Ayer el Gobierno apeló ante la Cámara el fallo que, a través de la jueza María José Sarmiento, le permitió a Martín Redrado volver al Banco Central. Por la tarde, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, informó que esa misma mañana la Cámara había dado curso al reclamo para normalizar la situación en la entidad monetaria. Néstor Kirchner, al mediodía, cargó contra los espónsors de Redrado: Julio Cobos y Héctor Magnetto. Lo que la prensa del establishment calificó como crisis institucional fue el intento de obstrucción de funcionamiento de las instituciones. El lunes mismo, los que iniciaron esta maniobra deberían quedarse sin herramientas para seguirla.
“Quieren generar estrés de mercado” dijo Martín Redrado. Fue dos días antes de Navidad y compartía la mesa con varios empresarios. Fue en la cena que dio Cristina Kirchner para un selecto grupo de representantes de corporaciones privadas y en cada mesa había algún ministro o secretario de Estado. Redrado lo dijo justo cuando la Presidenta pasaba por el lugar y su réplica, en ese momento, pasó desapercibida: “Martín, no es estrés de mercado. Quieren que me vaya…” Pero pasados los días, cobró nitidez. Redrado entraba en el sexto año al frente del Banco Central y, en los últimos meses, dio señales de distanciamiento político de la Casa Rosada. Las cosas cambiaron cuando la Presidenta decidió crear el Fondo del Bicentenario. Lo que hasta entonces eran cuestiones de forma, pasaron a ser una cuestión de fondo. Redrado hizo una curiosa interpretación de ese fondo de garantías. “Encierra una política fiscal expansiva”, sostuvo el presidente del Central dando por sentado que el destino no es la garantía de cancelación de deuda sino un aumento indebido de los gastos presupuestarios. Redrado se cuidó de no hacer pública su interpretación pero operó para que a través de varios medios ese concepto se instalara. Lo hizo con bajo perfil, pero la alerta llegó cuando se reunió con los senadores radicales Ernesto Sanz y Gerardo Morales, tan activos en la defensa de los intereses corporativos del grupo Clarín y espadas principales del sector radical que pretende una salida anticipada de la Presidenta.
Buenos muchachos. “No lo esperábamos”, dijo sin dudar un director del Central respecto de si algo hacía prever la determinación de Redrado de atrincherarse en el edificio de la calle Reconquista. Entre otras cosas, porque no tiene mayoría en el directorio como para sostener una decisión que estaturariamente lo excede. Desde ya, Clarín y La Nación de ayer tratan de pintar una rebelión “de la línea”, en referencia a los gerentes y técnicos que supuestamente llegaron sin identificación política. La realidad es que Hernán Lacunza llegó a la gerencia general del Central porque pertenecía a la Fundación Capital, creada por Redrado y cuya presidencia dejó en manos de Carlos Pérez cuando asumió en el Central. Al tiempo, además, Redrado pudo hacerle un lugar a Pérez en el directorio de la entidad. Pérez, un alter ego de Redrado, es académico en la Universidad Católica Argentina y alimenta con información y apoyo a uno de los centros de investigación económicos más liberales y más opositores al Gobierno Nacional. El otro director que se alineó con Redrado fue Zenón Biagosch, quien llegó al Banco Nación y al Central de la mano del ex ministro de Economía y peronista opositor Roberto Lavagna. Biagosch, con el apoyo de Redrado y Pérez, a principios de 2009 se convirtió en director de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica, cuyo staff académico es neoliberal y antikirchnerista.
Hay que tener presente que las autoridades del Central son presidente, vice y seis directores. De modo tal que el trío Redrado-Pérez-Biagosch no tiene mayoría suficiente como para sostener la rebelión, ya que al vice Miguel Pesce lo respaldan los otros cinco miembros del directorio. Si bien hubo informaciones periodísticas respecto de que Arnaldo Bocco -miembro del directorio- respaldaba a Redrado, lo cierto es que regresó de sus vacaciones en la costa atlántica y no dudó en distanciarse del complot. Es decir, ya que por estatuto el directorio debe reunirse cada 15 días, le toca el turno en esta semana que comienza y todo volverá a su lugar.
Jueces y legisladores. La jueza Sarmiento se ganó los motes de clandestina e inhallable. Decidió dar curso a los dos pedidos que acrecentaron el clima de histeria mediática. Por un lado, el de restablecer a Redrado en su sillón de presidente y, por el otro, el de “no innovar” con el Fondo del Bicentenario. Cabe aclarar que Miguel Pesce y los directores que lo respaldaron dieron curso al decreto presidencial y el mismo viernes a las 12.15 firmaron su creación. La decisión de la jueza fue comunicada a la Mesa de Entradas del Central a las 13.30, con lo cual la cuenta es absolutamente legal. Algunos medios se apuraron en atribuirle a “la línea” la demora en asignarle los 6.965 millones de dólares de la discordia. Sin embargo, ante la complejidad de la situación, la orden de esperar partió de la Casa Rosada. No hay ningún secreto en esto. Porque esta semana todo debería volver a la normalidad. El mismo lunes el Ejecutivo apelará en el juzgado de Sarmiento y la jueza deberá darle curso a la apelación, de modo tal que Redrado deberá abandonar el Banco a la espera de que un tribunal de alzada falle a su favor. Asumirá Pesce y el Central retomará su ritmo.
Con respecto a los fuegos de artificios armados el viernes por el vicepresidente y aspirante a jefe de esta rebelión frustrada Julio Cobos, cabe consignar que no habrá novedades rutilantes en este tema. Una es la bicameral de Trámite Parlamentario -que tiene a su cargo el seguimiento de los Decretos de Necesidad y Urgencia-, que se reunirá el miércoles o jueves, tiene 16 miembros y que el 30 de diciembre pasado emitió dos dictámenes sobre este tema y que estuvieron respaldados por ocho miembros cada uno. Por otra parte, y al solo efecto de mostrar protagonismo y ambiciones presidencialistas, Cobos citó para mañana a los presidentes de bloque, que desde ya no contará con la asistencia de Miguel Ángel Pichetto, del Frente para la Victoria.
Banqueros. Muchos afirman que Redrado actuó compulsivamente o que, al menos, erró los tiempos a la idea de intentar crear lo que él mismo define como “estrés de mercado”. Porque los mercados no estaban convulsionados. Es más, la creación del Fondo del Bicentenario fue tan bien recibida por los banqueros que el índice creado por el JP Morgan -mal llamado “riesgo país”- bajó como nunca. Y también fue saludada por la embajadora de Estados Unidos Vilma Martínez. Y por la Asociación de Bancos Argentinos. Es decir, quienes Redrado podría haber imaginado como buenos muchachos para el “estrés de mercado” no sintieron propia su trinchera.
Redrado, en la soledad de su intento de protagonismo, tuvo a las 17.30 del caluroso viernes pasado su momento de gloria. Impecable, con traje de verano y tras sonreír a los movileros que lo azuzaron, fue saludado por sus seguidores al entrar a la zona de directorio del Central. Levantó con su mano derecha el papel de la jueza Sarmiento que lo restituía en la presidencia y pronunció: “Se hizo justicia”. Mañana, cuando la jueza haga lugar a la apelación, Redrado deberá honrar a la magistrada y llevarse los petates a la casa. O a la Fundación Capital.
Comentario