una explicación/confesión que dé cuenta del por qué un movimiento gremial, como el que ellos han conducido, llega a devenir en político
En estricta teoría, los movimientos se originan cuando determinadas aspiraciones de una comunidad comienzan a generalizarse hasta cristalizar en una manifestación colectiva; entonces las personas se unen, experimentan lo que Alberoni ―siguiendo a Max Weber― denomina ‘stato nascente’. Una euforia generalizada hace que todas ellas se planteen en demanda de lo que consideran justo. Y comienzan a exigir satisfacción a esas aspiraciones. Al poco tiempo, la misma comunidad descubre que, para alcanzar sus objetivos, debe incursionar en otros terrenos aparentemente ajenos a sus intereses; al aceptar ese desafío, el movimiento se hace político. Un movimiento, por consiguiente, no se mantiene dentro del mismo estado en que nace; por el contrario, evoluciona, se trasmuta, deviene. Y es que las circunstancias que originan un fenómeno no están aisladas de las que ocasionan al resto. Por el contrario: todas se encuentran relacionadas entre sí en lo que Gregory Bateson denomina ‘la pauta que conecta’. Porque los fenómenos son ‘holones’, unidades dentro de unidades mayores que forman parte de otras mayores aún [2] . Una simple demanda que busca satisfacer una necesidad puede ‘conectarse’ con graves problemas de carácter tributario, por ejemplo. La circunstancia que la parte constituya un elemento inseparable del todo hace que la parte siempre se comporte como un todo y el todo esté constantemente haciéndolo en el carácter de parte.
Esta idea puede o no ser compartida por otras personas. En este caso, es comprensible cualquier afirmación al respecto, aunque resulte majadera. Lo inaceptable sí es que tales afirmaciones las formulen personas que conocen o debieran conocer la historia de su propia nación, la historia de los movimientos estudiantiles, el rol que el estudiantado ha jugado a lo largo de los doscientos años de vida independiente del país, que no habla de movimientos neutros, que no presenta jóvenes indolentes, ajenos a los problemas sociales o separados de las contiendas sociales que libran los desposeídos por alcanzar mejores condiciones de vida. Por el contrario, la historia de nuestros estudiantes nos presenta generación tras generación un compromiso social que, incluso, ha llevado a esa juventud a encabezar reivindicaciones generalmente ajenas a sus intereses de gremio. Una juventud que se caracteriza por una empatía asombrosa con sus semejantes. Y eso es, también, parte de nuestra historia. Y bien vale la pena recordarlo en esta época, cuando las protestas estudiantiles vuelven con todo su vigor a conmover las ‘grandes alamedas’.
LOS ALBORES DE LA REPÚBLICA
Porque, desde los albores de la República, la juventud ilustrada que se dedicó a participar activamente en las luchas políticas de la nación, se caracterizó por ser una juventud crítica, poco dispuesta a aceptar la imposición de ideas que no fuesen previamente debatidas, y con una empatía inmensa por la suerte de los demás. Esta conducta fue una constante que avalan multitud de testimonios. Así, por ejemplo, puede leerse en el epistolario de Manuel Rodríguez Erdoyza:
“Por mí os juro que mientras mi patria no sea libre, que mientras todos mis hermanos no se satisfagan condignamente, no soltaré la pluma ni la espada, con que ansioso acecho hasta la más difícil ocasión de venganza”.
Cuenta, por ejemplo, Manuel Gabriel Balbontín, en su obra ‘Huella de vencedores’ que, cuando Manuel Montt, en el Instituto Nacional, enseñaba con eufemismos la suerte corrida en Mendoza por don José Miguel Carrera Verdugo, su hijo, alumno de ese plantel, corregía constantemente al maestro diciéndole:
“Mi padre fue asesinado en Mendoza”.
Una juventud chilena profundamente crítica a la vez que dotada de una inmensa empatía por sus semejantes se instaló en las aulas escolares desde los comienzos de la República. Y no ha dejado de fluir. No fue un político tradicional ese joven estudiante, José Miguel Carrera Fontecilla, cuando dirigió la insurrección que culminara en lo que algunos autores denominan ‘la Comuna de La Serena’. No fueron políticos tradicionales Eusebio Lillo, José Victorino Lastarria, Benjamín Vicuña Mackenna, entre otros, cuando se levantaron en armas en contra del gobierno de Manuel Montt, sino simples estudiantes que buscaban un cambio social, como también lo fueron Santiago Arcos y Francisco Bilbao.
