Por: Mario Hernandez
-El presidente colombiano Gustavo Petro en su cuenta en la red social escribió: “Revivió Pinochet”, respecto de lo que ha sido el plebiscito constitucional en tu país donde sobre un total de 13 millones de sufragantes, un 86% aproximadamente del padrón electoral, la opción del Rechazo a la nueva Constitución tuvo una adhesión del 62%.
-Antes que todo yo creo que cometió un error no menor el presidente Gustavo Petro en su tweet. En Chile el pinochetismo no puede volver porque jamás se ha ido. Para que lo entienda la gente es como decir que volvió el franquismo en España. El franquismo jamás se ha ido de España, al igual que el pinochetismo. Es la forma que tiene el fascismo o la extrema derecha. Eso es para que se pueda entender mejor lo que aconteció en Chile el 4 de septiembre pasado.
Desde el golpe de estado de 1973 lo que ocurrió, contra el gobierno popular y revolucionario de Salvador Allende y la Unidad Popular, a diferencia de lo que ocurrió en la Argentina con el golpe del 76, antes con los golpes en Uruguay y en Brasil, solo para poner unos ejemplos de los golpes de Estado que asolaron Sudamérica en los 60 y 70. En Chile hubo una contrarrevolución capitalista neoliberal, en Chile fue la primera vez en el mundo que se aplicó a raja tabla, a sangre y fuego, el programa neoliberal. Una verdadera contrarrevolución si consideramos que el gobierno popular y revolucionario antiimperialista y de vocación anticapitalista que estaba llevando adelante la Unidad Popular y el conjunto de partidos que apoyaban al entonces presidente, Salvador Allende, desmanteló una civilización, un tipo de relaciones sociales que existían antes del golpe de Estado. Fue una genuina contrarrevolución.
Desde el golpe de Estado el Movimiento Popular y de los Trabajadores chilenos, en el mejor de los casos, hemos resistido en distintos momentos de la historia, tanto en la dictadura como en los distintos gobiernos civiles post dictadura, los embates sucesivos, las ofensivas sucesivas de la burguesía, la oligarquía y los intereses antagonistas en Chile.
Nunca hemos estado a la ofensiva desde el golpe de Estado de 1973. Se ha resistido desde el comienzo incluso, con las armas en la mano muchos grupos, pero en ningún momento ha sido otra cosa que una durísima resistencia a un altísimo costo humano y social, en particular de los pueblos originarios y más en particular de la resistencia Mapuche en Chile.
-¿Qué explica la contundente derrota del Apruebo?
-Las causas inmediatas están asociadas a una evidente campaña del terror, que es un factor constante en todo el mundo, basada en noticias falsas de la extrema derecha que, a su vez, los dueños de los medios de comunicación masiva están en manos de unos pocos grupos económicos que a su vez tienen expresión en la extrema derecha política. Fueron muy eficientes, lo instalaron muy bien. Ellos no convocaron a la dictadura en su propaganda, fue muy inteligente. No convocó a la figura de Pinochet, no convocó a sus dirigentes políticos, sino que dejó que ‘gente común’ que estaba en contra de cualquier cambio fueran los rostros de la campaña del Rechazo.
A diferencia, más allá de las mentiras que emplearon, del comando de campaña del Apruebo que ocupó a casi todos los rostros políticos de los partidos políticos de los que hacen al Gobierno, es decir, a un montón de figuras que la población chilena repudia desde hace por lo menos 20 o 25 años. Fue una campaña muy poco inteligente a diferencia de la del Rechazo.
Por otra parte, fue una campaña muy elitista, hecha para la gente del Apruebo. Es como intentar hacer campaña para convencer a personas que ya están convencidas de lo que va a votar, de que va a aprobar el borrador de la nueva Constitución. No se emplearon, a diferencia de otros procesos constitucionales y constituyentes de la región, didácticas populares que acercaran los contenidos medulares que más beneficiaban a las grandes mayorías.
