Por: Cecilia Vergara Mattei
Lo que resulta sorprendente y preocupante para los analistas es el alineamiento que el actual gobierno ha adoptado con la política estadounidense respecto al conflicto bélico en Ucrania
En materias internacionales, el actual gobierno chileno del joven presidente Gabriel Boric, más allá de su aureola de hombre progresista, no se ha diferenciado sustancialmente de las políticas aplicadas por los gobiernos de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet.
Más allá de la rimbombancia de los nombres, la verdad es que el gobierno del Presidente Boric no asumió con un plan de peso en materia de política exterior. Ello ha quedado en evidencia en este año transcurrido, donde todo lo relevante es continuidad de los gobiernos anteriores. Y a ello se suma su propio perfil ya que a diferencia de Bachelet y Piñera carece de experiencia en materia internacional sustantiva, más allá del discurso americanista.
Lo que resulta sorprendente y preocupante para los analistas es el alineamiento que el actual gobierno ha adoptado con la política estadounidense respecto al conflicto bélico en Ucrania, y que se ha manifestado en conferencias virtuales del presidente Boric con el muy cuestionable gobernante de esa nación, el excomediante Volodimir Zelenski.
En las conversaciones, ambos gobernantes acordaron proseguir la guerra. No sólo eso: también elogiaron la insólita y absurda orden de captura emitida por la Corte Penal Internacional en contra de Vladimir Putin.
La crisis trascendió con el segundo cambio de gabinete en menos de un año de gobierno. Boric decidió informarle personalmente la salida del cargo a la ministra de Relaciones Exteriores, la socialista Antonia Urrejola, tras el reconocimiento que hay en La Moneda respecto a que los grandes errores en materia internacional fueron responsabilidad del propio mandatario y de sus asesores del segundo piso.
Los problemas graves comenzaron el primer mes de gobierno con los nombramientos de personas vinculadas a Boric en cargos diplomáticos clave como Brasil, España, México y Reino Unido, sobre todo el de Sebastián Depolo en Brasil, que estuvo un año esperando recibir el agreement y recién aterrizó en la embajada de Brasilia cuando Lula da Silva asumió el primero de enero pasado.
El más serio dolor de cabeza que tuvo que enfrentar la canciller Urrejola fue la instalación de José Miguel Ahumada en la subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, decidido a frenar la tramitación del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP-11) y a dilatar lo más que pudo la modernización del Acuerdo Comercial de Chile con la Unión Europea.
El último desacierto del presidente Boric en política exterior que la ministra Urrejola no pudo detener, fue cuando aprovechó la cumbre de la CELAC, en Buenos Aires, para opinar de asuntos internos del Perú al acusar al «régimen peruano» de violaciones a los derechos humanos. En Cancillería fue considerado un grave error abrir un flanco diplomático con el único país vecino con el que Chile no tiene diferendos limítrofes.
Ganaría mucho el Presidente si convocara de verdad a un debate para consensuar una estrategia actualizada de política exterior y mientras tanto redobla en prudencia su condición de conductor de la misma”. señala Juan Pablo Glasinovic en El Mostrador.
Eso quedó de manifiesto, por ejemplo, en la CELAC con la crítica a Perú, una injerencia en asuntos internos en lo que un presidente no puede incurrir. También ocurrió con el bochornoso rechazo de recibir las cartas credenciales del embajador de Israel.
Chile inició el mes pasado un despliegue militar en puntos críticos de la frontera con Perú y Bolivia, una medida que durará 90 días y busca aumentar el control del ingreso irregular de migrantes que afecta la zona, ante la sorpresa de sus dos vecinos.
Hace un año, el gobierno del entonces presidente Sebastián Piñera amplió una singular zanja de 600 metros de largo por dos de profundidad -anegada- construida seis años atrás cerca de Colchane. Bandas criminales dedicadas al contrabando y al narcotráfico construyeron puentes para cruzarla, que también fueron usados por migrantes indocumentados, según el gobierno anterior.
Las relaciones con Bolivia tampoco han mejorado. El presidente de Bolivia, Luis Arce, manifestó que su país no cesará en el reclamo de un acceso al Océano Pacífico ante Chile, durante el acto de conmemoración del mar boliviano, a 144 años de la Guerra del Pacífico (1879-1884) que enfrentó a ambos países. «Mar para Bolivia. No dejaremos de proponer la necesidad de trabajar en el tema de nuestra reivindicación marítima con Chile”, manifestó.
En criterio de Arce, el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de octubre de 2018, estableció que se trata de una cuestión pendiente en Sudamérica y que ambos países deben resolverlos mediante el diálogo.
Durante la XXVIII Cumbre Iberoamericana en República Dominicana, los cancilleres de Chile, Alberto Van Klaveren (quien sustituyó a Urrejola), y de Venezuela, Yván Gil, sostuvieron una reunión donde expresaron su deseo de consolidar una ruta de trabajo basada en el entendimiento. Gil, expresó su deseo de que ambos países puedan desarrollar una “cooperación económica mutuamente ventajosa”. Se supone que analizaron asimismo el problema de los miles de migrantes venezolanos en Chile.