LA FUNDACIÓN DE LA FECH Y LA CONTIENDA SOCIAL
Por eso, y contrariamente a lo que parecen suponer algunos, desde su creación, en 1906, la Federación de Estudiantes de Chile FECH ha participado activamente en todas las contiendas sociales manifestadas en los años posteriores, conducta que ha mantenido invariablemente hasta nuestros días. Por eso, con justicia, expresa un autor que
“Desde su fundación en 1906, la característica predominante de la Federación de Estudiantes de Chile FECH fue su preocupación por la ‘cuestión social’” [3] .
En efecto, un rápido paso por la historia de los movimientos estudiantiles nos permite constatar tal aserto.
Oscar Ortíz nos narra que, ya desde los albores del siglo XX, aspiraban los jóvenes a
“[…] una renovación integral de la universidad […]” [4]
Tal tarea quedó de manifiesto cuando, en 1918, un heterogéneo grupo de personas logró levantar una ‘Universidad Popular’ de carácter autónomo que debía llevar el nombre de ‘José Victorino Lastarria’ y a la cual ingresaría
“[…] el pueblo trabajador a la educación superior” [5] .
En los años posteriores, se produjo un intenso intercambio estudiantil en América Latina. Jóvenes universitarios de México, Argentina y Perú visitaron las aulas chilenas; el más importante de todos ellos fue quien más tarde sería fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americanista APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre (1921).
En 1920, sin embargo, un golpe de Estado en Bolivia dio a las clases dominantes chilenas la excusa que necesitaban para intentar ampliar la extensión territorial de la nación; dirigía, entonces, la nación el presidente Salvador Sanfuentes cuyo gobierno experimentaba una grave crisis económica. El conflicto limítrofe con Perú y Bolivia podía perfectamente atizarse en esos momentos. Las clases dominantes no iban a perder la ocasión: se involucrarían en una guerra y sortearían, de esa manera, las penurias económicas.
“Perú y Bolivia nos están por invadir” [6] ,
expresó en un comunicado el gobierno chileno. La que fuera llamada socarronamente ‘guerra de don Ladislao’ había comenzado.
De inmediato, decretó el gobierno la conscripción obligatoria de los jóvenes y dispuso el envío de un fuerte contingente militar al norte para detener una presunta invasión peruano/boliviana.
La FECH que, había advertido la siniestra maniobra de las clases dominantes, se opuso a esas medidas por lo que el propio presidente Sanfuentes pudo acusarla
“[…] como antipatriótica y entidad remunerada con el oro peruano” [7] .
Expresiones torpes, sin lugar a dudas, del que fuera presidente de la nación. La FECH, que llamó a la población a mantener calma ante el presunto conflicto, exigió al gobierno explicar el por qué de enviar tropas al norte y obligar al reclutamiento. La respuesta gubernamental fue violenta: una turba enardecida asaltó la sede estudiantil de calle Ahumada con el apoyo de la policía. Dos jóvenes dirigentes estudiantiles, Juan y Pedro Gandulfo, estudiantes de medicina y derecho, tomaron a su cargo la defensa de la organización; Pedro quedó a cargo del local mismo cuando la muchedumbre llegó hasta el lugar. Un autor indica que la turba
“[…] avanzó contra la Federación y la sitió. Pedro Gandulfo se mantuvo en el pasillo, ante la escalera […] Los más osados comenzaron a subir con lentitud, en grupo compacto, con esa prudencia del que se mueve en lo desconocido. Se acercó el mesonero con una pistola que le bailaba en la diestra. Pedro la cogió con mano segura, advirtió a los intrusos que dispararía si continuaban ascendiendo y se tendió en el pasillo, junto a la escalera y apuntó” [8] .
La policía se apoderó de la sede y la directiva de la FECH debió pasar a la clandestinidad. Un documento de la época, emanado del organismo estudiantil, en donde se denuncian esos ataques al mismo, nos da una visión de lo que acontecía a los jóvenes de esos días:
“Ante estas armas innobles, nuestra organización no admite que nadie dude de su patriotismo ni se crea poseedor de sentimientos más elevados. Pero cuando el núcleo dirigente da la norma de la incertidumbre, cuando atrasa las noticias, cuando lleva la mentira al Parlamento, entonces hay derecho para dudar y preguntarse como ciudadanos cuáles son los propósitos que guían actos de tanta trascendencia para la Patria” [9] .
En septiembre de 1920, luego de ser capturado por instigar a la huelga, procesado, encarcelado en una prisión que consumió sus fuerzas, falleció en Santiago, recluido en un manicomio, el estudiante y dirigente de la FECH José Domingo Gómez Rojas. Su muerte desató inmensas manifestaciones callejeras.
