Por @GISXXI
“…Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones…” (Tomado de Palabras Para Julia. José Agustín Goytisolo)
La inseguridad, el desabastecimiento y la inflación, son los nudos críticos de la gestión revolucionaria en el contexto actual. Según un estudio especial realizado por GISXXI en agosto de este año, para el 28,9% de los venezolanos el problema principal es la inseguridad, para el 20,9% el desabastecimiento, y para un 13,8% el costo de vida, todos estos son sin lugar a dudas, indicadores directos que tienen un alto impacto en la legitimidad de la gestión gubernativa.
Sin embargo, para los venezolanos, a diferencia de la totalidad de países latinoamericanos, el desempleo, la educación y la asistencia médica, no aparecen como los problemas de mayor significación, un 7.4% de venezolanos estima que el problema es el desempleo, un 2.1% la educación y un 3.1% la asistencia médica.
Los indicadores de satisfacción, los cuales nos refieren a una evaluación de la calidad, muestran en educación y salud rasgos importantes para el análisis, así, con las escuelas públicas 56,2% está entre muy satisfecho y bastante satisfecho, mientras 30.5% está poco satisfecho y nada satisfecho. En salud, por su parte, 49.7% dice estar muy satisfecho y bastante satisfecho con barrio adentro, 35.7% poco satisfecho y nada satisfecho, la atención hospitalaria registra una mirada más crítica, donde 43.3% dice estar Muy satisfecho y bastante satisfecho y 45.8% poco satisfecho y nada satisfecho.
El sentido de este panorama para la gestión pública revolucionaria es claro, unos indicadores directos (Seguridad, Abastecimiento, Costo de vida) en situación negativa, que pueden significar un decrecimiento en la aceptación ciudadana y una tendencia a la desafección de amplios sectores de la población con el curso de la revolución. Otros indicadores sustantivos, vitales y de orden estructural (Salud y Educación) con tendencia positiva, los cuales son consecuencia de un trazado de política social desde criterios socialistas, en oposición al modelaje neoliberal que hoy azota todo el eje pacífico de nuestra américa, convirtiendo los derechos en magníficos negocios para el capital financiero.
Si de balance se trata, es necesario no desechar la amenaza que el estado de los primeros indicadores comporta para la necesaria reproducción de la revolución. Sin embargo, la superación de la situación no podrá venir de reproducir el ciclo infinito del eterno consumo, no se trata de obtener más divisas para inyectar más liquidez al sistema y poder saltar en nudo crítico del momento, se trata -a nuestro juicio- de elogiar el momento de dificultades para buscar en lo profundo del ser nacional una condición que el presidente Chávez supo movilizar en los momentos más dramáticos vividos durante el 2002, hablamos de la dignidad nacional cuya corriente histórica ha sido expresada en el nacionalismo petrolero desde el patriotismo de Medina Angarita hasta la gesta heroica del comandante Hugo Chávez y la generación bolivariana.
El nacionalismo petrolero como representación colectiva contiene los valores fundamentales que el proyecto revolucionario necesita para seguir siendo verbo y carne. El sentido de patria es el intangible histórico que ha hecho que los pueblos resistan aun en condiciones de fragilidad extrema, es la elevación por sobre las adversidades y la posibilidad de verse en el horizonte, el pueblo cubano ha sido un ejemplo maravilloso en su resistencia contra el bloque, son
conscientes que de perder la revolución terminarían siendo el segundo Haití de América y no Miami.
Hoy es el momento de repetir con fuerza la frase aguerrida de Páez en las queseras del medio y que el presidente Chávez recuperó para el presente: ¡VUELVAN CARAS, CARAJO!.
Esta consigna encierra la obligada cohesión de la vanguardia y la iniciativa que las fuerzas de la revolución requieren, lograrlo parte de vivenciar el legado ético del presidente Chávez, o moral como él gustaba llamarlo.
Estrujado por la práctica histórica que fue desarrollando en la vorágine de la disputa política por la emancipación nacional, Hugo Chávez supo colocar las prácticas del acontecer cotidiano, en perspectiva histórica y de humanidad, así lo podemos apreciar cuando afirmó:
“…Uno de los desafíos del tiempo histórico —o nuestros desafíos, pudiéramos decirlo así— que plantea Mészáros está en la necesidad de que nosotros seamos capaces de conectarnos con la realidad de las circunstancias que nos ha tocado vivir. Lo que él llama el tiempo limitado de la vida humana, de la vida de cualquiera de nosotros, conectarlo con el tiempo histórico ilimitado, el marco de la historia. De ahí la necesidad de colocarnos en la perspectiva de la historia para entender bien de qué se trata, cuál es nuestro rol, incluso para entender lo que dice el poeta Andrés Eloy Blanco: la Venezuela que sueño no la veré; ¿pero qué importa? Me basta saber —eso sí— que en los ojos que la vean palpitará mi sangre, palpitaré yo, pues, en los ojos de mis hijos, en los ojos de nuestros nietos…”.
“Entonces, cumplamos nuestra tarea aunque nosotros terminemos hechos papilla. ¿Qué importa? Lo que importa es la perspectiva histórica de la construcción de una patria”.
Ensanchar el horizonte de la historia, implica concentrarnos en desatar en la vida de cada compatriota esos valores postmaterialistas que superen la reverencia fetichista al consumo, ser capaces de desarrollar una postura crítica frente a los errores de la gestión pública revolucionaria, pero cerrar filas frente a la amenaza estratégica que supone perder ese bien preciado que es la
independencia.
Ensanchar el horizonte de la historia como conciencia, es explicado por el Doctor Victor Frank en su libro “el sentido de lo humano”, en su estudio nos habla del sentido de la vida como ensanchamiento del campo visual de la vida, el cual se encuentra en el mundo, con los otros, no en el mundo interior.
La meta de la existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina autorrealización, el sentido de la vida no es prefigurarse metas, sino comprometerse en su realización.
En la postura del doctor Frank, se asoman las palabras del presidente Chávez, cuando nos convoca al amor, al encuentro con el otro como centro de la construcción revolucionaria:
“..Ustedes están en una sociedad bombardeada por los valores perversos del capitalismo. Den la batalla cultural todos los días, la batalla del amor contra el odio. El capitalismo tiene sus valores —que son negativos—, y el socialismo tiene sus valores, que son sublimes.
El capitalismo proyecta el individualismo y, por tanto, la división de la sociedad. Los socialistas debemos ser portadores del amor, de la vida del cuerpo colectivo, de la mente colectiva, de la solidaridad, del compromiso y de la conciencia del deber social; y ustedes deben ser mucho mejor que nosotros, mil veces mejor que nosotros, el ejemplo de verdaderos revolucionarios socialistas…”.
Queda abierta la tarea de juntar la conciencia nacional revolucionaria con el legado del chavismo hecho ética, hecho valores, los cuales deberán ser la conciencia del límite que no debemos atravesar a condición de hundir la patria en la oscuridad.
Descargue el artículo en PDF
Wilfer Bonilla
Director de la línea de Investigación Modelo de Gestión de la Política Social de GISXXI
@GISXXI
Comentario