Por: Leonardo Gabriel Ogaz Arce
A cuarenta años del golpe militar Chile no termina de salir de la dictadura pinochetista: el país todavía se rige por la Constitución que dejó el régimen militar, modificada en el gobierno de Ricardo Lagos con el acuerdo de la derecha dura. Además se mantiene el modelo neoliberal dejado por Pinochet corregido y perfeccionado por los gobiernos de la Concertación, este modelo se ha convertido en una verdadera estructura de abusos contra la gente. La desigualdad y el clasismo son hoy igual o mayor a la que había antes del gobierno de Salvador Allende. ¿Cómo explicar esta situación?
Lo Primero que debemos establecer es que el golpe militar que dio lugar a una dictadura que duró 17 años donde se violaron todos los derechos humanos y se cometieron todo tipo de atrocidades, fue producto de una contrarrevolución llevada a cabo por la alianza de las dos derechas: la tradicional y la moderna democristiana, más el imperio (Nixon- Kissinger) y sus directos colaboradores locales como el Señor Agustín Edwards millonario y banquero dueño del periódico más influyente del país, esto en lo político más la unidad de las oligarquías en el terreno social, que supieron atraer tras de sí a importantes sectores medios. Hace pocos días el dirigente demócrata cristiano, Belisario Velasco miembro de un grupo minoritario que se opuso al golpe, señalaba que no se podía reescribir la historia, y que su partido mayoritariamente estaba por el golpe, esto fue corroborado por la actual candidata de la derecha dura Evelyn Matthei quien señaló que la Democracia Cristiana pidió la intervención militar. Su principal líder Eduardo Frei M. aplaudió y justificó el Golpe. Ocurrió que si pensaban que los militares les iban a entregar el poder, se equivocaron del medio a la mitad, el grupo de civiles derechistas que siempre acompañó a los militares tenía otros planes. Posteriormente cuando el ex Presidente Frei despuntaba como líder de la oposición burguesa a la dictadura, fue asesinado por los organismos de seguridad de Pinochet.
Las clases dominantes no vacilaron ante nada, para defender sus privilegios, su modo de vida basado en la dominación y explotación de la gran mayoría de los chilenos, se vio en peligro y entonces reaccionaron de forma violenta e insurrecta, crearon grupos paramilitares, realizaron asesinatos (comandante Arturo Araya. edecán naval de Allende por mencionar, un caso), generaron un clima de odio, sabotajes, huelgas, paros, promoción del desabastecimiento de alimentos y otros productos, y etc., etc., hasta llegar al golpe de Estado.
El gobierno de Salvador Allende que se propuso hacer una revolución social pacífica, realizó en tres años grandes transformaciones sociales y económicas, su gran error no haber realizado cambios políticos, por ejemplo una Asamblea Constituyente para modificar la Constitución. Entre los cambios realizados estuvieron la nacionalización de las riquezas básicas, cobre, salitre, etc., profundización de la reforma agraria, estatización de los bancos y los seguros, creación de un área social de la economía por mencionar algunos de los más importantes, esto generó una dinámica social y el despertar de un sin número de sectores empobrecidos que vieron por fin un gobierno favorable a sus intereses, una gran esperanza recorría a Chile por esa época, los sectores de trabajadores y campesinos más avanzados y al calor de la agudización de las contradicciones de clase comenzaron a generar embrionariamente un poder popular alternativo que se expresó en los cordones industriales y los comandos comunales junto a otras formas como las juntas de abastecimiento y precios. Chile vivió un impresionante proceso de liberación social y nacional que apuntaba al socialismo.
Los sectores dominados alcanzaron altos niveles de conciencia de clase que superaron a la dirección política de la Unidad Popular que en realidad no entendían muy bien la realidad de una situación revolucionaria y eran incapaces por su formación reformista y su empirismo teórico de enfrentar la ofensiva de las clases dominantes financiadas y asesoradas por la C.I.A. De tal manera que la cuestión de la crisis de dirección revolucionaria se volvió decisiva en el desenlace de los acontecimientos.
Después de los primeros años de estupor frente a la sangrienta y despiadada represión de las fuerzas armadas que trató de quebrar de raíz los niveles de conciencia de ese pueblo, cuestión que logró en gran medida, en base a la tortura, las desapariciones, los allanamientos, el exilio, en definitiva el terror. La oposición a la dictadura se dividió en una oposición popular y una oposición burguesa, esta última viendo el peligro que representaba una caída insurreccional de la dictadura inició un camino de negociaciones con el régimen de facto para buscar una salida mutuamente conveniente para ambas derechas, lo lamentable es que esta oposición burguesa atrajo importantes sectores de izquierda sobre todo del socialismo con lo cual se dividió la oposición popular.