El 12 de junio de 1922, el Consejo de Instrucción, organismo dependiente de la rectoría de la Universidad, prohibió a los estudiantes reunirse en las aulas universitarias sin pedir previamente autorización y exponer el objeto del encuentro junto con los temas a debatir. La FECH no sólo decidió ignorar esa prohibición sino, además, dio inicio a las luchas por la Reforma Universitaria.
La represión no se hizo esperar. Trece jóvenes estudiantes fueron expulsados de la Universidad, entre otros, Oscar Schnake, Julio Barrenechea, Eugenio González, Moisés Cáceres. La FECH, como respuesta, proclamó a Gabriela Mistral en el carácter de ‘embajadora de los jóvenes chilenos’ [10] y emitió una declaración que, en sus partes principales, junto con insistir en la Reforma Universitaria, señalaba:
“Y ninguno para realizarla más indicados que nosotros los estudiantes. Queremos, por tanto, estar representados en los Consejos para hacernos oír y para establecer relaciones verdaderas de simpatía y mutua comprensión entre los que enseñan y los que aprenden. La representación del alumnado en los organismos administrativos es una de nuestras aspiraciones más inmediatas” [11] .
En enero de 1925, la FECH continuaba siendo motor de los cambios sociales al dar vida y continuidad al Comité Obrero Nacional CON, dentro del que participaron la Federación Obrera de Chile FOCH, la International World Workers IWW, la Sociedad Mutualista, la Asociación Nacional de Profesores y la Unión de Empleados de Chile. Secretario de esa organización fue el dirigente estudiantil de la FECH Alfredo Montesinos. Eran los años de las reformas universitarias.
Ese mismo años constituyó la FECH el Comité de la Reforma Estudiantil ‘Moisés Cáceres’ con el que dio comienzo a sus movilizaciones.
En 1931, dos ex dirigentes de la FECH (Oscar Schnake y Eugenio González) participaron en la constitución de una organización denominada ‘Alianza Revolucionaria Socialista’.
Ese mismo año, el 31 de agosto, dirigida por el suboficial Ernesto González Briones y el cabo Manuel Astica, se sublevó la tripulación del acorazado ‘Almirante Latorre’ extendiéndose a varias unidades de la Armada; la revuelta fue apoyada, de inmediato, por la FECH.
En 1949, destacó entre los dirigentes estudiantiles el social cristiano José Barzelatto quien sostuvo la necesidad de dar una lucha callejera para alcanzar las demandas estudiantiles. Para lograr esos objetivos, la FECH tomó partido, en estrecha alianza, con la Junta Nacional de Empleados de Chile JUNECH que comandaba Clotario Blest, e iniciaron una lucha frontal contra el gobierno de Gabriel González Videla.
LAS CONTIENDAS PREVIAS AL GOLPE DE ESTADO DE 1973
Cuando en 1957 decidió el gobierno del general (r) Carlos Ibáñez del Campo subir el precio de la locomoción colectiva entre un 60 y un 100%, los estudiantes porteños salieron de inmediato a la calle en protesta contra tales medidas. En Santiago, la FECH notificó, por su parte, al gobierno que si no derogaba el alza decretada a más tardar el 1 de abril, llamaría a un paro nacional. Ibáñez no cedió ante las demandas y los estudiantes decretaron un paro nacional. Se daba inicio así a lo que se llamaría, más tarde, ‘la batalla de Santiago’.
Los efectivos militares al mando del general Horacio Gamboa salieron a la calle a disparar contra los estudiantes. Una de las balas mató a la joven Alicia Ramírez, delegada de las alumnas de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Chile, y militante comunista. El saldo de esa ‘batalla’, en la que se dispuso, para justificarla, la puesta en libertad de peligrosos delincuentes, fue de 67 muertos según el gobierno; la FECH y la JUNECH sostuvieron, por el contrario, que los muertos sobrepasaron la cifra de 350.
En los años siguientes, el estudiantado de todo el país aportó gran cantidad de dirigentes que, de una u otra manera, se incorporaron desde distintas trincheras a las luchas sociales de la nación. En la Universidad de Chile destacó Rodrigo Ambrosio, constructor del Movimiento de Acción Popular Unitaria MAPU; en la de Concepción, Juan Bautista Von Showen, Miguel Enríquez y Luciano Cruz que pasaron a integrar la dirigencia del recién formado Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, junto a los constructores de esa organización, Enrique Sepúlveda (su primer Secretario General), Ernesto Miranda, Luis Vitale y Clotario Blest.
Guillermo Yunge fue, también un líder estudiantil, como lo fueron Yerko Ljubetic, Alejandro Rojas y Ociel Viziani; no debe sorprender que hoy lo hagan otras personas como Camila Vallejo, Camilo Ballesteros, Gabriel Boric, Noam Titelman, Francisco Figueroa, Giorgio Jackson, en fin. Menos, aún, debe sorprender que todos ellos piensen en el rol que les corresponde desempeñar como miembros de una comunidad.
