Por: Danilo Paz Ballivián
En el entendido que la historia es una suerte de sociología del pasado, queda claro que el Incario baso su reproducción en la predominancia del modo de producción tributario: tributo en especies y en trabajo (mita) que debían en ultima instancia las comunidades dominadas, organizadas en ayllus, markas, y señoríos, refuncionalizadas de acuerdo a los intereses del Imperio (John Murra).
En la colonia, la mita se transforma en un tributo humano (13.000 mitayos, en épocas de auge minero, debían ir a Potosí con sus propios alimentos y precarios instrumentos de trabajo sin la esperanza de retorno). Tributo de las comunidades conquistadas organizadas como antes en ayllus, markas y señoríos, obligadas al sacrificio de cerca de 4 millones de indios en 300 años del dominio colonial. (Enrique Tandeter).
En la primera etapa de la republica el modo de producción feudal es el predominante, el excedente de las comunidades ya no es captado por la corona sino por una elite criolla hacendal. Es el tiempo de la acumulación primitiva del capital, a tal punto que la renta de la tierra dio a lugar al surgimiento del capitalismo en otro sector: la minería, recién en la mitad del siglo XIX, conformando el bloque de poder minero–feudal, primero de la plata y luego del estaño, vigente hasta la mitad del siglo XX. (Gustavo Rodríguez).
La Revolución Nacional de 1952 establece un capitalismo de Estado, administrado por una clase media nacionalista, interesada en desarrollar y crear una burguesía nacional y un mercado interior, pero ante todo estableciendo empresas estatales como COMIBOL, YPFB, CBF, ENFE, CNSS y otras. Modo de producción capitalista de Estado en un progresivo desgaste (exceptuando el corto periodo de gobierno de Ovando y Torres 1969 – 1971), Sera dominante hasta 1985, más propiamente hasta la promulgación del decreto supremo 21060.
En los 20 años que van de 1985 a 2005, con la relocalización de 25.000 mineros de COMIBOL, la capitalización de otras empresas estatales y la privatización de pensiones, se establece un modo de producción capitalista neoliberal de una burguesía minera privada, agroindustrial y financiera dependiente del capital extranjero (Pablo Ramos).
Finalmente, a partir del año 2006 se restablece un modo de producción dominante de Capitalismo de Estado, de nuevo cuño y de acuerdo a la nueva correlación de fuerzas de poder de las potencias extranjeras, representando a las organizaciones de los sectores populares. Proceso de Cambio vigente hasta ahora, e interrumpido por 11 meses, de fines del 2019 hasta fines del 2020 (Álvaro García).
En cada una de estas etapas de la Formación Social Boliviana, el modo de producción dominante refuncionaliza los otros modos de producción preexistentes, pero al mismo tiempo e inevitablemente genera un nuevo modo de producción en su seno que se impondrá después para reordenar el conjunto de la sociedad (Carlos Marx). Así, en el Incario antes de la conquista, el yanaconazgo se desarrollaba internamente. La elite de jefes militares, administrativos y religiosos, disponían de manera creciente de yanas; gentes de propiedad de esas jerarquías; esclavos que trabajaban en dominios territoriales propios de esas jerarquías. De cualquier forma, con la conquista esta vía de desarrollo es truncada abruptamente. (Maurice Godelier).
La corona española luego de insistir en establecer un sistema feudal español mediante la encomienda y la hacienda, cambia con la Reforma Toledana, reconociendo los dominios de los ayllus, markas y señoríos, para garantizar la mita en las minas, deteniendo en cierto modo el desarrollo de las haciendas feudales de los criollos y la iglesia (Nathan Wachtel).
A partir de la fundación de Bolivia, la hacienda feudal, basada en su forma más primitiva (renta en trabajo), se constituye en el modo de producción dominante y de su propio excedente surge una clase capitalista minera que hegemonizara el bloque de poder hasta la Revolución Nacional de 1952.
La Revolución Nacional crea un Caín y un Abel, al mismo tiempo que se establece la COMIBOL, se desarrolla la minería mediana, que de mediana no tiene nada y menos de nacional. Simultáneamente a la distribución de la tierra para quien la trabaja en el occidente, el en oriente se consolida y desarrolla la empresa agroindustrial de explotación extensiva, que, junto a las empresas madereras y la ganadería, constituyen hasta hoy un bloque de poder económico fundamental ampliado a las finanzas. En oposición la COB y la CSUTCB conformaron el bloque de poder subalterno (Rene Zavaleta).
