sea un acto racional en una perspectiva corta. ¿Para qué desperdiciar su caro tiempo en reuniones alargadas, y discusiones inefectivas con resultados inciertos? La salida de “lo común”, tiene no obstante, mayores consecuencias negativas para el sistema democrático. Las ideas de universalidad, representatividad y valores igualitarios sufren desaciertos si cada vez son más los que se alejan de la comunidad política. La pasividad y el silencio pueden crear un proceso de auto fortalecimiento. ¿Para qué interesarme cuando nadie lo hace? Porqué debo siempre ser yo quien pide la palabra? El problema de la interpasividad yace en la relación de que el silencio es un medio de expresión difícil de interpretar.
Albert Hirschman [5] , se reconocería con lo mencionado. Para él, el humano tiene dos alternativas de acción: el abandonar o el hablar, tanto “exit” ( salida, desembocadero, emigración, mutis, partida) y “voice” ( expresar, articular, frasear, hacerse eco, sacar al aire, sonorizar) Hirschman objeta sobre la importancia de las desilusiones. Cuando la grieta entre expectativas y los resultados palpables se ensancha, la consecuencia se torna en una elevada insatisfacción que, se convierte en un poderoso motor detrás de las transformaciones sociales. Según la teoría de Hirschman, la participación social de los humanos tiene oscilaciones cíclicas. La ley del péndulo entre la actividad política extrovertida y la concentración introvertida en el cotidiano vivir, le da a la vida social un pulso regular.
Gran parte de la ciudadanía y sus dirigentes de toda laya, aún piensan que con una nueva constitución y una democracia reafirmada basta. En este periodo de transición, es donde absolutamente todo ciudadano con propio respeto, debe reflexionar sobre el proceso de la constituyente, que no es sólo un quehacer de la clase política. Ninguna otra organización aparte de las ya mencionadas, debe sentirse vacunada de la autocrítica y la auto depuración a que se deben someter. Lo imprescindible es, la latente buena voluntad que todos los bolivianos tienen, y que normalmente no lo pueden expresar. Nuestro anhelo de luchar de una u otra forma, por objetivos mayores a nosotros mismos, nuestra inherente necesidad de responsabilidad es al mismo tiempo nuestra condición para la “felicidad”. El derecho de las responsabilidades es lo que mucha falta hace a nuestra cultura, y de hecho a la democracia.
El proceso de la constituyente debería ser un tsunami para la latente buena voluntad. Robert Putman [6] afirma que una condición para la democracia funcional es: una vital infraestructura sociocultural. Es decir, exactamente lo mismo a lo que Antonio Gramsi se refería con el concepto “sociedad civil”: una rica existencia de asociaciones, instituciones no corruptas, elevada actividad ciudadana en los quehaceres públicos, relaciones interpersonales basados en la confianza y la fe. Sin un “capital social” de esa naturaleza, la democracia se reduce a una cáscara sin contenido.
Así pues, como afirmaba Octavio Paz [7] : la nueva democracia debe liberarnos de las exigencias exorbitantes y crueles del antiguo Estado, mitad Providencia y mitad Moloc. Debe darnos libertad y, con ella, responsabilidad. Pero esa libertad, si no se resuelve en el reconocimiento de los otros, si no los incluye, es una libertad negativa: nos encierra en nosotros mismos. Cruel dilema: la libertad sin fraternidad es petrificación; la democracia sin libertad es tiranía. A las democracias modernas siempre les falta el otro, los otros. No es necesario analizarlas, basta observar la división de las sociedades contemporáneas, unas ricas, otras menos ricas y las más, miserables. Al interior de Bolivia se repite esa desigualdad. Y en cada boliviano aparece la escisión psíquica. Estamos separados de los otros y de nosotros mismos por invisibles paredes de egoísmo, miedo e indiferencia.
La marca del conformismo es la sonrisa impersonal que sella todos los rostros. De ahí el titulo de esta reflexión, la defensa estoica de una conciencia cosmopolita o universal. Eso hará posible alejarse del cinismo contemporáneo que es el resultado de la oscilación entre elitismo y el populismo. Mario Perinola [8] asevera que, sólo gracias a una mezcla de espíritu estoico y una magia barroca podremos enfrentarnos contra las repugnancias que llenan nuestro alrededor y despiertan nuestro hastío.