LAS LUCHAS ESTUDIANTILES BAJO LA DICTADURA
Contrariamente a lo que pueda creerse, también bajo la dictadura alcanzaron las luchas estudiantiles notoriedad. Numerosos jóvenes fueron relegados a distintas e inhóspitas localidades del país por atreverse a formular su deseo de llevar adelante las reformas que eran menester.
“Ya desde 1980, en plena dictadura, los jóvenes participan como actores claves en el proceso de derrocamientos del gobierno militar. En gran medida las universidades se convirtieron en centros de resistencia frente al sistema, y fue dentro de esos recintos que muchos de los grupos armados de la época gestaron sus actividades antidictatoriales” [12] .
Los estudiantes de la Universidad de Chile salieron a las calles en defensa de la Reforma Universitaria, y pegaron en las paredes de las casas y edificios contiguos a los recintos de esa casa de estudios carteles alusivos a la misma, considerada como un derecho fundamental de los jóvenes. No fueron oídos. En una de esas acciones, realizada el 25 de marzo de 1981, fueron detenidos los jóvenes Luis Alberto Herrera, vicepresidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Psicología; Rosa Isabel Reveco Bastías, estudiante de Antropología, y Alamiro Fernández Acevedo, estudiante de la Facultad de Pedagogía en Biología.
El 11 de abril de 1981, fueron aprehendidos numerosos estudiantes y, con la excepción de Hellen Hidalgo González y Eliana Santibáñez, fueron relegados a las siguientes localidades del país:
– Dinko Wladimir Obilinovic Rodríguez Putre
– Héctor Alejandro Cabello Espinoza Visviri
– Germán Alejandro Covarrubias Donoso Chapiquiña
– Michel Alvar Chamas López Quillagua
– Jorge Eduardo Pesce Aguirre Diego de Almagro
Las detenciones y agresiones en contra de los estudiantes continuaron. Los casos fueron muchos: José Manuel García fue agredido a puñetes y puntapiés en la propia Universidad por guardias de civil; lo mismo sucedió con Franklin Santibañez y otros alumnos de ese plantel. Enumerarlos en este artículo sería inútil porque se extendieron ese año y los que vinieron posteriormente. Destacaron también en esos años las luchas libradas por el Movimiento Unitario de Estudiantes MUE, la Comisión de Derechos Juveniles CODEJU, la Agrupación de Estudiantes de Enseñanza Media AEEM, los Comités Democráticos Universitarios, los Independientes de la Universidad Técnica del Estado IUTE, en fin.
Establecida la democracia, en 1990, los líderes estudiantiles comenzaron de inmediato a destacarse para evolucionar a dirigentes de los partidos que conformaron la Concertación, como lo hizo Carolina Tohá, entre otras; y otros.
Las organizaciones estudiantiles siempre han sido libertarias. En sus filas militan jóvenes profundamente comprometidos con las luchas sociales de la nación. No constituye únicamente una falacia concebirlas en el carácter de organizaciones movidas por intereses sólo gremiales, sino una intención abiertamente malévola. Los analistas de marras que osan hoy preguntar desde cuándo el movimiento ha devenido en político a los líderes estudiantiles entrevistados por ellos, jamás exigieron a Pablo Longueira, también líder estudiantil como lo fue su maestro Jaime Guzmán, contestar si actuaba o no movido por la defensa del sólo interés gremial. Es cierto que este último fue un decidido defensor del ‘gremialismo’, participó en una lista ‘gremialista’ y creó un movimiento gremialista, pero no es menos cierto que el ‘gremialismo’ constituye una posición filosófica ante la vida y, por lo mismo, una opción eminentemente política: el ‘gremialismo’ no es, en sí, una manifestación neutra o limitada a la defensa de intereses particulares o de grupo sino, efectivamente, una forma de hacer política y de imponer el ‘individualismo’ particular o de grupo, tan necesario en una sociedad donde imperan los valores del mercado y de la competencia. Porque quien defiende tales intereses lo hace, precisamente, por estimar que las soluciones sociales colectivas sólo pueden ser resueltas por la vía de ofrecer soluciones particulares. Tal posición conduce al conformismo, a la pasividad. Y la pasividad implica, también, una postura, una idea, una visión del mundo y de la vida.
