Para llegar a una conclusión primero se realizará una brevísima introducción a la problemática (bastante difusa a los ojos de la Historia del Pensamiento Económico) del neoliberalismo como concepto, encontrando en uno de sus orígenes (quizá imputados) una doble alternativa que puede brindar una especial concordancia con las políticas e ideas del “socialismo” que se viven Ecuador.
Neoliberalismo, ¿un nuevo liberalismo o una crítica a los socialistas?
Los orígenes de la categoría Neoliberalismo no podrían ser identificados de forma tajante, a diferencia de pensamientos claramente marcados (al menos en su origen) como lo son el Keynesianismo o el Marxismo, al margen de lo cuestionable que el uso de estos términos puede resultar1.
Una de las primeras alusiones al término Neoliberal (o una traducción que podría acercarse a este término) se remonta a los escritos del economista austrohúngaro Friedrich Von Mises, más específicamente a dos de estos, uno publicado en 1922 llamado Socialismo y otro de 1927 denominado Liberalismo.
La idea de Neoliberalismo que de cierta forma corresponde a lo que en la actualidad se puede denominar como criterio “socialmente” aceptado de la esencia de este concepto, es la idea presentada en Socialismo, donde el autor señala que:
“El liberalismo antiguo, basado en la economía política clásica, afirmaba que la situación material de todas las clases asalariadas sólo se podía elevar en forma sostenida mediante un aumento del capital, y éste únicamente puede garantizarlo la sociedad capitalista basada en la propiedad privada de los medios de producción. La economía subjetiva moderna ha fortalecido y confirmado los cimientos de esa visión mediante su teoría de los salarios. Aquí el liberalismo moderno concuerda plenamente con la vieja escuela.” (Citado en Ghersi; pg. 296)
En cambio, en Liberalismo, Von Mises busca expresar la diferencia entre el pensamiento liberal del siglo dieciocho, en donde se proclamaba (bajo la influencia de la idea de una ley natural junto con la visión impulsada por el Iluminismo) la igualdad de los hombres ante la ley, y los socialistas o neoliberales quienes no solamente buscaban la igualdad ante la ley como mecanismo que garantice el orden social, sino que, según Von Mises, buscaban iguales ingresos y terminar con las diferencias provocadas por la propiedad privada (Von Mises; pg. 29)
De hecho, al comienzo del apartado Equidad, Von Mises escribe:
“Nowhere is the difference between the reasoning of the older liberalism and that of neoliberalism clearer and easier to demonstrate than in their treatment of the problem of equality” (Von Mises; pg. 27)
Entonces, hay una doble significación del término Neoliberalismo bajo el enfoque de Mises2, en donde por un lado se cataloga de Neoliberales a los “socialistas encubiertos” bajo políticas liberales y por otro lado se busca designar al liberalismo asociado a la teoría subjetiva del valor (Ghersi; pg. 297). Si bien para nuestro caso es la segunda idea nuestra base para analizar al gobierno de Correa, es interesante la alusión a los socialistas, que quizá se apegue más al gobierno de la revolución ciudadana que la definición “socialmente aceptada”.
El fin de la “larga noche neoliberal” y el comienzo del “corto amanecer socialista”
El 15 de enero del 2007, el economista Rafael Correa Delgado asume la Presidencia de la República afirmando en su discurso que se convocará a “consulta popular para que el soberano, el pueblo ecuatoriano, ordene o niegue esa Asamblea Nacional Constituyente de plenos poderes que busque superar el bloqueo político y social en el que el país se encuentra sumergido” junto con otras ideas tales como la “renegociación soberana y firme de la deuda externa” (El Universo; 15/enero/2007) , dos puntos que sin duda se contraponen a las políticas neoliberales (la disminución de la participación de las masas a nivel interno y el pago de la deuda).
El cumplimiento de estas cuestiones es un tanto discutible en términos de praxis, pues si bien se formó la Asamblea Constituyente, la manera como la “premura de los tiempos” hizo que la posición “de no sacrificar el debate” no haya sido compartida por la mayoría de la cúpula de Acuerdo País, lo que promovió la salida de Alberto Acosta de la Asamblea, no muestra un alejamiento a los lineamientos de pensamiento único, bastante característicos al esquema neoliberal3.
