Por: Autor:Rocío Montes
Las cifras económicas de los primeros seis meses del Gobierno de Michelle Bachelet, que arrancó en marzo su segundo período en el Palacio de La Moneda, han acrecentado la ansiedad que produce en algunos sectores el ambicioso paquete de reformas que la socialista pretende llevar a cabo en cuatro años. El ritmo de la generación de empleo ha caído y el Banco Central redujo el miércoles la proyección de crecimiento para lo que resta de 2014 a un rango entre 1,75% y 2,25%, aunque anticipó una recuperación gradual para 2015. Mientras, el oficialismo y la oposición debaten las razones de la desaceleración, que es reconocida por todos los sectores y que ha copado la atención del mundo político y económico local.
El Gobierno señala que la baja sostenida de la inversión y el crecimiento se explica en parte por factores externos: indica que algunas economías basadas en la exportación de bienes primarios, como Perú, han sufrido la misma situación y que el escenario adverso afecta a toda la región. Pero también reconoce problemas internos, como el alto precio de la energía y el precio del cobre a la baja, que ha detenido determinados proyectos mineros. En cualquier caso, señalan la presidenta y sus ministros, estos problemas no se originaron en marzo y el proceso de desaceleración económica comenzó en el último trimestre de 2012, en plena Administración de Sebastián Piñera.
La derecha y el empresariado, sin embargo, afirman que los cambios profundos que pretende realizar el Ejecutivo —entre ellos la reforma educacional, a la Constitución y tributaria, que está a punto de ser aprobada en el Parlamento— han provocado un escenario de incertidumbre que no ha favorecido la fortaleza de la economía. “Las cifras confirman el clima de incertidumbre que se ha instalado en el país, producto de la discusión de las reformas estructurales”, indicó el líder de la Sociedad Nacional de Agricultura, Patricio Crespo, tras conocer las cifras del Banco Central. El exmandatario Piñera ha criticado las políticas de su sucesora desde distintas tribunas. “Estamos a tiempo de enmendar el rumbo”, señaló hace unas semanas.
El lunes, dos días antes de la proyección a la baja del Banco Central, la presidenta anunció un plan para reforzar las inversiones públicas y privadas. Arropada por su gabinete y nuevamente asumiendo un papel protagónico en la defensa de sus iniciativas, Bachelet dio a conocer un conjunto de medidas con las que pretende crear 11.500 nuevos empleos, para rebajar la tasa de paro que se encuentra en el 6,5%, un aumento de 0,3 puntos porcentuales respecto a los últimos 12 meses. Entre otras aristas, el programa de Bachelet contempla la inyección de 500 millones de dólares para lo que resta de 2014 y el refuerzo de las concesiones en infraestructura, que deberían alcanzar los 2.600 millones de dólares hasta marzo de 2016.”Los gobiernos no están para lamentarse, sino para buscar soluciones en el corto plazo”, indicó la médico socialista, cuya aprobación alcanza un 49% de acuerdo a la encuesta Adimark dada a conocer este jueves, cinco puntos menos que el mes pasado.
A fin de frenar la desaceleración, el Ejecutivo ha buscado acercarse al empresariado. El ministro de Hacienda, Alberto Arenas, se reunió la semana pasada con los principales dirigentes gremiales para concretar una alianza público-privada y “poner el hombro juntos” a este escenario adverso. Sin embargo, no ha encontrado demasiado entusiasmo en la contraparte. El presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, Andrés Santa Cruz, indicó que los empresarios están disponibles para trabajar en conjunto con La Moneda, pero también señaló que es necesario “recuperar las confianzas y despejar las incertidumbres”.
Bachelet ha defendido su reforma tributaria, que pretende recaudar 8.200 millones de dólares, generar una mayor equidad fiscal y contar con una nueva estructura que evite la elusión y favorezca la fiscalización. En una entrevista concedida el martes a la Televisión Nacional, señaló que “hay algunos sectores que nunca quieren cambios y prefieren el statu quo, porque están bien así”. La presidenta reiteró que las transformaciones al sistema impositivo son clave para financiar su reforma a la educación, la estrella de su programa de Gobierno que ha enfrentado un complejo camino en sus primeros meses de discusión en el Parlamento: “Para la economía chilena, y no sólo para la justicia, necesitamos capital humano”. Y agregó: “La paz social no es duradera si se mantienen y profundizan las distancias tan brutales entre los que tienen más y los que tienen menos”.
El Gobierno en general y Bachelet en particular se han esmerado en entregar señales de tranquilidad frente al fantasma de la desaceleración económica, que aterriza en medio de las reformas más profundas que se hayan realizado en Chile en los últimos 40 años. Y aunque la socialista parece dispuesta a cumplir a cabalidad su programa, también ha mostrado que La Moneda está atenta al escenario económico y hace las cosas con prudencia. Lo dijo ella misma en la entrevista del martes: “Chile es serio y responsable y todo esto no significa que se vaya a caer el país”.
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