Así, pues, los estudiantes jamás se han dedicado solamente a defender sus intereses de gremio sino, por el contrario, han entendido siempre que sus luchas están estrechamente vinculadas a los grandes problemas nacionales, a las materias que afectan a las grandes mayorías del país y que su obligación es estar junto a quienes luchan por establecer una sociedad mejor. Es lo que han hecho nuestros estudiantes a lo largo de los meses de 2011. Y es lo que continuarán haciendo en lo que resta del año y, también, en los años venideros.
EL ESCENARIO ESTUDIANTIL DE HOY
Los hechos notables, precedentemente descritos en apretada síntesis, permiten entender el por qué los estudiantes salen hoy a la calle en demanda de mejoras sociales. No es, por consiguiente, casual (como parecen entenderlo los analistas de marras), que sean los jóvenes quienes encabecen las luchas sociales de este país y puedan lograr un vasto apoyo ciudadano a sus demandas. No es casual que el movimiento estudiantil derive permanentemente en político. Si consideramos que el movimiento social, del cual es parte el movimiento estudiantil, se propaga cuando la escena política de una nación se encuentra desprestigiada o notablemente disminuida, resulta casi obvio que otros actores (sociales, por supuesto) ocupen el espacio dejado por quienes acostumbraban a pasearse por el entablado noticioso nacional. Así, pues, lo que hoy sucede no es fruto del azar, sino se enmarca en la abrumadora lógica de los hechos pasados.
Por eso, tampoco debe sorprender que los problemas no resueltos en las jornadas anteriores exijan serlo en las que se avizoran. De esa manera, si el problema del lucro quedó pendiente de solución en las manifestaciones de 2011, puede asegurarse que, nuevamente, estará presente en las jornadas del año escolar que comienza.
Es esa misma lógica la que tuvo presente el nuevo ministro de Educación Harald Beyer cuando impulsó la supresión de los Créditos con Aval del Estado CAE y su reemplazo por un sistema dentro del cual el mismo Estado sea quien conceda los créditos. Porque Beyer sabía que lo no resuelto el año anterior volvería a ser tema de discusión en las nuevas manifestaciones estudiantiles. Se trataba, entonces, de adelantarse a los acontecimientos. Más, aún, si consideramos que el anuncio fue dado a conocer el día anterior a la movilización estudiantil. Las clases dominantes lo son porque ejercen el control no sólo material sino espiritual de la sociedad en que operan. Y son conscientes de ello; es decir, tienen conciencia de su propia dominación.
Algunos analistas, no obstante, han sostenido que la medida fue adoptada ante el temor que la reforma propuesta sufriese un estrepitoso revés en el Congreso.
“No fue casual ni improvisado. Hace más de 15 días que en La Moneda estaba programado hacer, esta semana, el anuncio del retiro del sistema bancario en el financiamiento de la educación superior y traspasarlo a manos de una agencia estatal. Una decisión del gobierno con la que —aunque no lo reconoce explícitamente— asume que el polémico proyecto que impulsaba del Crédito con Aval del Estado (CAE), no tenía destino como fue concebido originalmente por el Ejecutivo y optó por cambiar de rumbo antes de enfrentarse a un fracaso estrepitoso en el Congreso” [13] .
A nuestro entender, sin embargo, la medida ha tenido como objetivo principal intentar la desarticulación del movimiento social y, en caso de no conseguirlo, al menos, quitar algunas banderas de lucha a los estudiantes, como lo es la crítica que éstos han formulado al lucro en la educación.
Cualquiera haya sido el motivo de la medida, lo cierto es que tuvo impacto político. Y si bien no logró el Gobierno el fin perseguido, justo es reconocer que el anuncio del término de los créditos con aval del Estado obligó a los estudiantes a reformular sus peticiones y a plantearse que el lucro no termina con la supresión de tales créditos. Porque, por una parte, la supresión de los créditos estudiantiles concedidos por la banca no implica la gratuidad de la educación sino, simplemente, el traspaso de un acreedor por otro o, simplemente, el cambio del acreedor (en un caso, lo es la banca particular; en otro, el Estado): el deudor mantiene su esencia inalterable. Por otra parte, las universidades siguen recibiendo pago por sus servicios, lo que implica que el Estado pasa a ser el financista de la educación (y, por consiguiente, de los colegios y universidades); el negocio sigue siendo altamente rentable.
Uno de los efectos colaterales que ha tenido la supresión de los CAE ha sido, además, permitir al Gobierno desprestigiar a varios de los personeros de la Concertación, pues fueron militantes de esa colectividad los autores del sistema de créditos con aval del Estado; en especial, Ricardo Lagos Escobar y Sergio Bitar quienes, hasta el día de hoy, siguen defendiendo tal engendro como la ‘mejor opción para ese período’.
