Por: Sdenka Saavedra Alfaro
Sin lugar a dudas que la “demonización” además de ser una técnica retórica que busca desinformar o alterar percepciones y realidades sobre un conocimiento, descripción o una persona a partir de presentarla como nociva para la sociedad, generalmente con pocos argumentos válidos; es un estrategia de manipulación social que se aplica desde hace muchos años, recordando los discursos más encandiladores, virulentos y racistas de Joseph Paul Goebbels, el temido ministro de propaganda del tercer Reich de Hitler, quién manifestaba que: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.
Esta estrategia constantemente es utilizada por Occidente para perseguir sus objetivos económicos y geopolíticos, demonizando a líderes mundiales, calificándolos en la arena mundial como «tiranos», «dictadores», «invasores», utilizando para ello campañas propagandísticas de desprestigio; entre las víctimas de esta estrategia se encuentran por ejemplo el exlíder de Libia, Muammar Gaddafi, en Siria donde no dejan de llamar de «régimen tiránico» al gobierno de Bashar al Assad, líder que fue democráticamente reelegido en 2021; así también últimamente los medios de comunicación hegemónicos se han centrado en «la demonización» del presidente ruso, Vladímir Putin, para lograr sus intereses económicos y geopolíticos en Ucrania, al igual que hemos visto las campañas de desprestigio contra Fidel Castro, líder de la revolución cubana; así como también los descréditos al ex presidente venezolano, comandante de la Patria Grande, Hugo Chávez Frías.
Ya lo ha señalado Noam Chomsky y la utilización de noticias falsas “fake news”; pues en un mundo en caos, el apartamiento de las normas democráticas ya no busca un justificativo decente, los gobiernos progresistas en América Latina son secuestrados electoralmente y proscriptos mediante maniobras de lawfare con la complicidad de los medios de comunicación, como en el caso de Brasil, la destitución de Dilma Roussef y el encarcelamiento de Lula; Bolivia, y el informe fraudulento, de la OEA el 2019, el que consolidó el Golpe de Estado; Ecuador, donde el expresidente Lenin Moreno inició una persecución personal contra el expresidente Rafael Correa, al que lo inhabilitó políticamente y tantos otros ejemplos donde la maquinaria mediática de las multinacionales ponen al inocente de verdugo.
En esa línea, a raíz de la postulación a la presidencia de Bolivia de Evo Morales Ayma para el 2025, el pasado 24 de septiembre y ante la realización del Congreso ordinario del MAS-IPSP en Lauca Ñ, Cochabamba, los días 3, 4, 5 de octubre de 2023, el que está avalado por el Tribunal Electoral; sin lugar a dudas nuevamente las campañas de desprestigio, de odio, de desinformación, de demonización, contra el primer presidente indígena, se están llevando a cabo, por todos los medios tradicionales, locales; así como por las redes sociales, una guerra mediática, abiertamente dirigida por Washington, que posesionó los adjetivos de “terrorista, narcotraficante, pedófilo” contra Evo en la población.
No se debe olvidar, que la misma estrategia estuvo vigente, cuando Evo Morales quiso presentarse para postular a la presidencia en el 2020 en un cuarto mandato, los Estados Unidos y la oposición boliviana, lanzaron una gigantesca campaña de desprestigio contra el presidente y su gobierno, basada en rumores, mitos, falsificaciones y desinformación, acusándolo de pretender ser dictador y perpetuarse en el poder. Tampoco, se debe olvidar, que de acuerdo al libro «The WikiLeaks Files: The World according to US Empire«, el Departamento de Estado y la CIA participaron en las conspiraciones contra el gobierno de Evo Morales, por eso el embajador norteamericano Philip Goldberg fue expulsado del país después que se comprobaron sus vínculos con los que promovían un golpe de Estado desde el oriente del país.
Recordemos que el periodista Julián Assange, el creador de Wikileaks, autor del libro mencionado, fue perseguido por revelar los horribles crímenes de guerra de EEUU y sus aliados en las invasiones de Irak y Afganistán, entre otros casos, y haber democratizado los secretos de Estado que antes pertenecían a la élite del complejo industrial militar; que hoy se encuentra en la cárcel, en confinamiento solitario, amenazado con ser extraditado a los Estados Unidos y sufrir una condena de por vida.
Porque también resulta paradójico que mientras somos víctimas de la multiplicación de noticias falsas, nuevamente se conspire todo ese plan malévolo con la llegada a Bolivia, de la nueva encargada de negocios de los EEUU, Debra Hevia, quién acaba de asumir funciones el 14 de septiembre de 2023, y quién ahora tiene la misión de cambiar el rostro de país en Bolivia; pues según Wikileaks, estuvo vinculada a poner en marcha acciones de denuncia contra Evo Morales, quien antes de su asunción como presidente y durante gran parte de su gobierno se habría convertido en un objetivo de su análisis y acción, ya que lo ha estudiado en todas sus aristas.
Esta estrategia de demonización y guerra mediática contra el primer presidente indígena nuevamente está activada; pero habría que preguntarse si es que el dinero para su ejecución saldrá de los bolsillos de Gonzalo Sanches de Lozada, Carlos Sánchez Berzaín o de Branko Marinkovik, lo cierto es que se avecina todo un plan y conspiración desde Washington y esta vez con la alianza de la derecha, y ¿quizás con el gobierno de Luis Arce?
Sdenka Saavedra Alfaro. Periodista, Profesora e Investigadora Boliviana, miembro de la Asociación de Investigadores en Comunicación y Educación para el Desarrollo (AICED) La Paz-Bolivia.
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