Por: Jorge Molina Araneda
En América Latina existen 104 ultrarricos de los cuales nueve son chilenos.
De acuerdo a Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional “La pandemia de Covid-19 ha sacado a la luz la codicia y las oportunidades económicas y políticas que han convertido las desigualdades extremas en un instrumento de violencia económica. Los milmillonarios han tenido una pandemia de lujo. Los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero una gran parte ha acabado en los bolsillos de los milmillonarios, que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles. Con las vacunas se pretendía poner fin a esta pandemia, pero los gobiernos de los países ricos han permitido que los multimillonarios y los monopolios farmacéuticos corten el suministro a miles de millones de personas. Esto podría traducirse en un incremento de todas las formas imaginables de desigualdad. La previsibilidad de esta situación es indignante, y sus consecuencias son letales”.
Además agregó, “no falta dinero, eso quedó claro cuando los gobiernos movilizaron 16 billones de dólares para la respuesta ante la pandemia. Lo que falta es voluntad e imaginación para liberarnos del asfixiante y letal corsé que constituye el neoliberalismo extremo… Que las desigualdades estén aumentando a esta escala y ritmo no es fruto del azar, sino de una elección. Los modelos económicos actuales no solo nos han expuesto en mayor medida al impacto de esta pandemia, sino que están permitiendo activamente quienes ya son extremadamente ricos y poderosos exploten esta crisis en su propio beneficio”.
En América Latina existen 104 ultrarricos de los cuales nueve son chilenos, con un patrimonio de estos últimos que a fines de 2021 estaba compuesto, según la revista Forbes, de la siguiente manera:
-Iris Fontbona y familia Luksic: US$23.300 millones
-Julio Ponce Lerou: US$4.100 millones
-Horst Paulmann y familia: US$3.300 millones
-Sebastián Piñera y familia: US$2.900 millones
-Jean Salata: US$2.400 millones
-Roberto Angelini: US$2.000 millones
-Álvaro Saeih: US$1.800 millones
-Patricia Angelini: US$1.600 millones
-Luis Enrique Yarur: US$1.300 millones
A pesar de que este 2022 el salario mínimo obtuvo su mayor alza en los últimos 29 años ($400.000 a contar del 1 de agosto de 2022), este reajuste de 14,3% impulsado desde la CUT y apoyado desde el actual gobierno, no llega a significar en la práctica un real alivio para la clase trabajadora, que finalmente termina pagando la crisis.
Así lo demuestra el último estudio de Fundación SOL, Los Verdaderos Sueldos de Chile, que revela que un 29,1% de mujeres y un 16,5% de hombres ganan un salario igual o menor a $300.000, y afirma que “el 50% de las personas que trabajan remuneradamente gana menos de $458 mil y que 7 de cada 10 trabajadores y trabajadoras recibe menos de $680.000 líquidos”.
Para los investigadores de esta fundación, esta realidad sería consecuencia de un problema estructural: “…De acuerdo a los recientes datos entregados por la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2021, se puede concluir que en Chile se registra un considerable atraso salarial, un problema estructural y de largo plazo, que va más allá de las consecuencias negativas coyunturales sobre el mundo del trabajo que ha generado la pandemia mundial COVID-19”.
Estas cifras golpean especialmente a las mujeres, ya que según el estudio ya citado, la brecha salarial continúa dibujando una marcada diferencia entre ambos géneros. A nivel nacional, el 50% de los hombres gana hasta $500.000, mientras que el 50% de las mujeres recibe hasta $405.348.
Lo que viven día a día miles de familias chilenas, cuyos salarios se disuelven al costear la inflación, se contrapone con la realidad de los grandes grupos económicos, que a pesar de esta llamada “crisis”, han obtenido jugosas ganancias. Un claro ejemplo de aquello es la Banca, que según informó la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), cerró el primer semestre de este 2022 con utilidades de más de US$3.270 millones, de lo cuales 585 millones de dólares corresponden solamente a las de ganancias de julio.