RASGOS ACTUALES DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
Tal cual anunciaran los nuevos líderes de la Confederación de Estudiantes de Chile CONFECH (Gabriel Boric, por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile FECH, y Noam Titelman, por la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, FEUC) a poco de ser elegidos, las movilizaciones han comenzado a tomar otro cariz.
Por una parte, en la marcha del 26 de abril se vio desfilar en forma conjunta a estudiantes universitarios con universitarios. Esta característica, que rompe con la actitud adoptada por la CONFECH hasta el pasado año, comenzó a hacerse manifiesta cuando, ya el 16 de abril pasado, Gabriel Boric señaló que dicha organización no se sentaría a conversar con el ministro de Educación Harald Beyer mientras no se resolviera el caso de los alumnos expulsados en los colegios sostenidos por el alcalde Cristián Labbé [14] . Esta misma idea ha sido reafirmada al término de la reunión de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios ACES, en declaraciones que hiciera el sábado 5 de mayo ese mismo dirigente estudiantil a la Radio Cooperativa, de acuerdo a las cuales
“ No hay demandas más importantes que otras. Secundarios, universitarios y profesores estamos unidos en la misma lucha para terminar de una vez por todas con la reglamentación heredada de la dictadura, que es este sistema educativo segregador, que discrimina a los más pobres” [15] .
Aunque es prematuro asegurar que se encontraría superado el ‘impasse’ estudiantil ―el desacuerdo se produjo en 2006, cuando los ‘pingüinos’ (estudiantes secundarios) fueron abandonados a su suerte por los universitarios―, el proceso de unión se está dando en la práctica. La situación es digna de considerar: la separación entre estudiantes secundarios y universitarios es, sin lugar a dudas, artificial; los secundarios de ayer son los universitarios de hoy. Existe, entre ambas categorías una ‘pauta que conecta’. Constituye, por consiguiente, un error de proporciones contribuir a establecer diferencias que, en definitiva, sólo van a conducir al debilitamiento del movimiento social. Y la dirigencia estudiantil tiene conciencia de ello. Por lo demás, donde el lucro de la educación se manifiesta con mayor virulencia es en el plano de los secundarios, que es el área de están las escuelas subvencionadas, los ‘sostenedores’, el negocio de los uniformes y de los textos de estudio. Es en ese plano donde no sólo los empresarios ligados a los partidos de la Alianza Por Chile, sino los propios administradores del Estado y personeros con ideas de avanzada, se han lucrado con la reglamentación heredada de la dictadura haciendo negocios con la creación de escuelas [16] .
Las marchas estudiantiles de 2012, que se acaban de inaugurar con la reciente movilización del 25 de abril, muestran otro rasgo de interés: la separación definitiva entre el mundo de las personalidades (políticas y sindicales) y la vocería de los movimientos sociales. Este rasgo ya lo pudimos observar en las movilizaciones de Aysén en donde la dirigencia del movimiento regionalista actuó no sólo al margen de la escena política sino, a menudo, enfrentándose a ella. En el caso del movimiento estudiantil, es dable destacar el hecho que, momentos antes de iniciarse la marcha desde Plaza Baquedano, citó la CONFECH a una conferencia de prensa en el local de la Central Unitaria de Trabajadores CUT en la que sólo estaban presentes Arturo Martínez (presidente de la CUT), Marcelo Castillo (presidente del Colegio de Periodistas), y Jaime Gajardo (presidente del Colegio de Profesores). A la referida cita ningún dirigente estudiantil concurrió pues se enteraron oportunamente que los dirigentes sindicales/gremiales pretendían obtener en esa conferencia lo que ellos consideraron un ‘aprovechamiento mediático’. El caso motivó a un articulista a expresar lo siguiente:
“ Atrás quedaron los tiempos en que Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores y el líder de la CUT, Arturo Martínez, lucían impecables al lado de Camila Vallejo en las vocerías del movimiento estudiantil” [17] .
En la marcha del 25 de abril, las banderas de varias colectividades políticas (Partido Comunista PC, Partido Comunista Revolucionario PCR, Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR) aparecieron de vez en cuando. Pero se trataba de militancia ya subordinada al movimiento social y no interesada en ‘dirigir’ a dicho movimiento o transformarse en su ‘vanguardia’. Es dable destacar que no se vieron banderas de la Democracia Cristiana DC, del Partido Por la Democracia PPD, del Partido Radical Social Demócrata PRSD ni del Partido Socialista PS; tampoco del Movimiento al Socialismo MAS (que dirige el senador Alejandro Navarro), del Partido Progresista PRO (que dirige Marco Enríquez-Ominami) ni del Movimiento Autónomo de Izquierda MAIZ (que dirige Sergio Aguiló). La resistencia estudiantil a vincularse a personalidades marcadas por el descrédito es manifiesta.