En cuanto a la renegociación de la deuda externa, si bien se señaló como “un éxito total” la recompra de bonos Global con vencimiento 2012 y 2030 (por 3.375 millones de dólares) con un descuento del 65 por ciento, el juego de lo legítimo e ilegítimo no se ha resuelto en realidad, pues una renegociación hasta cierto punto es mantenerse dentro del esquema del mercado y aceptar sus reglas4, aunque, esta vez sí en términos de praxis, el gobierno es contrario a una política neoliberal a favor de un pago de la deuda externa que limite la soberanía nacional5.
Respecto al Gasto Público, una visión a priori nos dice que no hay duda en negar la postura neoliberal del gobierno en este punto, aunque la efectividad de ese gasto es (y quizá siempre ha sido y será) cuestionable. Al menos aquí sería más fácil asociar al gobierno de Correa con un Estado de Bienestar antes que como un estado neoliberal.
Pasando breve vista ahora a la situación de la fuerza de trabajo en este gobierno, las políticas encaminadas a terminar con la precarización laboral como la eliminación de la tercerización o la tipificación como delito la no afiliación al IESS de trabajadores en relación de dependencia, son políticas que no pueden ser asociadas al Neoliberalismo en tanto no vuelven más “fluido” al mercado laboral, sino que le colocan más “trabas” (en un modelo neoclásico todo aquello que dificulte contratar y despedir fuerza de trabajo es una traba, así los derechos mínimos también son trabas, a menos que estos coincidan con la voluntad “equilibrada” del mercado).
La situación de las renegociaciones petroleras es interesantemente contraria a la explotación de los recursos que en el neoliberalismo era bendecida bajo la tutela de la eficiencia y la actividad privada, pero habría que pensar hasta qué punto las renegociaciones están bien encaminadas, y no terminen en situaciones similares a la que actualmente se discute en el CIADI.
Finalmente, un gobierno que en vez de fomentar las contradicciones de clase, propone que tanto trabajadores como empleadores buscan un mismo fin6, donde si bien ha existido un aumento tremendo del sector estatal, no se han hecho cuestionamientos de fondo al modo de producción vigente, y más bien se ha hecho explícita la implementación de metodologías e incluso métodos y paradigmas vinculados a la escuela neoclásica entremezclada con keynesianismo.
Finalmente no queda mal una pequeña mirada al Socialismo del Siglo XXI al cual Rafael Correa dice coincidir. Esta visión en donde se afirma que “Tenemos […] una especie de socialismo experimental o aplicado, pero no el socialismo teórico ni su “matemática” y lógica pura. En consecuencia, carecemos de una teoría socialista para el siglo XXI que pueda guiar las luchas de transición hacia el triunfo de las mayorías” (Dieterich; pg. 38) parece bastante similar a los esquemas revisionistas que al final fueran aceptados por sectores como la Socialdemocracia, lo cual si bien no es para nada neoliberal, no es muy fácil aceptarlos como socialistas en su sentido original.
CONCLUSION
Como puede verse, el gobierno de Correa no se expresa fenomenológicamente como neoliberal, aunque una visión a detalle puede encontrar bastante cercanía a los esquemas neoliberales, por ejemplo en una posible aceptación de la legitimidad del endeudamiento durante los 90, el uso de mecanismos no tan democráticos para la promover la agilidad del proceso oficialista, una promoción a la estabilidad del sistema, y otras cuestiones que son bastante similares al neoliberalismo en la medida que en la praxis pueden oponerse a las libertades individuales7.
Sin embargo así también pueden encontrarse similitudes con un Estado de Bienestar y en general con “híbridos del pensamiento socialista” que en última instancia dan al gobierno un sentido de izquierda.
Esta apariencia que en el fondo encierra la promoción de nuevos grupos de poder y de nuevas realidades en la sociedad ecuatoriana guarda similitud un tanto con la definición de neoliberal otorgado por Von Mises en Liberalismo, en donde en realidad se tiene a un gobierno que pretende mostrarse de una forma pero que en realidad está bastante vinculado con esquemas contrarios a la libertad. Este no es un gobierno socialista auténtico, sino una esquematización que se viste de socialista, pero que en verdad responde a aquellos intereses que le permiten mantenerse en el poder, muchos de estos aun interesados en la libertad de mercado y la teoría subjetiva del valor, ingredientes importantes del neoliberalismo.
REFERENCIAS
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