Lo extrañan todos: los bolivarianos y la oposición, por igual. Porque la política en Venezuela ha girado en los últimos trece años alrededor de su figura. Mientras, Chávez sigue en Cuba, tras someterse a una cirugía por un absceso pélvico y sin que se conozca públicamente un diagnóstico preciso.
En el cuadro de las interrogantes cotidianas están quién sucederá al líder si su enfermedad se prolonga (¿el vicepresidente Elías Jaua?), la confirmación del acto de constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños pautado para el 5 de julio en Caracas y el cronograma de las elecciones del año próximo para renovar los mandatos presidencial y de gobernadores.
Los opositores ven su razón de existir en función de lo que diga, decrete, opine, expropie, cante, declame o relate Chávez. Todas sus vicisitudes son, sin duda, culpa e´Chávez. Aquellos que se mostraron dispuestos a llegar al magnicidio del “mico”, exigieron ahora su pronto retorno.
Por el otro lado, todas las esperanzas de la masa chavista están depositadas en el líder y, lamentablemente, no hay nadie con la suficiente credibilidad y carisma que pueda llegar con un mensaje calmador. Nunca tantos venezolanos se vieron tan desamparados, más perdidos, con un enorme signo de interrogación en sus frentes.
Y en las últimas dos semanas, a raíz de la ausencia del mandatario, las cadenas de mensajes, rumores, chismes y cuentos más inverosímiles han circulado por carreteras formales de informaciones y por caminos verdes informales, que van desde la radio-bemba al twitter.
Los opositores se mueren por salir de él, por los votos o como sea, pero basta que falte unos días en sus tradicionales arengas para que lo extrañen. Hace años que la pauta informativa y política la marca Chávez y la oposición se manifiesta sobre sus acciones y sus dichos, como si ésta fuera la única razón de su existencia. No hay planes alternativos, propuestas o un nuevo proyecto de país.
El canciller venezolano Nicolás Maduro, dijo que el presidente Hugo Chávez está “al mando” de su gobierno y que está peleando por su vida, en referencia al estado de salud, lo que en muchas partes fue interpretado como que padeciera una enfermedad terminal. “La batalla que está dando el presidente Chávez por su salud tiene que ser la batalla de todos, la batalla por la vida, por el futuro inmediato de nuestra Patria. Esto es lo que podemos transmitirle a nuestros compatriotas”, indicó Maduro.
Y debió salir el vicepresidente Elías Jaua a aclarar: “Anda la derecha nacional e internacional enloquecida, frotándose las manos (…) incluso hablando de la muerte del Presidente. Andan como en el 11 de abril de 2002. Nosotros les recordamos desde aquí que todo 11 tiene un 13 de abril y que hay Chávez para rato”.
El silencio de los inocentes
En los últimos dos meses, una serie de controversias atravesaron las filas bolivarianas. Una de las que aún no han cicatrizado y ha enfrentado a voces críticas de la intelectualidad venezolana y latinoamericana de izquierda con tintes de descalificación y censura desde los estratos de poder bolivariano, fue la deportación del colombiano Joaquín Pérez Becerra, director de la agencia Anncol, y la detención en el estado Barinas del comandante Julián Conrado, miembro del Estado Mayor de las FARC. Incluso, algunos apologistas de las entregas prefirieron confundir solidaridad internacional con injerencia en asuntos internos.
El sociólogo Javier Biardeau, al defender las voces críticas, señala que esto sucede con el caso mencionado, pero además con millones casos que traducen la descomposición de la revolución bolivariana, su retrogradación. “Sin voces críticas, no habrá ni una 3R ni un millón de R (recatificación). Basta dar un pequeño paso: Rectificar…”
El chavista Colectivo de Trabajadores en Revolución-CTR señala que quienes dan la batalla por el socialismo a la tecnoburocracia y al capital están condenados a pagar el silencio de los inocentes por no dejarse “ser cooptados, dirigidos o “apadrinados” por sectores de la cúpula del partido y/o el Gobierno, que es casi lo mismo. La idea es ocultar a toda costa las fallas, irregularidades, traiciones que día a día comete esta nueva casta de privilegiados y pequeño-burgueses, contra los lineamientos de la revolución bolivariana, contra el Presidente Chávez, contra el pueblo chavista”.