“El resultado del mes en el sistema bancario alcanzó los $538.285 millones de pesos de utilidad (MMUSD 585) y el resultado acumulado en lo que va del año sumó $3.008.910 millones de pesos (MMUSD 3.271), aumentando un 48,93% en 12 meses”, señaló el reporte de la CMF.
Según el Resultado del Ejercicio Consolidado por Institución Bancaria, informado por la CMF, entre los bancos que sacan la mejor tajada de la torta inflacionaria, se ubica el Banco de Chile, propiedad del grupo económico dirigido por Andrónico Luksic (Canal 13, CCU, Antofagasta Minerals, etc.), con utilidades de $723.250 millones hasta junio de este año. Le sigue Banco Santander que cerró el primer semestre con $529.124 millones, mientras que el Banco de Crédito e Inversiones (BCI) se quedó con $440.928 millones en ganancias.
Asimismo, existe un alto nivel de endeudamiento y, peor aún, de sobreendeudamiento que persiste en la población chilena. Sin ir más lejos, el último Informe de Deuda Morosa de USS/Equifax, arrojó que en Chile las y los deudores morosos aumentaron por tercer trimestre consecutivo totalizando en el periodo abril-junio de 2022, 4.142.633 personas.
Este reporte evidenció que la mayoría de las y los morosos provienen del retail, en un 46%, y de la banca, en un 25%. A nivel nacional, en promedio, la deuda morosa asciende a $1.894.112.
En cuanto al retail, en enero de este año la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) resumía el exitoso 2021 para el comercio, ya que las ventas minoristas subieron cerca de 30% en ese año. Todo en medio de un contexto de alta liquidez de las personas ante los retiros desde las AFP y ayudas estatales, a los que se sumaron otros factores que aportaron. Falabella, Cencosud, Forus y Tricot destacaron en la entrega de sus resultados, al cierre de diciembre del pretérito año, la fuerte recuperación que lograron y que algunos indicadores llegaron a cifras históricas, tras aumentar sus ventas a doble dígito y expandir con fuerza sus utilidades.
“El 2021 fue un año récord en varios de nuestros indicadores financieros, con un muy buen desempeño de nuestros negocios estando en un pleno proceso de transformación«, calificó Falabella su operación en este ejercicio. La empresa informó ganancias por $652.030 millones, lo que se compara con los $ 30.758 millones del 2020, mientras que sus ingresos aumentaron 21,2% respecto del año anterior.
Cencosud, que reúne a Paris, Jumbo y Santa Isabel, señaló que tras un avance de 1.958% en sus utilidades, equivalentes a $471.910 millones, consolidaron su liderazgo «incrementando la participación de mercado en varios de los negocios de la región«. La firma aumentó sus ingresos en 19,5%.
Mientras que Forus, compañía que en el año pasado alcanzó utilidades por $39.349 millones, un alza respecto a los $ 4.719 millones obtenidos en el año anterior, fue un poco más allá y afirmó que en un año de profundas transformaciones, la empresa «obtuvo los mejores resultados de nuestra historia, medido no sólo en ingresos, sino también en ganancia bruta, Ebitda y ganancia del ejercicio«. En cuanto a sus ventas, la compañía indicó que 2021 se convirtió en el año de mayores ventas de su historia, con ingresos consolidados por $294.690 millones, un crecimiento de 59,8%.
Por su parte, Tricot también vivió un buen 2021 en sus operaciones. La empresa alcanzó ventas por $180.814 millones e indicó que el resultado neto de la compañía el año pasado fue de $23.719 millones.
A su vez, en cuanto a las AFP, en medio de las pérdidas que registraron todos los fondos de pensiones en septiembre, la Fundación SOL dio a conocer las millonarias ganancias que han obtenido las AFP en lo que va del 2022.
Según informaron las aseguradoras, los fondos A y B registraron una caída de -2,01% y 2,90% respectivamente; el fondo C retrocedió en -2,58%; mientras que el D y E registraron las mayores pérdidas con una caída de -3,11% y 3,23%. De igual forma, se informó que el fondo E perdió todos los retornos que sumó durante este año.
