Por: Eduardo Paz Rada
Enfrentando una oposición formada por las oligarquías locales, los expresidentes neoliberales, los Comités Cívicos conservadores, sectores medios y altos acomodados y privilegiados, medios de comunicación e instrumentos operados por el imperialismo, Evo Morales Ayma del Movimiento Al Socialismo (MAS) ha conseguido ganar las elecciones nacionales para mantenerse como primer mandatario por el periodo 2000-2025 con el desafío de profundizar el proceso revolucionario y antiimperialista iniciado hace 16 años con la insurrección de octubre de 2003.
Sin embargo, la conspiración sigue en curso porque la política de Estados Unidos que, a través del Subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental Michael Kozac, amenazó a quienes pretenden “subvertir la democracia”, se articula con las acciones de violencia especialmente en Santa Cruz con el Comité Cívico Cruceño y de campañas en las redes de internet y en algunos medios de comunicación contra el gobierno y el Tribunal Electoral.
El voto y la movilización de los sectores populares de campesinos, indígenas, mujeres campesinas, vecinos de las villas y zonas periféricas de las ciudades, colonizadores y de los sindicatos agrupados en la Central Obrera Boliviana (COB) fue determinante para conseguir una votación de casi 47% de apoyo con más de 10% de diferencia frente a Comunidad Ciudadana (CC) lo que, según la Constitución Política del Estado, le asegura la presidencia.
Los actos y marchas de rechazo de los opositores a los resultados presentados por el Tribunal Electoral han culminado en el incendio de edificios públicos en varias ciudades del país aunque los llamados a huelgas regionales han fracasado, en tanto que los seguidores del MAS también han realizado actos masivos para respaldar a su candidato.
FORTALECER LA DEMOCRACIA BOLIVIANA
El fortalecimiento del proceso democrático en Bolivia se ha hecho más evidente este 20 de octubre con las elecciones generales destinadas a renovar el Poder Legislativo y determinar el rumbo de las políticas y estrategias internas e internacionales y, sin duda, será imposible volver el pasado de la exclusión social y la discriminación a las mayorías populares, indígenas, regionales y urbanas porque la votación es sólo un acto político que deberá estar vinculado a los avances sostenidos de la democracia económica, cultural y social conseguida por el pueblo boliviano.
El haber conquistado en estos últimos dieciocho años la dignidad y la soberanía nacional sobre las decisiones fundamentales de la vida nacional a partir de la insurrección popular de octubre de 2003, la nacionalización de los hidrocarburos en mayo de 2006 y haber construido una nueva Constitución Política del Estado a partir de febrero de 2009 no son, en un país como Bolivia, aspectos superficiales ya que representan la autodeterminación nacional-popular frente a la dominación imperialista y de sus aliados de las oligarquías internas.
De ahí que se trata no solamente de defender, mantener y fortalecer los avances conseguidos como son las nacionalizaciones y recuperaciones de empresas estratégicas, el inicio de la industrialización de los recursos naturales, la integración territorial con carreteras y caminos a todos los rincones de la patria, la redistribución de la riqueza favoreciendo a los sectores más empobrecidos, marginados y olvidados, el dotar de energía barata a todos los hogares bolivianos y a las industrias, pequeñas, medianas y grandes, el asegurar la democracia participativa y deliberativa de los sujetos obreros, campesinos, mujeres, indígenas, vecinales, informales y populares y sostener una diplomacia de integración y unidad de América Latina y el Caribe.
PROFUNDIZAR EL PROCESO DE LIBERACION NACIONAL
Por tanto el impulso nacional-popular consolidado hasta hoy deberá impedir el resurgimiento del neoliberalismo conservador y la injerencia de las fuerzas imperialistas como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Agencia de Ayuda de Estados Unidos (USAID) o la Misión Militar Norteamericana y avanzar en nuevos rumbos que impliquen el fortalecimiento del Estado Nacional, del Mercado Interno y de la Democracia Participativa.
Esto a través de la reversión de tierras de los grandes terratenientes y dotar de las mismas a los campesinos y colonizadores, la aplicación plena de la nacionalización con la fiscalización a las transnacionales petroleras y mineras que operan en el país, el control de la banca privada y el fortalecimiento de la banca estatal y el control social y la fiscalización sobre las empresas estratégicas como Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Yacimientos de Litio Boliviano (YLB), Empresa Nacional de telecomunicaciones (ENTEL), Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), Empresa del Mutún, Agencias Nacionales de Supervisión y otras instituciones estatales que están en riego de caer en lógica de la burocracia y la corrupción.
Para mantener la estabilidad económica en los aspectos relacionados al comercio exterior será necesario aplicar controles y aranceles mayores a la importación de productos suntuarios para reducir el consumismo interno y reducir y controlar la balanza comercial y de pagos, desarrollar fuertes acciones contra el contrabando tanto de internación como de salida ilegal de mercancías, especialmente de hidrocarburos, y proteger el éxito económico ante los avatares de la crisis mundial del capitalismo. Asimismo se deberán desarrollar acciones de control del gasto corriente para reducir el déficit fiscal.
Los procesos de integración regional, por otra parte, deberán fortalecer desde el país la unidad de América Latina y el Caribe con un mayor acercamiento diplomático al gobierno de Manuel Lopez Obrador en México, de Alberto Fernandez de Argentina, de Nicolas Maduro de Venezuela, de Daniel Ortega de Nicaragua y de Diaz Canel de Cubal, bajo los principios bolivarianos y chavistas.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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