Por: Guillermo Guzmán
Con el vertiginoso desarrollo de la televisión las salas de cine se fueron quedando desiertas y fue así como empezó a gestarse la invasión de sectas religiosas que se apoderaron de dichos locales y hoy en día son una plaga que conspira contra el Estado; hay que voltear los ojos hacia esos locales y recuperarlos para la cultura no para la manipulación.
Huele mal que haya tanta secta religiosa conspirando en nuestras narices y nosotros, ¡bien gracias!
El colmo es que suele rumorearse que ahí cunde el lavado de dinero, es sospechosa tanta inversión de dinero capitalista para no sacar provecho.
Para muestra un botón: las denominadas “Nuevas tribus” que tanto daño hizo en la selva venezolana contra nuestros hermanos aborígenes.
Y, la denominada Conferencia Episcopal Escuálida Venezolana -CEEV- no se queda atrás tampoco, sólo que es de más vieja data pero en el fondo nada distinto.
Ah, ojalá el gobierno nacional decrete todos esos locales como bienes de utilidad pública y conforme una fundación bien buena dedicada al cine de descolonización, a la que se le concedan dichos locales para ponerlos al servicio del pueblo
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