En ese mismo sentido, la Fundación SOL informó que, entre todas las Administradoras de Fondos de Pensiones, han registrado ganancias diarias de cerca de $1.300 millones este año.
Según el informe World Inequality Report (2022), el 1% más rico de Chile concentra el 49,6% de la riqueza total del país, mientras que en Brasil los multimillonarios controlan el 48,9%, igual situación que en México (46,9%) y en Estados Unidos (34,9%).
Los historiadores suelen explicar el origen de la brecha social remontándose a los tiempos de la colonia, en los que la mayor parte de las tierras fueron repartidas entre los españoles y sus descendientes. En esa época surgió la hacienda, en la que la sociedad quedó dividida entre patrones, empleados, inquilinos y peones.
Desde aquella desigualdad agraria, la concentración de la riqueza fue expandiéndose a otros sectores económicos de explotación de recursos naturales como, por ejemplo, la minería, que ha convertido a Chile en el mayor exportador de cobre del mundo.
En la historia más reciente, la brecha social se expandió en las décadas de 1970 y 1980 durante la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet con la creación de un modelo económico con poca regulación que permitió el surgimiento de grandes fortunas familiares.
Según escribió el economista Osvaldo Larrañaga en La desigualdad a lo largo de la historia de Chile, la brecha aumentó con Pinochet a través de mecanismos como “la privatización de las empresas públicas, que pasan a ser propiedad de un número pequeño de grupos económicos, la supresión y represión de los sindicatos, y la conversión del estado benefactor en uno de carácter residual”, entre otras medidas.
En el grupo de los ultrarricos del Chile actual hallamos el caso de Julio Ponce Lerou, el exyerno de Pinochet que se convirtió en el mayor accionista de la empresa SQM, una de las mayores productoras de fertilizantes, yodo y litio a nivel global, tras la privatización de la firma.
Con el retorno de la democracia en 1990, la pobreza y la desigualdad de ingresos disminuyeron en el país, aunque la riqueza permaneció concentrada en la punta de la pirámide, lo que fue una de las principales demandas durante el estallido social que comenzó en el país en octubre de 2019.
En Chile y Latinoamérica hay niveles más altos de concentración de la riqueza porque en algunos sectores son muy pocos los actores, dice Luis Felipe López-Calva, director regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
“La riqueza nos preocupa cuando viene de rentas por falta de competencia, no cuando es riqueza productiva que genera bienestar para un país”, apuntó.
Chile tiene dueños. No, no es una metáfora. Es la realidad. En nuestro país hay 140 personas que concentran una riqueza de casi 90 mil millones de dólares. Para que tengamos una idea de qué significa ese monto, con esa plata podríamos pagar un sueldo de $600 mil durante un año para más de 9 millones de chilenos.
Esas personas son parte de algunas pocas familias que están totalmente relacionadas entre sí por lazos familiares y negocios. Son las familias Luksic, Matte, Angelini, Piñera, Paulmann, Solari, Yarur, Edwards, Falabella, Larraín, Ponce Lerou y unas pocas más. Además de su propia asociación, esas familias reparten el saqueo con grandes transnacionales. Hay una verdadera división de tareas entre el capital internacional y esa oligarquía chilena.
Las transnacionales se quedan con el sector minero: BHP Billiton (anglo-australiana), AngloAmerican (anglo-americana), Glencore (Suiza); parte de las AFP: Provida (EEUU), Capital (Colombia), del sistema bancario: Santander (España), Scotiabank (Canadá), BBVA (país Vasco), Itaú (Brasil), energía: Enel (Italia) y CGE en manos del Estado chino, que concentrará más de la mitad de la distribución de energía en Chile. Además, están presentes en varios otros sectores (pesqueras, industria, etc.)
