Fuente: InfoLibre
- El candidato oficialista Daniel Scioli ganará, casi con total seguridad, la primera vuelta, pero en una segunda vuelta los votantes anti ‘k’ podrían tomar la iniciativa
- Gane quien gane es seguro que marcará el inicio de un nuevo ciclo político porque los tres candidatos han prometido romper con las políticas de Fernández de Kirchner
Ciudadanos pasan frente a unos carteles con propaganda electoral en el centro de Buenos Aires. EFE
Argentina afronta este domingo una de las decisiones más importantes de los últimos años. Por primera vez en más de una década el apellido Kirchner no concurre a unas elecciones presidenciales, lo que abre la puerta a un nuevo ciclo político lleno de interrogantes.
Más de 32 millones de argentinos están obligados este 25 de octubre a elegir al próximo jefe de Estado y a renovar un total 130 escaños de la Cámara de Diputados, 24 del Senado y 43 del Parlamento del Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
El plato fuerte de estos comicios son las elecciones presidenciales, casi huérfanas por la imposibilidad de Cristina Fernández de Kirchner de revalidar el cargo para otros cuatro años debido a la prohibición constitucional de enlazar más de dos mandatos consecutivos.
Fernández de Kirchner, la política con más apoyo entre los votantes argentinos, llegó a sopesar la posibilidad de impulsar una reforma de la Carta Magna para perpetuar el kirchnerismo, pero la fuerte crítica opositora la hizo desechar esta idea.
La líder izquierdista estaba así ante una difícil decisión que afectaría al futuro político de la ideología que su familia ha contribuido a forjar durante 12 años: encontrar un digno sucesor que sea fiel al kirchnerismo.
Entre los nombres llegaron a sonar el de su hijo, Máximo Kirchner, líder de las juventudes de La Cámpora, pero su escaso tirón popular lo descartó rápidamente, y el de su polémico y joven ministro de Economía, Axel Kicillof, desacreditado por sus resultados.
La balanza se decantó finalmente por el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, porque –a pesar de su escaso feeling personal con Fernández de Kirchner– era el único en condiciones de garantizar la victoria del oficialismo.
¿Caballo de Troya?
Scioli se ha convertido en la gran esperanza del Frente para la Victoria (FpV) para mantenerse en el poder y –a juzgar por los sondeos sobre intención de voto– podría conseguirlo, pero paradójicamente podría ser también su peor enemigo.
Su trayectoria en la provincia de Buenos Aires –la principal circunscripción electoral del país suramericano, que aglutina a un tercio de la población total– es, desde luego, su mayor aval en estas presidenciales.
La clave es el perfil moderado que ha acuñado en su dilatada carrera política –que incluso llegó a desesperar al ex presidenteNéstor Kirchner, que le nombró jefe de Gabinete– y que ha explotado en campaña con el lema de “cambio gradual”.
Esta línea centrista es un motivo de preocupación para el oficialismo, que teme que, ya ungido con la banda presidencial, se distancie del ideario ‘k’, sobre todo en materia económica, ya que ha prometido tomar medidas inmediatas para atraer la inversión.
Scioli podría revelarse como un auténtico caballo de Troya y, consciente de ello, Fernández de Kirchner ha colocado como candidato a vicepresidente a Carlos Zannini, un producto tipo de la factoría kirchnerista.
Oposición dividida
En la oposición, los únicos candidatos presidenciales con posibilidades reales de alcanzar la Jefatura de Estado sonMauricio Macri, que encabeza la coalición Cambiemos, ySergio Massa, de Unidos por una Nueva Alternativa (UNE).
Macri es el mejor posicionado para plantar cara al oficialismo. Lleva años preparándose para ello, incluso dejó pasar la oportunidad de 2011 –donde se habría enfrentado a Fernández de Kirchner– para llegar a 2015 bien pertrechado.
El aspirante de Cambiemos tiene también como plataforma la ciudad de Buenos Aires, de la que ha sido alcalde los últimos ocho años, a lo que se suma su experiencia en el sector privado como presidente del Boca Juniors y el emporio familiar.
Fundador de Propuesta Republicana (PRO) –el partido desde donde ha construido su figura política– es el máximo representante de la centroderecha argentina y, como tal, ha prometido enderezar la economía a toda costa.
El contrapeso de Macri en estos comicios es Massa, unoficialista arrepentido que se ha presentado como el único capaz de acabar con Fernández de Kirchner porque –argumenta– conoce sus debilidades mejor que nadie.
“El cambio justo” es la idea que ha guiado su campaña. Se trata de un peronista convencido que promete devolver a Argentina a los mercados internacionales y usar las Fuerzas Armadas para neutralizar la creciente amenaza del narcotráfico y que aboga por una reforma electoral.
La base electoral de Massa se halla también cerca de la capital. Durante seis años fue alcalde de Tigre, una localidad del conurbano bonaerense cuyos habitantes le han apoyado una y otra vez hasta instaurarle en la política nacional.
Resultado incierto
Scioli ganará –casi con total seguridad– la primera vuelta electoral, conforme a los resultados de las primarias del 10 de agosto, en las que fue el más votado con el 38 por ciento, y a los últimos sondeos, que le otorgan cerca del 40 por ciento.
La cifra exacta será clave porque, de acuerdo con la legislación argentina, puede proclamarse vencedor en primera vueltasi suma el 45 por ciento de los votos o si logra el 40 por ciento con una distancia de diez puntos respecto a su rival directo.
En segundo lugar se sitúa Macri, que sumaría en torno al 30 por ciento de las papeletas, seguido de Massa, con alrededor del 20 por ciento, lo que hace vital para la oposición forzar un balotaje si quiere conquistar el poder.
Una segunda vuelta complicaría las cosas a Scioli, ya que, aunque Macri se ha negado a unir sus fuerzas con las de Massa, se espera que los votantes anti ‘k’ asuman la iniciativa y catapulten hasta la Presidencia al rival de Scioli.
El fin de una era
Gane quien gane es seguro que marcará el inicio de un nuevo ciclo político porque los tres candidatos han prometido romper con el intervencionismo estatal en la economía y prestar la atención que merecen a la inseguridad ciudadana y el crimen organizado.
Incluso Scioli se ha encargado de marcar las distancias con la Casa Rosada durante la campaña electoral, convocando a “todos” en esta nueva etapa, para despejar las dudas sobre el control de facto que Fernández de Kirchner podría ejercer sobre él.
La posibilidad de que la mandataria vuelva al poder tras un periodo de barbecho para cumplir los preceptos constitucionales también parece descartada. “No creo que vuelva a ser presidenta. Cristina dio todo lo que podía dar y más“, ha dicho esta semana la líder de la bancada kirchnerista en la Cámara de Diputados, Juliana di Tullio.
Así, parece claro que, independientemente de lo que pase este domingo, para los Kirchner acaba una era política que ha desatado pasiones y que ahora sume a la nación austral en la incertidumbre, a la espera del surgimiento de nuevos liderazgos.
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