Un tenso momento se vivió en esta reunión cuando el canciller de Nicaragua, Denis Moncada, le reclamó “respeto” a Boric, por haber considerado al gobierno de Daniel Ortega como una dictadura. “Exigimos al presidente de Chile respeto para el gobierno y pueblo de Nicaragua. No debe utilizarnos como plataforma para demostrar su traición al pueblo chileno y su entrega al imperio norteamericano”, dijo Moncada.
Desaciertos presidenciales
Pero la alta tolerancia de la canciller Urrejola con los desaciertos del Presidente Boric no fueron suficiente para ocultar el escándalo generado por la filtración del audio de la reunión de gabinete en que se definió la estrategia para enfrentar las declaraciones del embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa.
Boric montó una estructura débil al mando de cancillería, con una ministra que no era de su círculo de confianza ni de la coalición preferente, que, si bien tenía más experiencia en ese mundo, venía del área de los Derechos Humanos. Urrejola debió luchar internamente por imponer sus criterios, para en muchos casos tener que ajustarse a la agenda y prioridades del subsecretario Ahumada, el “alter ego” presidencial.
Glasinovic señala que si ya el esquema de mando en la cancillería es malo, se potencia con el propio perfil presidencial y su poca experiencia internacional: es imposible disociar la personalidad presidencial de la política exterior, cuando el presidente sigue actuando más como un diputado que como un jefe de Estado.
“La política exterior en muchas dimensiones es de Estado y por lo tanto el interés superior del país se antepone a quien detenta momentáneamente el poder. Nuestros presidentes tienen como primera obligación compenetrarse de ese espíritu con la humildad necesaria para dejarse guiar por la experiencia de otros (personas e instituciones)”, indicó.
En cadena nacional, Boric le enrostró estos resultados a la derecha. “Cuando el país comienza a mostrar señales de recuperación, cuando empezamos a salir adelante de una crisis larga, nuevamente hay un sector que intenta hacer que las cosas no cambien. Dejar las cosas tal cual y cómo están. Parece que no aprendemos de las lecciones del pasado. Parece que el objetivo de algunos es golpear al gobierno e impedir los cambios”.
Las presiones de Washington
En su pretensión de revivir la desacreditada doctrina Monroe, esa de “América para los americanos”, es decir para ellos, Washington presiona y presionará al gobierno de Gabriel Boric, no sólo para que se enemiste con Rusia, sino también de forma indirecta con China, hoy por hoy el principal socio comercial de Chile y de la mayoría de los países de la región.
De hecho, ya lo viene haciendo a través de la jefa del Comando Sur. Recientemente, la generala Laura Richardson, al referirse a las inmensas riquezas naturales de los países del área no vacila en hablar de “nuestros recursos naturales” y recorre la región de punta a punta, solicitándole a los gobiernos que mantengan a China fuera de lo que, eufemísticamente, ella denomina “nuestro vecindario.”
Tomar partido por el gobierno ucraniano, como hace Boric, es exactamente lo que Washington necesita para lograr apartar a China de “su vecindario”, como si fuese propiedad de Estados Unidos, como si pudiesen seguir considerándola como lo que un día fue: el patio trasero del imperialismo, señala El Clarín de Chile.
Se supone que el gobierno de Boric no ignora que el conflicto que se libra en Ucrania no se inició en febrero del 2022, sino en el 2014, con el golpe de estado organizado por el Departamento de Estado estadounidense y que contó con el activo protagonismo en el terreno de Victoria Nuland, Subsecretaria de Estado para Asuntos Euroasiáticos de la Administración Obama, que entronizó a un régimen de derecha radical.
Desde el golpe, Kiev comenzó a lanzar sistemáticos ataques contra el territorio rusófono de Donbass, ocasionando miles de muertos, heridos y mutilados que la prensa occidental se encargó de silenciar u ocultar ante los ojos de la opinión pública. Obviam,ente, la prensa hegemónica chilena nunca habló de ello.
Las condicionantes
Juan Carlos Gómez Leyton, cientista político, señaló que una condición política que condicionó todo el quehacer gubernamental fue el triunfo del Rechazo en el plebiscito constitucional, donde Boric, nuevamente, fue un presidente timorato.
“No tuvo la actitud de un presidente Correa, en Ecuador o de un Evo Morales, en Bolivia, o del Comandante Chávez, en Venezuela, o inclusive, el presidente Gaviria en 1991 en Colombia, presidentes que se la jugaron con todo por la aprobación de las nuevas constituciones e hicieron campaña por su aprobación. Boric y su gente se restaron de ello. Dejaron al Apruebo solo”, indicó.
Si bien la propuesta constitucional no era de su total agrado, el gobierno se dejó influenciar por las encuestas internas que daban tempranamente como ganador al Rechazo, y no se comprometió activamente por un proyecto, decidiendo preparar el terreno para un nuevo proceso constitucional que se hará de manera armónica y equilibrada, consensuada, con todos los partidos del orden neoliberal, a objeto de darle continuidad al neoliberalismo.
Aunque esta cirugía mayor al núcleo del gobierno ha estado preparándose prácticamente todo el verano, entre incendios forestales y ministros interrumpiendo vacaciones para “habitar” sus cargos en medio de la crisis, ha sido manejada con discreción para evitar episodios como la filtración del nombramiento del comunista Nicolás Cataldo como subsecretario del Interior, que generó una presión tal por parte de la derecha que finalmente se lo excluyó.
*Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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