Ante crisis sociales como en la que Bolivia se encuentra, la clave para una solución de largo alcance, es siempre reinstaurar la legitimidad, restituir el control de la violencia organizada en las instituciones locales, o nacionales. Esto es, tanto un proceso político ( devolver la confianza y la ayuda a las autoridades públicas), y un proceso jurídico ( la reinstauración de la ley, a la cual las autoridades públicas están subordinadas) Esto nunca podrá ser posible si las transformaciones se la continúan planteando sobre cimientos de una política particularista.
Contra la política de exclusión se debe imponer una alternativa, que apunte adelante, un proyecto cosmopolita que rebasa la división entre local y nacional, entre nacional y global, y reestablecer la legitimidad alrededor de un arreglo de valores democráticos incluyentes. La alternativa de acometida cosmopolita debe partir de la hipótesis de que, ninguna solución funcional basada en los objetivos políticos de las partes en pugna será posible, y que la legitimidad sólo se puede reestablecer sobre la base de una alternativa política basada en principios de ciudadanía nacional y universal. Así los valores de inclusión, tolerancia y respeto mutuo puedan ser reestablecidos, será mucho más fácil discutir sobre problemas territoriales.
La conciencia cosmopolita debe contener una mayor amplitud hacia los niveles de dirección, y debe basarse en una mayor responsabilidad democrática para todos los ciudadanos, no sólo para aquellos con una determinada etiqueta. Este tipo de política debe plantearse en algo que podría considerarse como una conciencia política ciudadana universal. Con ello, el cosmopolitismo no quiere plantear la negación de la identidad, sino, contrariamente, celebrar la pluralidad de las identidades globales, el entusiasmo y la aceptación de las identidades que, se sobreponen de manera diversa, y al mismo tiempo, una obligación o compromiso por la igualdad de todos los seres humanos y el respeto por la dignidad humana.
El gran poeta universal Walt Whitman expresa este pensar en su canto 19 http://www.tinku.org/poemas/whitman… La idea sobre el cosmopolitismo ya se lo puede encontrar en la concepción de Kant [9] , sobre el derecho ciudadano universal que se une con el reconocimiento de distintas soberanías, relacionando de esta forma el universalismo y la diversidad. Anthony Kwane [10] habla del “patriota ciudadano universal” o del enraizado cosmopolita que, esta vinculado a su propio terruño con su particularidad cultural, pero que se regocija de la existencia de otros seres humanos distintos.
El futuro que debemos darle al futuro debería ser, la sensibilidad cosmopolita que debe diferenciarse de: la opinión postmoderna que las cosas son intercambiables , de la impresión del déjá vu [11], del indolente cínico posmodernista. También, debe diferenciarse de la introversión que caracteriza a la sensibilidad etnicista, además de la a-crítica, apologética aceptación de otras culturas. El nuevo esteta no quiere ni se dedica a culturas desconocidas, él las adopta. El adoptar significa, no obstante, recibir y dar. La hospitalidad debe ser la clave de la sensibilidad cosmopolita, ello significa deberes y obligaciones, una tensión [12] entre aquel que recibe y él que es recibido. De este modo, el ideal estético del cosmopolita debería desembocar en un proyecto político.
¿Qué nos puede ofrecer el cosmopolitismo? No un remedio ni una receta, sino una herencia por rescatar, un camino nuevo que debemos aprender a caminarlo. Debemos recobrar la capacidad de decir no, reanudar la crítica de nuestra sociedad insatisfecha y adormecida, despertar a las conciencias anestesiadas por el cinismo. Los poetas, los novelistas y los pensadores no son profetas ni conocen la figura del porvenir pero muchos de ellos han descendido al fondo del hombre. Allí en ese fondo, está el secreto de la resurrección. Hay que desentrañarlo.
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[1] Ibíd. Octavio Paz, afirma en dicha conferencia que: Los tiempos que vivimos se parecen a los del siglo xv.
