Por: Marc Vandepitte
El golpe de Estado en Bolivia no cae del cielo y lleva las huellas dactilares de los Estados Unidos. Es la venganza de la clase alta con un fuerte acento racista. ¿Se dirige el país a una masacre? |
“¿Por qué nunca ha habido un golpe de Estado en los EE.UU.?
Porque allí no hay embajada de EE.UU.” (Chiste clásico en América Latina)
El domingo 10 de noviembre se produjo un golpe de Estado en Bolivia. El ejército ha obligado al recién elegido presidente Evo Morales a dimitir. la violencia aumentó en las calles. Bandas armadas de oposición atacaron a militantes y líderes del Movimiento Al Socialismo de Evo Morales (MAS). Estaban intimidando a los periodistas, quemando las casas de los miembros del MAS, incluida la de la hermana de Evo. En algunos lugares, cualquiera que parezca indígena fue atacado físicamente. Mujeres indígenas fueron desvestidas y violadas. Ya murieron varias personas.
Venganza por la ola izquierda
Este golpe no es del todo inesperado. Es el enésimo golpe o intento de golpe en América Latina desde principios de siglo: hubo en Venezuela en 2002, Haití en 2004, Bolivia en 2008, Honduras en 2009, Ecuador en 2010, Paraguay en 2012, de nuevo Venezuela a partir de 2013, Brasil en 2016 y Nicaragua en 2018.
Se trata de una reacción a la llamada ‘marea rosa’u’ola izquierda’ en América Latina. En las décadas de 1980 y 1990, el rodillo aplastador neoliberal había causado una verdadera masacre en la región. El número de pobres había aumentado en un tercio. El pueblo no aguantaba más y eligió un presidente de izquierda en un país tras otro.
Con esos presidentes de izquierda al mando se establecieron programas de lucha contra la pobreza y se frenaron y redujeron las políticas neoliberales. También se formó un frente para reducir el control de Estados Unidos sobre el continente.
Por supuesto, la ola de izquierda no era del agrado de las élites de esos países ni, por supuesto, del gobierno de los Estados Unidos. Se hizo todo lo posible para remover a esos presidentes de izquierda. Inicialmente por medio de elecciones. Para la élite, las elecciones suelen ser un “partido en casa”: los partidos tradicionales bailan a su ritmo, pueden dedicarle muchos recursos financieros, controlan los medios de comunicación o manipulan los medios sociales, y amenazan con el caos o el desastre económico si la gente votara por la izquierda.
Revoluciones de color y golpes de Estado ‘burgueses’…
Esa receta electoral funcionó durante mucho tiempo hasta que Hugo Chávez fue elegido presidente en Venezuela en 1998. Desde entonces la lucha electoral en muchos países ya no era favorable a la élite y a los intereses de los Estados Unidos. Por eso se adoptó una estrategia diferente: una revolución de colores u otra forma de golpe de Estado “burgués” o “constitucional”, o una combinación de ambos. Por supuesto, con el único propósito de acabar con el presidente de izquierda. Con el apoyo de los medios de comunicación que las élites controlan estos golpes camuflados se describen como levantamientos populares espontáneos o intervenciones constitucionales legítimas.
Esta táctica no es realmente nueva, aunque ya no se juega la carta militar tan desvergonzadamente como en el pasado. Desde los años cincuenta hasta los ochenta el continente seguía siendo devastado por golpes militares. El más notorio es el de Chile en 1973. El golpe neofascista de Pinochet puso fin al gobierno progresista de Salvador Allende y creó las condiciones ideales para una política neoliberal: la eliminación de toda resistencia social. El neofascismo van de la mano del neoliberalismo. La dictadura militar de Chile se convirtió en el primer campo de pruebas para los defensores del neoliberalismo. Bolivia, que hasta principios de los años ochenta fue una dictadura militar, se convirtió en el segundo laboratorio, con las conocidas consecuencias sociales.
…con el apoyo de los EE.UU.
Hace 200 años que América Latina es el patio trasero de los Estados Unidos. Los estadounidenses tienen grandes intereses económicos allí y para protegerlos tienen unas ochenta bases militares.
El personal diplomático de los Estados Unidos en Bolivia tiene una fuerte tradición de avivar e interferir en los asuntos internos del país. Poco después de una reunión entre el entonces más alto diplomático de los Estados Unidos y un “periodista”, que había sido jefe del servicio de inteligencia en una vida anterior, estalló un verdadero escándalo sobre el presidente. Todo resultó estar basado en noticias falsas , pero sí llevó a la estrecha derrota de Evo Morales en el referéndum de 2016.
Carlos Mesa, el candidato opositor de derecha de Evo Morales en las recientes elecciones, ha estado en contacto con varios altos funcionarios y parlamentarios estadounidenses en el pasado reciente. A finales de julio de 2018 ya anunció que la reelección de Evo Morales conduciría “a una situación que no queremos: la violencia”. Indica que el golpe actual estaba bien preparado.
La Organización de Estados Americanos (OEA) también jugó un papel decicivo en este golpe. La OEA fue creada por los Estados Unidos en 1948 con el fin de alinear a los países de América Latina con Washington. La OEA se negó a reconocer los resultados de las elecciones bolivianas. De esta manera ha ejercido una fuerte presión sobre el gobierno y ha dado una excusa al ejército para exigir la renuncia del presidente Morales.
Intereses económicos
Bolivia encaja perfectamente en la lista de países mencionados anteriormente. En todos estos países la situación social se había mejorado espectacularmente. También en Bolivia. Bajo el reinado de Evo Morales los salarios reales aumentaron con un 60% y la pobreza extrema también disminuyó en un 60 %. Esta política social sólo fue posible nacionalizando una serie de sectores clave de la economía. Para la élite esto fue imperdonable.
No hay que olvidar tampoco el plan de Evo Morales para no sólo extraer el litio, sino también de procesarlo baterías en Bolivia. El litio es una materia prima muy importante para la nueva economía y se utiliza en la producción de coches eléctricos, aviones, baterías, teléfonos móviles e incluso medicamentos. Bolivia tiene quizás las mayores reservas de litio del mundo. La élite mundial no acepta que esta materia prima estratégica esté en manos de la izquierda.
El factor indígena
Pero en Bolivia hay otro factor: la cuestión indígena. Evo Morales es el primer presidente indígena. Además, ha concedido más derechos a la población indígena boliviana, que es mayoría pero que hasta entonces siempre había sido tratada como ciudadanos de segunda clase, y ha mejorado mucho su situación social. La élite racista, en su mayoría blanca, nunca fue capaz de tragar esto. Este golpe de Estado, es su gran venganza. No es casualidad que la violencia de hoy se dirija explícitamente a la población indígena.
La élite quiere utilizar este golpe de Estado para dar marcha atrás. Los representantes electos del MAS y sus posibles partidarios están siendo aterrorizados. El presidente Evo Morales, que se atrevió a tocar sus privilegios y posesiones, debe ser eliminado política o físicamente. No se puede descartar que el país se dirija a una masacre.
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