Y es que nada asoma más divertido, iconoclasta y variado que el escenario político peruano sobre todo en una circunstancia como la actual, cuando nos encontramos en la puerta de un proceso político de significativa importancia en la que están en juego tanto los gobiernos de las 22 regiones nacionales como los municipios y gobiernos locales en toda la República.
En Lima, sin embargo, se ha generado el más complejo embrollo electoral. Veamos.
Hay que considerar -para entenderlo- que los comicios próximos del 3 de octubre de este año, se complementarán en abril del 2011, cuando la ciudadanía proceda a elegir a un nuevo Congreso y a las nuevas autoridades del Poder Ejecutivo: al Jefe del Estado.
Este bienio entonces, será rico en novedades políticas. Por lo menos, se admite que el Perú podría cambiar a toda su jerarquía formal, si esa fuera realmente la voluntad ciudadana.
Pero ocurre que no es solo la “voluntad ciudadana” la que decide en la circunstancia. Hay factores adicionales de enorme “peso político” que orientan -o desorientan- al electorado, y un Poder Mediático que influye decisivamente en el escenario nacional.
Y este Poder Mediático tiene que ver con ingentes sumas de dinero, pero también con fuerzas que desde hace muchos años tienen en sus manos resortes decisivos para la conducción del Estado.
Así, la sociedad peruana como la de otros varios países de la región, sufre el efecto de fenómenos vinculados a la historia, la economía, el proceso social, la educación y el desarrollo.
Harto divertido, en este contexto, resulta entonces el proceso municipal de la ciudad capital, donde el Alcalde cumple una doble función: es la figura edil más importante para el manejo de la ciudad, pero al mismo es el Presidente del Gobierno Regional de Lima Metropolitana en una circunstancia en la que el peso de la descentralización tiene un papel de significativa trascendencia.
En un comienzo, para la alcaldía de Lima asomaron dos figuras destacadas y otras menores. Al inicio, en efecto, Lourdes Flores y Alex Kouri -juntos- captaban casi el 80% de las preferencias electorales válidamente expresadas, en tanto que el 20% restante se subdividía entre ocho candidatos menores.
La polarización contribuyó a esbozar una diferenciación maniquea. Lourdes Flores -se dijo- representa la decencia y la democracia, en tanto que Alex Kouri simboliza la Mafia del pasado que cabalga empeñada en volver.
Un conjunto de denuncias vinculadas a desaguisados de Kouri y su entorno, terminó por desestabilizarlo hasta que, finalmente, si candidatura fue dejada de lado por una impecable decisión de la Corte Electoral. El candidato, en efecto, no residía en la circunscripción a la que buscaba representar. El recurso presentado en tal sentido, resultó letal. Y Lourdes Flores quedó, como se dice, “solita en pampa”.
Ocurre sin embargo que esta figura del Partido Popular Cristiano tiene sus bemoles. Y ellos, hoy se han confirmado. Una serie sucesiva de errores cometidos por ella misma terminó por catapultar a una personalidad distinta: Susana Villarán, directamente vinculada a la defensa de los Derechos Humanos tiene hoy la primera opción de victoria en la capital.
Hay quienes aseguran que Lourdes Flores posee una extraña y errática manera de comportarse. Si compitiera sola en comicios ideales y fuera por eso la única candidata, perdería. Y es que parece simplemente incapaz de ganar una contienda. Ella se derrota a sí misma,
Hace un par de semanas, cuando comenzó su caída en vértigo en las encuestas, pidió desesperada ayuda al más veterano de los políticos peruanos: Luis Bedoya Reyes, quien casi frisa los 90 años, y que en su tiempo fue alcalde de Lima y fundador del Partido Popular Cristiano. Hoy, virtualmente retiro de la política activa, funge como una suerte de “gurú” de la práctica más conservadora en el país.
Bedoya -temerariamente- administró a Lourdes sabios consejos: “muéstrate como eres”, le dijo, “no finjas”, “sé auténtica”, “trasparente”, añadió. Y Lourdes, dócilmente acató las recomendaciones del sabio. Se mostró tal como era. Así, pocos días después aparecieron “audios” que mostraron prolijamente cómo era realmente, sin maquillaje ni afeites.
Herida por encuestas que la situaban ya en un segundo lugar en las preferencias electorales, anunció su intención de buscar al representante de la Empresa “Apoyo” para exigirle que “mueva las cifras” que arrojaban la consulta, para aparecer primera en ellas.
Pero la propuesta vino adornada de un torrente de imprecaciones de carga mayor. Ellas mostraban un enorme desprecio a la actividad planteada: “me interesa un comino esta elección, es lo que menos me importa en mi vida. Nunca me ha importado menos una elección que esta… mañana renuncio a esta candidatura, me interesa una porquería… a mi qué me importa esta alcaldía. Ahorita me voy, chau…¡Métanse la alcaldía al poto!”, se le escuchó decir a través de una grabación presentada por un programa político local.
Pero eso no fue todo. Adicionalmente, se mostraron “audios” que confirmaban vínculos entre Lourdes Flores y dos empresas foráneas -una brasileña y otra española- conocidas ambas por uso de recursos ilegales para alcanzar licitaciones y beneficios. La conexión, a través de un lobista aprista, nos recordó a su antecesor más inmediato, Rómulo León Alegría, aún preso por actividades similares que desestabilizaron a Jorge del Castillo y echaron abajo a su gabinete el año pasado.
Independientemente que el origen de estas grabaciones deba investigarse, la gente se pregunta acerca de sus contenidos. Nadie ha podido negar la autenticidad de lo mostrado. Y el parapeto se ha detenido en considerar que se ha tratado de “conversaciones privadas”.
En otras palabras, que un candidato puede decir en privado que le importa una higa un proceso que -en público- considera trascendente y decisivo. Es, por cierto, la doble moral de la clase dominante, que se muestra en notable dimensión.
Faltan apenas dos semanas para los comicios del 3 de octubre, pero muy difícilmente los limeños ungirán como su alcaldesa a quien se ha dirigido de manera tan irrespetuosa y procaz en la circunstancia descrita.
Por lo pronto, la intención electoral favorece hoy a Susana Villarán, de Fuerza Social, apoyada por diversos grupos de izquierda y progresistas.
Su previsible victoria, sin embargo, ha movido los conchos al fascismo local, sus portavoces y sus medios. Ellos han puesto en marcha una campaña maccartista que no se veía en el Perú desde hace más de cuarenta años.
El 3 de octubre, en Lima, podrá ocurrir el primer milagro del siglo XXI. El último del siglo pasado aconteció en noviembre de 1983, cuando la ciudadanía ungió a Alfonso Barrantes, de la Izquierda Unida, como Alcalde capitalino.
De ese modo, el embrollo electoral de Lima llegará a su fin. (fin)
Comentario