Por: Eloy Osvaldo Proaño
El 67,38 por ciento de los ecuatorianos calificó de mala o muy mala la gestión del neoliberal presidente Guillermo Lasso, al cumplirse seis meses de su mandato: para el 49,15 por ciento la gestión como mala, mientras que un 18,23 por ciento consideró muy mala su política gubernamental.
El 28,35 por ciento tiene una percepción positiva del mandatario y el 25,98 por ciento sostiene que su administración ha sido buena. Solo el 2,37 por ciento la califica de muy buena. La consulta de Perfiles de Opinión revela que, con estas cifras, el respaldo al Gobierno ha presentado una caída considerable (del 40 por ciento) en los últimos cuatro meses.
En encuestas realizadas previamente por la misma empresa, el 74 por ciento de los ecuatorianos calificaba la gestión como buena o muy buena para julio pasado; en agosto fue de 64,03 por ciento y en octubre llegó al 34,01 por ciento. Elm último sondeo muestra inestabilidad política, que se suma al escándalo por la presunta implicación de Lasso en los Pandora Papers.
Ecuador vive un estado de excepción “por grave conmoción interna” que regirá hasta el 19 de diciembre, con la excusa de reducir “el incremento de la inseguridad, que ha afectado gravemente los derechos de la ciudadanía”.
Lasso y Pandora
Tras las revelaciones de los Papeles de Pandora, la Asamblea Nacional, la Fiscalía y la Contraloría General del Estado han abierto sendas investigaciones para determinar si Lasso, su esposa e hijos menores de edad son propietarios de bienes o capitales, “en jurisdicciones o regímenes considerado como paraísos fiscales”.
Desde la lectura oficialista, las cosas iban por buen camino y por eso el gobierno recibió el espaldarazo de Estados Unidos, cuyo secretario de Estado, Antony Blinken, visitó Ecuador. Pareciera que al menos la mitad de los ecuatorianos no está de acuerdo.
Según la investigación, Lasso controló 14 sociedades off shore, la mayoría con sede en Panamá, y las cerró después de que el exmandatario Rafael Correa (2007-2017) aprobó una ley en 2017 que prohibía a los aspirantes presidenciales tener empresas en paraísos fiscales. “Siempre he cumplido con la ley ecuatoriana”, se defendió Lasso, que en tres ocasiones fue candidato presidencial.
Reconoció que tuvo “inversiones legítimas en otros países”, de las que se deshizo para ser candidato en 2021 y solicitó a la Contraloría que examine su patrimonio y confirmó su renuncia al sigilo bancario, lo que hizo antes de asumir el cargo como manda la ley. Para los analistas, la contradicción de convocar a la inversión privada e internacional en Ecuador y confirmar que parte de sus capitales están en el exterior, ha afectado su credibilidad.
Congelar…la protesta
Lasso incrementó de 2,50 a 2,55 dólares el precio de la gasolina extra y de 1,69 a 1,90 dólares el precio del galón del diésel, combustibles con mayor demanda en el Ecuador y puso fin a fines de octubre al incremento mensual que, desde julio de 2020, se hacía según la banda de precios del mercado internacional. La gradualidad significó para los ecuatorianos un incremento de 138 por ciento, de 1,85 a 2,55 dólares, en el precio del galón de la gasolina extra; y del 184 por ciento, de 1,03 a 1,90, en el galón del diésel.
La decisión de congelar el precio del combustible –“tras entablar encuentros cercanos con la población y oír sus principales necesidades”, dijo- pretendía realmente congelar los ánimos de una movilización nacional que podría reeditar el levantamiento popular de octubre de 2019, protagonizado por indígenas, estudiantes, trabajadores y transportistas, que dejó cinco muertos y más de 500 heridos y que se inició por la liberación de los precios de los combustibles decretada su antecesor, el también neoliberal Lenín Moreno.
Pero los movimientos sociales no estaban de acuerdo con la maniobra. “Rechazamos, condenamos el nuevo incremento, que con engaño el presidente ha dicho que congela, cuando realmente es un incremento en menos de diez días. Esto es un paquetazo para el pueblo”, dijo el líder indígena Leonidas Iza.
Las declaraciones de Lasso, un banquero de línea conservadora que llegó al poder en mayo, reflejan el clima de inestabilidad y confrontación política en Ecuador, afectado por una profunda crisis económica, laboral y sanitaria. S que Lasso no logró acuerdos políticos ni capitalizar la alta aceptación ciudadana del 73,5 por ciento que logró en agosto.
Tras un mes en el que se disparó la violencia urbana y se registró la mayor confrontación carcelaria que dejó 118 presos muertos, su popularidad siguió en caída libre, dejando en claro su problema de gobernabilidad: no tiene mayoría legislativa y sí un débil equipo de gobierno. Además, su alianza inicial con Pachakutik, brazo político del movimiento indígena, no le ha sido favorable para sus objetivos políticos. Su único “éxito” fue la vacunación de nueve millones de ecuatorianos.
Lasso ofreció en campaña “arreglar el país en 100 minutos”, pero con casi seis meses de gobierno recurrió a la advertencia de una “muerte cruzada” con el Legislativo si no logra el respaldo a sus proyectos de ley. Con apenas 12 de 137 asambleístas, solo ha logrado captar el voto de 15 independientes.
La Asamblea Nacional le devolvió el proyecto urgente en materia económica, de Ley de Creación de Oportunidades, que pretendía “poner orden y liquidez fiscal, atraer inversiones y una reforma laboral para la creación de dos millones de empleos”, por errores constitucionales.
Contexto
Cabe recordar que las elecciones presidenciales de 2021 en Ecuador dieron el primer triunfo electoral a la derecha en más de dos décadas. Pese a que el de Lenín Moreno fue un gobierno escorado a la derecha, el hecho de que las fuerzas verdaderamente representativas de ese espectro ideológico –como el Movimiento Creando Oportunidades (CREO) y el Partido Social Cristiano (PSC)– hayan obtenido el triunfo electoral marca un hito y expresa un nuevo contexto histórico .
En su tercer intento electoral, el banquero Guillermo Lasso logró imponerse por casi cinco puntos sobre el correísta Andrés Arauz. Ecuador vive el aumento de la pobreza, el desempleo agudizado en medio de la crisis sanitaria y la muy deficiente gestión del gobierno saliente son las señas de este tiempo. Ecuador es uno de los países en América donde más aumentó la pobreza extrema en medio de la pandemia.
Los principales actores del progresismo son hoy el Movimiento Revolución Ciudadana, liderado por el expresidente Rafael Correa, y el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que sostienen coincidencias en su oposición al neoliberalismo pero han sufrido históricos desencuentros.
Por fuera de ellos hay una importante vitalidad: la que otorgan los movimientos sociales, decisivos para el devenir de la centroizquierda y/o el progresismo. Son los que hacen política en las calles.
* Analista e investigador ecuatoriano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Con seis meses en el gobierno, a Guillermo Lasso no lo quiere (casi) nadie
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