En este apretado recorrido de la Formación Social Boliviana una constante la hace particular: las relaciones productivas preexistentes y subordinadas al modo de producción dominante mantienen una relativa autonomía, primero, porque la explotación se produce no a los individuos o familias productoras, sino a las comunidades. El tributo en trabajo y especies en el Incario, la mita en la colonia, e incluso en la renta de la tierra en la hacienda republicana, el plus trabajo o excedente era enajenado a las comunidades, mediando las jerarquías de los mallkus, curacas y jilakas según la dimensión del dominio territorial. Digamos que la comunidad cede en parte para no desaparecer; para seguir existiendo. La comunidad es explotada como comunidad y sus jerarquías a mismo tiempo que garantizan el tributo preservan la estructura fundamental de la comunidad.
Con posterioridad a la guerra del Chaco (1932 – 1935), el sindicalismo minero se extiende a otros sectores urbanos y el campo. El sindicato campesino se generaliza a partir de la Reforma Agraria (1953), obligando a las comunidades de ex hacienda y originarias a organizarse en sindicatos, que sin embargo mantienen en su núcleo la antigua organización comunal. Incluso mas tarde con la Ley de Participación Popular (1994), ese núcleo comunal esta presente en las nuevas formas de representación, ahora denominadas en su conjunto corporativas.
La estructura del ayllu con su reciprocidad (ayni), con las jerarquías de cargos como servicios rotatorios que abarcan los aspectos de posesión de la tierra, producción agropecuaria y turnos de trabajo comunitario, además del control social en el que la justicia es al mismo tiempo un código de moral, trasciende del campo a la ciudad como practica y como símbolo según la dimensión territorial y poblacional, según la actividad económica e incluso la identidad cultural. Algunos de estos rasgos del ayllu están presentes en los sindicatos, asociaciones gremiales, cooperativas, juntas de vecinos, OTBs., y fraternidades religiosas, más evidentes en la base y más simbólicas en la organizaciones locales, regionales y nacionales.
El padrino y el pasante de los eventos particulares y fiestas religiosas tienen también esos elementos de reciprocidad, solidaridad y servicio comunitario, y desde la base pueden elevarse a lo político, a tal punto, por ejemplo, que el fenómeno Carlos Palenque represento al padrino general (es el compadre) y Max Fernández al pasante (es el que paga la fiesta). (Joaquín Saravia).
Lo comunal–corporativo subyace en la economía, en la política y en la ideología. Bolivia es una sociedad abigarrada no solo porque coexisten relaciones capitalistas con relaciones no capitalistas, también es compleja porque las relaciones subordinadas al capital mantienen una autonomía relativa,con comportamientos comunal–corporativos y tal vez por ello mismo, en su remate, la sociedad es mas fuerte que el Estado. (Rene Zavaleta).
La guerra del Chaco despertó en las clases subalternas la idea de que si los hombres son iguales en la muerte porque no pueden ser en la vida y la Revolución Nacional constituye hasta ahora lo que de conciencia nacional tiene el pueblo boliviano. Si algo existe en la cabeza de las masas, paralelo al sentimiento comunal–corporativo es lo nacional. Solo el Estado en ultima instancia, puede resolver los grandes problemas nacionales, con una política nacional–popular (Rene Zavaleta).
A partir de estos elementos se pueden entender fenómenos socio políticos mas importantes y determinantes, contemporáneos y presentes:
Los sectores subalternos de trabajadores de la minería e hidrocarburos, la industria y manufactura, los campesinos del altiplano, valles, trópico y subtrópico, los gremiales de los centros urbanos, los empleados de educación y salud, los trabajadores de comunicación y transporte, que en su conjunto forman el pueblo o las masas del país, están organizados, comunal y corporativamente y definen en ultima instancia los cambios económicos y políticos de Bolivia.
El cerco y la rebelión indígena, antes, y después, los congresos sindicales, las marchas, las huelgas y bloqueos de caminos, son las formas de resistencia y lucha de las clases subalternas. La táctica comunal–corporativa de las masas que nacen en la asamblea local se eleva a lo regional y nacional, practica y simbólicamente, constituyéndose en la única forma de definición del futuro nacional–popular.
Independiente de los calificativos que se pongan al Proceso de Cambio, unos de falsos paralelismos en el socialismo del siglo XXI, otros peyorativos como populista–desarrollista, y otros abiertamente de calumnia digital como dictatorial, autoritario, y antiautonomista, el proceso es nacional–popular, de desarrollo industrial y sustitución de importaciones, de economía plural planificada desde el Estado, con apoyo y determinación de los movimientos sociales organizados comunal y corporativamente.
En última instancia, el voto ciudadano, la composición del parlamento y la propia política del gobierno tienen una forma comunal–corporativa, determinada por la esencia comunal–corporativa de las organizaciones sociales populares. En consecuencia, solo de la unidad del gobierno y de estas organizaciones depende el futuro del Proceso de Cambio.
Danilo Paz Ballivian. Investigador Asociado CESU – UMSS
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