El Acuerdo Trans-Pacífico (TPP) iniciado el 2007 apoyado por el gobierno imperialista de Obama, se entiende como un nuevo acuerdo de “libre comercio”. Firmado hace pocos días por el gobierno de Bachelet, este acuerdo lo componen: Chile, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EEUU y Vietnam.
Este Acuerdo significa el fin de los pocos niveles de Soberanía que aun mantenía Chile. Prestándose para esto las burguesías parias antinacionales que están dispuestas negociar el saqueo absoluto de los Estados Nacionales. Bachelet y la Derecha con un rechazo ciudadano de casi el 80% pretenden hipotecar para las próximas décadas la vida de todos los chilenos. La primera medida de un futuro gobierno patriótico y popular será desconocer estos acuerdos con el imperio.
Ante la derrota del TLC en la década pasada hoy el imperialismo vuelve a la carga con el TPP, cuyo último propósito es terminar con los pequeños reductos de soberanía que aun mantenían nuestros países, y generar con sus neo-colonias un bloque que se oponga a China-Rusia y los BRICS.
Este tratado ha estado envuelto de un gran secretismo en las negociaciones y contempla una serie de cláusulas que apuntan a socavar la autodeterminación de los países, estas clausulas fueron develadas por wikileaks hace algunos meses atrás. De hecho de todos los capítulos que contempla este acuerdo sólo unos pocos tienen relación directa con el comercio. Todo lo contrario, la mayoría de los capítulos le dan nuevos derechos y privilegios a las grandes empresas trasnacionales, produciendo un mayor debilitamiento del poder de los ya débiles estados nacionales para oponerse a los intereses imperialistas.
Increíblemente este acuerdo firmado por el gobierno de Bachelet y apoyado por toda la derecha chilena, instala a las empresas privadas del capital extranjero a la misma categoría que los estados soberanos. Este tratado crea un tribunal secreto en el que las empresas podrán demandar a los gobiernos, integrados por abogados corporativos que evitan los tribunales nacionales y anularan las voluntades de los parlamentos en caso de no conseguir lo que quieren, para que decir de la voluntad de las grandes mayorías y sus intereses. Los llamados “arbitraje inversionista-Estado” permiten a los empresarios trasnacionales presentar demandas directamente contra los Estados, si sienten que las acciones de un país aunque sean democráticas, tiendan a perjudicar su propiedad, o que consideren que los impuestos resueltos soberanamente por un país son “excesivos” para sus bolsillos. El “arbitraje inversionista-Estado” dará a las empresas transnacionales más poder respecto a los propios poderes soberanos de las naciones.
El TPP favorece a los grandes mega-negocios y representa una nueva ofensiva contra los trabajadores y sus derechos, como para la protección de nuestro medio ambiente. A pesar de ser un tratado de libre comercio, también abarca otros aspectos por ejemplo sobre la libertad de Internet, los derechos de autor, la protección de patentes o la salud. Respecto a este último punto el TPP puede proteger la propiedad intelectual en el ámbito de la medicina en detrimento de los esfuerzos de los pueblos de facilitar el acceso a medicamentos accesibles a los ciudadanos de nuestros países.
Es decir, este “régimen de protección de la inversión” supranacional estará en conflicto potencial con leyes ambientales y laborales nacionales, la protección de los derechos humanos, y con la salud pública y la regulación del bienestar, si estos son considerados como posibles trabas para el desarrollo de los intereses extranjeros.
Los 12 países del Pacífico a presión de los EEUU eliminaran todas las barreras y se rendirán al comercio extranjero, incluidas las leyes que garantizan la seguridad alimentaria, la protección de la propia agricultura y vulnera completamente la privacidad de la información de todos y todas.
Todos este escenario muestra cada vez más claramente la contradicción principal del actual periodo como lo indica el Proyecto Político del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Neoliberalismo versus Soberanía Nacional. Es cada día más urgente que todas las fuerzas populares que creen en una sociedad distinta, se vuelquen a la construcción de las bases solidas que requiere nuestra sociedad, es necesario dedicarnos a sembrar el proyecto de soberanía a lo largo de nuestra larga y angosta faja de tierra, que nos permita transformar la constitución a través de la organización y la movilización nacional, que permita la mayor y más participativa democracia en los territorios, dando forma y estructura a la fuerza popular que darán el carácter a la constituyente, que es la nueva fuerza para producir una constitución soberana. Es necesario construir y conquistar un Gobierno Patriótico y Popular, que impida el saqueo de la Patria y abra camino a Refundar Chile.
Jorge Galvez es Dirigente Rodriguista
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