Más adelante, los trabajadores definen que “ellos son el oficialismo, nosotros el chavismo, ellos son los privilegiados, nosotros los excluidos, ellos ejercen el poder utilizando el sicariato moral y psicológico; nosotros construyendo y fortaleciendo nuestras organizaciones en la batalla diaria entre el capital y el trabajo, con acciones diarias y movilización. El silencio de los inocentes es el estigma a que se nos somete, cuando no hay espacios de debate, discusión y construcción colectiva, o simplemente de resolución de conflictos”.
Añade que funciona entonces, con órdenes estrictas de invisibilizar, no sacar al aire, publicar o entrevistar en los medios del Estado, a quienes defienden los derechos de los trabajadores, el proceso revolucionario: “no les conviene, porque somos críticos, somos una amenaza para la tecnoburocracia y sus privilegios pequeño burgueses”
Indica que el silencio de los inocentes funciona “como sicariato moral, como terrorismo psicólogico, y chantaje para callar a los que luchan, para silenciar a los que denuncian corrupción y mala gestión, para acabar a los que crecemos ética y moralmente, porque somos coherentes con lo que decimos y hacemos”.
Wikileaks deshoja a la oposición
Esta vez fue la revista colombiana Semana, como antes lo fuera el diario español El País, que había filtrado un cable revelado por Wikileaks en el que dejaba muy mal parado al presidente del mayor partido de oposición, Acción Democrática, Henry Ramos Allup. Esta vez el cable señala que el diputado Ismael García, del partido Podemos, y otros dos dirigentes (Juan José Molina y Ricardo Gutiérrez) se reunieron con el embajador Patrick Duddy para pedir financiamiento a través de la Nacional Endowment for Democracy (NED) u otros fondos del gobierno estadounidense.
“Este es el momento de empezar”, le dijo el diputado Ismael García al embajador de Estados Unidos en Caracas, Patrick Duddy, cuando éste le comentó en septiembre de 2009 que Washington no intervenía en los asuntos de Venezuela. En aquel tiempo Podemos, con seis diputados, era la única tolda de oposición en la Asamblea Nacional. Se había separado del chavismo en 2007. García justificaba su petición de dinero –incluso para poner una radioemisora o una televisora- por los posibles riesgos que enfrentaban los intereses estadounidenses con la presencia de Cuba e Irán en el país.
En Venezuela nadie duda de la veracidad del hecho, pero lo que extraña que el mismo se filtra cuando la Mesa de Unidad Democrática que intenta arropar a la oposición, debate sus candidaturas internas y trata de deslastrarse de personajes que puedan impedir una solución unitaria.
Como no duda de otro cable filtrado por Wikileaks que sostiene que el papa Juan Pablo II ordenó a los sacerdotes de Venezuela que se abstuvieran de participar en los esfuerzos para derrocar a Chávez hace casi 10 años, pero la jerarquía eclesiástica venezolana lo desafió, con el estímulo de la administración del entonces presidente George W. Bush.
Cables del Departamento de Estado indican que funcionarios de la Iglesia en el Vaticano informaron a diplomáticos estadounidenses sobre las preocupaciones del Papa, pero reconocieron que los obispos católicos del país iban posiblemente a ignorar las órdenes, ya que, como se demostró luego, estaban involucrados en el golpe de Estado y el sabotaje petrolero.
Dentro de la oposición se sigue buscando candidato unitario –de cara a las elecciones internas de febrero próximo- pero también se señala que no basta con criticar al gobierno. Para llegar al poder, además, la oposición debe presentar un proyecto político-económico alternativo al actual, porque jugar a esperar el suicidio político del gobierno da pie al elector a pensar, al parecer, con razón, que la oposición nada alternativo tiene que ofrecer.
Dentro de la dirigencia de la oposición se está generando el consenso de no apurar los pasos: si Chávez no se puede reintegrar parcial o totalmente, terminará el mandato el vicepresidente. El temor de los dirigentes es que de no ser Chávez el candidato en 2012, se evapore toda posibilidad de unidad dentro de los que se oponen al mandatario.
* Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC)
Comentario