aún fragmentado y sin la densidad de otros tiempos, ha vuelto a ser el centro organizador de la vida social.
Atrás han quedado las tesis del fin de la sociedad del trabajo, de la des-salarización, incluso esa visión muy posmoderna de que las clases sociales son más un mito urbano que una realidad. Es cierto, el peso de la clase trabajadora en la sociedad –según como se lo mida- es menor que en otras épocas, pero no es menos cierto que viene recuperando espacios a un ritmo que se ha acelerado en los últimos años. Precisamente el notable crecimiento económico de los últimos ocho años y su impacto en el nivel de actividad y el empleo han recolocado la centralidad del trabajo en nuestra sociedad.
El capital productivo
Cuando el proceso de acumulación de capitales es hegemonizado por el capital financiero –como sucedió en Argentina particularmente en los ’90- la relación capital/trabajo tiende a desdibujarse, a desaparecer del centro de la escena. Por el contrario cuando esa hegemonía es llevada adelante por el capital productivo, esa relación recupera visibilidad.
El caso de nuestro país es interesante de analizar. El bloque de las clases dominantes es el mismo que en los ’90, esas fracciones se consolidaron en esa década y como contrapartida no hay otra fracción que intente terciar en ese bloque, como sí lo hacía hasta mediados de los ’70 del siglo pasado.
No se trata de que no haya fracciones de capital nacional interesadas, lo que sucede es que no tienen fuerza social y política como para disputar la orientación del proceso de acumulación. Esta es tal vez una de las restricciones más importantes con que se encuentra el kirchnerismo para desenvolver su modelo neodesarrollista. Sin embargo el bloque de clases es el mismo pero el orden interno, a partir de la devaluación del 2002, ha cambiado. El comando ya no está más en manos del capital financiero y las empresas de servicios públicos privatizadas, sino del capital productivo (agrario e industrial) y esto es determinante en relación al mundo del trabajo.
En este contexto conviene revisar algunos datos empíricos:
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