Un tercer rasgo que presentan las actuales movilizaciones estudiantiles dicen relación con la preparación de sus ‘cuadros’. A diferencia de las anteriores, en el actual movimiento juvenil existe una preocupación por la preparación del estudiantado para ‘tareas mayores’. No es casualidad que hayan manifestado querer
“[…] generar un debate entre actores sociales y políticos sobre los cambios necesarios en el ámbito educacional y en la agenda de la izquierda y los movimientos sociales tras las movilizaciones estudiantiles del último tiempo” [18]
No es casualidad, tampoco, que hayan contribuido a organizar una entidad que, bajo el nombre de ‘NODO XXI’, tenga como objetivo
“ […] contribuir con elaboración de pensamiento y herramientas prácticas a revertir la crisis de incidencia de las mayorías en la defensa de los destinos de nuestro país” [19] ;
ni lo es, finalmente, el hecho que dos de sus más connotados líderes ―Gabriel Boric y Francisco Figueroa― hayan resuelto formar parte del directorio de esa entidad, junto al representante de la misma Víctor Orellana.
No hay, aún, resolución acerca de la participación de los jóvenes en las elecciones que se acercan a pasos agigantados. Tal cual hemos señalado en otros documentos, cinco millones doscientos mil nuevos potenciales votantes (5.200.000) han sido incorporados a la categoría de ‘ciudadanos con derecho a sufragio’, pleonasmo que los define con mediada exactitud.
Nadie sabe qué sucederá con esa inmensa cantidad de eventuales sufragantes, es decir, si votarán, si no lo harán, o si lo harán anulando su voto o votando en blanco. La CONFECH no se ha pronunciado al respecto; la creencia generalizada es considerar poco probable que lo haga. A pesar de ello, existen pistas que pueden conducir a determinar cuál es la actual voluntad de los jóvenes en cuanto a participar en el contingente mundo de la política. Juan Ignacio García, el hombre a quien Pinochet colocara en el cargo de director del Servicio Electoral (SERVEL) y anunciara recientemente su retiro, al expresar que, a lo menos 100 mil personas han llamado para pedir información al respecto, declaró:
“Las personas, junto con pedir información, manifiestan su voluntad de no votar. Dicen: ‘¿Por qué me incluyen si yo no quiero o no voy a votar?’ O sea, la persona tiende a decir que no va a votar, pero es básicamente por una mala interpretación de lo que le estamos informando a la gente, porque creen que los estamos obligando a participar. Tiene que quedar absolutamente claro que no estamos obligando a votar a la persona al pedirle o darle información y tampoco la estamos obligando a cambiarse” [20] .
PRECISIÓN DE OBJETIVOS Y CAPACIDAD DE CONVOCATORIA
El anuncio de Harald Beyer, ministro de Educación de Sebastián Piñera, ha permitido que el movimiento estudiantil determine con mayor precisión los alcances de lo que han denominado ‘lucro en la educación’. En efecto, tal cual se señaló más tras, el movimiento estudiantil toma como bandera de lucha la gratuidad de la educación e insiste en calificar de falacia el argumento de los sectores oficialistas según el cual la educación gratuita sólo beneficiaría a las clases acomodadas. La gratuidad de la educación puede conducir a ayudar a entender el real concepto de ‘servicio’ y, en consecuencia, a definir el rol del Estado frente a la movilización colectiva y a la salud, áreas en donde la presión social comienza a mostrar también fuertes signos de inquietud.
Nuestra visión al respecto es que la estrategia estudiantil se orienta, más bien, a separarse del espectro político que aparece en la escena política de la nación, a enfrentar al Gobierno como representante de un Estado que ha creado una profunda diferenciación social y atraer junto a ese movimiento a las demás fuerzas sociales que se manifiestan en forma más o menos similar. Y, en ese empeño ha de contar con el apoyo de todas las organizaciones del país.