Así, hay un verdadero consorcio de grandes capitalistas internacionales y algunas familias chilenas para saquear el país y explotar la fuerza laboral de la clase trabajadora que vive en Chile. La riqueza que se queda en Chile se concentra en las manos de esas familias, lo que sale del país va para los capitalistas internacionales. La mayoría de la población, que produce todo eso, con suerte alcanza a llegar a fin de mes.
Esa ínfima minoría de grandes empresarios y banqueros tienen como base de apoyo un sector más amplio que no desea cambiar nada. Conforman un verdadero ejército de intelectuales, políticos, gerentes, abogados, ejecutivos de empresas, oficiales de las Fuerzas Armadas y Carabineros, sectores privilegiados de la Iglesia, etc. Y también están los trabajadores sin conciencia de clase que defienden los intereses de los sectores privilegiados para ver si logran comer de sus migajas.
Los que están en la cumbre de esa pirámide y sus aliados son los verdaderos enemigos del pueblo, los que no quieren que nada cambie. Tenemos que comprender cómo mantienen su dominación, cómo logran concentrar tanta riqueza y poder en sus manos.
Para mantener su dominación la clase privilegiada y sus aliados internacionales utilizan varios mecanismos, como por ejemplo: los grandes medios de comunicación (que son de los mismos empresarios – La Tercera pertenece a Álvaro Saieh, El Mercurio a la familia Edwards, Canal 13 a los Luksic, etc.), la Iglesia, las universidades, los sindicatos (controlados por la burocracia sindical). Sin embargo, la principal institución que los patrones de Chile tienen para mantener su dominación es el Estado. El Estado no es neutral. El Estado es dominado por los grandes grupos económicos y sus representantes. La Constitución Política fue elaborada por la dictadura en íntima conexión con el empresariado. Toda la legislación actual, defendida por los Tribunales, fue hecha a la medida del gran empresariado e implementada a punta de fusil.
El Grupo Luksic, en 2010, compró el 67 % de Canal 13; adquisición que también incluía Radiodifusión S.A. –Oasis FM, Play FM, Sonar FM, Tele 13 Radio, Radio Horizonte y Top FM–. Así entraba de lleno al negocio de las telecomunicaciones.
El interés que manifestaba Andrónico Luksic estaba relacionado con la imagen que proyecta el empresariado en la ciudadanía, pues aseveró que “en los últimos años se ha ido instalando una concepción que pone en duda el aporte de la empresa privada al progreso de nuestro país” (La Tercera, 2010).
Sin embargo, antes de que Luksic lograra su cometido, otro conglomerado empresarial se le adelantó: el grupo Bethia, que está presidido por Carlos Heller. Bethia, por medio de un acuerdo con el Grupo Bezanilla, logró concretar la compra de las radios Infinita, Tiempo y Romántica. Estas tres radios se sumarían a Mega, Mega.cl, ETC TV y las radios Candela y Carolina.
Los ejemplos mencionados son una clara evidencia de cómo se constituye la concentración de medios que existe en el país. Pero ¿por qué es preocupante? En primer lugar, porque de acuerdo con el informe elaborado por el académico Luis Breull para el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) a fines de 2015, los cuatro principales operadores en cada sector de medios de Chile concentran más del 90% del mercado, cuando en América Latina el promedio es 80%. Esa aseveración también se ratifica en el Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2016), donde la Relatoría Especial asegura que “Chile exhibe uno de los sistemas mediáticos con mayores índices de concentración”.
En segundo lugar, porque la concentración indebida de la propiedad de los medios de comunicación constituye una amenaza para la libertad de expresión y la democracia (Informe de la UNESCO sobre concentración de medios y libertad de expresión).
El aparato legislativo y judicial están íntimamente conectados al poder Ejecutivo y a las Fuerzas Armadas y Carabineros. Cuando la ideología de la Iglesia, de los medios de comunicación y las amarras de los sindicatos dejan de funcionar para controlar la rabia de los trabajadores, entran en juego la policía y los militares para garantizar el orden. La democracia burguesa solo tiene apariencia de democracia. En el fondo, es una dictadura del capital.
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