Todos los años en Chiquìan, Ancash, sierra norte del Perú, el 29 de Agosto, la población entera, e incluso los visitantes, participan de una curiosa celebración del denominado Día de Santa Rosa de Lima. Se trata de una representación de la captura del Inca Atahualpa a manos de los conquistadores españoles, como sucediese aquel 16 de Noviembre de 1532, en Cajamarca, que divide a los asistentes en dos bandos y que concluye en forma distinta al hecho histórico, pues gran parte de la población y la totalidad de los visitantes, en su mayoría también peruanos, impiden a viva fuerza y en una “batalla campal” a pedradas, la captura del Inca. Así cada año, mas y nuevos participantes tienen la “oportunidad histórica” de optar o por los conquistadores o por la defensa del mundo indígena peruano, como no la tuvieron aquella fecha histórica. (lo mismo ocurrió durante la filmación de la película “Tupac Amaru”, de Federico García, en que la población, que participó masiva y gratuitamente de la escena, trató de impedir la nueva “ejecución”, fílmica, en este caso, de José Gabriel Condorcanqui, el histórico indio rebelde). Al respecto, Rodrigo Montoya, ha señalado, citando a Mariátegui, que “optar” por el Perú colonial o por el Perú incaico es la clave sociológica de la sociedad peruana, que se ha formado sin el indio y contra el indio.
Nunca ha estado esto tan claro como en los últimos años y días, en que el retorno al país, del exilio forzado, del compañero Alberto Pizango Chota, máximo dirigente de la AIDESEP (Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana), que representa a ashaninkas, shipibos, y awajun, en las proximidades del 05 de Junio, y los procesos penales abiertos contra el por el Estado por delitos “contra la paz pública y apología respecto a los cargos de sedición y motín en agravio del Estado” vuelven a colocar en el centro escenario nacional la represión sangrienta de la rebelión amazónica (Agosto 2008-Junio 2009) por parte del Gobierno del Presidente Alan García y lo que ello significa.
El denominado “baguazo” (en alusión a Bagua, Amazonas, lugar de los penosos sucesos) y la persecución policial al compañero Alberto Pizango, volvieron a llamar a todos los peruanos a una gigantesca y real “puesta en escena” de la captura de Atahualpa, quien al igual que Tupac Amaru II, fuera ejecutado por los invasores del imperio español, y es que mas allá del continuado drama indígena volvió a trazar una línea divisoria entre la voracidad y brutalidad de los intereses de las transnacionales atraídos por las riquezas de la selva amazónica y un Gobierno y Estado dispuesto a servirlos a cualquier precio, por un lado, y la vida y subsistencia de los habitantes nativos de esas selvas, por otro; pero también, entre el capitalismo fracasado en el mundo occidental y su angustia existencial y un modo de vida colectivo ancestral pero psicológica y cualitativamente superior, y por último, entre la defensa del último pulmón y reserva acuífera que hacen posible la vida humana sobre este planeta y los apetitos de quienes solo ven a nuestras selvas como fuente enorme de madera, petróleo, oro uranio, por encima de la sobrevivencia de la propia especie.
La lucha amazónica que aún no termina, la voracidad infatigable del capital transnacional y la obsecuencia de quienes han elegido servir esos intereses, por encima de la Constitución, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Pueblos Indígenas y el Acuerdo 169 de la OIT y los del pueblo peruano, y los intentos de continuar la masacre iniciada en Cajamarca, el 16 de Noviembre de 1532, para ello nos llaman a esta nueva “puesta en escena” del drama peruano. Estamos avisados: la conquista del Perú continúa. ¡Que cada cual tome su puesto y desarrolle su papel!
Gustavo Pérez Hinojosa. Movimiento Político Inkari-Lima
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