Por: Luis Bruschtein
Mauricio Macri utilizó el fútbol como trampolín a la política, y ahora el fútbol se ha tomó revancha. Parece una broma, pero tiene un fuerte impacto en la política. Antes había surgido la consigna “Macri Mafia”, pero el fútbol le dio una vuelta de rosca.
Mauricio Macri dijo que a pesar de la fama que se ganó en el Mundial de Qatar, asistirá al partido de mañana. Claro que la foto circulará sólo en el caso que gane la selección argentina. Pero ya no importa lo que haga en Qatar. Macri usó al fútbol para crecer en política y ahora, en una pirueta de justicia poética, el fútbol le infligió el daño más grave: “Macri Mufa” traspasó las fronteras del peronismo y el kirchnerismo y se extendió por todo el mundo futbolero.
La política tiene que ver con proyectos de país. La derecha siempre tiende a evitar esa discusión porque queda muy de manifiesto que su proyecto se basa en la defensa de los privilegios de una casta de poder económico en detrimento de los trabajadores y los más pobres. Para intervenir en política ha buscado atajos que saquen el centro de atención de las desigualdades y las injusticias.
Uno de ellos ha sido el fútbol que es más emoción que razón, una materia diferente a la política, aunque, por supuesto, tenga cruces con ella, como casi todas las actividades humanas. Macri financió su campaña en Boca y fue su presidente. Cuando pasó al mundo de la política, ya era muy conocido, algo que en este mundo tiene mucho valor, más incluso que las buenas ideas de un desconocido.
Esta concepción lo llevó a preparar la entrevista con Joaquín Morales Solá en su canal de cable, La Nación+. Y la pregunta final sobre fútbol estaba arreglada. Allí Macri habló de fútbol como si fuera inteligente y aportara algo. Habló de los equipos que habían ganado su pasaje a Qatar y se equivocó con todos. Los cabaleros, que vienen a ser todos los futboleros, captaron rápidamente la sarta de lugares comunes y lo crucificaron, en una acción letal.
Macri Mufa, el hashtag de Qatar
Macri Mufa se convirtió en un hashtag después de cada partido, donde se hundían los que había alabado. Macri se fotografió con Roberto Carlos, Ronaldo, Rivaldo y Cafú, cuando Brasil le ganó a Corea, pero la foto se difundió cuando Croacia los sacó del Mundial. Los memes explotaron en las redes y no hubo forma de taparlo.
Hubo una campaña de la corporación de medios para bajarle el precio al desempeño de la selección que, pese a todos los pronósticos de sus relatores, llegó a la final. Les preocupaba que los triunfos de la selección pudieran despejar el malhumor de la sociedad por la inflación. La expresión ideológica más transparente fue la del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, que llenó el centro de la ciudad con vallas y policías. Y la policía porteña reprimió e hizo detenciones.
Había muchas familias con sus hijos, en general personas humildes que no tienen para viajar a Qatar y los festejos fueron pacíficos. La derecha neoliberal, siente como una amenaza la alegría popular. En vez de sumarse y colaborar con los festejos llenó el lugar con vallas y policías en actitud agresiva. Mostró la hilacha y fue tan evidente, que ya hizo circular que mañana pondrán las vallas de otra manera.
Otra acción menor de Macri, pero que representa la ideología del neoliberalismo fue el financiamiento para viajar a Qatar a un grupo de estudiantes del país. Lo lógico hubiera sido que becaran a chicos que asisten a escuelas públicas en barriadas populares. Pero Macri, como presidente de la Fundación de la FIFA, no pudo con su genio y becó a estudiantes de una de las escuelas privadas más elitistas de San Isidro.
La condena a Milagro Sala
Esa mirada tan contundente sobre la sociedad se confirma como un eco en la mayor parte del Poder Judicial. La Corte confirmó la sentencia a trece años de cárcel a Milagro Sala por “encabezar una asociación ilícita” conformada sólo para estafar al Estado. Resulta que la construcción de alrededor de ocho mil viviendas populares, más escuelas modelos, colegios secundarios con gimnasio y pileta de natación, salas de salud, hospitales, fábricas de bloques y centros de esparcimiento para las barriadas populares es estafar al Estado.
Por cada casa, el Estado pagó la mitad de lo que ofrecían las constructoras privadas. Lo podía hacer porque era trabajo comunitario. La acusaron de que, de las ocho mil, habían quedado unas 500 sin construir. La defensa demostró lo contrario, presentó documentos que así lo probaban, pero el tribunal no los tomó en cuenta. La defensa apeló y llegó hasta la Corte, que acaba de confirmar esa sentencia.
No la condenan por las casas que supuestamente faltan, sino por las que construyó. Los mismos radicales admiten que tenían que sacarla de circulación “porque con Milagro en la calle, hubiera sido imposible gobernar”. Y con eso justifican el avasallamiento de la Suprema Corte jujeña y la designación a dedo de los tribunales que debían juzgarla. Se montaron sobre la molestia de una clase media por los cortes de calle en la provincia más pobre del país.
La sentencia y la situación está calcada de las de Cristina Kirchner. Las dos son mujeres, las dos son dirigentes populares combativas que pueden marcarle la cancha a los gobiernos neoliberales. Las condenas a Milagro Sala y Cristina Kirchner tienen la misma carga reaccionaria y patriarcal. Pero además son fundamentalmente antidemocráticas, porque en ambos casos buscan disciplinador la política y el reclamo popular. Y en ambos casos se ignoró el derecho ciudadano al debido proceso.
La justicia adicta
En una entrevista también en el canal que se asegura pertenece a Macri, el titular de la Corte, Horacio Rosatti, justificó que el 84 por ciento de los argentinos tengan imagen negativa del Poder Judicial. Mintió, dijo que en todos los países, tiene esa imagen y que lo mismo sucede desde Néstor Kirchner en adelante.
Esa mención mostró el resentimiento del magistrado que fue renunciado como ministro de Justicia por el ex presidente. Kirchner dio una demostración republicana al designar una Corte que no le era adicta. Los radicales demostraron en Jujuy y el PRO con la Corte nacional han hecho todo lo contrario. Las Cortes y los jueces adictos han sido una práctica política histórica, que también incluyó al peronismo menemista.
Poco antes de confirmar esa condena infame a Milagro Sala, Rosatti había rechazado el pedido de audiencia presentado por los legisladores del Frente de Todos. La excusa fue que la Corte estudia la apelación que hizo el senador Luis Juez y por lo tanto, no pueden reunirse con legisladores que están involucrados en ese tema.
Fue una respuesta cínica. Culpó por no dársela, a los mismos legisladores que le pedían audiencia. Pero los legisladores no querían hablar de Juez, sino del escándalo que atraviesa la Justicia con los cuatro jueces agasajados en forma millonaria por Clarín, a quien han favorecido en numerosas sentencias. Lo de Juez fue una excusa de Rosatti para no encarar el escándalo que se generó por estos jueces indefendibles: Julián Ercolini, Carlos Mahiques, Pablo Cayssials y Pablo Yadarola.
La Junta Federal de Cortes y Tribunales emitió una declaración crítica por la presunta dádiva millonaria. En la UBA se juntaron miles de firmas para exigir el juicio académico a Ercolini. Pero en la Legislatura, Juntos por el Cambio y los legisladores de izquierda impidieron la sesión donde iban a pedir juicio político a los funcionarios de CABA que participaron en esa reunión.
La Corte funcionó como Juntos por el Cambio: paralizó el Consejo de la Magistratura y no da audiencia para evitar que se trate el escándalo de estos magistrados.
Comentario