En la oposición popular destacó el Partido Comunista que formó un grupo guerrillero el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que realizó una serie de acciones armadas contra la dictadura y fue el que organizó el atentado contra Pinochet.
¿Qué pasó con la izquierda chilena?
Cuando los revolucionarios rusos salieron al exilio a Europa occidental lo hicieron para preparar y prepararse para la revolución y efectivamente cuando maduraron las condiciones objetivas y subjetivas regresaron a Rusia y realizaron su revolución. Los exilados chilenos en Europa en cambio en vez de prepararse para la revolución se prepararon para la negociación y efectivamente cuando regresaron lo negociaron todo. Había que renovarse era la consigna y esto no significaba actualizarse en la teorías revolucionarias, sino por el contrario se sintieron fascinados por la socialdemocracia europea y sus líderes, se volvieron acólitos de Felipe González y demás pro hombres de la segunda internacional.
Después vino la caída del Muro de Berlín y el asentamiento del neoliberalismo y estos sectores de la izquierda proclamaron que el mundo había cambiado y que por tanto lo inteligente era acomodarse a la nueva situación abandonado todo proyecto emancipatorio, entonces vimos a muchos de los radicales de ayer fascinados con el liberalismo y la economía de mercado descubriendo los discretos encantos de la vida burguesa que antes combatían. Unos se hicieron empresarios de éxito, (E. Tironi, M. Marambio), gerentes de empresas multinacionales, (O.G. Garretón) miembros de directorios de grupos monopólicos (J. Esteves) otros burócratas nacionales e internacionales, (J.M. Insulza) es decir, fueron cooptados en las diversas estructuras del poder.
Se conformó para enfrentar el cambio de la dictadura un frente político opositor pluriclasista llamado Concertación por la democracia y acordaron los términos de la finalización formal de la dictadura, pero manteniendo los pilares centrales: el régimen político y el modelo neoliberal. Los concertacionistas ganaron las sucesivas elecciones, presidenciales, pero el pinochetismo diseñó un sistema político para estar permanentemente empatados y que denominaron binominal y hoy día los sectores críticos denominan como duopolio. La concertación ha cumplido muy seriamente el pacto con la derecha e inauguraron la democracia de los acuerdos, es decir en Chile todo se empezó a realizar por consenso entre la las dos derechas bajo una hegemonía neoliberal impresionante. En rigor se instaló una especie de cogobierno entre la centroderecha y la derecha, desde luego bajo la exclusión absoluta de la gran mayoría de los ciudadanos. Esta concertación por la democracia se dedicó a administrar el modelo neoliberal.
El Partido Comunista en los primeros períodos de los gobiernos de la concertación desarrolló una vigorosa oposición, pero poco a poco fue matizando esta oposición manejándose en una dialéctica entre la oposición y la colaboración que condujo finalmente a una capitulación casi total a la actual “Nueva Mayoría” de Michel Bachelet a cambio de ampliar su cuota parlamentaria. Es curioso ver sentados en una misma mesa a los representantes comunistas con connotados economistas neoliberales.
La política de los acuerdos duró hasta el año 2011 cuando unas poderosas movilizaciones estudiantiles y sociales cuestionaron a fondo el sistema político y el modelo neoliberal y pusieron en la agenda la cuestión de la Asamblea Constituyente, para terminar de una vez por todas con la dictadura pinochetista.
Ahora la candidata de la concertación reencauchada (Nueva Mayoría) Michel Bachelet, de salir elegida, no tiene ninguna intención de realizar una Asamblea Constituyente y tiene la convicción absoluta de mantener el modelo neoliberal, solo hará, dada la enorme presión social, ciertos cambios sociales y políticos, por ejemplo educación gratuita, cambiar la constitución, pero no trasformará nada esencial.
Ahora en la última elección que se realizó con inscripción automática y voto voluntario el 61% de los votantes no se presentó a sufragar, esto indica una grave crisis política, la mayoría de los chilenos no se siente representado en el sistema político, lo que abre posibilidades a las candidaturas alternativas como las de Roxana Miranda y Marcel Claude, de reencantar a una porción de ese electorado para una opción anti sistema. Es lamentable que las candidaturas anticapitalistas vayan separadas.
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