Nadie es capaz, hasta el momento, de superar la capacidad de convocatoria de la CONFECH: para la movilización de 25 de abril recién pasado, Carabineros de Chile estimó la asistencia en 48 mil personas (los dirigentes señalaron que eran 80 mil); para la concentración de la Central Unitaria de Trabajadores CUT, de 1 de mayo, asistieron, según la misma fuente 8 mil personas (los convocantes señalaron que eran más de 15 mil). Cualquiera que sea la cifra, lo cierto es que la convocatoria de la CONFECH supera con creces y hasta en seis veces la de la CUT. A la primera manifestación (la de los estudiantes) no concurrieron representantes del llamado ‘eje progresista’; a la segunda, sí. Estuvieron presentes, en esta última, Carolina Toha, Tucapel Jiménez, Carlos Montes, a pesar que, en épocas anteriores tanto Montes como Tohá habían sido insultados siendo la primera, junto al que fuera su marido Fulvio Rossi, objeto de escupitajos por algunos de los asistentes. El propio presidente de la organización (Arturo Martínez), que se desempeña al mismo tiempo como vicepresidente del partido Socialista, fue abucheado con gritos de ‘vendido’, ‘qué se vaya’, y se levantaron pancartas en contra suya en donde podía leerse ‘Martínez, traidor’ o ‘Fuera Martínez’. Eran tantas las expresiones vertidas en su contra que, al terminar su discurso, no pudo el dirigente sino levantar la copa con agua, colocada a su lado para aclarar su voz en caso se le secase la garganta, y decir, con irónica amargura:
“Hago salud por el letrero que me alude”.
Si lo comparamos con la manifestación estudiantil, el acto de la CUT no fue multitudinario en Santiago; tampoco en provincias. La generalidad de los dirigentes estudiantiles, con excepción de Camila Vallejo que participó en la marcha hacia Avenida Brasil, encabezando el desfile de las Juventudes Comunistas, se limitó a enviar un sobrio y caluroso saludo a los trabajadores chilenos sin inmiscuirse en los actos preparados por la central sindical, con lo cual se evidenciaba el profundo abismo que separa al mundo de la escena política de la escena social que protagonizan los jóvenes estudiantes.
Los caminos elegidos sí que parecen ser diferentes ahora.
– Manuel Acuña Asenjo es miembro del CODHES.
[1] En especial, tal interrogante/acusación fue planteada en dos oportunidades en el programa de ChileVisión ‘Tolerancia Cero’ por sus panelistas durante las manifestaciones de 2011.
[2] La palabra ‘holón’ fue definida por Arthur Koestler.
[3] Ortíz Oscar: “Nuevas crónicas anarquistas de la subversión olvidada”, Editorial La Simiente, Santiago, 2008, pág.81.
[4] Ortíz, Oscar: Id. (3), pág. 82.
[5] Ortíz, Oscar: Obra citada en (3), pág. 82.
[6] Ortíz Oscar: Obra citada en (3), pág.66.
[7] ‘La Nación’, 22 de julio de 1920, pág. 1.
[8] González Vera, José Santos: “Aprendiz de hombre”, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 41.
[9] ‘La Nación’, 23 de julio de 1920, pág. 5.
[10] Labarca, Santiago: “La generación del año 1920”, Revista Babel, julio/agosto de 1945, pág. 11.
[11] ‘La Nación’, 20 de junio de 1922, pág. 15.
[12] Del Solar, Felipe y Pérez, Andrés: “Anarquistas”, RIL editores, Santiago, 2008, pág. 215. Del Solar, Felipe y Pérez, Andrés: “Anarquistas”, RIL editores, Santiago, 2008, pág. 215.
[13] Jiménez, Marcela y Carmona, Alejandra: “ Desgaste político y temor a nuevos conflictos impulsa a La Moneda a entregar el CAE”, ‘El Mostrador’, 24 de abril de 2012.
[14] Anónimo: “Dirigentes condicionan el encuentro con el titular del MINEDUC”, ‘El Mostrador’, 17 de abril 2012.
[15] Anónimo: “Boric valoró propuesta de la ACES: Estamos unidos en la misma lucha”, Radio Cooperativa. cl
[16] Para nadie fue desconocido el hecho que tanto la ex ministra de Educación Mariana Aylwin (DC) como la ex ministra de Educación Mónica Jiménez (DC) eran ‘sostenedoras’, es decir, propietarias de escuelas particulares financiadas por el Estado. El propio dirigente del Colegio de Profesores Jaime Gajardo (PC) se vio envuelto en un escándalo en el que su mujer, Nadia Ávalos Olmos (PC), concejala de la Municipalidad de
Maipú, aparecía vinculada al Centro de Estudios Los Olmos Ltda., sociedad formada con su hermana Narda y, a la vez, directora del Colegio San Esteban de Las Vizcachas. Gajardo se excusó de ello señalando que hacía ya mucho años que vivía separado de su mujer (véase ‘La Segunda’ de 6 de agosto de 2011).
[17] Artículo de la redacción: “Acusan ‘aprovechamiento mediático’”, ‘El Mostrador’, 24 de abril de 2012.
[18] “Dirigentes estudiantiles buscan…”, ‘El Mostrador’, 02 de mayo de 2012.
[20] Derpich C., Cecilia: “Debut de la ley en el Call-Center de SERVEL”, ‘El Mercurio’, 5 de mayo de 2012, C-2.
Comentario