Por: Ollantay Itzamná
A diferencia de otros procesos electorales, esta vez, acudir a las urnas en Chile no es una opción, sino una obligación con penas de multa.
La segunda década del presente siglo fue un período en el que los sueños colectivos por cambios estructurales, desde las calles y las urnas de Chile, obligó a la élite política a ceder y aceptar un proceso constituyente, aunque desde el inicio le quitaron el poder constituyente originario. Pero, que haya ocurrido esta «contienda democrática», nada menos que en la «Meca» del neoliberalismo regional, no es cosa menor.
Ahora, una década después de aquel «grito constituyente popular», y un año después de debates y consensos por los 155 convencionales constituyentes (incluido el 50% de mujeres y con 17 escaños reservados a pueblos indígenas) se redactó un nuevo texto constitucional para Chile, con 488 artículos y 57 artículos transitorios.
Y, este próximo domingo, 4 de septiembre, cerca de 15 millones de chilenos y chilenas, por primera vez en su historia republicana, irán a las urnas a «aprobar» o a «desaprobrar» una Constitución Política con aroma a democracia participativa, con paritaria impronta de mujeres y destellos de sueños de pueblos originarios.
A diferencia de otros procesos electorales, esta vez, acudir a las urnas en Chile no es una opción, sino una obligación con penas de multa pecuniaria (del equivalente de hasta de 200 dólares) para el electorado chileno.
¿Qué es lo que decidirá Chile?
Estado nación moderno con adjetivo plurinacional, paritario y ecológico
El nuevo Estado nación plurinacional, de ser aprobado en Chile, será un «Estado social de derecho» (intentando limitar al Estado neoliberal del libre mercado de ricos vigente), con pluralidad de formas democráticas (intentando superar la hegemonía de la democracia representativa vigente), con garantías para la participación paritaria de mujeres, antropocéntrico (aunque con reconocimiento de algunos derechos a la «Naturaleza» y a los animales, y con una Defensoría para los derechos de la naturaleza)
Según el texto constitucional sometido a consulta popular, la plurinacional aún es declarativa en la identidad del Estado que reconoce expresamente a 11 pueblos y naciones originarias, pero no establece/restituye territorios indígena originarios, ni crea mecanismos específicos para la materialización de las autonomías indígenas. En los hechos, más que plurinacional, a lo sumo, será un Estado descentralizado con diferentes niveles de autonomías mestizas.
Bolivia, en 2009, fue el primer país que se declaró como Estado plurinacional con autonomías territoriales indígena campesino originario. Pero, por los límites constitucionales e institucionales (modernos) no logra superar el espíritu, naturaleza y horizonte del Estado nación moderno para Bolivia. Hay avances, pero cada vez más lentos.
Ecuador, en su última Constitución Política, 2008, incorpora las categorías de interculturalidad y plurinacionalidad como parte declarativa del Estado nación moderno. Pero, igual, aún no pasa de ser Estado nación moderno
Esto evidencia que, por más esfuerzos narrativos decoloniales, transmodernos, los procesos constituyentes últimos, aún no logran superar la idea y el funcionamiento del Estado nación moderno en sus constituciones políticas últimas. Y, Chile no es la excepción.
Estado nación con amplio catálogo de derechos humanos individuales y colectivos
Esta centralidad en los derechos humanos es otra de las características del Estado nación moderno.
En el texto constitucional chileno, el mismo que será sometido a consulta, se busca garantizar derechos contemporáneos como el acceso al agua, al Internet y tecnologías, a la sindicalización incluso con potestad de toma de decisiones en las empresas por parte de trabajadores. También tangencialmente se refiere a derechos colectivos de los pueblos indígenas, como la administración de justicia, la autonomía, consulta, etc., aunque no desarrolla, ni instituye mecanismos de cumplimiento y exigibilidad. Están también derechos de los animales, y derechos sexuales y reproductivos para los humanos.
Las y los convencionales no lograron consensuar la recuperación de los bienes comunes, como los yacimientos mineros para los chilenos. Tampoco se logró establecer un Estado actor y rector en la economía del país. En este sentido, el neoliberalismo continuará vigente. Aunque sí se instituyen derechos como la educación, salud, vivienda… para toda la población, pero no se establece metas medibles.
¿Afectará el apruebo o el desapruebo a los procesos constituyentes plurinacionales que se impulsan en diferentes países del Continente?
Al momento, pueblos originarios y sectores populares exigen e impulsan procesos constituyentes plurinacionales en Guatemala, Perú, Panamá, Honduras…, con miras a realizar cambios estructurales en su arquitectura jurídico político como países, y crear naciones plurinacionales, incluso con horizontes que superen a la modernidad, como es el desarrollismo por el Buen Vivir.
Estos sectores y pueblos constituyentes en ciernes, observan con mediana atención los procesos constituyentes de los países vecinos. El proceso chileno genera expectativas, no sólo por la tríada enunciativa de: plurinacional, paritario y ecológico, sino porque Chile, como ya se dijo, fue la Meca regional desde donde se irradió el neoliberalismo etnofágico para los pueblos de Abya Yala.
Definitivamente, lo que decida Chile en relación a su nueva Constitución Política influirá en el ímpetu de los sujetos pueblos constituyentes plurinacionales que se mueven en el Continente de Abya Yala. El sólo hecho de haber canalizado la resolución del enfado social y popular (causado por el neoliberalismo) mediante un proceso constituyente ya es un referente establecido para los pueblos. Además, las categorías de plurinacionalidad, paridad, derechos de la naturaleza, derechos colectivos, etc., afianzan o abonan en el cultivo de las narrativas constituyentes de los pueblos del Continente.
Si gana la opción «apruebo», será un peldaño más, tanto para los pueblos de Chile como para el resto de los pueblos del Continente, en el camino empinado hacia la plurinacionalidad y los buenos vivires, ojalá para superar las lógicas de muerte instauradas por la modernidad.
Si gana el «desapruebo», también será una lección para todos los pueblos constituyentes del Continente de: qué, cómo, cuándo y con quiénes debemos consensuar las luchas y las esperanzas colectivas.
De cualquier modo, después del proceso de la convención constituyente de Chile, la plurinacionalidad, derechos de la naturaleza (que no es lo mismo que Madre Tierra) y la paridad (que no es lo mismo que despatriarcalización) son categorías que quedan incorporados en la narrativa y debates constitucionales, mucho más que antes.
Ollantay Itzamná. Defensor de Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos desde Abya Yala
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