Lo que ocurre es que incluso llega a votar un porcentaje altísimo que nadie sabe, solo uno lo sabe por su propio entorno, que ha ido a votar sin leer una letra del borrador de la nueva Constitución.
-¿Se puede hablar de una derrota de la protesta popular de octubre de 2019?
-¿Sabes lo que ocurre? Que la revuelta social de octubre del 2019 que solo la detuvo la pandemia del 2020 y no el arreglo pactado que hicieron el 15 de noviembre, a poco de un mes de comenzado el estallido social. Un pacto que se hizo allí, que es muy propio de la oligarquía chilena y sus expresiones políticas, donde participó a espaldas de su propio partido el que entonces era diputado y hoy día es presidente del país, Gabriel Boric.
A espaldas de su propio partido participó en la cocina política para salvar a Sebastián Piñera, entonces presidente, y al conjunto del sistema de partidos políticos con la institucionalidad política ante la fortaleza de las protestas y del ‘que se vayan todos’, que en realidad ese era el lema central. La gente no pedía una nueva Constitución, lo que quería es que se fuera Piñera y que se mejoraran las condiciones de vida de la población en general a partir de distintas demandas inmediatas, pero ninguna de ellas o quizás entre tantas podría haber sido una Asamblea Constituyente, pero no hubo Asamblea Constituyente tampoco.
Ese 15 de noviembre se hace una cocina que le llaman Acuerdo por la paz y por la democracia, que es la salida brindada por arriba para blindar al sistema de partidos políticos tradicionales, a la institucionalidad, al orden vigente, al establishment como le llaman, y evitar cualquier consecuencia no deseada que atentara contra los intereses de esa clase política, esa minoría en el poder.
Eso no repercutió en el estallido social, no le quitó fuerza, lo que le quitó fuerza a la revuelta social del 2019 y la primera parte del 2020 fue la aparición de la pandemia que en realidad hizo que todos nos tuviéramos que ir para las casas, aplicó un toque de queda como en todo el mundo y cortó abruptamente un momento precioso de lucha de clases luego de tantos años en que no existía un momento de resistencia, de manifestación de resistencia popular consistente. Eso, como no ocurrió, se enfrió el proceso de estallido social y dos años después viene esta votación sobre el borrador de una nueva Constitución, viene en frío. Ni siquiera hay una desidia de la nueva Constitución.
No se puede hablar de una derrota del estallido social porque en realidad sería una derrota de las expresiones de la lucha de clases, el tema es que en una sociedad dividida en clases no son derrotas ni victorias las que se producen respecto del movimiento real de la realidad misma. Todavía está que el que vivió la lucha de clases se exprese a la baja respecto de un momento como el de octubre de 2019 que sea el alza, la variabilidad del movimiento que tienen estos distintos episodios de lucha de clases, simplemente son distintos. Uno los puede edificar, o no, incluso después, o percibir cuando están ocurriendo, pero no se destruye ni tampoco la disputa objetiva de intereses que están en juego en estos episodios.
Quiero decir que la demanda del pueblo y de los trabajadores que se manifestaron sucesivamente pese a la represión más brutal durante el estallido social del 2019 y parte del 2020, pese a una represión que solo nos hacía recordar a quienes luchamos contra la dictadura, a quienes estuvimos en la resistencia contra la dictadura. Fue un déjà vu, es decir, que nos tiraron a los milicos a la calle, la represión fue con arma real en algunos momentos, y fue lo que ocurría durante la dictadura.
Las demandas que allí emergieron como la necesidad del mejoramiento del salario inmediatamente, el salario a nivel general, el poder acceder a una vivienda propia y digna, el derecho a la salud, a la educación, etc. Se hace la demanda básica de los derechos básicos y elementales de un pueblo, no solo como el chileno, sino como cualquier pueblo de América Latina o de la periferia de los países centrales del capital, eso sigue latente. Eso sigue pendiente.