[2] Es de esperar que no se acostumbren a eso, pues como Diógenes de Ponto (que era famoso por burlarse de los dioses), cuando le preguntaron por qué pedía limosna a una estatua, respondió en tono sardónico: “para acostumbrarme a que me la nieguen”. La iglesia corre ese peligro. Citado por Diógenes Laercio en Vidas de los filósofos ilustres, citado en B. L. Mack, 1983, p. 116
[3] Los filósofos estoicos fueron los autores de la idea de la “conciencia” que heredó el cristianismo. “Conciencia” significa “con conocimiento”. Los sabios paganos afirmaban que escuchar a tu conciencia era seguir el conocimiento espiritual interior o gnosis que poseía el yo superior. Los seguidores de Pitágoras estaban obligados a escuchar cada noche todos los acontecimientos del día y a juzgarse a sí mismos moralmente desde el punto de su yo superior.
[4] Emmanuel Lévinas. Totalidad e Infinito. Ensayo sobre la exterioridad.
[5] Albert Hirschman, Shifting Involvments, Princeton University Press 1982. A. Hirschman se opone a la aplicación de la doctrina económica convencional al desarrollo económico. Considera que las medidas para desarrollar un país deben ser analizadas caso por caso, mediante la explotación de los recursos locales para conseguir los mejores resultados. Imponer una estructura doctrinal uniforme sin tener en cuenta las circunstancias locales eso, afirma, es una receta para el desastre.
[6] R. Putman llamó la atención fuera de los círculos académicos a principios de 1990 con su libro “Making Democracy Work”. Estudio basado en 20 años de investigación sobre los efectos de una reforma política regional en Italia. Es autor de una docena de libros, entre los que destaca el afamado: Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community y el más recientemente: Better Together: Restoring the American Community, el cual representa un estudio sobre nuevas formas de conectividad social.
[7] Conferencia en el foro “Príncipe de Asturias”. La democracia: Lo absoluto y lo relativo. Linterna diurna, Presencia, 03/05/ 1992.
[8] Filósofo italiano, en su último ensayo, Disgusti afirma que el cinismo destruye a la sociedad contemporánea. En otro de sus libros “El arte y su sombra” plantea que, Los artistas deben reconsiderar las razones filosóficas y ontológicas del arte: ¿Qué es hacer el arte? y ¿Por qué es importante? Según Perinola, hay que conducir a los protagonistas del arte al plano de la realidad asumiendo una contestación social que constituiría la última defensa con respecto al dominio total y directo del capitalismo.
[9] Immanuel Kant, imaginaba con “la paz eterna” una federación mundial de Estados democráticos, en los cuales los derechos universales de los ciudadanos deberían limitarse al derecho de “amistad de huésped”: forasteros y extranjeros deberían ser bienvenidos y ser tratados con respeto. También a principios del siglo v a.d.e. filósofos tales como Diógenes y Sócrates se llamaban a sí mismos “cosmopolitas” – “ciudadanos del cosmos”-, antes que ciudadanos de un país o una cultura en particular.
[10] Cosmopolitan patriots, Critical Inquirí, 1997. Anthony Kwane hace una diferenciación entre cosmopolitismo y humanismo, puesto que el cosmopolitismo no sólo es el sentimiento de que todos tienen valor o importancia. El cosmopolita celebra también, el hecho que existen diferentes formas locales de existencia humana, mientras el humanismo es compatible con el deseo de una homogeneidad global
[11] Del francés, déjà vu (sensación de tener una experiencia idéntica a otra anterior)
[12] Reacción de un cuerpo elástico ante las fuerzas que tienden a deformarlo… Final del formulario
[13] Conferencia en el foro “Príncipe de Asturias”. La democracia: Lo absoluto y lo relativo. Linterna diurna, Presencia 3 de mayo 1992.
[14] Conferencia en el foro “Príncipe de Asturias”. La democracia: Lo absoluto y lo relativo. Linterna diurna, Presencia 3 de mayo 1992.
[15] Conferencia en el foro “Príncipe de Asturias”. La democracia: Lo absoluto y lo relativo. Linterna diurna, Presencia 3 de mayo 1992.
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