No se derrota, o no se supera a un conjunto de necesidades objetivas de todo un pueblo hasta que no se resuelvan y ellas no se han resuelto hasta este momento.
Se acabó el gobierno de Boric
-¿Qué horizonte político se abre de aquí en adelante?
-Está ocurriendo lo que dijo el mismo Boric la noche del 4 de septiembre y lo que inmediatamente supimos que ocurriría si ganaba por paliza el Rechazo. Es decir, ya el gobierno venía derechizándose, sobre todo en su equipo económico que son los dueños de las billeteras. Tan bien como nosotros ustedes saben que son los que gobiernan al final, los que tienen la palabra al final del día. Ese equipo está conducido por el ministro de Hacienda, Mario Marcel. Él fue el presidente del Banco Central chileno por más de 10 años, viene de la escuela de Chicago, es monetarista ortodoxo, es de los que creen que la inflación se acaba subiendo el precio de los intereses de la política monetaria. ‘Ese equipo económico no se toca’, así lo dijo él mismo hoy día que hubo cambio de Gabinete, cambio de ministerio. Y donde entraron, en el cambio de Gabinete del 6 de septiembre, en lugares claves, viejos políticos de la Concertación.
La Concertación está tomada acá como una de las dos derechas. Está la derecha tradicional y está la Concertación, lo que fue un conjunto de partidos que hicieron en los años 80 el pacto inter-capitalista, inter-burgués para la salida gradual de la dictadura militar hacia un gobierno civil sin modificar el modelo económico capitalista neoliberal, que fue la condición mediada por Washington y en la presencia misma de Felipe González, el español.
Lo que quiero decir es que se derechiza más el gobierno de Boric, de algún modo se acaba el gobierno de Boric. Me atrevería a decir que se acabó el gobierno de Boric porque su programa va a ser imposible de cumplir. Su programa ya venía con reformas que no eran estructurales, pero eran reformas al fin y al cabo. Ya ni siquiera esas reformas van a poder cumplirse porque se derechiza aún más el bloque en el poder y sus expresiones como el Gobierno y el Parlamento.
La ministra del Interior, Carolina Tohá, es una vieja política que fue repudiada en el estallido de octubre del 2019, que entre otras cosas expresa la repulsa popular respecto de la casta y clase política dominante no importando de qué lugar fuera, de la izquierda tradicional o de la derecha tradicional, da lo mismo en realidad por una situación clara.
Durante los últimos más de 30 años de gobiernos civiles por más que vamos a votar religiosamente para todas las elecciones y todos los plebiscitos que se nos ponen no cambia la realidad. Lo único que logró una modificación genuina fue el alzamiento popular de octubre del 2019, es decir, esto nos habla que, si no hay expresión concreta y real de lucha desde abajo, desde los movimientos populares y sociales, aquí no se va a poder modificar absolutamente nada, no se modifica desde arriba. Por arriba ya hay acuerdos, hay pactos, se cocina desde arriba. Va a tener que ser simplemente por abajo, ya lo volvió a aprender un sector importante de nuestro pueblo, que los cambios solo se producen desde abajo. Fue justamente sin querer, sin buscarlo, el movimiento del estallido social del 2019, el que provocó este proceso de Convención constitucional que dio pie a una serie de plebiscitos como este último donde ganó el Rechazo.
-Andrés Figueroa Cornejo, un colega, periodista chileno. Te agradezco mucho esta comunicación, este análisis. Espero contar contigo en el futuro para seguir de cerca esta realidad política que se vive en tu país.
-Muchas gracias, querido Mario. Ojalá se haya clarificado un poco lo que ocurre en el país. Yo sé que es difícil entender las realidades políticas de los distintos países por sus propias historias, pero espero haber aportado en ello. Cuando quieras para vos y tu audiencia estoy presto para colaborar en lo que precisen.
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